Luis Antonio Preciado
Han pasado 10 años desde que pusimos en marcha una iniciativa que no la considerábamos, al principio, ni original ni pionera. El tiempo transcurrido es el que nos ha hecho considerarla como tal. Original en el sentido de que con ella hemos convivido con personas cercanas a nosotros, que viven en nuestra misma ciudad pero con realidades vitales muy distintas. Esta experiencia ha sido el origen de cambios y procesos personales. Pionera en el sentido de que ha abierto, con cierto atrevimiento, un tipo de voluntariado juvenil. Posiblemente no haya sido la primera ni sea la única experiencia. Ha sido la primera en nuestro contexto social más próximo de nuestra ciudad. Quizás aquí esté el atrevimiento de escribir estas reflexiones así como el agradecimiento a quienes con su voluntariado han mostrado que todo esto es posible.
Es la experiencia del Proyecto “Compromiso en Salud Mental”, que tiene unos destinatarios principales: los jóvenes cristianos. Tiene también destinatarios “necesarios”: las personas con enfermedad mental. Hay otros destinatarios “indirectos”: equipo organizador del proyecto y los responsables de Los Centros Residenciales en los que hemos realizados el Proyecto.
Pero todo tiene su historia. Creamos hace muchos años el Servicio de Pastoral en el Área de Marginación (cuyas siglas, S.P.A.M., han caído en desgracia, ¡la dichosa informática!) y una de nuestras iniciativas fue poner en marcha el proyecto anunciado más arriba, ubicado en la ciudad de Vitoria-Gasteiz[1].
Un Proyecto más…: nuestro Proyecto
Al recordar y repasar las reflexiones habidas hace ya mucho tiempo, no podíamos imaginar el desarrollo ni el recorrido que íbamos a tener. Lo cierto es que venimos de unas bonitas experiencias de reflexión-formación en el voluntariado social juvenil. Veíamos, como vemos ahora, que a los jóvenes de nuestras parroquias, colegios, movimientos… se les invita al compromiso social (además del personal y comunitario), pero entendíamos que faltaban los pilares de los puentes entre lo vivido en dichos ámbitos y las organizaciones sociales.
Nuestra intuición y experiencia era que había dos mundos distintos: lo vivido y querido en los procesos de educación cristiana y lo que se podía experimentar y contrastar en el mundo asociativo y organizativo, especialmente en los campos sociales.
El siguiente paso consistió en la elección del campo de actuación. La elección no fue muy difícil. Conocíamos los diversos sectores de la exclusión en nuestra ciudad (ha sido una tarea continua de nuestro Servicio de Pastoral en el Área de Marginación) y conocíamos las asociaciones y organizaciones que trabajaban en ellas. Pero, de los posibles campos o sectores, había uno que era “mayor reto”, estaba “menos atendido”, podía parecer “terreno no válido” para el voluntariado. Era el sector de la Salud Mental
¿Cómo hacer atractivo al voluntariado juvenil el campo de la Salud Mental donde las claves de dicha actividad es acompañar, contrastar e introducirse en el mundo de la enfermedad (o de la falta de salud)? ¿Cómo proponer a unos jóvenes que se acerquen a un voluntariado donde, además, les pedimos que contrasten sus vidas (sus oportunidades, gratificaciones, “suerte en la vida”) frente a otras personas que están encerradas en la enfermedad crónica?
¿Cómo acercar la realidad de la enfermedad a quienes están sintiendo la vitalidad de la vida, en las apuestas de futuro, en la potencialidad de sus personas? La enfermedad, cualquier tipo de enfermedad, pero más si es crónica, está lejos del mundo juvenil. Parece una “no-vivencia” más que algo cercano y sentido. Aquí estaba el reto. El voluntariado no haría los procesos ya vividos, sino conocería procesos de otras personas y de otras vivencias muy distintas. Tendría que descubrir lo más importante de la persona enferma que es precisamente la persona, con su nombre, historia y situaciones concretas. Nuestra conclusión fue, y es, que los jóvenes sí que pueden contrastar sus vidas con otras personas, sean mayores, enfermos, niños, de otro país, de aquí, etc.
