Incomunicados

1 abril 1997

[vc_row][vc_column][vc_column_text]Tomamos esta imagen de «La Voz de Galicia» (8.1.97). Ilustraba una noticia sobre la «televisión digital, la revolución que viene» y llevaba este pie: «La oferta de canales será prácticamente ili­mitada con la llegada de la televisión digital».
Según los expertos, la televisión digital es la se­gunda revolución en el mundo de la televisión tras la llegada del color. En síntesis se trata de una gran ampliación de la oferta, que convierte al te­levidente en programador.
Todo eso cambiará los hábitos de los consumi­dores, hasta ahora sujetos pasivos y con un man­do a distancia como único elemento democráti­co. Los canales temáticos -dicen- permitirán que el usuario pase de sujeto pasivo a activo, ya que le darán capacidad para elegir aquello que desea ver en cada momento. Pero, pensamos noso­tros, el problema sigue: se quedará como mero espectador pasivo, quizás un poco más confuso todavía ante la obligación de elegir entre cien o más canales.
El caso es que la televisión digital ya está aquí y tenemos que responder. Esta imagen puede ser­vimos para ver cómo nos situamos nosotros ante la televisión, sea digital o no, y para comenzar a ser actores críticos en vez de espectadores o consumidores pasivos e incomunicados.

  1. La imagen en conjunto

– Ver la imagen en conjunto y centrarse en las pri­meras impresiones: ¿Qué nos dice esa imagen? ¿Qué nos sugiere? ¿Qué nos recuerda? ¿Qué sentimientos nos produce? ¿Qué nos parece lo que representa? ¿A qué la comparamos?
– Escribir una parábola cuya ilustración sea la imagen. Se puede hacer al principio, como mo­tivación, o al final como resumen y síntesis cre­ativa… Después se trabaja con lo que salga.

  1. Un muro de televisiones

– Centrarse en las televisiones. En este caso for­man un muro. Son las nuevas murallas… que nos deslumbran y atraen hasta que nos engan­chan ante ellas. ¿Cómo reaccionamos ante ellas?
– Nos parecen buenas porque forman un mundo deslumbrante: lleno de color y en continuo mo­vimiento. Pero se convierten, así apiladas y al¡­neadas, en un muro. ¿Qué hay detrás de ese muro? Analizar el contenido de algunos pro­gramas de diversas cadenas y descubrir sus intereses comerciales o de otro tipo.
– A la vez son como un espejo de múltiples ojos que miran y desean ser mirados: nos engan­chan para que miremos y nos dicen lo que tene­mos que mirar… ¿Qué valores se comunican en los programas que en el punto anterior sugeri­mos analizar? ¿Cómo nos atrapan en sus redes y nos colocan en alguna parte de ese muro…?
– Imaginar que asignan a cada uno tres pantallas de todas las que hay en el muro. En cada una de ellas se puede narrar estos aspectos: lo que cada uno fue, lo que es en realidad y lo que espera ser. Elaborar un pequeños guión (de 15 segundos en total) o seleccionar una imagen fija que lo represente…

  1. Un mundo de reflejos

– El conjunto de la imagen ofrece un mundo de reflejos en el que las cosas no se ven con clari­dad. El muro es fragmentado; el suelo es un río -o mar- de reflejos… Solo «el cielo» es negro. Comparar la imagen, así leída, con los fenóme­nos de lo posmoderno, la fragmentación, la provisional ¡dad, la paradoja y la ironía, lo su­perficial, la insinuación…
– Nuestra sociedad esta llena también de luces y sombras.. ¿Cómo las presentan los medios? ¿Cómo podrían presentarlas de modo que fue­ran realmente su espejo?

  1. El ser humano en la puerta

– Centrarse en la persona. Partir del lugar en que está. ¿Es una puerta? ¿Es él el centro? ¿Qué hay detrás? (Se adivina claridad…)
– Partir de su postura: Estático, sentado pero con poder, pasivo… ¿Qué le pasa? ¿Qué hace? ¿Qué piensa? ¿Qué siente? ¿Cómo se siente?
– No se le ve el rostro: ¿Qué debería hacer para ser persona realmente? ¿Cómo debería hacer­lo? Concretar lo que nosotros podemos hacer para que la comunicación no nos incomunique ni nos asombre ni nos llene de sombras… du­rante esta semana.
 
Herminio Otero
 
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