El pasado día 15 de noviembre se estrenaba la cuarta y última temporada de esta serie que se basa en la novela homónima de Philip K. Dick ( quizás la obra que alcanzó mayor repercusión fue la adaptación de ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? en la película Blade Runner).
El libro refleja una distopía en la II Guerra Mundial fue ganada por las fuerzas del eje repartiéndose el territorio de EE. UU. al final de la contienda Japón y Alemania.
En estos tiempos en los que uno desearía evadirse de la realidad, nos encontramos con una de las series de más calidad de los últimos años y que goza de una tremenda actualidad política.
El mal es el protagonista oculto de esta serie, y aparece con toda su profundidad, mostrando su carácter seductor y embaucador, abriéndonos los ojos de como una decisión puede desencadenar una espiral de mal y muerte de manera que lleguemos a preguntarnos ¿cómo nos hemos convertido en esto?
Sin soltar muchos spoilers, quisiera detenerme en algunos aspectos y personajes de la trama: Juliana Crane, La Resistencia y El Hombre en el Castillo.
Juliana es la protagonista de la serie y no dejará de arriesgar su vida para acabar con la situación de sometimiento que vive.
La resistencia es un corpúsculo (o agregaciones de ellos) que viven en la zona neutral (en el área entre el territorio japonés y el alemán) y luchan mediante el sabotaje y acciones de fuerza contra la ocupación.
El hombre en el castillo es un hombre rodeado de misterio que pocos conocen y del que solo algunos han oído hablar. Crea películas que a los protagonistas les resultan extrañas porque muestran imágenes de un mundo que no existe para ellos.
Dejando atrás a nuestros personajes y haciendo un salto ya hasta nuestro universo, creo que la serie tiene una serie de claves para la realidad juvenil y para nosotros como educadores.
Necesitamos hoy y siempre personas como el Hombre en el Castillo que sean capaces de mostrar que otro mundo es posible y que sean capaces de esforzarse por transformarlo como Juliana Crane o la Resistencia.
Que sean capaces de vivir en esperanza y que al mismo tiempo hagan que otros vivan esperanzados como Juliana. Dando porqués a nuestros jóvenes para que puedan soportar cualquier cómo (Nietzsche).
Necesitamos educadores profundamente creyentes que sean mediadores entre Dios y su pueblo dispuestos a entregar su vida por un sueño.
Pepelu Gallego, SDB