Atanasio Serrano
En la Redacción de Misión Joven sabemos que son muchas las personas interesadas en la Pastoral Juvenil que nos leen, en nuestra versión en papel o, cada vez más, en la digital, en los países hermanos de Latinoamérica. También sabemos que la vivencia cristiana de los jóvenes tiene matices distintos en aquellas tierras, de las que nos llegan grandes intuiciones y riqueza pastoral. Últimamente, por llegar riqueza, incluso nos ha llegado un nuevo Papa que ha ilusionado a la vieja Europa. Hemos pedido a Atanasio Serrano, un sacerdote salesiano español, que ha escrito con frecuencia en las revistas Misión Joven y Catequistas, que desde septiembre vive y trabaja en América, que nos narre qué experiencia de vida cristiana ha encontrado allí, y éstas son sus primeras impresiones.
■ ¿Qué os parece que podemos compartir y aprender unos de otros…?
1.- Desde dónde hablo
Hablo desde la frontera México-USA. Estoy en una parroquia en la ciudad de Laredo-Texas. El Río Bravo hace de frontera natural entre Nuevo Laredo (México) y Laredo-Texas (USA). Divide también dos mundos bien diferentes, al menos en riqueza. Yo estoy en la parte norteamericana, a pocos metros del río, trabajando con una población eminentemente hispana. Aunque el idioma oficial es el inglés, el español es mayoritario. De las 7 misas que tenemos en la parroquia cada fin de semana, solo una es en inglés.
2.-Mi experiencia es limitada
Llevo poco tiempo, desde noviembre de 2012, siempre en el ambiente de la parroquia. No conozco mucho otros ambientes… Por tanto, mis experiencias pueden tener la ventaja del «choque primero» y la desventaja de la falta de un conveniente reposo de lo que he percibido.
3.-Quiero contar
Me han pedido que cuente algo de lo que he vivido. Enumero los “choques primeros” de la religiosidad y vivencia cristiana de esta buena gente con la que hoy vivo mi ser sacerdote salesiano.
– A uno que llega de España (Madrid en mi caso) lo que más le llama la atención es la afluencia masiva a las misas o cualquier otro evento que organicen las parroquias (las iglesias). Mucha gente y muy entusiasta y orgullosa de ser y aparecer como cristianos y católicos. Muchos llevan signos u objetos visibles (cruces, camisetas, gorras…). Parece que lo más atractivo de las mañanas de los domingos fuera venir a la iglesia.
-La celebración de la misa dominical como algo vivo, entusiasmante y emocionante. En cada misa de nuestra parroquia trabajan no menos de 25 o 30 personas: los que reciben en la calle o el parking, los que están en las puertas acogiendo (ostiarios), los ministros de Eucaristía que sirven el altar y dan la Comunión (mujeres y hombres; cada domingo se reparte la Eucaristía bajo las dos especies), los del coro y músicos, los lectores, los cantores del salmo, los que presentan las ofrendas, los que realizan la colecta, los que están en el control de pantallas y cámaras de Tv, los monaguillos, el coordinador general, el sacristán y el sacerdote que preside la celebración y los concelebrantes (cuando los hay).
-Se palpa mucha piedad popular, mucha devoción, mucho grupo de oración, de vivencia en torno a un santo o a un movimiento. Nos solicitan constantemente para bendiciones (de casas, coches, negocios, situaciones…). Las casas están llenas de imágenes de santos, vírgenes y capillas. También se sorprende uno al ver motivos religiosos en bares, hoteles, restaurantes, gasolineras y en todos los pasillos del hospital público. En los edificios oficiales no los hay, pero muchos funcionarios los colocan en su lugar de trabajo.
-Lo espléndidos que son con la Iglesia y con los sacerdotes. Los sacerdotes no tenemos nómina alguna, ni la Iglesia asignación oficial de nadie. Vivimos enteramente de las limosnas y de la caridad de los fieles. Cada semana se recogen unos 10.000 dólares de las colectas dominicales y las intenciones de las misas. Aparte están los donativos y propinas a los sacerdotes. Con ese dinero vivimos, pagamos a los empleados, mantenemos dignamente las instalaciones, ayudamos a los pobres y colaboramos a sostener la iglesia diocesana. Cuando hemos hecho una colecta especial para un problema concreto, la cifra se ha duplicado.
3.-Acoger y no juzgar superficialmente
Esto es “otro mundo” en todo, también en lo religioso. Aquí la religión está presente, Dios está presente en la gente, aunque quizá sea un Dios que necesita “retoques” o “fuertes retoques”, pero hay un cimiento religioso fuerte sobre el que edificar, porque el principio no es un rechazo, sino acogida del Mensaje. Algo profundo viven las personas, y ese algo me lleva a situarme en postura de acoger y comprender lo que viven estas gentes de frontera. Es necesario vivir entre ellos, escuchar mucho. Sin escucha no se llega al corazón ni a las raíces que sustentan el corazón. Detrás de cada manifestación devocional popular hay un trozo de vida y de profundidad que abre al Trascendente. Hablando de esto con un grupo de personas con estudios superiores me decía un empresario: Tenemos verdadera hambre de todo lo que sea espiritual, religioso, trascendente o profundo, padre.
4.-Necesidad de alimentar y de purificar
Lo que existe en esas manifestaciones populares, en ese entusiasmo desbordante, no puede ser frustrado o aniquilado, pero sí puede y debe ser purificado, orientado y alimentado con la Palabra de Dios y la razón dialogada. Creo que es tierra muy buena para sembrar con buen cimiento el Evangelio…
Siempre me sorprenden las relaciones tan afectivas que mantienen unos con otros y con nosotros, los sacerdotes. El espíritu de familia, la alegría de compartir una comida o una tertulia, la solicitud constante de orientación y consejo, la celebración del sacramento de la Reconciliación con tanta confianza y fe, la buena vecindad, el intercambio constante de regalos y parabienes. Todo hace muy acogedor el trabajo pastoral entre los texanos.
Atanasio Serrano (ataserrano@hotmail.com)
San Luis Rey Church
Laredo, Tx. USA.