Cuaresma: Revisar la fraternidad

1 marzo 1999

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DIOS NO QUIERE UN MUNDO ASÍ

 
Sin duda que ni Dios creó ni quiere un mundo en el que puedan existir hijos suyos despojados y tratados injustamente por sus propios hermanos. Y todos, de uno u otro modo, andamos en ello. La Cuaresma puede ayudarnos a revisar el tema. Aquí van algunas sencillas pautas para trabajarlo, arrancando con el relato del Génesis y finalizando con las Bienaventuranzas.
 
 

  1. Génesis, 1

 
«En el principio creó Dios los cielos y la tierra…».
¡ Haya luz: Noche y día creó; sol, luna y estrellas.
¡ Haya agua… y que en ella bullan animales vivientes. Y así fue.
¡ Haya tierra… y en ella semillas y árboles frutales. Produzca la tierra también animales de toda especie. Y así fue.
 
«Hagamos al ser humano a nuestra imagen y semejanza…».
¡ Existan hombres y mujeres que manden sobre lo creado. Así fue y cómo…
 
Concluida su labor, cesó Dios en esta actividad. Parece ser que descansó y es cuando el hombre y la mujer comenzaron a poner a prueba su libertad.
¡ Hasta… llegar a conocer el bien y el mal.
 
Pero, hoy
la mayoría de las personas se encuentran
«sin libertad para elegir»,
y, más que nada, conocen el mal,
la destrucción, la muerte.
El ser humano «manda»
sobre el ser humano
y el laberinto de injusticias es desolador.
La salud del planeta está en «juego»,
la vida del hombre no menos.
Depende de ti que la creación
y tus hermanos los hombres revivan
y se afiance la fraternidad.
 

  1. El laberinto de las injusticias

 
Analiza y descubre lo que entre todos hemos provocado. Las imágenes pueden repartirse a lo largo de una o varias semanas de cuaresma. En el caso de trabajarse en grupo, remitimos a algunas de las pautas de trabajo apuntadas en el número anterior de Misión Joven (particularmente las propuestas en el artículo del dossier acerca de las «Parábolas para caminar»); todas ellas deben comenzarse con un primer acercamiento a las imágenes según las pautas ya habituales: significado de cada una de ellas, sugerir un título, dónde nos situamos dentro de ellas, qué podemos hacer…
Para mayor información, datos acerca de la pobreza, de la injusticia de la violencia o de los desastres ecológicos, cf. Misión Joven en los siguientes números y páginas: 264-265 (1999), 95-100; 262 (1998), 61-72; 263 (1998), 55-61; 228-229 (1996), 63-112.
 
La serie de imágenes está preparada —consideradas de dos en dos o incluso en su conjunto— tanto para contraponer mensajes como para suscitar el estilo de respuestas que precisan las diferentes situaciones de injusticia que contemplamos en el mundo. El título de cada una de ellas podría referirse a temas y actitudes susceptibles de ampliar con datos más concretos
 

  1. Llamada a las puertas del Norte.
  2. Existen alternativas, ¡hay salidas!
  3. Depende de tu modo de ver las cosas.
  4. Depende de ti.
  5. Hay 400 millones de  niños esclavos.
  6. ¡No puedes conformarte!
  7. Ocultar la realidad es de cobardes.
  8. ¡Ponte el mundo en el corazón!

 

  1. Bienaventuranzas y bienaventurados…

 
Debes ordenar de nuevo la escala de tus valores y afirmar que lo que cuenta es el ser humano. La persona con todas sus exigencias (materiales, afectivas, sociales, psicológicas, espirituales…). La persona presente y futura, del Norte, Sur, Este y Oeste. Poniendo a la persona en el centro de nuestra atención, cada opción se tomará en función de ella y automáticamente surgirán principios, como el respeto, la justicia, la solidaridad, la participación efectiva, la no violencia, la conciencia de los límites humanos, de convicción de que la tierra nos ha sido entregada como préstamo para las generaciones futuras, y… ¡que es más importante el ser que el tener!
Jesús de Nazaret resumió en las bienaventuranzas ese «estilo de vida» definitivo y capaz de engendrar unos cielos y una tierra nuevos. Al hilo de ellas (cf. Lc 6, 20-23), vamos a hacer el ejercicio de mirar compasivamente a los hombres y mujeres de hoy para tratar de responder a esta pregunta: «¿A quién llamaría Jesús hoy bienaventurados?»
La pregunta en concreto se hizo a un grupo de 2º de la ESO del Colegio «María Auxiliadora» de Lugo[1]. Sus respuestas pueden servirnos de pauta para plantear el tema y «revisar la fraternidad».
 
Bienaventuranzas
 
Dichosos los que «piensan diferente», porque en el Reino del Padre serán los mejor entendidos.
Dichosos los de diferente color, porque a través de los ojos de Dios todos somos iguales.
Dichosos los enfermos, porque en el Reino de Dios son los que no tendrán pena.
Dichosos quienes parecen haber recibido de Dios un exterior sucio, diferente y pequeño, puesto que en su Reino su interior será enorme y semejante al de Jesús.
Dichosos los que están prisioneros y tienen que vivir escoltados, porque en el Reino de Dios serán primeros por «prisioneros» de Él y de sí mismos.
Dichosos los que sufren por su situación, porque en la Mansión de Dios se reirán de ello.
 
Bienaventuradas y bienaventurados…
Bienaventurados los gitanos, porque os culpamos de nuestros problemas.      Bienaventurados los homosexuales, porque para ellos el amor no conoce límites impuestos.
Bienaventurados los de piel diferente, porque luchan por cambiar los corazones.
Bienaventurados vosotros, sidosos, que os llaman apestados, porque no hay más apestado que el que rechaza a sus hermanos.
Bienaventurados los deficientes, porque en vuestras sonrisas incompletas se halla la bondad del ángel.
Bienaventurados vosotros, meninhos da rúa, porque en el cielo encontraréis a vuestra madre y a la de todos.
Bienaventurados vosotros, hispanos, porque contribuís al desarrollo de una sociedad que no os acepta y lo hacéis sin rencor.
Bienaventurados los judíos, porque en las situaciones más desesperadas no han dejado de confiar en Dios.
Bienaventurados los parados, porque se movilizan para que otros no corran su suerte.
 

         Dichosas y dichosos

– Los enfermos del sida, porque serán curados de todo mal.
– Los encarcelados, porque recibirán la libertad eterna.
– Los huérfanos, porque son queridos por un gran Padre.
– Los drogadictos, porque serán liberados del gran mal que les aflige.
– Los alcohólicos, porque serán purificados con el agua santa.
– Los enfermos, porque tendrán la mejor salud para la vida eterna.
– Los emigrantes, porque serán llamados hijos de Dios.
– Las prostitutas, porque serán tratadas con dignidad.
– Los pobres, porque tendrán de todo, de ellos será el Reino de Dios.
– Los transeúntes, porque ellos encontrarán el camino verdadero.
– Las mujeres maltratadas, porque serán tratadas con respeto y amor.
 
[1] Los autores de las respuestas que aparecen recogidas aquí son: Miguel Abelairas, Carlos Gómez, Mark Hughes, Fernando Magdalena, Ángel Negrete y Rubén Olmo. Los dos epígrafes conclusivos (Bienaventuradas y bienaventurados…; Dichosos y Dichosas…) recogen una síntesis del conjunto de Bienaventuranzas elaboradas por el curso.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]