Dicen que el verde es el color de la esperanza y nosotros somos la generación que quiere pintar de verde el futuro, amamos la naturaleza y a todos los seres que habitan en la Tierra. Por ello, hemos decidido que ha llegado el momento de cuidarla, de protegerla.
Jóvenes de los cinco continentes unidos hemos contribuido a crear un movimiento imparable que busca que la vida esté en el centro. La mayoría de nosotros y nosotras sentimos “ecoansiedad”, es decir, sentimos rabia, tristeza, impotencia cuando vemos los fenómenos climáticos que están ocurriendo y la inacción de los gobiernos. Pero ante esto, no nos vamos a quedar con los brazos cruzados. Hemos alzado nuestra voz para que el mundo se dé cuenta de que nos encontramos en una situación de emergencia, y que tenemos que actuar ya, pensando en el presente y en las siguientes generaciones para que vivan una vida plena.
Detrás de los lemas “Nos robáis el futuro”, “No hay planeta B”, “Cambia el sistema, no el clima” está la idea de que otro mundo es posible; un mundo donde los intereses de la empresa privada no vayan por delante de la fauna y la flora que habita nuestro planeta. Un mundo donde las personas se sientan parte de la naturaleza y entiendan que sin cooperación mutua no hay futuros posibles.
Sabemos que no es un camino fácil. Lo sabemos porque en el último año más de 220 defensores del medio ambiente han sido asesinados por defender nuestra Casa Común frente a explotaciones mineras, petroleras…
Hablamos de lideresas y líderes indígenas que pese a ser 6% de la población mundial, son los guardianes del 80 % de la biodiversidad del planeta y de los que tanto se puede aprender del uso sostenible de los recursos y de su relación con la madre tierra. Cómo resalta el Papa Francisco en su carta “Querida Amazonía: “es urgente escuchar el grito de la Amazonia ya que el equilibrio planetario depende de su salud”
Reconectar con la naturaleza que nos rodea, sentirnos parte de ella, es el primer paso para amarla y así poder cuidarla y defenderla convirtiéndonos en guardianes de la tierra. Para ello, es importante generar propuestas educativas que no sean solo algo puntual, sino que acompañen a la juventud a vincularse con la naturaleza entrando en contacto con ella día a día.
Salir de los muros del aula, ir a un parque cercano y sentir los seres vivos que nos rodean, poner en marcha un huerto escolar o renaturalizar el patio, son solo algunos ejemplos. Si abrimos la mirada nos daremos cuenta de que podemos aprender mucho de la naturaleza y de que podemos hacer propuestas curriculares que incorporen la ecología en nuestra práctica, no sólo a través de la cabeza con contenidos, sino también a través de los sentidos.
La Familia Salesiana ha querido llevar esto a la práctica proponiendo una red de jóvenes que actúa frente a la emergencia climática. En Don Bosco Green Alliance puedes encontrar iniciativas puestas en marcha en multitud de países e inspirarte para crear la tuya propia.
¿Te unes a pintar el futuro de verde?