«Plataforma 0,7%»: Símbolo y Proyecto

1 enero 1997

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José Luis Moral

PEQUEÑA HISTORIA PARA UNA MEMORIA SUBVERSIVA

A partir de 1391, se empezó a construir la “pequeña historia” de un movimiento de soli­daridad internacional sin precedentes, la a Plataforma del 0’7%. Después de ese año, el  “sím­bolo del 0’7” ha prendido vivamente era el pueblo español. Detrás del símbolo, un numero­so grupo de personas pretende mantener viva la memoria subversiva que lleva dentro esta pequeña historia. Reproducimos a continuación (A) la primera parte del “Proyecto de la Pla­taforma 0’7%”, añadiendo posteriormente (B) algunas actividades para constituir un “cora­zón de voluntarios» como el que anima al 0’7.

HISTORIA Y MEMORIA

Allá por 1993… apenas existían en España una media docena de comisiones del 0,7 -y sin conexión entre sí-, reivindicando como tarea permanente el 0,7% del PIB de las instituciones públicas, cuando se produjeron las huelgas de hambre de finales de aquel año. Ante numerosos esfuerzos infructuosos, sobre todo frente al gobierno central, diversas perso­nas participan en una primera huelga de hambre del 15 al 24 de octubre y en una segunda del 14 de no­viembre al 13 de diciembre. Esta última dio lugar y se considera como «hecho constituyente» de la Plata­forma 0,7% PIB, al surgir numerosos grupos que se suman al mensaje de los huelguistas. A partir de aquí, se multiplican las comisiones 0, 7, se organiza entre todos la presión política sobre el gobierno y se amplía la conciencia ciudadana del «primero y más sangrante problema actual del mundo». Un año des­pués se producen las famosas acampadas callejeras en todo el país. La Plataforma se consolida como nú­cleo dinamizador de este nuevo movimiento social.

La extensión y fuerza del movimiento se explica probablemente por el propio mensaje y «gesto des­mesurado» de las huelgas de hambre indefinidas que ponían en dedo en la llaga de problemas hu­manos graves y universales; mensaje y gesto ca­paces de suscitar entusiasmo en muchas personas -sobre todo jóvenes- desencantadas de la tibieza y pobreza moral, social y política de la España del

`93. Esto es, al menos, cuanto se desprende de las primeras reflexiones y escritos de los iniciadores.

Al cabo de más de dos años, aprendiendo de nuestros propios errores, intentamos resumir las lí­neas maestras de aquellas intuiciones originarias y de las posteriores reflexiones y experiencias; combinando «lo viejo» y «lo nuevo», buscamos una fórmula organizativa sencilla para dar la mayor efi­ciencia posible a nuestra acción.

Análisis de la realidad: el problema

El pensamiento, talante, organización y ac­ción de la Plataforma 0, 7 pretenden enmarcar­se dentro del siguiente análisis de la realidad.

1.1. Situación de máxima emergencia de la humanidad

Científicos y expertos coinciden en recono­cer mayoritariamente que, por primera vez, la Humanidad se halla en un momento de máxima emergencia, provocada por causas humanas. Tres factores interdependientes concurren en tal situación:

  • El aumento galopante del desastre medio­ambiental (creciente irreversibilidad del fe­nómeno).
  • La explosión demográfica (duplicación de la población entre 1960 y 1995; previsible nueva duplicación -hasta 12.000 millones­ en 30 años más).
  • La vertiginosa expansión de la miseria, de la marginación y de sus causas.

Estos tres factores, que se interrelacionan y se retroalimentan entre sí, repercuten en todos los pueblos(solidaridad necesaria), se deben en última instancia a estructuras y comporta­mientos humanos injustos(justicia) y consti­tuyen así un proceso insostenible que, si no es atajado, desembocará en pocas décadas en el colapso de la propia especie  humana (supervivencia).

1.2. Un «orden» mundial injusto e insostenible

Este marco «estructural» del problema se corresponderá con la respuesta del cambio de estructuras; entre ellas, las de la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) con el 0,7% PNB que, en razón del compromiso de los estados industrializados, la Plataforma asume como objetivo inmediato y como primer paso hacia «otro orden».

– La espiral «Pobreza-Población-Ambiente»

Los tres factores mencionados (cf. UNICEF: «La espiral PPA») son interdependientes, pero es la pobreza y, sobre todo, el sistema insos­tenible que la provoca, el factor que más po­tencia los otros dos:

  • La extrema pobreza, pese a la gran mortali­dad, dispara el crecimiento poblacional. Sin perjuicio de políticas demográficas compa­tibles con la dignidad humana, la erradica­ción de la miseria constituye el principal elemento estabilizador de la demografía.
  • Las poblaciones más pobres no pueden si­no esquilmar la naturaleza y carecen de recursos para mantener el equilibrio ecológi­co.
  • Por su parte, los países más industrializa­dos -causantes de la pobreza extrema- son los más contaminantes y depredadores de los recursos naturales.