Seguíamos preguntándonos, ¿cómo hacer atractivo para los jóvenes un Proyecto que estuviese dirigido a la Salud Mental? Sabíamos que nuestro proyecto debería tener estas claves: Formación desde la práctica del voluntariado en el campo de la Salud Mental; Reflexión continúa desde teorías y enseñanzas de profesionales y personal técnico en este campo de la Salud; Actividades que los jóvenes puedan llevarlas a buen término: actividades de tiempo libre.
Los destinatarios del Proyecto Compromiso en Salud Mental
Son dos colectivos los destinatarios principales de nuestro Proyecto. Uno, el de los jóvenes. Siempre ha querido ser una oferta para ellos, y una oferta con características propias. Otro, aquellas personas con enfermedad mental que a lo largo de los años han podido hacer las actividades surgidas de nuestro proyecto.
Ahora bien, nunca hemos querido olvidar a otros destinatarios que ahora sólo los enumeramos. De alguna forma, ha sido un Proyecto cuestionador para los lugares donde se han realizado las actividades: Asociación Hogar Alavés (responsable de una Residencia para jóvenes con enfermedad mental), Hospital Psiquiátrico de Álava, Centro Ocupacional (dependiente del Servicio Público de Salud del Gobierno Vasco, Osakidetza) y ASAFES (Asociación Alavesa de Familiares de Enfermos Mentales).
Las claves de un Proyecto de voluntariado en Salud Mental
1.- La importancia de la formación del voluntariado
Hemos pretendido que quienes realizan esta experiencia crezcan como personas y lleguen a ser “autónomos” en sus formas de pensar y actuar. Desde el primer momento hemos valorado la formación como elemento básico del voluntariado.
Entendemos que la actividad para el voluntariado es una parte importante, quizás la más llamativa y la más atractiva. Pero la continuidad del voluntariado (entendido como “compromiso de vida”) está en la capacidad de la reflexión-formación.
Ahora bien, si esta es la base del planteamiento también nos debemos preguntar por el tipo de formación. Obviamente que no hemos optado por la formación académica aunque siempre hay un aprendizaje de conocimientos científicos; ni estructurada en temarios, cursos, ciclos, etc.; aunque en nuestra formación haya temas, incluso unos más adaptados a quien empieza y otros a quien lleva más tiempo con nosotros. Nuestra formación la hemos entendido como reflexión personal y aprendizaje desde el actuar en grupo. Pretende que el voluntariado, conociendo enfermedades, síntomas, planteamientos médicos-sanitarios.., vaya descubriendo a las personas que hay detrás de los adjetivos “enfermo” y “mental”. Por lo tanto, los conocimientos se acompañan de preguntas y debate para la asunción de ideas y mensajes.
2.- La importancia de la relación humana
La segunda clave de nuestro proyecto en Salud Mental hace referencia a todo tipo de relaciones personales con todos los estamentos que entran en juego. Citamos la relación habida con las personas con enfermedad mental, a los voluntarios y voluntarias entre sí, formando equipo, a la relación entre organizadores del proyecto y voluntarios, entre organizadores y responsables de los centros residenciales. Hay una multitud de relaciones humanas que conviene cuidar y valorar como elemento fundamental del mismo proyecto.
Ahora bien, nos debemos cuestionar el grado de relación. Nos parece importante, por ejemplo, que los voluntarios tengan un conocimiento básico unos de otros, que se dé una confianza, que haya una comunicación. Todo ello con el fin de formar equipo porque el equipo es quien hace la actividad; en el equipo hay criterios comunes de actuación, hay acuerdos. No pretendemos otra cosa que posibilitar las bases para la actuación en equipo.
Quizás más difícil de entender es el tipo de relación que hay que mantener con los actores de las actividades. Es necesario una relación humana normalizada pero con los límites de un trabajo de voluntariado. Es importante conocer y transmitir las opiniones, las ilusiones de cada cual, en las conversaciones normales de un paseo, o de un juego. Pero siempre en el espacio de la actividad.
