LAS CREENCIAS RELIGIOSAS DE LOS JÓVENES

1 octubre 2011

Maite Valls Iparraguirre
Es socióloga, coautora de Jóvenes 2010.
 
SÍNTESIS DEL ARTÍCULO
La autora presenta las conclusiones más destacadas de su estudio sobre “las creencias religiosas de los jóvenes”, del informe Jóvenes 2010 de la Fundación Santa María. Va sugiriendo algunas claves pastorales para las personas dedicadas al trabajo con jóvenes.
 

  1. Presentación

Vamos a destacar en este artículo los datos más significativos del capítulo jóvenes y religión del estudio que la Fundación SM ha hecho sobre los jóvenes españoles en 20010.
 
Una leve mejora, sin grandes cambios
En primer lugar, antes de centrarnos en ellos, hemos de señalar que en general no apreciamos grandes saltos o cambios profundos en los datos del informe, tampoco en el aspecto que nos atañe, esto es, en las opiniones de los jóvenes sobre la Iglesia o, en general, sobre la religión.
No obstante, sí tenemos que destacar que encontramos en muchas ocasiones una mejora respecto de los datos de 2005 y de los estudios anteriores de la Fundación SM.
Podemos, por tanto, ser positivos al ver que los datos de este año son mejores que los de 2005 y que se observa este año un cambio de tendencia respecto de los últimos años.
 
Jóvenes inmigrantes
Por último, antes de adentrarnos en los aspectos más significativos de nuestro capítulo, hemos de apuntar  una conclusión importante de este estudio: los datos de los jóvenes inmigrantes respecto a la religión son más positivos que los de los jóvenes españoles. Los jóvenes inmigrantes son más religiosos que los españoles, un porcentaje mucho más elevado dice creer en Dios (81% frente al 53%), valoran mejor a la Iglesia institución (el 57% de ellos manifiestan mucha o bastante confianza en ella frente al 23% de jóvenes españoles); consideran en mayor medida que en la Iglesia se dicen cosas importantes en cuanto a ideas e interpretaciones del mundo (el 57% frente al 3% de los jóvenes españoles) y tienen un mayor nivel de práctica religiosa.
Tenemos que tener en cuenta esto porque en la sociedad de hoy, donde hay cada vez más culturas y formas de vida diferentes y por tanto hay más relaciones entre un número más variado de elementos, surgen más opciones, más escenarios alternativos en la vida de cada uno, también en el ámbito religioso.
A esto hay que añadir la enorme influencia que los jóvenes tienen por parte de sus iguales. Si la inmigración puede ser un factor para que los jóvenes españoles vuelvan a la Iglesia o, por contra, la influencia de nuestros jóvenes sobre los inmigrantes puede producir que éstos se alejen de ella es una cuestión que no podemos predecir; tendremos que observar qué pasa en el futuro. La  influencia que puede haber entre unos y otros respecto al hecho religioso puede ser en uno u otro sentido y éste es un aspecto muy importante que debe ser tenido en cuenta por los educadores y personas del ámbito religioso que trabajan con los jóvenes.
 

  1. ¿Qué importancia dan los jóvenes a la religión?

Centrándonos en los datos del estudio, en 2010 la religión sigue ocupando el último lugar en una escala de valoración de las cosas más importantes para los jóvenes, pero éste es uno de los aspectos en los que encontramos una mejora, ligera, respecto de los datos de 2005. Si entonces un 19% de los jóvenes consideraba muy o bastante importante la religión, en 2010 el porcentaje es del 22%.
 
El contexto
Antes de seguir adentrándonos en los datos del informe, es preciso contextualizarlos en el marco de la sociedad en que vivimos. El estilo de vida actual, centrado en el disfrute, en el vivir al día, aquí y ahora, más propio todavía de los jóvenes, para los que, por la propia etapa vital en que se encuentran, las preocupaciones y responsabilidades  no han llegado, no parece propicio para la religión.
En este contexto es difícil que surja entre los jóvenes la inquietud por lo religioso. La explicación que planteamos sobre el alejamiento de los jóvenes del ámbito religioso es que no ven cómo, de qué manera, Dios, la religión, les afecta en su vida diaria, tiene incidencia en su día a día.
La religión no es importante para ellos porque no es “práctica”, no les resulta “útil” para su vida cotidiana, no les proporciona nada palpable. Lo que buscan en esta etapa de su vida, ya se ha dicho, es el disfrute, aprovechar al máximo su tiempo de ocio. Sus amigos, su grupo de iguales satisface sus necesidades de amistad, seguridad, protección, relaciones cálidas y cercanas, y no necesitan mucho más. Todo esto que requieren en esta etapa de su vida no lo necesitan buscar en la religión.  Los que trabajan con jóvenes tienen el difícil reto de dar la vuelta a este hecho.
 