– Este empobrecimiento de la humani­dad es vertiginoso

  • La actual pobreza y desigualdad son muy graves: un reducido 20% de la población acapara el 80% de la riqueza; obviamente, el 20% de riqueza restante se reparte entre el mayoritario 80% de seres humanos. De éstos, 1.300 millones se debaten en la ex­trema miseria, con un saldo de 100.000 muertos diarios.
  • La pobreza y desigualdad son crecientes: en 1960, entre el 20% de países más po­bres y el 80% de países más ricos había una diferencia de renta de 1 a 30, en 1990, era de 1 a 60. Si en lugar de comparar la renta nacional nos fijamos en las disponibi­lidades personales, hoy la desigualdad en­tre el 20% más pobre y el 20% más rico es en proporción de i 1 a 150!
  • Esencialmente, esta pobreza y desigualdad no son realidades casuales, sino que obe­decen a razones estructurales: aquellas que conforman el sistema socio-económico del capitalismo neoliberal.

– El «modelo capitalista neoliberal»: Causa principal de la pobreza y de un proceso ecológico insostenible

La dialéctica económica liberal capitalista pervierte substancialmente las relaciones en­tre las personas y entre los pueblos, agota los recursos naturales y desestabiliza la naturale­za: es, por un lado, la causa principal del cre­ciente empobrecimiento y subdesarrollo del Sur y, por otro, de la misma precarización de la calidad de vida y del acceso al trabajo en mayorías cada vez más amplias del Norte.

En este sentido, los movimientos y organi­zaciones que se preocupan por la solidaridad y el desarrollo del Sur no pueden despreocu­parse de cómo entienden ellos este desarro­llo; cuestión vinculada a la pregunta por las causas a las que se ha debido el creciente subdesarrollo. Así, pues, no tendrán la misma intencionalidad y enfoque los proyectos de desarrollo de unas ONGD y de otras.

1.3. Diagnóstico ético de «este orden»

Este «marco ético» se corresponderá, al hablar de soluciones, con el «cambio de men­talidades» y, por lo mismo, con otro de los ob­jetivos inmediatos de la Plataforma: la con­cienciación ciudadana.

La economía del libre mercado no se guía por leyes asépticas, sino que responde a pul­siones humanas anti-éticas, aunque con fre­cuencia inconscientes. Es un «estilo de ser hom­bre», un modelo axiológico que, en definitiva, su­bordina todos los valores a los biopsíquicos y económicos (prioridad del individualismo, la competitividad, el placer, el confort, el poder, el prestigio, el lucro, la dominación, el uso y con­sumo desmedido de bienes y cosas). Su sím­bolo, el dinero; su moderno «becerro de oro», el capital.

Este trastocamiento de los valores se asien­ta, a la postre, en la inconsistencia atribuida, en la práxis, al ser humano: al «otro» no se le reconoce consistencia en sí mismo, es tratado como otro objeto, un medio, un instrumento… que puede ser cosificado, agredido, poseído, objeto de mercado, expoliado. Aquí está la ra­íz del proceso de acumulación en favor de unas minorías, a costa de la inmensa mayoría. Así pues, el capitalismo es la organización del egoísmo y la injusticia humanos en un sistema económico con categoría de ciencia y, más aún, de dogma.

2. Perspectivas de solución del problema:

Revolución estructural y ética

Al hablar de un «orden» estructural injus­to, constatábamos el doble componente de la causa principal del problema de la humanidad: las estructuras o mecanismos del mo­delo y los posicionamientos anti-éticos -cons­cientes o no- sobre los que se sostienen aqué­llos. Obviamente, el mismo doble componen­te, estructural y ético, habrá de estar presen­te en la solución.

2.1. Urgencia e interdependencia de las .soluciones estructurales

El carácter exponencial de este proceso que lleva al colapso ha hecho que nos haya­mos dado cuenta demasiado tarde del proble­ma, y que se nos presente en la actualidad ya en su máxima gravedad, con lo cual se nos re­vela como decisivo el factor tiempo. Las solu­ciones necesarias son de la máxima urgencia.

