Educar en la fe a los jóvenes de Europa: Retos y perspectivas

1 junio 1998

[vc_row][vc_column][vc_column_text]Emilio Alberich es profesor de «Catequética» en la Universidad Pontificia Salesiana de Roma.
 
Síntesis del Artículo:
Tras definir la actual situación socio-cultural como «problemática y esperanzadora” -analizando dentro de ella “algunos rasgos característicos de los jóvenes europeos”, el momento actual de “los jóvenes ante la religión y la fe”, la “crisis de la socialización religiosa y de la educación en la fe”-, el autor propone algunas pautas para interpretar dicha situación. El artículo, para concluir, sugiere diversas pistas concretas para la acción.
 
 
 
 

  1. Situación problemática y esperanzadora

 
Nos detendremos a considerar tres aspectos de la situación, no sin antes dejar claras las premisas de estas reflexiones, que se refieren exclusivamente a la situación de la Europa Occidental y están expuestas en términos generales; las situaciones concretas pueden ser muy distintas de las aquí descritas[1].
 
 
1.1. Algunos rasgos característicos de los jóvenes europeos
 
A la luz de diversas investigaciones sociológicas sobre la condición juvenil en Europa es posible resumir así la situación: los jóvenes europeos, hijos de la modernidad y posmodernidad, se muestran sustancialmente satisfechos, pero con serios problemas (cf. MION 1995, 333; KERKOHFS1992, 16).
Los jóvenes de hoy tienen muchos problemas. Cuando se describen los perfiles problemáticos de los jóvenes de hoy, es frecuente recurrir a expresiones como: malestar juvenil, crisis de identidad, vulnerabilidad psicológica. Una descripción sintética que evoca los rasgos propios de la posmodernidad puede ser la que P. VANZAN resume así:
 
¾ Pensamiento débil
Es el resultado de la crisis de las ideologías y de los sistemas globales (de los «grandes relatos»), del cambio acelerado, de la situación de complejidad y pluralismo de nuestra sociedad. De ahí algunos rasgos típicos de la juventud: fragmentación (con la cara positiva de la aceptación del pluralismo y la tolerancia); crisis de identidad (inseguridad, vulnerabilidad); falta de sentido histórico (nueva percepción del tiempo, presentismo) (cf. JIMÉNEZ ORTIZ 1996).
¾ Valores modestos
Hablando en términos generales, se debe constatar que no abundan los grandes ideales, los proyectos ambiciosos, grandes horizontes de búsqueda de valores. Es el resultado de la crisis generalizada y de la transición de los valores en Europa. En los jóvenes todo esto se traduce en: culto de la persona (subjetivismo, individualismo, selección personalizada…); deseo de fruicción immediata (hedonismo, consumismo, cultura del tiempo libre y del «divertimiento»); búsqueda de seguridad (amistad, relaciones gratificantes); poca sensibilidad social y política (cf. CUADRADO TAPIA1997).
A propósito de los valores, se puede hablar de una «revolución silenciosa» en Europa. Se está llevando a cabo un proceso de transformación de los valores que coloca en el centro el deseo de felicidad y de bienester indivudual, el culto de la autorealización y de la autonomía. También a propósito de algunas experiencias religiosas se puede decir que apuntan en el fondo a abedecer “al único precepto de ley natural reconocido por nuestros contemporáneos: tú debes ser feliz” (DANNEELS 1992, 8).
 
¾ Pertenencias «cortas»
Domina ampliamente entre los jóvenes la desafección y desconfianza hacia las instituciones y el miedo al compromiso, sobre todo prolongado o a largo plazo. De ahí el gusto de la provisionalidad, las afiliaciones múltiples, cambiantes, con frecuencia contradictorias.
 