Algunos datos
Algo más de la mitad de los jóvenes españoles de 15 a 24 años (53’5%) se definen como católicos. Un 2% son creyentes de otra religión y el resto (42%), no religiosos. Dentro de este porcentaje, se definen como indiferentes al hecho religioso el 16% de los jóvenes, el 9% como agnósticos y el 17% como ateos.
También en este aspecto observamos una mejora de los datos: en 2005 un 49% se definía como católico y un 46% como no católico y en 2010 un 53% se define como católico y un 42% como no católico, pasando la diferencia entre unos y otros de 3 a 11 puntos y frenándose la tendencia de descenso de distancia entre unos y otros, en favor de los segundos, desde 1994.
 
Una menor socialización religiosa
En la actualidad, más que de rebeldía o crisis para explicar la irreligiosidad de los jóvenes que vendría de la mano de un planteamiento de preguntas religiosas, el posicionamiento irreligioso de éstos podría venir de un no planteamiento, de una ausencia de preocupación e interés por el hecho religioso, que, como ya hemos visto antes, puede venir dado por  la propia forma de vida juvenil a la par que por una cada vez menor socialización religiosa. Se nota ya la desocialización religiosa en las familias, cuestión importante que debe ser también tenida en cuenta por aquellas personas del ámbito religioso que trabajan con los jóvenes de hoy en día.
Sin embargo, el porcentaje alto de jóvenes que se define como católico es relativamente alto. Lo es más en el caso de los españoles en conjunto: un 76%, según datos del CIS de 2009, se define como católico. La diferencia entre jóvenes y mayores es más que notable, tanto en la importancia que conceden a la religión como en la autodefinición religiosa. La explicación de este hecho está seguramente en la menor socialización religiosa, en la menor presencia de la religión en las familias –se han incorporado a la sociedad las primeras generaciones de padres secularizados que no transmiten la religión a sus hijos-.
La transmisión de creencias y valores cristianos es cada vez menos intensa y se empiezan a ver los resultados. España sigue siendo un país de cultura católica, la gran mayoría de españoles ha crecido en una cultura en la que la presencia de la religión, de la Iglesia, ha sido -y sigue siendo- fuerte, pero las cosas no son como antes. No obstante, dicho lo anterior, podemos considerar que mientras que la autodefinición de los mayores puede estar más vinculada a razones de tipo cultural, la de los jóvenes seguramente es más íntima, sentimental y no alude tanto a la tradición y a la cultura, de ahí que sea menor.
 
