Querido amigo:
No sé cuál le va a resultar más extraño, si el remitente de esta carta o si el contenido de la misma… Bueno, no quiero hacerle perder el tiempo (compréndame, estaría tirando piedras sobre mi propio tejado). Me presento, soy el año 2010… Sí, sí, no ponga esa cara, el mismo que acaba de estrenar hace unos días. Mi Creador, que por cierto es el mismo que el de usted, me ha puesto en su vida para llevar a cabo, conjuntamente, una misión sumamente importante.
Para empezar, no es por hacerle “un feo” a mi hermano, el 2009, pero olvídese de él cuanto antes. De la misma forma, no ponga toda su esperanza en el 2011… Usted y yo somos los protagonistas. Ya sé de sobra lo que estará pensando: “Que si solamente vamos a pasar unos meses juntos, que si mi vida es muy corta…” Pero, ¿y la suya? ¿Sabe cuánto va a durar?… ¡A que no! Por lo tanto, amigo, es mejor que nos llevemos bien.
Me gustaría, pues en ello nos va el tiempo, y por lo tanto nuestra vida, que aprovecháramos a tope nuestra relación. Para ello, es fundamental que se olvide cuanto antes de los meses que me quedan de vida a su lado. Asimismo, tampoco haga demasiado caso ni a las semanas ni a los días, incluso no se obsesione ni con las horas ni con los minutos… Sencillamente viva cada segundo, cada instante del que estoy formado. Ahí está la clave de que nuestra relación llegue a buen puerto, pues debe saber que no puede ser feliz un año, un mes, una semana, una hora o un minuto si es un desdichado cada instante de su vida.
No pretendo, tampoco que se lleve una decepción, ni voy a ser yo el año en el que le toque la lotería, ni el año en el que encuentre el amor de su vida, ni, probablemente, el año en que le hagan fijo en su trabajo… No, no van por ahí “los tiros.”
Le pido un último favor: no gaste demasiado tiempo en programarme; algún inconveniente (que llegarán) lo echaría todo al traste. Tampoco quiera controlarme en exceso, se perdería los grandes regalos que nuestro Creador ha puesto en su vida; y, por supuesto, no se esfuerce en retenerme o en alargarme, me perdería definitivamente… ¡Simplemente vívame! ¡Viva cada segundo de su vida, cada instante de su existencia como una oportunidad que nunca más volverá a tener! No le entretengo más. Tenemos tanto que hacer, tanto que vivir, que es mejor que comencemos, ¿no cree?…
Un abrazo de su amigo (eso espero).
El año 2010
PD: ¿Sabe cuántos segundos ha utilizado para leer/escuchar esta carta…? 100 segundos aproximadamente. ¿Y sabe de cuántos segundos estoy compuesto…? De 31.536.000. ¿Y sabe, y esto es lo mejor, lo que puede hacer en un segundo…? Puede sonreír, abrazar, piropear, acariciar, agradecer, perdonar, animar, ayudar, intentarlo de nuevo…
Amigo, tiene por delante millones de oportunidades de hacer el bien, de ser feliz… ¡Por favor, no las desaproveche!
J. M. de Palazuelo