 
1.2. Los jóvenes ante la religión y la fe
 
Dos aspectos bipolares llaman particularmente la atención al respecto: 1/ El eclipse y retonorno de la religión; 2/ El avance de la increencia e indiferencia, junto a la persistencia y transformación del sentimiento religioso.
 
o Eclipse de la religión
 
Hay motivos para sentir hoy un claro malestar, un sentido preocupado por la suerte de la religión y del cristianismo. Usando una comparación y empleando términos comerciales, se puede decir: en una sociedad secularizada, la religión se presenta como producto devaluado; en una sociedad pluralista, la religión entra a formar parte del mercado libre; ante la crisis de instituciones e ideologías, la religión aparece como un producto con deficiente propaganda; en una sociedad postmoderna, la religión es otro de sus productos efímeros.
 
¾ «Producto devaluado»
Es decir, algo in-significante, de poco valor, algo superfluo, de lo que se puede prescindir. O que vale si acaso en ocasiones de emergencia última. Domina el criterio de la racionalidad científica y de la autonomía de las realidades temporales. Se difunde la increencia, la indiferencia religiosa, el abandono de la fe y de la religiosidad. Muchos creyentes se sienten cuestionados ante preguntas como éstas: ¿por qué eres [todavía] cristiano?, ¿qué necesidad hay de ser cristiano?, ¿vale la pena serlo en el mundo de hoy?
 
¾ «Mercado libre»
La opción religiosa se presenta también como una oferta entre tantas, en un mercado abierto a la competencia, con productos variados, de toda índole. Surgen nuevas formas de religiosidad. Esto engendra, más que indiferencia, perplejidaddesconcierto, y provoca formas nuevas y muy subjetivas de religiosidad personalizada (religión a la carta). En este contexto resalta un hecho fundamental, característico de nuestra época: la libertad religiosa como valor y como reto.
 
¾ «Marketing» deficiente
Existe una fuerte crisis de credibilidad eclesial. Se suele decir: el producto en sí es bueno (el Evangelio), pero la empresa que lo distribuye (la Iglesia) es muy mala, está desprestigiada. A nivel europeo se puede constatar que en una Europa a la búsqueda de un alma, las iglesias non saben colocar y vender sus productos (cf. LUYCKX 1991). De ahí que cunda la desafección y la desconfianza hacia las instituciones religiosas oficiales. Se difunde la religiosidad individualizada, salvaje.
¾ «Producto efímero»
Algo así como los productos del mercado de consumo, de usar y tirar. Se difunden las adhesiones y convinciones parciales, fragmentarias, desorganizadas, incluso contradictorias entre sí. Hay miedo a compromisos y opciones a largo plazo, se prefiere lo experimentable, lo provisional. Cunde a veces un sentimiento, más bien impreciso y ambiguo, de búsqueda de lo espiritual, que no coincide de por sí con lo religioso.
 
Retorno de la religión
 
El panorama así esbozado pone en evidencia los aspectos negativos y problemáticos de la situación. Pero en realidad no faltan elementos muy positivos, valores y pistas de posible apertura a la dimensión religiosa. Existe en Europa toda una serie de síntomas de transformación y retorno del sentimiento religioso. He aquí algunos datos procedentes de investigaciones sociológicas:
 
¾ Según Franco Garelli, más del 80% de los europeos declaran su pertenencia religiosa, y entre estos el 54% pertenencen a la Iglesia Católica, 21% son protestantes y el 5% ortodoxos. Solo el 2-3% pertenece a otras religiones, mientras que el 18% se declara sin religión o religiosamente indiferente[2].
¾ Según otros datos (cf. KERKHOFS 1992) la situación se presenta muy diversificada. Hay países «muy religiosos» (como Polonia e Irlanda), mientra que en otros la mayoría se declara sin religión (Noruega, Suecia, Estonia). Los ateos declarados son siempre una pequeña minoría: el porcentaje más alto se encuentra en Francia (11%) y en la Alemania ex-comunista (19%) (MION 1995, 343).
¾ En el conjunto del ambiente europeo algunos países, como Italia y España, registran niveles relativamente altos de práctica e interés religioso. «Italia, con más de un tercio de católicos que cumplen sus obligaciones religiosas de acuerdo con las expectativas de la Iglesia, es el país más devoto, aunque también los católicos practicantes en España representan alrededor del 30 por ciento de los adultos» (BECKFORD 1992, 490).
¾ Otro dato significativo merece ser mencionado: en Francia, donde el proceso de secularización es muy fuerte, sucede algo inesperado: los adultos jóvenes (25-39 años) que frecuentan regularmente las funciones religiosas tienden a poseer una preparación y cualificación superiores a la media y una actitud positiva ante la ciencia y la tecnología (BECKFORD 1992, 491).
 