Creencias cristianas
Excepto para la creencia en Dios (en 2010 el 53% de los jóvenes españoles dice creer en Dios), no pasa de treinta el porcentaje de jóvenes que aceptan el resto de creencias relacionadas con la religión cristiana: vida después de la muerte, resurrección de Cristo, pecado, resurrección de los muertos.
En cuanto a la  idea que  tienen los jóvenes de Dios, un 35% afirma que para él Dios no existe, un 33% dice no tener motivos para creer en él y un 32% afirma pasar de Dios, no interesarle el tema.
Hay ciertas incoherencias en los datos de los jóvenes, como éste de la creencia en Dios, después de haber visto que la importancia de la religión ha aumentado ligeramente y que también lo ha hecho el porcentaje de jóvenes que se define como católico. Al igual que se declaran católicos pero viven la religión al margen de la Iglesia, lo que desde fuera puede parecer una incoherencia, este dato de la creencia en Dios sorprende.
Respecto a las concepciones positivas de Dios, que mejoran respecto de 2005, un 41% de los jóvenes españoles cree en el “Dios revelado en Jesucristo”. El mismo porcentaje concibe a Dios como las “fuerzas y energías del universo”. Casi un 36% concibe a Dios como “algo superior que creó todo y de quien depende todo”, seguido de un “Padre bondadoso que nos cuida y nos ama” (35%), “lo positivo en hombres y mujeres” (casi un 33%) y, por último, el “Juez supremo de quien dependemos y nos juzgará” (28%).
Como acabamos de ver, para un gran número de jóvenes, el 35%, Dios no existe. Preguntados por las razones por las que no creen en Dios, casi un 32% de los jóvenes argumenta que es un invento de la Iglesia y los curas, un 31%  que es una superstición como otra cualquiera y un 24% apela a la existencia del mal en el mundo.  Aparece ya la primera muestra de desconfianza hacia la Iglesia – es un invento de la Iglesia y los curas- , que es sustentada por los indiferentes al hecho religioso y, fundamentalmente, por los ateos A la par surge otro tópico como es la asimilación de la creencia en Dios como una superstición cualquiera. En tercer lugar aparece un motivo más racional, el problema del mal, uno de los mayores obstáculos para los creyentes, que lleva a muchos a alejarse de Dios y al abandono de la religión, particularmente cuando se trata de entender o aceptar dificultades o sufrimientos vividos en primera persona o muy de cerca. Son éstos los casos y momentos en los que parece que los creyentes no encuentran consuelo en la religión. En cuarto lugar (casi un 16%) aparece  el argumento de tener cosas más importantes en las que pensar y en último lugar (12%) aparece el motivo “los científicos dicen hoy que Dios no existe”. No parece pues que para los jóvenes sean un problema las relaciones entre Fe y Ciencia.
 
Una persona religiosa…
La primera exigencia que ponen los jóvenes para considerar a una persona como religiosa es, como es de esperar, la creencia en Dios. Siguen después dos factores de tipo más humano: ser una persona honrada y  prestar ayuda a los necesitados. En cuarto lugar aparece el rezar. Las prácticas no institucionalizadas de la religión son consideradas en mayor medida como condición de religiosidad que las prácticas institucionalizadas tales como acudir a misa. Los jóvenes parece que dan más importancia a la vivencia de la religión de forma individual e íntima que a las formas compartidas e institucionalizadas. Esto es coherente con los datos de jóvenes -y de mayores- que veremos a continuación, que  parecen indicar que la práctica institucionalizada no se sigue por la mayoría de creyentes.
También un alto porcentaje de jóvenes considera esperable en  una persona religiosa casarse por su Iglesia (67%), preguntarse por el sentido de la vida (62%) y seguir las normas que dice su Iglesia (59%). Más lejos quedan no tomar drogas (53%), no aceptar el aborto y la eutanasia (50%) y, por último, no mantener relaciones sexuales completas hasta formar una pareja para casarse (casi un 38%).
 
Religión y el día a día
Hemos tratado de valorar por primera vez en 2010 la influencia de las creencias religiosas en la vida cotidiana de los jóvenes, en sus actitudes vitales. Nuestras creencias nos aportan visiones generales sobre la existencia, la vida, el mundo. Pero, ¿tienen las creencias religiosas efectos observables?
Es preciso recordar que el proceso secularizador de la sociedad española se ha manifestado -y se manifiesta-, además de en aspectos como el descenso de la práctica religiosa, en la pérdida de influencia de la religión a la hora de determinar conductas de todo tipo.
Los datos no apuntan a una gran influencia de la religión en la vida personal de los jóvenes –pues el 17% es el porcentaje más alto de jóvenes que dicen estar influenciados por la religión en algún aspecto de su vida-, lo que no es extraño después de apuntar los datos sobre la importancia concedida a la religión en su vida. Amigos, estudios y relaciones de pareja son los aspectos de la vida de los jóvenes en los que más influye la religión, pero todos  los porcentajes son bajos (alrededor del 17, 15 y 14% respectivamente).
Pensamos que estos datos indican que la religión seguirá en el futuro como referente simbólico y celebrativo, desconectada de la vida cotidiana, y que no crecerá su influencia vital, no será factor de configuración de comportamientos. Esto debe ser tenido en cuenta por quienes trabajan con jóvenes. Recientemente decía un sacerdote en una eucaristía que seguir a Jesús (lo que equivale a la influencia práctica de la religión en la vida) es la forma válida de ser religioso hoy.
 
