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JORNADA MUNDIAL DE LA INFANCIA
EL día 2 de octubre se celebra el «Día Mundial de la Infancia», Las voces levantadas para denunciar tanto los trabajos como los malos tratos de que son objeto los niños y las niñas están ahí. Nuestra revista ya tocó el primer asunto (cf.J.M RíazA, «Niñas y niños trabajadores», en el número de MJ de mayo pasado), y ahora proponemos aquí una reflexión de A. SORIAINO acerca de los malos tratos, seguida de diversas pautas de trabajo.
Perspectiva histórica de los malos tratos a la infancia
EN la actualidad, en amplias zonas de nuestro planeta, miles de niños mueren diariamente por falta de medios y por ausencia de cuidados médicos. En muchos lugares el acceso a la educación es un lujo reservado para los hijos de las clases pudientes, mientras que en algunas ciudades los niños de la calle subsisten en medio del abandono y juegan diariamente con la muerte. Sin salir de nuestras fronteras, los prejuicios raciales, la xenofobia y, en fin, los malos tratos, en sus diversas formas, segregan y atacan inhumanamente a numerosos colectivos de niños.
Sin ninguna duda, el problema de los malos tratos a la infancia se encuentra entre los más serios, complejos y vergonzantes problemas de nuestra sociedad. Pero éste no es un fenómeno nuevo, muy al contrario siempre ha estado presente en la historia de la infancia. El fajado, el sofoco, la venta de niños, la explotación laboral, el abuso sexual, el abandono y el infanticidio son prácticas a las que, de manera continua, han estado sometidos los niños y niñas desde los albores de la civilización.
Varios documentos históricos nos muestran cómo el maltrato infantil existe desde los comienzos de la humanidad. En la Biblia se pueden observar claros ejemplos de infanticidio. Moisés escapó de un infanticidio generalizado, que, ordenado por el faraón, afectó a todos los niños hebreos: «Mandó, pues, el faraón a todo su pueblo que fueran arrojados al río cuantos niños nacieran a los hebreos» (Ex, 1,22). El rey Herodes, por miedo a que el nuevo Rey de los Judíos le hiciera perder su trono, mandó asesinar «a todos los niños de Belén y de toda su comarca, que fueran menores de dos años» (Mt 2,16). Por causa de ese hecho se celebra el día de los Santos Inocentes.
Grecia y Roma
En la ciudad-estado de Esparta, los niños, al nacer, eran sometidos al juicio de la Asamblea de Ancianos, la cual había de determinar su utilidad social y, en función de ello, se decidía si el niño debía formar parte de la sociedad o no. En el segundo caso, los niños eran eliminados, arrojándolos por el precipicio del Monte Taigeto.
En Atenas, el abandono y el infanticidio constituyeron prácticas generalizadas entre la población. Se recurría a estas formas de maltrato no sólo cuando se observaban en el bebé malformaciones, sino también en el caso de que existieran dudas sobre la paternidad del recién nacido o, simplemente, cuando la penuria
económica obligaba a tal medida. Leamos las recomendaciones que, al respecto, hacían pensadores como Aristóteles o Platón: «En cuanto a exponer o alimentar a los niños que vayan naciendo, sea ley no alimentar a ningún niño deforme» (Aristóteles, Política VI, 1305 b, 11). Platón, en su obra República, escribe lo siguiente: «En cuanto a los niños, hijos de los inferiores, y lo mismo vale para los hijos de los superiores, que nazcan lisiados, los esconderán, como conviene, en algún lugar secreto y oculto» (Platón, República V, 460 c).
Es preciso matizar que, si a lo largo de la historia la situación de los niños ha sido durísima, la de las niñas ha sido aún peor. Valga como ejemplo el hecho de que las familias normalmente criaban sólo a una hija y el resto de las nacidas eran sacrificadas o simplemente abandonadas. Las niñas han sido siempre las principales víctimas del infanticidio y ello, fundamentalmente, en respuesta a su capacidad reproductora. En este sentido, en la Época Clásica, leemos los versos de Posidipo, muy ilustrativos al respecto: «A un hijo lo alimenta cualquiera, aunque sea pobre; a una hija se la expone, aunque uno sea rico». Del mismo modo, las cartas que Hilarión, desde la guerra, le enviaba a su esposa no pueden ser más explícitas: «Si, como puede suceder, das a luz un hijo, si es varón consérvalo; si es mujer, abandónala».
Al igual que en Grecia, en la Roma Imperial el abandono y el infanticidio fueron prácticas habituales. La patria potestad otorgaba al padre unos derechos ilimitados sobre sus hijos, lo cual le posibilitaba decidir incluso sobre su misma vida. El rito de aceptación o rechazo que el padre romano seguía respecto a sus hijos es descrito de la siguiente forma: «El niño recién nacido era dejado a sus pies. Si deseaba reconocerlo, el padre se detenía y lo tomaba en sus brazos. Si se alejaba, moría de hambre o frío, pertenecía a cualquiera que deseara hacerse cargo de él y convertirlo en su esclavo».
