Al calor del Día del Trabajo, fijamos la mirada en cómo afecta las situaciones administrativas irregulares a las personas migrantes, especialmente a la juventud. Sin regularización no hay empleo digno, por eso celebramos los avances que la reforma del Reglamento de Extranjería ha proporcionado a los jóvenes en edad de trabajar.
Han transcurrido seis meses desde la entrada en vigor de la reforma del Reglamento de Extranjería. Fruto de este marco legislativo más justo comenzamos a celebrar desde las entidades sociales los ansiados permisos de residencia y autorizaciones de trabajo de algunos de los jóvenes de los recursos. Su camino sigue siendo complicado pero más allanado, ahora todo parece posible y las piezas comienzan a encajar.
Los cambios comienzan a otorgar a la juventud migrante menor de edad y a la juventud extutelada, -mayor de 18 años-, unos derechos que nunca se les debieron negar y cuya vulneración ha generado durante muchos años sufrimiento añadido en las vidas de muchos jóvenes.
“Era necesaria una reforma del Reglamento para que, al menos los jóvenes migrantes extutelados pudieran partir de la misma igualdad de condiciones que otros jóvenes de la misma edad”, señala Rosana Palomares, coordinadora de los hogares de emancipación de la Fundación Ángel Tomás- FISAT.
Desde el gobierno han cifrado en 15.000 personas aproximadamente las beneficiarias de esta reforma.
Durante años las entidades del tercer sector que trabajan con jóvenes migrantes han denunciado el sinsentido de un reglamento que abocaba a esta parte de la juventud a la exclusión. Lograr regularizar la situación de estos jóvenes ha sido hasta la aprobación de la reforma del Reglamento como una yincana donde en ocasiones en vez de avanzar, te devolvía a una posición casi de salida o te perpetuaba en un limbo en el que nada se movía excepto el tiempo.
Por ello, esta reforma ha sido bien valorada. “La reforma se valora de manera muy positiva ya que hasta el momento las trabas burocráticas y administrativas convertían en un muro la inclusión sociolaboral de jóvenes migrantes menores de edad, llegados a territorio español”, explica Rosana. “Han sido muchas y mantenidas durante un tiempo innecesario, dejando a gran parte de jóvenes en una irregularidad sobrevenida al alcanzar la mayoría de edad debido a la rigidez extrema de una normativa que después de tantos y tantos años, se modifica ahora. Se espera que la reforma del reglamento de Extranjería aprobada flexibilice parte de esos trámites y facilite la documentación a miles de adolescentes y jóvenes que han visto truncado su futuro en nuestro país”.
Las batallas administrativas de estos jóvenes las pelean, junto a ellos y en primera línea las educadoras y educadores que les acompañan.
Alberto Andrés, director de los pisos de emancipación en la provincia de Alicante de FISAT, también valora la reforma como positiva y apunta las principales incongruencias a las que se han enfrentado en el día a día los jóvenes migrantes en edad de trabajar, tanto tutelados como extutelados. “La reforma genera un escenario completamente diferente, y más lógico, para los jóvenes que llegaron a España siendo menores de edad”.
Con la reforma del reglamento se establece un régimen propio para los jóvenes extutelados con requisitos más acordes a su realidad, alarga la duración de las autorizaciones de residencia y permite que los jóvenes extutelados que ahora tienen entre 18 y 23 años y que se han visto abocados a la irregularidad sobrevenida puedan acceder a una autorización de trabajo.
“Antes de la reforma, tener permiso de residencia y no tener autorización de trabajo era un sinsentido. Creando jóvenes integrados socialmente, con formación específica, conocimiento del idioma, etc., pero con una gran dificultad para poder acceder a un puesto de trabajo. Esa dificultad venía como consecuencia de que para que una empresa los pudiese dar de alta tenía que hacerles un contrato de jornada completa durante un año de duración. La modificación del reglamento permite que los jóvenes tengan de manera simultánea el permiso de residencia y de trabajo”.
Flor Vivas es la coordinadora del Hogar proyecto migratorio Piso Don Bosco de Burriana de FISAT, una residencia para jóvenes migrantes menores de edad que están solos en España. “Concretamente para los que trabajamos en el día a día con menores extranjeros no acompañados esta reforma da más sentido a nuestro trabajo, ya que hasta el momento la etapa previa a la mayoría de edad que muchas veces es muy cercana a su entrada al Hogar, suponía una agonía para el adolescente y muy frustrante para el equipo educativo.