La práctica religiosa
Una vez que hemos visto el panorama de las creencias de los jóvenes, nos centramos en otra dimensión de la religión: su práctica. En cuanto a la práctica institucionalizada, casi un 62%  de los jóvenes españoles afirma no asistir nunca o prácticamente nunca a la iglesia. Los jóvenes que más asisten lo hacen en Navidad, Semana Santa y para celebrar alguna festividad (un escaso 10%), y a continuación están (un 7%) los que acuden a la iglesia con ocasión de una Romería, Peregrinación, Año Santo, visita a monasterios o fiestas de la localidad donde viven. Sólo un 7% cumple con el precepto dominical de ir a misa, un 5% acude a la iglesia una vez al mes y un menor número de jóvenes, un 2%, acude más de una vez a la semana. No obstante, la asistencia a la iglesia mejora ligeramente respecto del año 2005 y aunque no se llega a las cifras, superiores, de años anteriores, se rompe la tendencia a la baja de los últimos años. Introducimos el ítem de asistencia a la iglesia con ocasión de reuniones de grupos religiosos para comprobar si en este caso la asistencia a la iglesia es mayor, si se puede hablar de una práctica religiosa diferenciada en función de la pertenencia a esos grupos, puesto que esas reuniones y celebraciones suelen tener un mayor atractivo para los jóvenes, al estar más diseñadas a su medida. Pero los datos muestran que sólo un 1% de jóvenes acude a la iglesia con ocasión de reuniones de grupos religiosos, un porcentaje bajo, pero que se corresponde con el nivel de pertenencia a asociaciones o grupos religiosos. Por último, sólo un 2% acude a la iglesia en busca de refugio o consuelo cuando pasa por momentos difíciles (exámenes, enfermedades, búsqueda de trabajo, problemas afectivos, etc.). Esos datos indican que las prácticas religiosas institucionalizadas no se siguen por la mayoría de los creyentes, como ya hemos apuntado, y hay que considerar que una religión “no practicada” por los creyentes y que, como hemos señalado, parece no influir en actitudes y comportamientos es algo con escaso significado real.
El individualismo característico de nuestra época también puede tener su dimensión religiosa, que se traduce en una tendencia a una relación individual de cada creyente con su Dios y que quita importancia a los aspectos institucionalizados, eclesiales. La no práctica institucionalizada coexiste en la sociedad española con un nivel relativamente alto de autoidentificación religiosa como católico, creyente, como hemos visto, lo que apuntaría la existencia de una cierta religiosidad no orientada a la iglesia o simplemente de una religiosidad nominal, cultural. Sin embargo, el valor de la asistencia a misa no es el mismo ahora que antes –ha dejado de ser una rutina más o menos impuesta por la familia, el colegio y la sociedad- y tiene cierta importancia esta dimensión de la religiosidad, puede ser un indicador o criterio sólido de religiosidad.
 
Buscando un motivo…
El principal motivo que los jóvenes dan para no acudir a la iglesia es el de que “la misa no me dice nada” (53%), seguido de lejos por “la religión no me dice nada” (25%). Un 15% alude a que “la misa es muy aburrida”.
En este sentido, Radcliffe apunta que “tal vez una de las razones por las que tantos jóvenes tienen fe pero no sienten el menor deseo de pertenecer a ninguna Iglesia, sea porque no ven ninguna alegría compartida en el núcleo de nuestras celebraciones cristianas”, salvo en aquellas dinamizadas por jóvenes implicados en la vida parroquial. Esta opinión debe ser tenida en cuenta por aquellas personas del ámbito religioso que trabajan con jóvenes.
En torno al 10% está la respuesta de “no tengo tiempo”. Hay que exprimir al máximo el tiempo de ocio, sobre todo los fines de semana, por lo que no les queda tiempo para mucho más. En el mismo nivel están las respuestas de “se puede ser religioso sin ir a misa” y “los curas me caen mal”. En último lugar están las respuestas referidas a “porque mi familia no suele ir” (6%) y  “porque mis amigos no suelen ir” (5%).
 