Por otro lado, la interrelación de las causas mencionadas exige soluciones simultáneas y concertadas en lo ecológico, en lo demográ­fico y en lo económico. La interdependencia de todos los pueblos en un mundo cada vez más unificado, y la consiguiente universaliza­ción de este peligroso deterioro, hacen que las políticas meramente domésticas de las nacio­nes o grupos de naciones, como la UE, resul­ten ciegas, irracionales y suicidas (además de genocidas). De ello habrán de responder ante las generaciones actuales y venideras.

2.2. Cambios estructurales y Ayuda al Desarrollo

El análisis anterior nos revela que las so­luciones pasan por una revolución del (des)or­den mundial que genera y agudiza el proble­ma. Se impone un cambio en las estructuras de explotación dentro de cada nación o con­sorcio de naciones del Norte y, mucho más, en las que privilegian al Norte a costa del Sur.

Revolución no es substitución de un capita­lismo privado por otro estatal (socialismo real). No se trata tampoco de suprimir los ingredien­tes del modelo (propiedad, capital, mercado) sino de devolverles y dar prioridad a su función social, transformando las relaciones de propie­dad y producción; lo que exigirá no un simple maquillaje para perpetuar el modelo (reformis­mo), sino una remodelación de fondo, de la que ya existen experiencias parciales, aunque no necesariamente universalizables.

Los cambios profundos difícilmente proven­drán de los poderosos beneficiarios -indivi­duos o países-, de este sistema que muchos de ellos defienden como único posible. Sólo la constante presión del movimiento obrero en el Norte logró humanizarlo parcialmente en el pa­sado; aunque éste deberá recuperar la com­batividad perdida, adecuándola a las actuales circunstancias. Sólo la presión organizada de la humanidad subdesarrollada y marginada -ya una abrumadora mayoría del 80%, que crece sin cesar- puede hoy forzar el cambio de las estructuras mundiales de injusticia, erigién­dose los pueblos del Sur en sujetos conscien­tes ycolectivamente activos de su propio de­sarrollo.

No obstante el subdesarrollo del Sur, y pa­ra su despegue, necesita la complicidad de los sectores más concienciados y solidarios del Norte. Para ello, la «Ayuda al Desarrollo» deberá partir del cuestionamiento radical del actual «orden internacional» si no quiere con­tribuir más bien a maquillar, parchear y perpe­tuar el sistema.

Como primer paso y unido al cambio de es­tructuras, esta AYUDA AL DESARROLLO contem­pla un doble componente: uno, exógeno y de carácter más asistencial, insuficiente pero necesario dada la extrema miseria y prostración de tantos y su consiguiente incapacidad de reacción –para sujetar y accionar la caña de pescar es preciso coger fuerzas previamente con un poco de pescado-; otro, más endóge­no, de potenciación del autodesarrollo. Am­bos componentes han de simultanearse; lo importante es tener claro el horizonte.

Enumeremos, a continuación, algunas vías o instrumentos para este proceso hacia el cambio de estructuras de producción, distri­bución, intercambio y consumo:

  • Ayudas económicas: Cumplimiento por to­dos del compromiso mínimo del 0, 7% del PNB y transferencia de tecnologías y de re­cursos humanos destinados al desarrollo, con especial concentración en las áreas de prioridad social: dieta alimentaria mínima, agua potable, salud básica, educación pri­maria, medios para una natalidad respon­sable, acceso al crédito, etc.
  • Condonación y renegociación de una deuda externa asfixiante, irregularmente concedida y usureramente utilizada.
  • Eliminación de las barreras a un comercio igualitario: precios justos, desarme arance­lario y supresión de los cupos o contingen­tes impuestos a los productos del Sur.
  • Ejecución del llamado dividendo de paz, a asignar al Sur como fruto del progresivo desarme militar de los pueblos.
  • Supresión de los «ajustes estructurales» (re­cortes sociales, desregulación del empleo, despido fácil, venta de empresas públicas a precio de saldo) impuestos a países del Sur por el BM y el FMI.
  • Creación de un Consejo de Seguridad Eco­nómica (incluso de una Hacienda pública mundial) en las NN.UU., que vele eficaz­mente contra las estridencias de los meca­nismos económicos mundiales, comercia­les, fiscales y financieros.
  • Sanciones económicas fuertes a los proce­sos contaminantes del Norte, además de un impuesto ecológicoal Norte para que los pueda evitar el Sur.
  • Impuesto « TOBIN» sobre los movimientos de capital meramente especulativos, que no perjudique el comercio justo real.
  • Eliminación del carácter ligado y mercantilis­ta de los créditos computados como AOD.
  • Prohibición de la exportación de armas a pa­íses beneficiarios de AOD con un gasto mili­tar superior al 3% del PIB y severa regulación para con los países en conflicto bélico.