Es preciso evitar falsas expectativas sobre las muestras de respeto, cariño y amistad. Es lógico que quien se ha sentido desplazado, incomprendido, no entendido,… se haga ciertas ilusiones para quien le muestra la cara más admirable que tenemos los seres humanos. Les pedíamos a los voluntarios que no informen sobre teléfonos, direcciones particulares y datos personales. Es una forma de poner unos límites necesarios. Apostamos por mantener sólo la relación en las actividades de tiempo libre grupales. En ellas, hay espacios para charlar y hay espacios para comunicar.
La relación humana es una clave importante porque cada uno desde su papel recrea una dinámica de actuación. En las relaciones humanas, se produce el descubrimiento de la persona. Se comienza poniendo el acento en los adjetivos “enfermo mental”, “voluntario”, “organizador”, “responsables”…y terminamos relacionando con los sustantivos: Blanca, Mikel, Zuriñe, Mertxe…, y otros muchos nombres y personas.
3.- La importancia de lo cotidiano
Es difícil convencer al voluntariado que nuestra tarea es llegar a que las personas con enfermedad mental puedan hacer una “vida como los demás”. Nuestro planteamiento es hacer “lo cotidiano”, lo que cualquier persona suele hacer en sus tardes libres. Lo que hacen los amigos cuando se juntan para pasar momentos de relación: pasear, ver una exposición, ir al cine, charlar… Es difícil valorar lo que aparentemente no conlleva esfuerzo o lo que hacemos por costumbre.
En nuestras reflexiones, tanto por medio de los profesionales de la sanidad como por medio de los textos de reflexión, hemos escuchado y leído el comportamiento en clave de normalidad y cotidianidad hacia las personas con enfermedad mental. En nuestras vidas hay risas y enfados, opiniones a favor y en contra ante cualquier tema, hay normas… Las relaciones con las personas con enfermedad mental deben buscan esta normalidad donde tan educativo y relacional es el “sí” como el “no” ante una propuesta o una opinión. No conviene darles todo lo que quieren, pues muchas veces adoptan una relación de “enfermo” para conseguir algo (“como soy enfermo”).
Conseguir “lo cotidiano” nos ha supuesto plantearnos la realización de actividades cotidianas, y además hacer en ellas una relación de normalidad. Ciertamente que no es fácil. No es fácil cuando esto, repito, no es valorado como logro en nosotros mismos.
No cabe duda que acercar y experimentar la cotidianeidad es posible si lo valoramos en forma de reto para las personas con enfermedad mental; y, además, como descubrimiento para los voluntarios. Así es más fácil entender nuestra concepción del voluntariado: una actividad dentro de nuestra vida, ser “continuamente voluntario”.
4.- La importancia de lo cristiano
Otra de las claves ha sido y sigue siendo el aspecto cristiano que hemos dado a todo nuestro planteamiento. Unas veces lo hemos expresado explícitamente y casi siempre implícitamente. Ahora bien, no es nuestro objetivo la transmisión explicita de nuestras creencias a personas con enfermedad mental o a los responsables de los centros residenciales.
Apostamos por esta clave porque es nuestra forma de pensar. Nos convence los valores del Evangelio de Jesús de Nazaret y eso lo queríamos reflejar en nuestros planteamientos. Hemos realizado acciones que contenían estos valores. Hemos llevado el aprecio de la persona más allá de sus cualidades y situaciones. Hemos observado con la mirada utópica de futuros siempre lejanos.
La propuesta del proyecto Compromiso en Salud Mental está dirigida a quienes viven el cristianismo como reto y como algo querido. Nos hemos dirigido siempre a los jóvenes cristianos de nuestra diócesis para que participen del mismo.
A lo largo de todo ese periodo de puesta en marcha del Proyecto, hemos elegido, como temas de reflexión, la persona de Jesús de Nazaret, o personajes bíblicos, o el planteamiento cristiano del Compromiso Social, para alimentar esta clave.
5.- El acompañamiento en el proceso de los voluntarios y de las voluntarias
Hay dos palabras a destacar en esta clave: acompañar y proceso. Al plantearnos el acompañamiento al voluntariado deseamos que esta propuesta no sea cerrada. Esto es, acompañar significa para nosotros admitir un proceso de aprendizaje, de crecimiento, por parte del voluntariado, y por parte de los organizadores también. No se trata sólo de actuar y ¡ya está!.
