50 AÑOS DE CONCILIO

1 julio 2012

“(Jóvenes) la Iglesia os mira con confianza y amor…

Miradla y veréis en ella el rostro de Cristo,

el héroe verdadero, humilde y sabio,

el Profeta de la verdad y del amor,

el compañero y amigo de los jóvenes”

(Mensaje del Concilio Vaticano II a los Jóvenes)

 
En octubre de 2012 celebraremos cincuenta años del inicio del Concilio Vaticano II, el acontecimiento eclesial más importante del siglo XX, que sigue marcando el camino de la Iglesia católica en el siglo XXI.
Misión Joven, revista de pastoral juvenil, había nacido tan solo dos años antes y dicho acontecimiento eclesial orientó su lugar en la teología pastoral centrada en los jóvenes.
 
Concilio pastoral
Desde esta perspectiva de la teología pastoral nuestra revista quiere iluminar el gran acontecimiento eclesial del Concilio Vaticano II. Queremos justificar esta opción sirviéndonos de las palabras de los dos Papas que guiaron la singladura de aquella asamblea conciliar.
Juan XXIII, el 11 de octubre de 1962, decía en la jornada de inaugural del Concilio: “Una cosa es la sustancia de la antigua doctrina, del ‘depositum fidei’, y otra la manera de formular su expresión; y de ello ha de tenerse gran cuenta –con paciencia, si necesario fuere- ateniéndose a las nomas y exigencias de un magisterio de carácter predominantemente pastoral” (Gaudet Mater Ecclesia).
El Papa Roncalli calificaba como pastoral el magisterio que esperaba se produjera en el concilio, que estaba a punto de comenzar sus trabajos, y hablaba del ‘depositum fidei’ y de las ‘formulaciones de su expresión’ que la doctrina puede tomar a lo largo de la historia. El concilio buscaba, en esta lógica, hacer visible la misión evangelizadora de la Iglesia.
Pablo VI pocas semanas antes de la conclusión del Concilio, el 18 de noviembre de 1965, reconocía a este magno acontecimiento eclesial un valor extraordinario desde el punto de visto religioso, doctrinal, espiritual, pastoral e histórico. Y en la ceremonia de clausura, el 7 de diciembre de 1965, decía: “Pero quien observa este prevalente interés del Concilio por los valores humanos y temporales, no puede negar que tal interés se debe al carácter pastoral que el Concilio ha escogido como programa, y deberá reconocer que ese mismo interés no está jamás separado del interés religioso más auténtico, debido a la caridad, que únicamente lo inspira (y donde está la caridad allí está Dios), o a la unión de los valores humanos y temporales, con aquéllos propiamente espirituales, religiosos y eternos, afirmada y promovida siempre en el Concilio; éste se inclina sobre el hombre y sobre la tierra, pero se eleva al reino de Dios”.
Pablo VI reconocía un carácter pastoral en el Concilio y afirmaba que este carácter pastoral no puede separarse de los otros valores del concilio, hablando en esta ocasión del valor religioso. Es impresionante, en este sentido, una afirmación anterior en este mismo discurso de clausura: “En este tiempo se ha celebrado este Concilio a honor de Dios, en el nombre de Cristo, con el ímpetu del Espíritu Santo que todo lo penetra y que sigue siendo el alma de la Iglesia para que sepamos lo que Dios nos ha dado, es decir dándole la visión profunda y panorámica, al mismo tiempo, de la vida y del mundo”. El carácter pastoral nos hace mirar a Dios y su plan de salvación sobre los hombres.
 
Sobre los artículos
Reconociendo el valor doctrinal, histórico, espiritual, pastoral y religioso del Concilio y viendo la necesidad de una mutua iluminación entre las diferentes ramas del saber teológico, nos ha parecido oportuno ofrecer unas reflexiones desde la concreta mirada pastoral. Este ha sido el criterio que ha guiado la arquitectura de este número de Misión Joven.
Angel María Unzueta se pregunta, en el primer artículo, qué decimos cuando hablamos del Concilio Vaticano II como un Concilio pastoral. Él ve claro que la palabra pastoral conecta con la actitud del Buen Pastor y evoca la solicitud por el ser humano concreto.
El segundo artículo se lo hemos pedido a Juan Martín Velasco. En sus reflexiones se pregunta sobre los dinamismos pastorales que impulsó el Concilio y sobre el camino que nos queda por recorrer.
Después de estas dos reflexiones más generales nos hemos centrado en documentos concretos. Una lectura atenta de los documentos del Concilio nos muestra la actualidad de sus propuestas, aun así vemos necesidad de contextualizar y concretar sus enseñanzas en el momento eclesial y social hodierno. Hemos tenido que elegir tres documentos concretos ante la imposibilidad de abordar todos los textos. Los documentos que hemos elegido son la Constitución dogmática Lumen Gentium, la Constitución pastoralGaudium et Spes y el Decreto Ad Gentes. Y el foco que hemos pedido a los autores, para que se acerquen a los documentos, es una mirada pastoral.
Santiago Madrigal habla de las líneas pastorales en Constitución dogmática Lumen Gentium y para ello ve oportuno seguir el proceso de su redacción. “El carácter pastoral del magisterio conciliar corresponde al fin pastoral que se propuso el Concilio”.
Marciano Vidal comenta la Constitución Pastoral Gaudium et Spes siguiendo este plan: claves de lectura, relación Iglesia-Mundo, bases teológicas, antropología teológica, el Espíritu en la historia, práctica de la relación Iglesia-Mundo, saberes humanos y nuevos lenguajes, orientaciones para la ética teológica, balance y prospectiva.
El último artículo es de Emilio Alberich quien reflexiona sobre las líneas pastorales presentes en el decreto Ad Gentes, un documento misionero con dimensión pastoral cuyo núcleo central es la evangelización.
 

KOLDO GUTIÉRREZ

 
 

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