Por Pilar Blasco
En cada crisis, guerra, conflicto social… siempre salen más dañadas o perjudicadas las personas más débiles. En nuestra sociedad estas personas suelen ser la infancia, juventud y las mujeres; y más en concreto personas sin recursos, personas migrantes…
La situación que hemos vivido, y seguimos viviendo, con la pandemia, ha perjudicado a toda la población pero si acercamos la mirada podemos observar como hay gente que ha sufrido más. En el caso de las mujeres esto ha sido así, por ejemplo, en las mujeres que tenían que convivir con sus maltratadores. En términos de salud mental ellas se han visto más afectadas, en un informe de Unicef se detalla como del 54.8% de adolescentes que han padecido problemas de salud mental, el 70,1% eran chicas y el 39,6% chicos. También con la realidad de la conciliación, en un mundo en el que los cuidados siguen siendo más responsabilidad de las mujeres, el cuidado de los hijos e hijas, de la casa… Muchas mujeres han pedido reducciones de jornadas o han visto su vida laboral afectada por esto.
Y de repente, llega marzo, un mes que nos ayuda a visibilizar todas (y muchas más) realidades que vivimos las mujeres. Un mes que nos facilita parar, observar, reflexionar y por qué no, también, actuar. Con esperanza, espero que llegue un día, en el que esto no ocurra solo durante un día o un mes, si no que se tenga presente los 365 días del año.
Las sociedades van avanzando y por tanto se producen cambios, algunos de ellos los atribuimos a las personas jóvenes, creemos que por haber nacido en x año serás de una manera y por haber nacido en otro de otra; pero esto no es así. No debemos dar por sentado que por ser joven se tienen asumidas ciertas cosas y que por ser adulto se tienen sentadas otras. Mientras que al 84,6% de las mujeres jóvenes se ven comprometidas con la igualdad de género, según datos del Informe de Juventud en España 2020 del INJUVE, en los hombres jóvenes el porcentaje baja al 69,9%. Toda la sociedad debe estar en el mismo barco, detectando situaciones de injusticia y siendo personas comprometidas, personas de acción, con la intención de mejorar el mundo y las condiciones de las personas que viven en él; en este caso en concreto el de las mujeres.
Es algo que, aunque no pueda parecerlo, nos afecta a todos y todas. Un mundo en igualdad, es un mundo mejor para todos y todas, donde podremos desarrollarnos, ser nosotros y nosotras mismas y donde podremos ser felices y vivir en paz. Por eso como personas jóvenes, tenemos que ser promotores de que en nuestros espacios, sean espacios de acogida, donde no existan estos hechos y donde si ocurren les demos la importancia que tienen. Donde no miremos hacia otro lado, si no que seamos valientes y eduquemos en igualdad.