El sacerdote polaco Jerzy Popieluszko (1947-1984) ha destacado en la historia reciente de su país. Los sucesos reales están tan entremezclados con los aspectos simbólicos que resulta difícil deslindar ambos.
¿Qué hay de verdad y qué de recreación? ¿Por qué su figura está tan unida a la nueva Polonia? ¿Qué huellas perduran en la actualidad?
«Fue muy importante aunque es difícil explicarlo fuera de Polonia. Para resumir, digamos que su muerte cambió algo en los ciudadanos. Los polacos se liberaron del miedo, que nos tenía paralizados.
Por ejemplo, el funeral de Popieluszko tuvo lugar un día lectivo. Todos teníamos obligación de ir a clase. Incluso nos amenazaban con serios castigos y expulsión. Hasta ese momento era complicado desafiar esa normativa.
Sin embargo, en cierto modo, ese miedo había desaparecido, así que muchos dejamos las aulas. En mi clase sólo apareció un alumno. Al funeral acudieron más de 600.000 personas. Está claro que algo había cambiado.»
El joven presbítero no parece muy dotado para dedicarse al servicio de una parroquia. Pero una necesidad, aparentemente ocasional, surge ante él y se va implicando progresivamente en la bola de nieve que se desliza imparablemente contra el régimen político dominante: la asistencia espiritual al movimiento sindical Solidarnosc.
La directora polaca Agnieszka Holland ya lo había abordado en Conspiración para matar a un cura (1988), con el protagonismo de Christopher Lambert y de Ed Harris. Una adaptación más internacional, centrada en el último período y en una subtrama sentimental.
«Pero no he podido utilizarlo como modelo ni mucho menos. Ella rodó su película en los 80, cuando aún no había acceso a toda la documentación sobre lo que ocurrió. Imagino que, puesto que tampoco pudo entrevistarse con los implicados, decidió centrarse en la dimensión psicológica, explorando la actitud del asesino. Yo pensé que era necesaria una película que mostrara el punto de vista del propio Popieluszko. Tenía que profundizar en el personaje, mostrar su dimensión humana, y contar exhaustivamente lo que ocurrió. Además era un reto, porque en el cine suelen resultar más atractivos los malvados y asesinos. Rodar un film sobre un hombre bueno es más complicado de lo que parece.»
«De todas formas, yo concebí el film pensando en las nuevas generaciones, los que no saben qué ocurrió, pues es una historia real que no se debe olvidar.
En realidad no predicaba nada que pueda chocar a ningún católico. Tampoco decía ninguna cosa que no apareciera en los Evangelios o que no estuviera rigurosamente de acuerdo con ellos. Lo que pasa es que lo hacía en un contexto en el que no se podía decir por ejemplo, con San Juan, que la verdad nos hará libres, o que no existe una ley que pueda cambiar la verdad, porque eso molestaba al régimen comunista. Por eso le incluyeron en la lista de sacerdotes más molestos con el número uno.
Si hoy en día dices que «todo el mundo tiene derecho a una remuneración por su trabajo», parecerá la cosa más normal del mundo, pero entonces era absolutamente subversivo.»

Augusto Fernández

Pistas para la reflexión

1. ¿En qué coinciden Popieluszko y Conspiración para matar a un cura? ¿Qué aspectos de Jerzy se destaca más en cada una de ellas? ¿De Solidarnosc y de Polonia?
2. ¿Cómo era el joven sacerdote en el inicio? ¿Por qué acepta acudir a la convocatoria? ¿Qué va descubriendo al relacionarse con la gente de Solidarnosc? ¿Para qué acuden a él? ¿Cómo va respondiendo a las peticiones?
3. ¿Qué opinan del protagonista los miembros del sindicato, los compañeros eclesiásticos, los políticos? ¿Quién nos parece el más acertado? ¿Y el más desatinado?