Este texto corre el peligro de ser un totum revolotum pero al final, “solo” va de ponerse en la piel de los demás y querer comprender.
Acabo de salir del cine. He visto Chinas, de Arantxa Echevarría, y da mucho en lo que pensar, si te apetece. Esta película abre las puertas de la vida de una familia china migrante, con hijas nacidas en España; y de una familia española con una hija china adoptada. Ambas quieren lo mejor para sus hijas pero se enfrentan a miedos e incertidumbres sobre cómo mantener sus raíces culturales alejadas de su país de origen o cómo este empeño dificulta la aceptación de sus hijas en la escuela y en su grupo de iguales.
Pero también habla de la sociedad de “acogida” y nos coloca ante un espejo que a veces nos devuelve una imagen incómoda en forma de racismo consciente e inconsciente. La directora de este filme contrapone integración y convivencia, rechazando la primera a favor de tender la mano a quienes vienen de fuera.
Pero no es un mensaje fácil de que cale. La crispación ante la migración parece que va en aumento ¿o es una sensación particular? Ninguna persona que no esté dispuesta a querer mirar desde otro prisma entrará seducida a ver esta película. Y muchos de quienes lo hagan puede que salgan diciendo, “me parece un poco exagerada”. Bueno, quizá no lo han visto o sufrido, pero eso no quita que no exista (como el machismo, los malos tratos, la brecha salarial, la brecha digital, no llegar a final de mes, o no poder dar de comer a tus hijos todos los días). De hecho negarlo ya es formar parte del problema.
El próximo 18 de diciembre celebraremos el día de las personas migrantes y ahora sí, hago spoiler, desde las Plataformas Sociales Salesianas y del proyecto “Déjame que te cuente” hablaremos de la importancia de las palabras y del racismo inconsciente.
-“Me encantaría tener un chino”, le dice su amiga a Lucía. “Porque tienes juguetes, chuches…”
– Sí, pero no le llames chino, llámalo bazar o tienda.
– Pues en mi casa le llamamos chino.
Las palabras importan porque definen nuestra forma de ver el mundo. Os invitaremos a reflexionar sobre ello próximamente. No se trata de sentirse culpables sino de saberse afortunadas y ser capaces de ponernos en los zapatos de otras personas.