Dos tendencias contrapuestas
 
Por lo que se refiere a los jóvenes, son también perceptibles dos tendencias básicas:
 
¾ Avance de la increencia e indiferencia religiosas
Por una parte, el alejamiento religioso de la juventud sigue su marcha, aunque con ritmos y matices distintos según las regiones. Sigue siendo muy contenido el ateísmo o la oposición declarada (MION 1995, 356), a favor de una actitud dominante de desinterés o indiferencia. Disminuye la práctica religiosa.
 
¾ Signos de persistencia y transformación del sentimiento religioso
Por otra parte, también en el mundo juvenil se observan signos elocuentes de sensibilidad y de participación en formas variadas de expresión religiosa. Eso sí, la religiosidad juvenil, hablando en términos generales, presenta rasgos muy especiales:
 
– Religiosidad fuertemente subjetiva. Al centro se coloca siempre el sujeto con sus intereses y sus demandas. Cada uno elabora su combinación y recomposición personal de creencias y expresiones religiosas, escogiendo lo que le conviene dentro de la amplia oferta existente (religión a la carta,«bricolaje religioso») (JIMÉNEZ ORTIZ 1996b, 24; MION 1995, 356).
 
– Discrepancia doctrinal y moral. En su vivencia religiosa, los jóvenes manifiestan una gran libertad en la aceptación de creencias y normas de la religión oficial, mostrando incluso no pocas incoherencias y contradicciones.
 
– Independencia y desafección eclesial. La distancia entre la juventud y las instituciones confesionales en general es muy grande. Se habla con frecuencia de divorcio entre Iglesias y jóvenes,  de la incapacidad de las instituciones religiosas de responder a las demandas religiosas y a la búsqueda de sentido de los jóvenes de hoy. Muchos jóvenes, hoy, se sienten como extranjeros en la Iglesia (ÉVÊQUES DE FRANCE 1997, 101). “Las iglesias han perdido ampliamente su capacidad de imponer, no solo a la sociedad entera, sino incluso a sus propios fieles un sistema ortodoxo de significados organizados, unidos a un dispositivo de práctias obligatorias. Las tradiciones de las grandes religiones se presentan hoy como un capital simbólico fluctuante, del cual los individuos y grupos extraen libremente (sin la mediación de las instituciones religiosas) los elementos que les permiten construir su propio universo religioso de referencia” (HERVIEU-LÉGER 1992, 6-7).
 
– Relativa atracción de las sectas y nuevos movimientos religiosos. En correspondencia con la crisis de identidad, la aceptación del relativismo y la búsqueda de seguridad y relaciones gratificantes, se da un paulatino acercamiento de los jóvenes hacia nuevas formas, más o menos esotéricas, de religiosidad (New Age, sectas, ocultismo, espiritismo, religiones orientales, cultos sincretistas, etc).
 
Así resume A. Jiménez su descripción de la situación española: “En España, la gran mayoría de los jóvenes son sensibles a lo transcendente, creen en Dios, en el Dios de la fe cristiana, a quien rezan, sobre todo de forma individual en momentos especialmente significativos para ellos, mientras desciende paulatinamente la práctica religiosa institucionalizada. No se puede hablar de irreligiosidad de los jóvenes, pero sí de graves deficiencias en la coherencia interna de sus contenidos doctrinales y en su vinculación eclesial” (JIMÉNEZ ORTIZ 1996b, 32).
 
