UN CORAZÓN… ¡CINCO ESTRELLAS!

1 diciembre 2013

Mientras estaban en Belén, le llegó a María el tiempo del parto, y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada
(Lc 2,6-7)
Querida amiga, querido amigo: El Niño Jesús está a punto de nacer. Esta Navidad pasará por tu vida con el deseo de nacer en tu corazón… ¿Tienes sitio para Él? ¿Necesitas hacer algún arreglo, alguna mudanza? ¿O has puesto ya el cartel de lleno?… Te invito a que compruebes “la calidad de tu corazón” con el objetivo de albergar en su interior a Jesús… ¡Adelante!
 

 
 
 

Corazón una estrella. Cerrado a cal y canto. La Navidad es un término que no entra en mi vocabulario. Aprovecho estos días en que la gente está “metida en asuntos raros” para hacer otro tipo de actividades mucho más provechosas. La familia deNazaret no pasará por mi vida; ya me encargaré de “borrarme del mapa.”
 

 
 
 
 
 

Corazón dos estrellas. El establecimiento-corazón del posadero. No hay sitio. Estos días en que mi vida se llena de amigos y de familiares, de fiestas y celebraciones, no es el momento ideal para atender al Niño Jesús… En otra ocasión, tal vez… De momento, lo siento, no hay sitio.
 

 
 
 
 
 

Corazón tres estrellas. Presto al Señor mi corazón en la misa del Gallo y en la de Navidad, también en la del día del Año Nuevo y en la de Reyes; incluso participo en el festival de villancicos del colegio y colaboro con el nacimiento de la parroquia… El Niño Jesús podrá tener “media pensión” en mi corazón.
 

 
 
 
 
 

Corazón cuatro estrellas. Estaré atento a que la familia deNazaret pase por mi vida. Mantendré mi corazón abierto de par en par y agasajaré al Niño como se merece. Durante la Navidad hago un gran esfuerzo para que Jesús se lleve el mejor de los recuerdos. Eso sí, a partir de Reyes, necesito su sitio para otros huéspedes.
 

 
 
 
 
 

Corazón cinco estrellas. Las mismas características que el corazón cuatro estrellas, salvo una gran diferencia. No sólo el Señor va a nacer en mi corazón, sino que también se quedará para siempre en mi vida. Gozará de “pensión completa” y, a su lado, yo también creceré en sabiduría y en aprecio ante Dios y ante los hombres.

 
¿Ya has averiguado qué corazón de los cinco se asemeja más al tuyo? Si es “pobre en estrellas” no te preocupes: todavía hay tiempo para cambiar “alguna cosilla” y recibir al Niño Dios con todos los honores. Además, como habrás comprobado, no se trata de rascarte el bolsillo, sino más bien el corazón… ¡Manos a la obra!

José María Escudero

 
 

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