Partiendo del escalofriante dato de que los jóvenes pasan alrededor de mil horas anuales ante pantallas electrónicas (ante la TV una media de 3-4 horas diarias; casi un mes y medio al año contando día y noche), es urgente que padres, profesores y educadores nos pongamos a trabajar a conciencia
Consejos para bajar “esos kilos televisivos” de más
- Lo primero y más importante: que toda la familia (o grupo en torno al niño) se ponga a dieta… No se consigue nada si al niño se le prohíbe el uso de la TV, mientras nosotros nos pasamos horas y horas delante del aparato.
- Revisar “la nevera” y, si ésta es motivo de controversia, deshacerse de ella. Si queremos que el joven consuma menos TV y dejamos que tenga la suya propia dentro de su habitación…, poco vamos a lograr. Amén de otros televisores, en la cocina, en la salita de la abuela, en el cuarto de planchar, hasta en la habitación de los cachivaches… (Ya, ya sé, el niño quiere ver una película y nosotros un partido de fútbol… pero es que el que algo quiere, algo le cuesta).
- Comentar a menudo el porqué de la dieta televisiva. Valorar juntos los pros y contras de dicha decisión. Dejar que el joven se exprese con total libertad, e incluso se puede montar en casa nuestro propio laboratorio para analizar qué programas son nocivos cuáles no lo son, qué habría qué cambiar de determinadas series, qué se puede sacar de positivo y de negativo de los personajes…
- Evitar a toda costa los empachos televisivos, cargados de carnaza (“al niño le entra la comida por los ojos” y los insultos, la grosería, el morbo y toda la telebasura tiene un sabor especial, mas la digestión es sumamente complicada).
- Seleccionar los programas que un niño consume al día. Desterrar de nuestros hábitos televisivos “la comida rápida” (esos programas que lo solucionan todo en un santiamén, con un divorcio a la ligera, una pelea callejera, una noche de pasión loca…)
- Consumir TV siempre dentro de un horario lógico y razonable. Adultos y jóvenes debemos ponernos de acuerdo en establecer un horario acorde a las necesidades de unos y otros. En este sentido, no se puede dejar al niño sentado frente al televisor para que no de guerra y no nos incordie demasiado.
- No alternar periodos de ayuno televisivo con otros de empacho a lo bestia. Si esta semana te portas bien y no tengo quejas en la escuela, el fin de semana podrás hacer uso de la TV cuanto lo desees; eso sí, si suspendes y me llaman la atención, no verás la TV ni un minuto.
- Ir paso a paso, poniéndose pequeñas metas. Sería bueno hacer entre todos un calendario donde se apunten periódicamente los progresos se que vayan logrando.
- Proponer alternativas de manera que motivemos al joven. Si ve la TV tres horas diarias, empezar sustituyendo una por hábitos más saludables: la lectura de un libro, aprender a tocar la guitarra, hacer un curso de mecanografía por ordenador, apuntarse a un club deportivo o a una ONG…
- Y el último consejo, ya repetido pero sumamente importante: la dieta la hace la familia entera, es cosa de todos, no sólo del niño… ¡Recuérdalo siempre!
José María Escudero