 
1.3. Crisis de la socialización religiosa y de la educación en la fe
 
Vivimos una crisis general de la educación. No funciona el proceso tradicional de socialización. Resulta perturbada la transmisión educativa y cultural a las nuevas generaciones,  transmisión de sistemas de significado, valores y normas. Es todo un mecanismo que se ha estropeado, y esto provoca, en forma peligrosa, la activación de mecanismos de defensa y crisis de identidad.
Nos encontramos ante una sociedad en crisis, que abdica de su tarea educadora, sociedad que resulta vacía y contradictoria. Se habla en este sentido de «silencio educativo», de «distancia generacional», de «falta de coraje educativo»: son expresiones que delatan la incapacidad, en nuestra sociedad, de comunicar, de orientar, de transmitir ideales y valores dignos del hombre. En estas condiciones se impone con urgencia el cometido de repensar y reactivar la tarea educativa.
 
Asistimos, más específicamente, a una crisis de la socialización religiosa en la familia y en la escula. En particular, estamos ante una crisis de la educación religiosa y de la transmisión de la fe, que resulta entorpecida y fuertemente comprometida. Se puede estimar que en el pasado, por lo menos hasta los años 50, las agencias socializantes (familia, escuela e Iglesia) influían cada una con un 30% de eficacia educativa. Hoy alcanzan sólo un 10%, mientras que el 60% corresponde a los medios de comunicación social. Un 10% queda siempre relacionado con otros factores (P.Vanzan).
 
 
 

  1. Algunas pistas interpretativas

 
El momento interpretativo tiene mucha importancia. Nos permite comprender en profundidad la situacion y sus verdaderos retos. Se trata en definitiva de responder a preguntas de este tipo: ¿por qué pasa todo esto?, ¿qué sentido tiene?, ¿qué valoración merece? Sólo a partir de este esfuerzo de interpretación es posible pasar a conclusiones operativas adecuadas y abiertas al futuro.
 
 
2.1. La religión en Europa:
¿Eclipse? ¿Retorno? ¿Transformación?
 
No es fácil responder a estos interrogantes. La situación religiosa europea, en profunda transformación, es muy compleja y ambigua. No es fácil encontrar claves interpretativas adecuadas y convincentes.
Por una parte, y por lo que se refiere al cristianismo, se suelen hacer diagnósticos preocupados, alarmantes. Estamos ante una situación de grave crisis, de derrumbamiento, de desaparición de todo un sistema unificado y unificante de referencia. Asís, se habla de «crisis» profunda, de «crisis de la Iglesia» y de verdadera catástrofe (E. Biser), de «Gotteskrise» (J.B. Metz) (MARTÍN VELASCO 1996, 11-15). También se habla del cristianismo actual utilizando imágenes como: eclipse, invierno eclesial, andamio (que contribuyó a la construcción de la cultura occidental, pero que ya no sirve), nobles ruinas (que se pueden admirar como en un museo, o que se utilizan para recabar materiales de construcción).
 
Por otra parte, no satisfacen del todo conceptos negativos tradicionales como «secularización», «descristianización», eclipse, privatización, u otros por el estilo. Tampoco se refleja la situación hablando de «persistencia» o «vuelta» o conservación de formas tradicionales de religiosidad. Más bien conviene hablar simplemente y con más objetividad de «transformaciones del hecho religioso» o de «transición religiosa» (cf. DÍAZ-SALAZAR1993), «mutations du croire» (G. Adler).
“Una conclusión general que resulta de las investigaciones es la siguiente: la relación entre religión y sociedad en la Europa actual es muy compleja y reclama visiones más articuladas que en el pasado: de hecho la religión sigue siendo, aunque en forma distinta que antes, un factor crucial de producción de indentidades individuales y colectivas dentro de la modernidad. En este sentido las investigaciones ponen en tela de juicio las claves interpretativas que en estas décadas han utilizado las ciencias sociales para definir el destino de la religión en las sociedades avanzadas. Secularización, privatización, eclipse: ninguno de estos conceptos resulta satisfactorio, a la luz de las encuestas”[3].
 