Sobre la oración
En 2010 se produce un espectacular descenso del rezo entre los jóvenes respecto a 2005; el rezo, actividad individual y privada, sinónimo de vitalidad religiosa y de comunicación con Dios, ha experimentado una profunda caída. Encontramos aquí un dato que no ha mejorado respecto al último estudio. Si hace cinco años el porcentaje de jóvenes que decía no rezar nunca era del 42%, en 2010 el porcentaje es de casi el 60%, un aumento de 18 puntos porcentuales en quienes dicen no rezar nunca.
Respecto a las modalidades de esta práctica religiosa, la más practicada es la petición de ayuda (casi un 31%) –se mantiene en gran medida la supeditación del rezo a la petición de favores divinos-, seguida de la oración libre y espontánea (27%) y del Padre Nuestro y Ave María (26%). Más lejos están la oración en la parroquia (16%), la meditación y la contemplación (13%), la acción de gracias (12%), la lectura meditada de un texto religioso (9%) y, por último, la oración con amigos (8%).
 
La comunidad
Un 69% de los jóvenes que se consideran católicos o creyentes de otra religión opina que se puede vivir la fe individualmente, sin necesidad de compartirla con una comunidad de creyentes, cuestión que hemos tratado de valorar por primera vez en este estudio.
Tomamos como punto de partida la afirmación de Ratzinger de que “no se puede creer en solitario”; en la tradición católica no basta con que el hombre se relacione con Dios de una forma íntima, sino que es necesario vivir la fe en una comunidad eclesial de creyentes; existe la necesidad de dotar de sentido y significado a las creencias en comunidad, de compartirlas con un grupo con sentimientos similares.
Pero, como vemos, los datos hoy no parece que apoyan mucho este aspecto “católico” de compartir la fe. El individualismo de nuestro tiempo también puede influir en la vivencia de la fe, lo que se traduce en una tendencia a una relación individual de cada creyente con Dios que excluye compartir experiencias y vivencias en reuniones de grupos o manifestarlas en la asistencia a la iglesia.
 
Proyección de la religión
La opinión sobre la proyección que debe tener la religión es otra cuestión nueva que introducimos en este informe. Nos situamos en un contexto culturalmente católico pero en el que la vivencia de la fe está cada vez menos institucionalizada y es cada vez más un asunto interior, una opción individual por la que no te preguntan o que no mencionas.
Además, en ciertos sectores políticos y sociales se ha manifestado un deseo de que la religión se relegue al espacio de la vida privada y no se manifieste en la vida pública. Pues bien, una mayoría de jóvenes parece compartir hechos y opiniones de los últimos tiempos y considera que la religión es un asunto privado que debe vivirse privadamente, el 50%, frente a un 30% que opina que es una cuestión privada que puede/debe tener una proyección pública.
 

  1. Actitudes y opiniones ante la Iglesia

Centrándonos en las actitudes y opiniones de los jóvenes ante la Iglesia, ésta es una institución poco valorada, en un contexto de una bajísima confianza en las instituciones por parte de los jóvenes.
La baja valoración de la Iglesia institución puede venir de que sienten que la religión no afecta a sus necesidades del día a día, como ya se ha dicho y, además, de la imagen que tienen de ella.
No obstante, los datos actuales  muestran una ligera mejora respecto a los del año 2005. Si en ese año el 21% de jóvenes decía confiar mucho y bastante en la Iglesia y el 79% mostraba poca o ninguna confianza en ella, en 2010 el 23% muestra mucha y bastante confianza y el 75% poca o ninguna.
 
Identificación con la Iglesia
Centrándonos ya en la identificación de los jóvenes con la Iglesia, podemos destacar las siguientes conclusiones si atendemos a los datos:

  • Sólo un 20% de los jóvenes dice estar más bien de acuerdo con las directrices de la jerarquía eclesial.
  • Casi un 32% afirma ser miembro de la Iglesia y piensa seguir siéndolo.
  • Algo más de la mitad de los jóvenes (53%) está de acuerdo en que sin la Iglesia se puede creer en Dios. Este dato está en consonancia con los que se refieren a la necesidad de vivir la fe en comunidad que hemos visto anteriormente.
  • El mismo porcentaje, un 53%, está de acuerdo con que se puede ser parte de la Iglesia sin tener que seguir todas sus directrices. Vivimos en un escenario de “religión a la carta”, por adoptar la expresión que han usado varios sociólogos para designar una situación en la que la religión se construye según los gustos del consumidor, que acepta lo que le conviene y deja de lado lo que no y esto tanto en el caso de los jóvenes como de los mayores.