En el marco de este análisis, queda claro que, para la Plataforma 0, 7% PIB, la reivindicación de este compromiso, cantidad y calidad, constituye un símboIo o banderín de enganche sencillo y po­pular; además de constituir una muda

nada despreciable, es un compromiso del  Estado Español y supone un primer paso hacia soluciones más globales. Es en de­finitiva una medición de la voluntad política de los gobiernos y de la sensibilización ciudadana.

2.3. Modelos económicos alternativos

Como una parte de la solución y, sin ce­rrar ningún otro camino, las llamadas «econo­mías populares» o«economías alterativas» me­recen una mención y apoyo especiales.

La marginación que el actual «orden econó­mico” impone a la mayor parte de los indivi­duos y pueblos, les coloca frente a esta alterna­tiva: o se someten a él, procurando tan solo paliar sus efectos nocivos, o bien buscan espacios de li­bertad ante la concentración e internacionaliza­ción impuesta por el capital y por unos merca­dos exclusivos y excluyentes. Esta exclusión ­marginación de la mayoría provoca su descone­xión, lo que la empuja a la búsqueda de espa­cios económico-sociales alternativos y parcial­mente desconectados, aunque nunca aislados del conjunto.

Brotes y ensayos de economías alternati­vas, de diferente signo y -según casos- con especial sensibilidad ecológica, están sur­giendo en diversos puntos de las periferias
del Sur y del Norte, en el mundo islámico, en China y la India, en Brasil, Cuba y Nicaragua, etc. Estas iniciativas -que ya son realidades­ se caracterizan:

  • Por la potenciación y mayor participación del teji­do social organizado en los procesos políticos y económicos: movimientos sociales, barrios, di­versos colectivos populares.
  • Por la socialización de la propiedad, de los me­dios de producción, del proceso acumulativo de capitales, de los canales de distribución, del cré­dito, etc. Entre la propiedad estrictamente indivi­dual y la propiedad estatalizada hay espacio pa­ra lo que fue y aún «es» para muchos pueblos del planeta el modo de vida habitual del hombre durante milenios: la propiedad y dominio de los medios de producción por parte de sujetos y co­lectivos autogestionarios. Se trata de relaciones no capitalistas de producción, en las que no se vende la fuerza de trabajo y se atiende más a la lógica de las necesidades que a la del capital.

Estamos tan condicionados por el modelo «ab­solutizado» de propiedad, no teórico sino real, de la sociedad occidental que nos es difícil «relativizarlo» para entender como normales otros modos de «pro­piedad» muy diferentes e, incluso, humanamente más válidos. Ahí está el ejemplo de los pueblos que llamamos primitivos: desde la conciencia de lo que significa el sujeto colectivo, algunos de ellos llega­ron a una armonía del binomio individuo-sociedad superior a la nuestra.

No se trata siempre de micro-realizaciones. Sirva como ejemplo que estos nuevos sujetos colectivos controlan más del 15% de la producción nacional y más de la mitad de la producción agropecuaria de Nicaragua.

2.4. Necesaria y urgente revolución ética

Sin una revolución radical de las concien­cias, las estructuras del «orden mundial» ac­tual no se transformarán, ya que son fruto de la quiebra de valores que sufre la sociedad.

Si enmarcamos la reestructuración de la Co­operación española en el proceso hacia cam­bios estructurales del injusto orden mundial, de forma paralela integraremos en la revolución ética, necesaria para los cambios de estructu­ras, la concienciación ciudadana que es otro de los objetivos inmediatos de la Plataforma. 

– Los valores y la primacía del ser humano

Es tal el calado de la inversión del proceso histórico -dada la perversión operada en las relaciones persona-persona y persona-natu­raleza- que no sería exagerado hablar de la necesidad de un «cambio de era» para que di­cho proceso asegure la supervivencia amena­zada, y ya frustrada en las 100 mil personas que mueren diariamente de indigencia.

Hay que recuperar igualmente -en este pro­ceso de profundos cambios éticos- la solidari­dad ecológica,sin la cual genocidio y ecocidio formarán parte de un mismo holocausto (y si no ver los informes nadamilenaristas del Club de Roma y «Más allá de los límites del creci­miento”). Asimismo, es indispensable conce­der primacía a los valores sociopolíticos, epis­témicos, estéticos y éticos frente a los biopsí­quicos y económicos.