Es verdad que la religión, en lugar de desaparecer, da señales incluso de reviviscencia, pero no hay que hacerse ilusiones. La situación actual experimenta un cambio de notables proporciones. Alguien lo expresa diciendo que se está llevando a cabo una «redefinición del rostro de Dios»[4]. Y el Cardenal Danneels, en su intervención en el Sínodo especial para Europa (Roma, 1991), hablaba de la necesidad de «evangelizar una religiosidad salvaje». Y añadía a este respecto: “el hombre de este final de siglo no es ateo; incluso se muestra sorprendentemente religioso, pero con una religiosidad salvaje. No cabe duda de que una gran parte de nuestros contemporáneos occidentales están invadidos por un virus religioso absolutamente imprevisible hace veinte años, que ningún profeta o sociólogo hubiera podido prever entonces. Nuestra evangelización no tendrà que vérselas con un hombre a-religioso, sino más bien con un hombre que es religioso de otra manera» (DANNEELS 1992, 8).
 
 
2.2. Situación compleja y ambivalente
 
Cabe preguntarse, pues, qué es lo que está sucediendo y tratar de proponer algunos elementos de evaluación. El fenómeno es muy complejo y ambiguo,  y reclama un esfuerzo serio de análisis y discernimiento crítico. Hay muchos rasgos positivos, prometedores, pero también no pocos síntomas patológicos, aspectos problemáticos, riesgos y ambigüedades.
Algunos aspectos positivos: la personalización de la fe, la sensibilidad hacia algunos valores, la afirmación de la dimensión social y liberadora de la religiosidad cristiana, la valorización del patrimonio religioso histórico europeo.
Otros elementos son claramente negativos: fundamentalismos, integralismos, fanatismos, búsqueda patológica de seguridad, formas preocupantes de culto de la personalidad, fugas espiritualistas, refugio en las sectas, etc.
 
 
2.3. Carácter prevalentemente «cultural» de la crisis del cristianismo
 
Por lo que atañe a la religiosidad, la crisis y el malestar de fondo son especialmente de naturaleza cultural, sobre todo por lo que respecta a la fe cristiana y al mundo de los valores. Parece ser que en el fondo de la crisis actual del cristianismo se deba detectar un desfase cultural de enormes proporciones. Es decisivo al respecto el impacto de la modernidad y posmodernidad (cf. MARTÍN VELASCO, 1995, 9; KEHL 1997). Esto supone que la profunda transformación cultural existente en Europa constituye a no dudar un reto educativo y pastoral de enorme trascendencia.
 
 
2.4. El mundo juvenil, reflejo de la sociedad
 
Otro dato interpretativo importante a tener en cuenta: los jóvenes no forman un mundo aparte, son ni más ni menos el reflejo de la sociedad actual, compleja, pluralista y dinámica. Se impone una actitud de comprensión y de discernimiento.
La condición juvenil es rica y compleja. Hay valores y contravalores, semina Verbi y «toxinas del anticristo» (P. Vanzan), luces y sombras.  Y hay que reconocer que en todos los rasgos característicos de la mentalidad y religiosidad juvenil se anidan elementos positivos, posibles puntos de apoyo para la actividad educativa.
 
 
2.5. Un elemento interpretativo importante:
La búsqueda y crisis de la identidad cristiana
 
            Estamos ante un problema de identidad que se traduce concretamente en una triple búsqueda: de un nuevo modelo de cristiano, de creyente, de nuevas formas de comunidad cristiana y de un modelo convincente de Iglesia
Los modelos tradicionales no convencen, no están en sintonía con la sensibilidad y exigencias de hoy. Se impone por lo tanto proporcionar experiencias atrayentes, significativas, convincentes, de un modo nuevo de ser cristianos, de ser comunidad cristiana, de proyecto eclesial a realizar. Pero con esto entramos ya en el apartado de las perspectivas de acción.
 
