“Deseo hablar del amor, del cual Dios nos colma,
y que nosotros debemos comunicar a los demás” (DCE, 1).
En la preparación de este número de Misión Joven en el Consejo de Redacción, nos hacíamos algunas de estas preguntas: ¿Vale todo en pastoral? ¿Qué hace que una iniciativa pueda ser calificada como ‘propuesta pastoral’? ¿Se puede hablar de una ‘pastoral barata’? ¿Es suficiente una pastoral líquida para una sociedad líquida? Todas nos parecían preguntas interesantes y nos exigían afinar en las respuestas y en los argumentos.
Corazón y cordial
En nuestra reflexión, respecto a la pastoral, distinguíamos entre lo que calificábamos como sustantivo y lo que calificábamos como adjetivo. Como bien sabemos ‘sustantivo’ hace referencia a conceptos, ideas, realidades, experiencias… Y el ‘adjetivo’, por su parte, determina o califica el sustantivo, expresando sus características o propiedades.
¿Podría bastar en el ambiente juvenil una pastoral sin más, sin adjetivos? La pastoral no puede perder su esencia con adjetivos circunstanciales o contradictorios con ella. Pero en el contexto juvenil lo cordial condiciona la praxis pastoral, los procesos, la transmisión de los contenidos de la fe.
El corazón de la pastoral
San Agustín dice de esta manera: “Todos los buenos pastores son en realidad miembros del único pastor y forman una sola cosa con él. Cuando ellos apacientan es Cristo quien apacienta”.
La palabra pastoral es una categoría determinante para quienes nos dedicamos al trabajo educativo y evangelizador con jóvenes. Esta palabra, pastoral, nos conecta e identifica con el Buen Pastor, Jesús. Por lo tanto, para hablar de pastoral, lo primero que tenemos que hacer es fijar la mirada en el Pastor Bueno, que revela la interioridad de Dios y que pretende conducir al hombre a una vida plena (Juan 10, 10).
¿Qué es esencial, o sustantivo, en el trabajo pastoral? ¿Dónde está el corazón de la pastoral? La caridad pastoral, que late en el corazón del pastor y que no es otra cosa que el amor de Cristo, del cual participamos quienes hemos sido llamados a la educación y evangelización de los jóvenes.
Esta caridad pone en relación la dimensión vertical y horizontal de la vida cristiana: la opción creyente por Dios y el compromiso coherente en lo cotidiano y en el anuncio del mensaje cristiano.
La pastoral cordial
De este centro, del corazón pastoral, brota una pastoral cordial que pone en relación al educador y al educando. Una relación, sostenida por la credibilidad personal, caracterizada por la cercanía, la confianza, la paciencia, la comprensión, la misericordia, virtudes características del Buen Pastor quien “va delante de ellas (las ovejas) y ellas le siguen porque conocen su voz” (Juan 10, 4) y que “da la vida por sus ovejas” (Juan 10,11).
Por lo tanto, para poder desarrollar una pastoral cordial necesitamos en primer convertirnos al Pastor Bueno. Este nos envía a los jóvenes y nos sentimos invitados a acompañar a estos mismos jóvenes en su encuentro salvador con el Señor.
“Lo que va a salvar a las personas no es que se relacionen con nosotros, sino que se relacionen directa y personalmente, por la fe y el amor, con Jesucristo, Señor y Salvador de todos” (F. Sebastián).
Algunos de los rasgos de esta pastoral cordial son: una acogida incondicional que encamina a la vida; una relación educativa de calidad y con calidez; una educación amable y significativa; un empeño formativo por la alfabetización emotiva de los jóvenes.
Sobre los artículos
En el primer artículo José Joaquín Gómez Palacios propone que nos fijemos en Jesús y sus encuentros. En estos textos, el autor, ve una manera de hacer en Jesús que orienta nuestra manera de hacer. Por todo ello habla de unos itinerarios para una pastoral de acogida.
Jesús Rojano firma el segundo artículo. La pastoral cálida, nos dice, es evangélica, buena y necesaria, con tal que se parezca verdaderamente a la de Jesús, y evitemos así que se convierta en superficial y superflua, y nos estorbe en vez de ayudar.
El tercer artículo lo firma José Luis Moral para quien la pastoral juvenil es una respuesta con corazón a la identidad afectiva de los jóvenes. No es un tema fácil la identidad afectiva de los jóvenes. El educador parte de una acogida incondicional (alianza con los jóvenes) y de ahí nacen las propuestas pastorales.
KOLDO GUTIÉRREZ