Si nos damos una vuelta por cualquiera de las calles de nuestras ciudades, en cualquier barrio, en cualquier plaza, en cualquier centro comercial nos encontramos con ellas.
Las casas de apuestas se han reproducido como por esporas en los últimos años y parece que, aunque la tendencia se está moderando en parte por la saturación del mercado, parece que siguen anunciándose nuevas aperturas en locales comerciales que antaño tenían una tienda que la crisis se llevó.
Al mismo tiempo que el número de estos locales aumenta, también lo hace la preocupación de ciertos colectivos: familias, asociaciones de vecinos, de ludópatas rehabilitados y muchas otras voces que se alzan contra esta actividad que tantos males parece desencadenar.
Son muchas las personas que públicamente están pidiendo poner coto al número de locales de apuestas y una regulación más estricta de las mismas. Según lo que el ejecutivo ha anunciado, parece que se van a tomar una serie de medidas encaminadas a restringir el juego para evitar el daño que hace en aquellos colectivos más vulnerables: adolescentes, jóvenes, y todos aquellos con problemas con los juegos de azar.
Mientras que los ámbitos social y político parecen que están dando pasos firmes, la escuela y el tiempo libre apenas han echado a andar.
Del mismo modo que se trabaja tanto en la educación formal como en la no formal varias dimensiones que creemos importantes para nuestros destinatarios, parece que el juego nos ha pillado a pie cambiado; que era un problema menor. El mundo de las adicciones es complejo, pero sabemos el mal que hace a las personas y a sus familias.
El sistema preventivo es la gran aportación que como educadores estamos llamados a poner en práctica. Esto significa que no podemos dejar otros hagan por nosotros esta tarea y debemos implicarnos activamente ante este grave reto que se nos presenta.
Es necesario adelantarnos a que el juego se cruce en la vida de nuestros jóvenes, es necesario advertir los peligros de las apuestas y actuar preventivamente.
Si nos fijamos bien en el fondo de cualquier clase, en una papelera o en una esquina del patio, es fácil que nos encontremos con un tique de una apuesta deportiva u de otro tipo de nuestros alumnos de secundaria.
El juego es una realidad que no hay que evitar su llegada a nuestros centros educativos porque ya está metida dentro de la escuela, de nuestros alumnos, de los jóvenes de nuestro grupo.
Muchos son los esfuerzos que hemos dedicado, a la educación para la salud, a evitar el consumo de alcohol o las drogas, al ámbito de la sexualidad humana… El problema del juego es de la misma magnitud como todos los entendidos en la materia nos advierten.
Ojalá seamos capaces de afrontar con seriedad, perspectiva y recursos suficientes este problema que nos afecta a todos, y a nosotros como educadores de manera especial. Que nos adelantemos lo suficiente para preparar dotar a nuestros jóvenes de las herramientas que les permitan decir no.
En la vida para ganar, hay que apostar (la vida), pero en el juego lo más fácil es perder (la banca siempre gana).
El futuro son los jóvenes y somos responsables de ellos; ojalá apostemos decididamente por afrontar este reto y ganemos la apuesta.
Pepelu Gallego, SDB
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