 
 

  1. Perspectivas de acción

 
No es posible sugerir pautas operativas válidas para todos y en todas partes. Cada situación alberga naturalmente exigencias y posibilidades originales. Pero cabe intentar un cuadro general de imperativos y propuestas de acción que respondan a los rasgos detectados en la realidad juvenil europea. Propongo siete indicaciones o pistas para la acción.
 
3.1. Un punto de partida:
Actitud abierta ante la situación y la cultura
 
Simpatía, diálogo, apertura, acogida, amor. Se impone una actitud abierta ante la alteridad, la pluralidad, la diversidad, superando posturas educativas y pastorales inadecuadas: el desinterés cultural, la rutina pastoral, la demonización de la cultura, el espíritu de cruzada, la nostalgia del pasado… Concretamente, he aquí algunas posiciones y actitudes pastorales inadecuadas, frecuentes en el campo de la acción educativa y pastoral:
 
¾ Desinterés cultural y rutina pastoral. Se caracteriza por la ignorancia de la situacion cultural y religiosa, y se traduce en inercia operativa y pastoral de conservación. No se presta atención a lo que está pasando, simplemente queda desapercibida la verdadera situación con sus retos. No hay esfuerzo de análisis e interpretación, no hay proyectación pastoral ni voluntad de diálogo cultural. Se acentúa la separación fe-cultura.
¾ Condena de la cultura y nostalgia del pasado. Es lo que ocurre cuando la cultura es demonizada, y se propugnan estrategias de cruzada, de reconquista, de contraposición frontal y rigidez doctrinal. Se traduce con frecuencia en fundamentalismos, integrismos, o en grupos y movimientos aislados, sectarios, securizantes. Ante un mundo considerado corrompido y perdido, se pueden adoptar dos posturas: o lanzarse a su conquista(espíritu de cruzada) o huir de él (refugio en sectas, movimientos, grupos elitarios, etc.).
 
Superadas estas actitudes inadecuadas, se impone una postura positiva y abierta, esto es, una actitud de simpatía cultural y apertura pastoral.Es ciertamente la postura a adoptar. Se caracteriza por la voluntad de comprensión, diálogo y discernimiento. Supone un esfuerzo de contestualización e inculturación. Propugna la reconquista de la propia identidad en la apertura al otro.
 
 
3.2. Actitud humilde y paciente ante los desafíos
 
Se trata de proponer no imponer, impulsar, animar, infundir esperanza. Es la posición dominante en la carta abierta de los obispos franceses «Proposer la foi», donde se habla del paso «de l’héritage à la proposition» (cf. ÉVÊQUES DE FRANCE 1997). Ante la crisis educativa actual, siempre con realismo sobre las posibilidades de la familia y de la escuela, es necesaria una renovada confianza en la tarea educativa, creer en la persona, en la escuela y en la educación. Existen experiencias positivas en este sentido, lo que demuestra que el juego es posible.
 
 
3.3. Comprensión y apertura a la experiencia religiosa
 
En el ámbito de la acción educativa, es posible apuntar hacia el despertar y profundización de la esperienzia religiosa. Para ello se debe educar al estupor, a la invocación, al trascendimiento. Elementos de base son la búsqueda de sentido, la apertura a la transcendencia, la sensibilidad hacia la seriedad y calidad de la vida (TONELLI 1997, 42-47).
En este sentido se debe prestar atención a las «voces de la nostalgia»[5], al «rumor de ángeles» (P. Berger) presente en los entresijos de nuestra sociedad. Cobra también una importancia particular el acercamiento serio y abierto al hecho religioso y a sus valencias históricas y culturales. Y en este orden de ideas se destaca el papel de la enseñanza religiosa escolar (ERE), que más que acción catequética propiamente dicha (que debe encontrar cabida en otros momentos del proyecto escolar) se propone sobre todo como aproximación educativa y cultural al fenómeno religioso en toda su valencia socio-cultural y en la riqueza de sus manifestaciones.
Resulta de todo esto una tarea educativa importante y comprometida, teniendo en cuenta los rasgos típicos de la mentalidad juvenil de hoy y la situación de tabla rasa religiosa con que no pocos jóvenes llegan a la escuela. Hay que ayudar a superar la fragmentación, el presentismo, la provisionalidad, la superficialidad, la «cultura del divertimiento».
 