Jóvenes que ven cómo en cuestión de días su vida dará un cambio de 360 grados: de vivir en un sitio donde te cuidan, tienes comida caliente, ducha, formación, horarios, apoyo en todos los sentidos, a la soledad más absoluta donde solo por tener un año más se ven privados de todo tipo de cuidados y abocados a una pérdida de derechos. Solo les queda vivir de ayudas sociales en el mejor de los casos, porque conseguir un contrato de jornada completa por un año es una utopía. De 21 jóvenes que han pasado en dos años y medio por este recurso, solo uno lo ha conseguido”.
En el Piso Don Bosco de Burriana también han vivido ya las primeras alegrías tras la reforma del Reglamento.
“Hace una semana nos llegó la primera resolución de renovación de permiso de residencia y trabajo de un adolescente de 17 años hasta 2024. Lo que supone que podrá seguir trabajando una vez cumplida la mayoría de edad en unas condiciones reales hasta los 20 años como poco y con muchas más facilidades a la hora de renovar”.
Desde los equipos de emancipación y residencia de FISAT se estima que esta reforma beneficie a corto plazo a unas 30 personas extuteladas y a 9 jóvenes del hogar proyecto migratorio, por el momento, los 6 que viven actualmente en el recurso más tres que ya son mayores de edad.
¿Y ahora?
“Aunque como en todo, siguen existiendo luces y sombras. Es una vía que abre el camino hacia la inclusión de estos menores y jóvenes migrantes pero la lucha no acaba aquí ya que son cientos de miles de personas las que se ven abocadas y obligadas a abandonar sus países de origen y no se ven amparadas por una ley de extranjería, un tanto obsoleta y que invita a salir del país incluso antes de entrar, de forma sutil”, considera Rosana.
Para Cristina Martínez, responsable de programa Alraso de FISAT: “Seguimos dando pasos que nos acercan a una igualdad e inclusión más real, pero el camino que queda por recorrer todavía es largo, pues la ley de extranjería actual (Ley Orgánica 4/2000) supone una “carrera de obstáculos” difícilmente sorteables para muchas personas migrantes que residen en nuestro país.
Desde las entidades seguiremos trabajando no sólo para acompañar a estas personas, sino para tratar de conseguir cambios más profundos y estructurales como esta reforma, que actúen sobre las causas y garanticen la igualdad real de derechos”.
“Estoy contento, estoy feliz. Han salido mis papeles”
Un sábado por la mañana irrumpe en el grupo de whatsapp de los servicios centrales de la Fundación Ángel Tomás- FISAT un mensaje de texto y un audio: “Estoy contento, estoy feliz. Han salido mis papeles”. Es Famous, uno de los jóvenes del piso de emancipación Magone. Rosana, la directora del piso explica que se ha resuelto un expediente que se presentó como “circunstancias excepcionales” tras la reforma del Reglamento de Extranjería.
No ha sido un sábado más. Ha sido un día especial y gracias a estos mensajes desde Magone se hace partícipes de este logro a una parte de la fundación que lejos de la intervención también celebra y se alegra del éxito de Famous y del equipo educativo que lo acompañan.
La historia de Famous es la historia de una parte importante de la juventud en España
Famous Egosa Caro tiene 20 años. Llegó de Nigeria siendo menor de edad, sólo. Permaneció un año en el sistema de protección de menores, más nueve meses más en los que se prorrogó su estancia una vez cumplidos los 18 años. Cuando llegó al Piso Magone de la Fundación Ángel Tomás, Famous no tenía más que su pasaporte, en este tiempo, en un centro de menores, bajo la tutela de la Administración pública, no se logró regularizar su situación. La no documentación en el centro de acogida de menores en el que estuvo dificultó su proceso de inclusión social.
Ya mayor de edad fue imposible tramitar su autorización de residencia. Se optó por tramitar el arraigo social: una autorización de residencia temporal por circunstancias excepcionales que se podrá conceder a ciudadanos extranjeros que se hallen en España y, o bien tengan vínculos familiares en España o estén integrados socialmente. Uno de los requisitos burocráticos para obtener el arraigo social es aportar un certificado de antecedentes penales del país de origen que demuestre que no has cometido ningún delito ni en tu país ni en España. Este certificado no llegó para Famous.
Con la entrada en vigor de la reforma del Reglamento de Extranjería ha sido posible regularizar su situación sin necesidad de esperar a recibir el certificado de antecedentes penales del país de origen para realizar el trámite por arraigo social.
“Gracias a la modificación de la ley por fin tengo papeles. Después de tres años y pico en España no podía hacer nada. Ahora ya podré trabajar”, celebra Famous.