De aquí la importancia de estar continuamente con los voluntarios, no en el momento de ejecutar las actividades sino en el momento de la reflexión, para seguir su proceso y participar en un proceso común.
Acompañar y sentirse acompañado y acompañada. Porque es importante, sobre todo al inicio del voluntariado y del proceso subsiguiente, sentir que alguien y algo (un proyecto escrito y razonado, por ejemplo) está a tu lado. No importa que ese “alguien” también tenga sus dudas, o vea las dificultades, o tenga más experiencia en el sector de la enfermedad mental. Importa que el voluntariado viva ese momento con alguien y algo.
Desde el comienzo todo el voluntariado ha podido experimental la compañía de los organizadores y de los responsables de los Centros Residenciales. Acompañados también por los demás voluntarios. Porque el sentimiento de igualdad también se valora en el caminar diario, con sus certezas y sus incertidumbre
También acompañados por “algo”. Un algo que se recoge en el proyecto, en sus objetivos, dinámicas, etc. Este “algo” (Proyecto) nunca ha estado acabado, y desde ahí su necesario desarrollo continuo. Nunca su permanente “estar inconcluso” ha transmitido el mensaje de “desprotección”. Tiene mucho valor que con la reflexión teórica cada cual pueda saber su papel, los pasos dados y a dar, los porqués de muchas cosas.
Acompañar también es, como equipo organizador, escuchar propuestas y criticas, recibir demandas y dejarse guiar por el ritmo o el proceso de los mismos voluntarios.
Por último, acompañar también requiere un método de acompañamiento. Nosotros lo proponíamos y lo exigíamos con las reuniones mensuales. Entendíamos que ese es el espacio metodológico principal. Ahora bien, no ha sido el único. Los “fines de semana”, así llamados, de todos los inicios de curso es otra de nuestras herramientas, lo mismo que las celebraciones de Navidad, o las valoraciones de final de cada curso.
Conclusión: un alegato a favor del voluntariado en el sector de la Salud Mental
Al volver la mirada a lo realizado en estos diez años de andadura del Proyecto “Compromiso en Salud Mental”, no es sencillo conocer a ciencia cierta lo aportado a todos y a cada uno de los que han intervenido. Nunca sabremos el valor real de los encuentros entre las personas. Quizás tampoco sea tan importante.
Estamos convencidos y convencidas que se han abierto puertas. Puertas materiales, como son las de los Centros Residenciales en los que hemos colaborado. Otras, mucho más importantes, las puertas de las personas que han experimentado el trabajo y el esfuerzo de estos años.
No nos olvidamos de quienes no han colaborado directamente en la iniciativa y sin embargo han tenido noticias de ella. Quizás hayamos suscitado en ellos preguntas e interrogantes; quizás hayan respondido a cuestiones que temían; quizás hayan admirado a quienes han sido capaces de estar, aunque sea un breve tiempo, con personas diferentes; quizás se haya sensibilizado antes las situaciones de aislamiento, o desesperanza, o miedo de otros seres humanos que viven entre nosotros. Pero lo cierto es que esta experiencia ha sido y sigue siendo una invitación a creer y hacer realidad que es posible trabajar por unas relaciones más humanas, más fraternas.
Es un valor en sí mismo que las personas con enfermedad mental puedan relacionarse con otras personas que no son de su entorno sanitario ni familiar. Puede que les ayude a soportar mejor la enfermedad; incluso puede que su estado de salud no empeore. Y puede que recuperen algo de su salud, aunque sea la salud social perdida.
Muchas personas hoy por hoy necesitan de la sanación. Todos los demás necesitamos la salud en su sentido amplio. La realización de un voluntariado en este sector es posible. Nuestra experiencia es una más de las existentes. ¡Ojala siga siendo una más de las muchas que se pongan en marcha, de las que trabajen por la búsqueda de la convivencia sana y fraterna!.
Luis Antonio Preciado
Director del Secretariado Social Diocesano de Vitoria
[1] Para conocer la reflexión completa, se puede consultar la página web de la Delegación de Pastoral con Jóvenes de la diócesis de Vitoria: www.gazteok.org (pinchar RECURSOS, luego ARTICULOS)