 
3.4. Un método a privilegiar: la pedagogía experiencial y testimonial
 
No basta instruir, enseñar. Hay que mostrar, atestiguar, hacer experimentar. Es más importante lo que se atestigua que lo que se enseña. Es más importante el clima relacional que los contenidos que se transmiten. Para los jóvenes de hoy vale y es convincente lo que consta por experiencia. Esto trae consigo aspectos negativos (no se atiende a la verdad, a los argumentos, a la historia, a la autoridad…) pero también positivos (hoy se impone una fe experiencial, pues, como decía K.Rahner, «el cristiano del futuro, o será «místico» o no será cristiano»).
La actuación de esta pedagogía debe permitir experiencias y testimonios convincentes de:
 
¾ Un modo nuevo de ser cristiano
Ya no satisface ni convence el modelo tradicional del cristiano, del «buen cristiano«, del «fiel practicante». Hoy estamos en búsqueda de un nuevo modelo de cristiano, de una nueva espiritualidad cristiana. Necesitamos creyentes de fe personalizada y experimentada, adulto y responsable, ética y socialmente comprometido. Un nuevo modelo de creyente que resulte aceptable, convincente, culturalmente significativo.
 
¾ Un modo nuevo de vivir y participar en la comunidad cristiana
Será necesario ofrecer experiencias concretas de comunidad acogedora y dialogante, profética y comprometida. J. García Roca habla de los deseos juveniles como de un «principio de eclesiogénesis» que debe permitir una experiencia significativa y convincente de comunidad cristiana, expresada en términos de deseo: de fraternidad (Iglesia samaritana), de reconocimiento (Iglesia rehabilitadora), de un mundo nuevo (Iglesia liberadora) (cf. GARCÍA ROCA 1996).
 
¾ Un modo nuevo de ser Iglesia
Se trata de poder ofrecer micro-experiencias de una Iglesia alternativa, superando la institucionalización excesiva y la actitud eclesiocéntrica. En la línea de la visión eclesiológica del Vaticano II: Iglesia-comunión e Iglesia-servicio, en función del Reino de Dios. Sólo de esta forma será posible superar la grave crisis de credibilidad de la institución eclesial y la desafección ante la Iglesia de los jóvenes de nuestro tiempo.
 
 
3.5. Pedagogía intergeneracional
 
Hoy resulta indispensable reactivar el diálogo educativo y la interacción entre jóvenes y adultos, con fuerte recuperación del coraje educativo. Los jóvenes de hoy, no obstante las apariencias, sienten con urgencia la necesidad de adultos capaces de testimonio y de acompañamiento educativo. Es muy grave, en la situación actual, la actitud de renuncia y abdicación educativa de muchos adultos. Es ésta una de las causas más graves de la desorientación y crisis de sentido de tantos jóvenes.
En esta confrontación educativa, es importante apuntar hacia la madurez, hacia la promoción de personalidades equilibradas y adultas. Y estar atentos a no caer en la trampa de los fundamentalismos o en las fugas espiritualistas. Po otro lado, en este contexto, crece la importancia de la comunidad educativa en la escuela y de la implicación de las familias en la tarea educativa.
 
3.6. La propuesta de fe: anuncio de Jesucristo y reinterpretación de la fe
 
En primer lugar, anunciar a Jesucristo con palabras y obras. No hay que arredrar ante la perspectiva de anunciar explícitamente a Jesucristo a los jóvenes de nuestro tiempo. No siempre hay que esperar a que surja la pregunta para decidirse, sólo después, a dar la respuesta. En clima de pluralismo, es normal que también venga ofertada la propuesta cristiana de la fe en Cristo (TONELLI 1997, 41).
La opción evangelizadora no debe presentarse en modo alguno o saber a imposición, a adoctrinamiento, a propaganda. Se presenta esencialmente como un testimonio, una invitación, una propuesta: «ven y verás». Pero hecha con decisión y claridad, como clave de sentido, secreto de felicidad y fuente de esperanza.
 
