Hay un montoncito de “seres especiales y maravillosos” que acuden a nuestras aulas y que son atendidos por unos educadores hechos de otra “pasta”. Dicen que tienen TDAH, que son DOWN, ASPERGER o… qué sé yo. Lo que no dicen es que con su paso por nuestros colegios nos hacen mejores personas.
Bea, “la PT” de mi cole, me decía que: trabajar con ellos te expone a un reto permanente, que estira tu paciencia hasta límites que ni te hubieras pensado que podría llegar. Te hace compasivo y te conmueve. Dedicarte a ellos no te permite dormirte ni acomodarte jamás.
En muchas ocasiones es muy frustrante intentar esa mal llamada, e imposible con los medios que tenemos, inclusión. Los educadores nos quedamos con el mal gusto de boca que provoca lo que no consigues que logren, lo que les es imposible aprender.
Pero me gustaría que estas líneas sirvieran de estímulo para poner en valor nuestro trabajo con estos alumnos, fijándonos en todo aquello que se llevan en su paso por un colegio salesiano y en todo aquello que nos dejan al pasar.
Quizá no lleguen todos a ser astrofísicos o simplemente a separar el sujeto del predicado, pero si logran ser autónomos, desarrollar al máximo sus capacidades, respetando unas normas convencionales y participando desde sus posibilidades, habremos conseguido que crezcan como personas y que contribuyan a mejorar el mundo como cualquier otro niño… y serán felices.
¿Habéis visto alguna vez la sonrisa de satisfacción de un niño con dificultades cuando su clase le da un aplauso después de su esfuerzo en una tarea? No hay nada comparable.
El educador salesiano está siempre del lado del que más le necesita. En el terreno de la escuela, ¿hay alguien más necesitado de nuestra atención que un alumno con dificultades?
La escuela salesiana imprime el valor de la solidaridad, del esfuerzo, de la transformación… ¿Hay en la escuela mejor excusa para trabajar con nuestros alumnos estos valores que la ayuda al compañero, el ejemplo de trabajo y superación de aquel al que más le cuesta? Seguramente no.
Hay un montoncito de “seres especiales y maravillosos” que acuden a nuestras aulas… Hay unos educadores que son de otra “pasta”…
Gracias a los unos y a los otros por las lecciones de cada día.
Mª PAZ PLASENCIA GARCÍA, Dirección Salesianos San Antonio Abad
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