Opiniones sobre la Iglesia
Respecto a  las opiniones sobre la Iglesia, podemos destacar  los siguientes datos:

  • Desciende considerablemente el porcentaje de jóvenes que está de acuerdo con las opiniones negativas sobre la Iglesia respecto del 2005: es demasiado rica, se mete demasiado en política o tiene una postura anticuada en lo referente a la vida sexual de la gente.
  • Aumenta considerablemente respecto del anterior estudio de la Fundación SM realizado en el año 2005 el porcentaje de jóvenes que está de acuerdo con las visiones positivas de la Iglesia: sus normas ayudan a los hombres a vivir más moralmente, ayuda a los pobres y marginados y ofrece al hombre un Hogar espiritual y sinceramente religioso.
  • Los nuevos aspectos propuestos este año son compartidos por un amplio número de jóvenes: casi el 59% está de acuerdo con la afirmación que dice que la Iglesia (con sus directrices) dificulta disfrutar de la vida con libertad, el 63% con que se mete demasiado en la vida personal de la gente diciéndole cómo tiene que ser su vida yel 56% con la afirmación que expresa que la Iglesia tiene mucho peso en la sociedad española de hoy.
  • El 34% comparte el enunciado de que la Iglesia tendrá mucho peso en la sociedad española del futuro.

Siguen pesando más en la balanza las afirmaciones negativas sobre la Iglesia pero, como hemos dicho, la visión positiva de la Iglesia ha mejorado respecto a los datos del anterior estudio del año 2005.

  • Un 40% de los jóvenes afirma que sus normas ayudan a los hombres a vivir más moralmente. No es un porcentaje desdeñable, pero si el aprecio de las normas morales no es mayor es probablemente porque se asocian a valores o posturas conservadoras y porque hay un rechazo general a las normas, a que nos digan lo que tenemos que hacer.
  • Una gran mayoría de jóvenes están de acuerdo con la afirmación de que la Iglesia ayuda a pobres y marginados (60%). A la vez que los jóvenes piensan que la Iglesia es demasiado rica, reconocen, mayoritariamente, la labor asistencial a pobres y marginados que presta la Iglesia.
  • Casi el 45% está de acuerdo con que la Iglesia ofrece al hombre un Hogar espiritual y sinceramente religioso. No cuentan con la Iglesia, no asisten a ella, pero algunos admiten que es un espacio adecuado, un referente religioso para aquellos que la necesiten, para aquellos a quienes les sirva.
  • La opinión que genera mayor grado de acuerdo es la que se refiere a la riqueza de la Iglesia, un tópico que sigue siendo compartido por un alto porcentaje de jóvenes, el 76%.
  • Un elevado porcentaje de jóvenes opina que la Iglesia se mete demasiado en política, el 64%. La Iglesia, como otras instituciones, ejerce su derecho a opinar e interpretar bajo su prisma las diversas situaciones de la vida pública y a ponerlas de manifiesto, y, sin embargo, este derecho de opinión sobre los temas mundanos no es reconocido por muchos sino que es visto como una intromisión en asuntos que “no son de su incumbencia”e incluso como un intento de imponer sus opiniones.
  • Un 75% de jóvenes considera que la Iglesia tiene una postura anticuada en lo referente a la vida sexual de la gente. Ya nos hemos referido antes al rechazo a “que me digan lo que tengo que hacer”, a lo que se considera una interferencia en la vida privada de la gente y, por otro lado,es preciso recordar que la sexualidad es uno de los temas en los que la Iglesia parece encontrarse más distanciada de la población, incluyendo a algunos creyentes.
  • Un 63% considera que la Iglesia se mete demasiado en la vida personal de la gente diciéndole cómo tiene que vivir su vida. Ya hemos dicho que cualquier opinión de la Iglesia se plantea como una intromisión, de ahí quizá esa visión negativa de los jóvenes y, por otra parte, también hemos señalado que, en general, las normas generan cada vezmayor rechazo en nuestra sociedad.
  • Es algo menor el porcentaje de jóvenes, el 58%, que considera que la Iglesia (con sus directrices) dificulta disfrutar de la vida. Respecto a estas dos últimas cuestiones, parece que se proyecta y se tiene una imagen de la Iglesia como reducto de prohibiciones frente al poder civil que se ve como garante de la libertad individual y permisivo.