Edad Media y Edad Moderna
En la Edad Media, las duras condiciones de vida a las que se encontraba sometida la mayor parte de la población (hambre, desnutrición, enfermedades, etc.) hacían que los índices de mortalidad y morbilidad infantil fueran extraordinariamente altos. Se han estimado unas tasas de defunción de uno a dos muertos por cada niño nacido. La siguiente cita puede resumir acertadamente la situación de la infancia en la Edad Medía. A principios del siglo XIII, el Papa Inocencio III, «impresionado porque los pescadores del Tíber sacaban de las aguas en sus redes tantos pescados, a veces, como a recién nacidos», fundó en Roma un hospital para niños expósitos.
En la Edad Moderna se va forjando un nuevo concepto de infancia que afectará prácticamente de forma exclusiva a los hijos de las clases más altas. A los hijos ilegítimos se les continuará dando muerte sea cual sea su posición social, aunque ya, algunos de ellos, comenzarán a ser depositados en las inclusas. Asimismo, el poder coactivo de la ley castigará severamente el infanticidio de hijos legítimos, tal y como parece indicar el rápido aumento de niños abandonados. Aun así, la mortalidad infantil raras veces descendía por debajo del 25%, y en tiempos difíciles, alcanzaba el 75% de la población.
La Ilustración despertará un notable interés por el niño desprotegido. Esta nueva atención a la infancia atenderá fundamentalmente a factores demográficos y económicos. Prueba de ello son los escritos del político Tomás Montalvo, a principios del siglo XVIII: «El fundamento de una corona depende del número de súbditos y entre ellos se cuentan de modo especial los expósitos». En esta misma línea, Javier de Úriz titula de la siguiente forma una memoria a la monarquía: «Idea de una real providencia que al parecer daría anualmente muchos millares de expósitos y huérfanos con imponderable aumento de brazos fuertes para el estado».
Últimos siglos
La nueva atención que el siglo XIX prodiga a la infancia está teñida de una doble moral: las clases dirigentes poseen ya un sentimiento específico de la niñez, pero sólo de aquélla que les afecta. Fue la Revolución Industrial la que generó una nueva organización social y familiar, y descubrió la capacidad productiva de una infancia que sufrió el acceso prematuro al trabajo en fábricas, minas, etc., lugares donde trabajaban los niños hasta catorce horas diarias, y a cambio de un mísero sueldo. Una idea de la situación de la infancia en la época nos la da el hecho de que la primera intervención legal en favor de una niña, maltratada de forma sistemática por sus padres, se produjera en el año 1874 en los Estados Unidos. Al no existir ninguna Sociedad Protectora de Niños, fue la Sociedad Americana para la Prevención de la Crueldad contra los Animales la que tuvo que salir en defensa de esta menor, basando su denuncia en que la niña pertenecía al reino animal.
Por los importantes avances que en nuestro siglo se han realizado en el campo de la infancia, al siglo XX se le ha denominado el Siglo de la Infancia. El desarrollo legislativo, asistencial y educativo que se ha producido ha generado un sistema de protección infantil hasta ahora desconocido, que ha supuesto una importante elevación en la calidad de vida de la infancia en general y de la más desasistida en particular.
Sin embargo, aun considerando lo anterior, deben producirse muchos cambios en la consideración actual de la infancia. Cambios que sólo serán posibles si se dan otros en nuestra compleja sociedad. Si esto no ocurre, el desigual reparto de la riqueza económica y cultural seguirá generando infancias descarriadas, segregadas, estigmatizadas, inadaptadas y todas, en última instancia, continuarán siendo objeto del egoísmo y del maltrato de los adultos.
Educación y «Derechos del Niño»
El 50 Aniversario de los Derechos Humanos que celebramos este año es una buena oportunidad para reflexionar el tema de los malos tratos y de los trabajos a los que están sometidos los niños. Nos limitamos aquí a proponer una sencilla dinámica de trabajo sobre el análisis precedente. Para tratar con mayor amplitud la cuestión remitimos a dos libros prácticos: J. TU–VILLA, Educar en los Derechos Humanos (Ed. CCS, Madrid 1993) y CENTRO «NUEVO MODELO DE DESARROLLO», Sobre la piel de los niños. Su explotación y nuestras complicidades (Ed. Acción Cultural Cristiana, Madrid 1995).
UNA DINÁMICA PARA LA REFLEXIÓN Y EL COMPROMISO
Con el objetivo de tomar conciencia de los graves problemas que afectan a los niños y sensibilizar para intervenir conforme a nuestras posibilidades en este tema, se puede organizar con grupos, con la clase, etc., la siguiente dinámica sobre «Derechos del Niño».
Materiales
Información sobre la situación de los niños en el mundo (para recoger datos, además de prensa, TV, etc., bastaría con los libros apuntados).
Desarrollo
Se divide el grupo en dos subgrupos que representarán respectivamente a ONGs y a distintos países. Cada subgrupo prepara su trabajo respectivo con la información: Identidad y trabajo, en el caso de las ONGs; naciones y problemas de los niños en ellas, en el de los países. A continuación el grupo de las naciones presenta al de las ONGS los problemas fundamentales que sufren los niños en ellas (explotación en trabajos duros, malos tratos, etc.). Por último, el grupo de las ONGS plantea su proyecto de «Derechos de los Niños» y todos estudian cómo hacer en concreto para que se cumplan.
Conclusión
Se puede redactar una declaración-síntesis para enviar a la prensa, a UNICEF, etc. Sería conveniente plantear algún tipo de compromiso para contribuir a que ningún niño sea maltratado o explotado.
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