Hoy nadie duda de que la innovación educativa es tendencia. La educación es un ámbito sobre el cuál la sociedad, la política y la economía vuelcan todas sus expectativas y esperanzas, pero también todas sus obsesiones y oscuras ambiciones. Innovar supone introducir alguna cosa nueva, hecho que supondría el pasar de un estado inicial a otro diferente y, en consecuencia, promover un cambio. No obstante, no se puede afirmar que todo cambio sea una innovación ni necesariamente que produzca una mejora. Para que el cambio sea innovación debe ser consciente y deseado, sistematizado, planeado, producto de un proceso, con fases establecidas, con un marco temporal de referencia y con un seguimiento y evaluación determinantes.
Una consideración importante es distinguir la innovación en la enseñanza con la innovación en el aprendizaje. Una innovación en los procedimientos de aprendizaje puede ser independiente de cualquier tipo de enseñanza en su sentido tradicional. Un cambio en el que los profesores introducen en su práctica pedagógica, puede no tener ningún efecto en lo que los alumnos aprenden más o mejor.
Llegados a este punto cabe preguntarnos, ¿cómo se está viviendo el cambio en nuestras escuelas salesianas? ¿Cómo nos orientamos en este bosque pedagógico de propuestas y alternativas?
La mirada al presente y futuro de la educación supone un reto para todos nosotros. Hoy más que nunca necesitamos profundizar en el ser de nuestros jóvenes. Con nuestra oferta educativa pretendemos educar para la vida desde la integralidad de las dimensiones personales. Siempre atendiendo a las necesidades juveniles, Don Bosco, intuyó que la escuela es un instrumento indispensable para la educación. Una mediación cultural privilegiada de educación en la cual se puede dar una respuesta sistemática a las necesidades de la edad evolutiva; una institución determinante en la formación de la personalidad, porqué transmite una concepción del mundo, del hombre y de la historia.
¿Cuál es nuestra respuesta ante los nuevos retos? Tenemos la fortuna de disponer de un tesoro pedagógico: el sistema preventivo. Aplicarlo hoy en el proceso educativo es proponer a cada joven un modelo de crecimiento y desarrollo personal orientado al encuentro con Jesucristo y al descubrimiento del propio proyecto de vida. Pero, ¿cuál es la novedad que aporta al hombre contemporáneo la tradición pedagógica de Don Bosco? La clave está en los tres ejes del sistema preventivo que el salesiano J.M. Petitclerc expresa en un lenguaje actual en la forma siguiente:
- Pedagogía de la alianza, que supone que el educador se encuentra con el joven y que supone dominar el arte de escuchar y acompañar.
- Pedagogía de la confianza, que exige superar la crisis de la razón cultivando relaciones humanas auténticas entre educadores y educandos.
- Pedagogía de la esperanza, que aporte a los jóvenes un horizonte de sentido y les acompañe a través del encuentro que transforma vidas.
Y todo ello en diálogo con los nuevos paradigmas educativos, especialmente en todo aquello que nos permita una educación personalizada al tiempo que más comunitaria. Ahora y hoy en nuestras escuelas salesianas debe ser tiempo favorable para los Jóvenes.
Carles Rubio