La mala imagen que se tiene de la Iglesia se puede explicar por esto último y porque aparece ante sectores de la opinión pública como anacrónica e inadaptada, como si no pudiera encajar en el modelo de sociedad en que vivimos. En ocasiones parece que esa imagen de la Iglesia se ha generalizado, es la que se difunde. Quienes trabajan con los jóvenes han de tener este dato en cuenta, aunque es complicado que estas opiniones ampliamente extendidas cambien de la noche a la mañana. No obstante, podemos ser optimistas puesto que hemos visto que los datos que se refieren a la opinión de la Iglesia en 2010 son más positivos que en 2005.
Experiencias con la Iglesia cercana
No parece que la visión negativa de la Iglesia institución venga dada por las experiencias que han vivido los jóvenes en la Iglesia cercana. Sólo un 10% de los jóvenes dice guardar un recuerdo negativo o muy negativo de sus experiencias con la Iglesia cercana (parroquia, colegio, relación con un cura o religioso, convivencias, peregrinaciones…), mientras que la visión negativa de la Iglesia institución es compartida por una amplia mayoría de jóvenes. Un 10% dice no haber tenido experiencias con la Iglesia cercana  Un 32% dice guardar un recuerdo positivo o muy positivo de las mismas. La mayoría, el 44%, se muestra indiferente a las vivencias que ha tenido relacionadas con la Iglesia, como si no les hubieran afectado significativamente.
Quizás la mala opinión que de la Iglesia se tiene en segmentos de nuestra sociedad lleva a bastantes jóvenes a permanecer indiferentes, les hace impermeables a lo que la Iglesia cercana les transmite. Además, no consideran valiosos sus mensajes, el mensaje eclesial no les llega, por lo que el recuerdo de sus vivencias con la Iglesia cercana se neutraliza. No hay un hecho que preceda al otro, una causa que lo determine, sino que todo puede influirse mutuamente, estar interrelacionado.
 
Clase de religión
La asistencia a clase de religión ha descendido ligeramente respecto del 2005 (casi el 14% frente al 10% del 2005 dice no asistir), pero no podemos afirmar que la valoración sea peor. La opinión claramente positiva (me ha servido de mucho) ha mejorado, sin embargo, ligeramente: este año la sostiene el 11%, frente al 9% del 2005. Desciende el porcentaje que afirma que le ha servido, pero no con tanto convencimiento (me ha servido de algo): un 22% frente al 27% del 2005. Por último, desciende en casi un punto el porcentaje que dice que no le ha servido para nada.
 
Vocación
Por último, preguntados los jóvenes por la posibilidad de la vida religiosa como opción vital, casi un 93% de los jóvenes afirma que no se lo ha planteado nunca. No llega al 1% el porcentaje de jóvenes que piensa a menudo en ello, aunque casi el 5% dicen habérselo planteado alguna vez.
Y es que es muy difícil que pueda desarrollarse un proyecto vocacional a la vida religiosa en una sociedad como la actual, en la que el estilo de vida casa difícilmente con la vida religiosa, más austera y sacrificada, en la que la presencia de la Iglesia sigue siendo significativa, pero cada vez más la sociedad española es una sociedad secularizada en la que la religión está presente en la celebración de los grandes hitos del ciclo vital, pero se trata en muchas ocasiones de una presencia simbólica, y en la que se disiente con cierta amplitud, tanto entre creyentes como entre no creyentes, con algunas directrices de la jerarquía eclesiástica. En este contexto es difícil que una opción a la vida religiosa pueda llegar a término.
 

Maite Valls