Necesitamos, en definitiva, descubrir y acep­tar al «Otro»en especial al excluido y oprimido-, y ello no tanto en el sentido del conocimiento teórico de su trágica realidad sino mediante un re-descubrimiento experiencial o vital de la absoluta dignidad de todo ser humano. Esta actitud experiencial y vital de amor compasivo -en el sentido etimológico de «sentir y sufrir con el otro»- que se traduce en comportamiento y acción, es el espacio de auténtico encuentro ecuménico entre creyentes y no creyentes, o entre adeptos de religiones diferentes. Es en este sentido positivo en el que la Plataforma 0’7 dice ser aconfesional.

Radicalidad y desmesura

Dicha experiencia vital determina el proceso de construcción de la persona, cuyo nuevo estilo de vida se ordenaría por entero en fun­ción de los graves problemas del ser humano y de la naturaleza. Tal cambio de actitud con­duce a denunciar vigorosamente el sistema, a organizarse con otros para cambiarlo, a cues­tionar los propios hábitos de consumo y de­rroche, a discernir verdaderas y falsas necesi­dades, a cambiar hacia un mejor compartir el bien tan escaso del trabajo, a armonizar tra­bajo y ocio, a discernir el dinero que me sobra y no me pertenece, etc.

La experiencia vital, así descrita, responde con la medida de la realidad: una realidad DES­ME-SU-RA-DA que exige impregnar la vida de ra­dicalidad y desmesura. Paradójicamente, es­tamos ante una desmesura aparente al tratar­se de la única respuesta a la medida de la re­alidad.

– Solidaridad contagiosa

Los grandes problemas de la Humanidad re­quieren un cambio profundo del modelo gene­ral de comportamiento, un salto cualitativo en la conciencia de todas las culturas; algo que lógi­camente ocurrirá como un proceso lento. Pero si -como constatábamos anteriormente- el tiempo es el valor más escaso a la hora de evi­tar la catástrofe, no habrá más remedio que op­tar por mecanismos de aceleración de este pro­ceso de cambio profundo. Frente al miedo al colapso -que puede más bien paralizar- sólo nos queda, como mecanismo acelerador del proceso de cambio, la capacidad de contagio de individuos y minorías altamente conciencia­dos para, desde ahí, desencadenar un creci­miento exponencial del nivel de conciencia uni­versal. Esto supone un bello reto para todos los colectivos altruistas, humanistas y religiosos.

“CORAZÓN DE VOLUNTARIOS”

  1. Bellah en su obra Hábitos del corazón (Alianza, Madrid 1989) se refiere a ellos como nocio­nes, opiniones e ideas que «forman los hábitos del espíritu» y como «la suma de las disposiciones morales e intelectuales de los hombres en una sociedad». Ya Pascal hablaba del corazón cual ra­íz del conocimiento constitutivo del ser cotidiano y radical del hombre. Al referirnos ahora al vo­luntariado como hábito del corazón, por tanto, queremos indicar una actitud arraigada en lo más profundo de la persona que se hace costumbre y conducta cotidiana. Para que así sea, no obs­tante, hay que desarrollar un proceso adecuado de educación con dos direcciones: a/ Educación del sentimiento, para el que el «dolor de los otros» más pobres entre en el corazón, y b/ Educa­ción de la inteligencia, para que construyamos una «nueva racionalidad» que sedimente y se trans­forme en una especie de «nuevo sentido común».

Proponemos un sencillo ejemplo de todo ello con el texto anterior del «Proyecto de la Platafor­ma 0’7» y las dos imágenes que siguen a continuación. Resumiremos la «educación del senti­miento» con la compasión y la «educación de la inteligencia» en el compromiso.

 “CORAZÓN DE VOLUNTARIOS”: COMPASIÓN Y COMPROMISO

Compasión

  • Antes de nada, tratar de definir la compasión a través del «Proyecto 0,7». Bastaría con leer el epígrafe 2.4. para aclarar qué significa la «compasión como sentir y sufrir con el otro». Después, contemplar las dos imágenes de Ron Cobb: ir indicando «qué se ve» y, sobre todo, «a quién se ve» en ellas.
  • Ver, con todo, puede ser una operación superficial. Y hay que Ir hasta el fondo de las imágenes», es decir, hasta sentir y compacederse: ¿qué y a quién o quiénes siento en ambas viñetas?, ¿tales sentimientos me inquietan o no, «me duelen» o «me dejan igual»?

Compromiso

  • A la luz del «Proyecto 0’7», ¿cómo podría ser mi «corazón de voluntario»? (en el diálo­go, se ha de especificar tanto la necesidad de «aprender a ver el mundo con los ojos de los más oprimidos», como la exigencia de «comprometerse con cuanto se y sien­te»
  • Por último habría que concretar las «actitudes de compromiso» (personales y grupales) y, más específicamente, algunos «trabajos de voluntariado».

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