Decir la fe, en segundo lugar, de modo culturalmente aceptable y comprensible, redescubriendo el núcleo central y vital de la experiencia cristiana. En nuestro tiempo la comunicación de la fe exige un esfuerzo valiente de recomprensión de la misma fe en términos teológicamente serios, existencialmente significativos y culturalmente aceptables. Como ha afirmado J. Martín Velasco, es importante hacer de la fe y de la Iglesia «una casa intelectualmente habitable» (MARTÍN VELASCO 1988, 154-155).
En este orden de ideas cobra una actualidad especial la búsqueda de lenguajes y expresiones elocuentes de la fe, en la liturgia, los símbolos, las fórmulas de fe, los códices éticos… Resalta en este contexto la validez de los lenguajes no verbales (la narración, el símbolo, el rito, el testimonio, el audiovisual, los medios de comunicación social) (cf. GONZÁLEZ-CARVAJAL 1996).
 
 
3.7. Visión unificada y orgánica
de la pastoral escolar, con sentido eclesial
 
La escuela católica coloca en el centro de su identidad y su misión la dimensión educativa y pastoral. Los documentos lasalianos insisten en poner la pastoral escolar como «eje constructor de todo el proyecto educativo» (no marginal ni solamente transversal). Pero se impone una visión adecuada de lo pastoral, que no se reduce a la actividad propiamente catequética y sacramental o litúrgica. Actividad pastoral es sobre todo, en un ambiente escolar, el empeño educativo integral, al servicio de la promoción humana y cristiana de los jóvenes.
El proyecto educativo y pastoral de cada centro debe resultar de la convergencia dinámica de todas las actividades y sectores educativos: enseñanza, educación humana general, enseñanza religiosa escolar (ERE), vida de la comunidad educativa, catequesis, liturgia, actividades espirituales, caritativas, de tiempo libre, etc. ¾
 
 
¾ Notas bibliográficas
 
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MION R. (1995), Domanda di valori e di religione nei giovani dell’Europa dell’Est e dell’Ovest, in «Salesianum» 57 (1995) 305-357.
TONELLI R. (1996), El futuro de la pastoral juvenil ante los retos de la situación actual, en «Misión Joven» 230 (1996), 25-51.
TONELLI R. (1997), «Prospettive pastorali per l’educazione all’esperienza religiosa», en: MIDALI M.-TONELLI R. (EDS.), L’esperienza religiosa dei giovani. 3. Proposte per la progettazione pastorale. Leumann (Torino), Elle Di Ci, 37-56.
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[1] Inicialmente este texto se presentó como ponencia en las Jornadas de trabajo «Réseau Européen des Écoleles des Frères Chrétiennes», celebradas en Roma (30 octubre-2 Noviembre de 1997). Ha sido ahora retocado en función de la peculiaridad  de Misión Joven.
[2]Así se expresó en el Congreso de Asís (23-28 de agosto de 1992) sobre: «Chiesa e religioni nella nuova Europa: mercanti del sacro o testimoni dello Spirito?»: cf. S.MAGNANI, Chiese e religioni nella nuova Europa, en «Settimana» 31 (1992), 10.
[3] M. PACINI, «Introduzione», en HERVIEU-LÉGER 1992b, p. XIV.
[4] Así se expresaba el filosofo Salvatore Natoli en el Congreso de Asís antes citado: cf. S. MAGNANI, Chiese e religioni nella nuova Europa, p. 10.
[5] A este tema («Stimmen der Sehnsucht») ha sido consagrado el reciente Congreso Catequístico Alemán celebrado en Würzburg (mayo de 1997).[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]