“La Iglesia, cuerpo de Cristo y templo del Espíritu Santo,
es la compañía fiable en la que hemos sido
engendrados y educados a la fe para llegar a ser, en Cristo,
hijos y herederos de Dios” (Benedicto XVI).
El año 2011 va llegando a su término. Uno de los acontecimientos pastorales más relevantes del año que termina ha sido la Jornada Mundial de la Juventud y, en ella, uno de los valores más visibles ha sido la comunión. Este es el tema que queremos tratar en este número de Misión Joven.
Importancia de la comunión en pastoral juvenil
No he escuchado a nadie que ponga en duda la importancia de la comunión en pastoral. ¿Por qué esta importancia? Por una parte entendemos que la comunidad es el lugar natural de la pastoral y vemos en la comunión uno de sus rasgos característicos. Además, según afirman algunos, es probable que la comunión se convierta en uno de los indicadores destacados para discernir la pastoral con jóvenes en esta época de Nueva Evangelización.
Por otra parte, a pesar de nuestros esfuerzos, somos conscientes de las dificultades con las que nos encontramos los agentes de pastoral para transmitir la eclesialidad de la fe a las nuevas generaciones. Las palabras del Papa Benedicto XVI en la misa de Cuatro Vientos, en la reciente JMJ, no dejan lugar a dudas: “Seguir a Jesús en la fe es caminar con Él en la comunión de la Iglesia. No se puede seguir a Jesús en solitario. Quien cede a la tentación de ir ‘por su cuenta’ o de vivir la fe según la mentalidad individualista, que predomina en la sociedad, corre el riesgo de no encontrar nunca a Jesucristo, o de acabar siguiendo una imagen falsa de Él”.
El misterio del Dios Trinitario
¿Dónde está la raíz de la comunión? La encontramos en el misterio de Dios trinitario. Dios, que es un misterio, se nos presenta como amor, comunión, relación, familia, misión… Cuando hablamos de comunión podemos decir que tiene una fuente en la Trinidad, un anclaje natural en la condición humana, y se desarrolla como proyecto en la historia.
Este es el guión que el Concilio Vaticano II trazó en la Lumen Gentium hablando de la Iglesia, a la luz del misterio de Dios, como misterio, comunión y misión. Lumen Gentiumpresenta a la Iglesia particular, presidida por el Obispo, como el espacio de toda pastoral, estando llamada a realizar la comunión y ser sacramento que refleja y actualiza el misterio de Salvación de Jesucristo.
Los carismas al servicio de la comunidad
En muchas de sus intervenciones el Papa Benedicto XVI define a la Iglesia como “Cuerpo de Cristo para la salvación del mundo”. Esta imagen nos hace conectar con Jesús mismo, con la Iglesia que nace del costado del Señor (Juan 19), con la Eucaristía, con el misterio de la redención, con la misión. Esta imagen nos hace recordar al apóstol San Pablo, misionero y fundador de comunidades, quien ve en la Iglesia un Cuerpo, con Jesucristo como cabeza, donde estamos invitados a aportar los carismas en beneficio de todos. La Iglesia, como misterio de comunión, se enriquece con la vocación y aportación de cada uno de sus miembros.
Por todo ello, es importante que valoremos el propio carisma, regalo del Espíritu a la Iglesia. No hacemos ningún favor a la pastoral juvenil si relativizáramos lo que somos. La dirección correcta es la contraria: radicalizando lo que somos (en el sentido de ir a la raíz) aportamos más. El carisma particular hay que entregarlo a la iglesia particular de la que formamos parte.
Apostar por la comunión
La conclusión más inmediata ante este planteamiento es la necesidad de apostar por la comunión. Debemos dar importancia a lo comunitario. Apostar por la comunión es: desarrollar la dimensión diocesana de nuestra pastoral, dar fortaleza a la vida de nuestras comunidades (parroquiales, educativas, religiosas…), favorecer y desarrollar la eclesialidad de la fe en la pastoral juvenil, apostar por los grupos (comunidades juveniles, comunidades de adultos, grupos de las distintas familias carismáticas…).
Sobre los artículos
El primer artículo lo firma José Joaquín Gómez Palacios. Habla de ‘no lugares’ y de ‘lugares antropológicos’. Los primeros se caracterizan por el utilitarismo, el individualismo y la incomunicación; los segundos por la identidad, las relaciones y la historia.
El segundo artículo es de teología bíblica. Juan José Bartolomé afirma que el encuentro con el Resucitado fue el paso obligado de los discípulos para reencontrarse con la comunidad. Aquí tenemos ya una clave para la pastoral juvenil. Además fijándonos en la complejidad del primer cristianismo hay que concluir que tenemos idealizado lo comunitario. El autor del artículo ofrece una secuencia de los acontecimientos cargada de enseñanzas pastorales.
El tercer artículo es de Ramón Prat, quien habla de dificultades, retos y signos de esperanza en la experiencia de comunión. Aporta criterios teológicos para un discernimiento positivo de la realidad actual y propone una vivencia comunitaria gratificante. Finalmente elabora un decálogo de directrices personales, ambientales y estructurales, encaminadas a avanzar en la comunión en la vida de la Iglesia.
KOLDO GUTIÉRREZ