Augusto Fernández
Los actores de cine han inspirado a los espectadores a lo largo de la historia. El peinado, la ropa, la bebida, las expresiones, los gestos, el modo de comportarse… se han imitado intentando captar el espíritu que los animaba. Algunos han logrado pervivir y siguen sirviendo de pauta para salir adelante en los complicados años adolescentes y juveniles. Otros fueron evolucionando al compás de la vida y sirvieron de modelo para épocas de madurez. Y no faltan los que han soportado mal el paso de los años y resultan más motivo de curiosidad que de estímulo. Éstos son algunos de los que dejaron y siguen dejando una huella profunda en la pantalla.
Humphrey Bogart
Superados los efectos de la guerra, los años cincuenta veían la ascensión irresistible de una nueva forma de vivir la juventud. El rock n’ roll era más divertido y bailable. Los automóviles se convertían en seña de identidad y de lucimiento para los que estrenaban modelo. Los padres parecían vivir en un mundo pasado y trivial. Pero Humphrey mantenía su aureola.
Nacido en una familia acomodada, hijo de un importante cirujano y de una ilustradora de revistas, pronto destacaría por un mal comportamiento que ocasionaría la expulsión de la Academia Phillips y el ingreso en la marina americana. Los sueños paternos de que fuera médico se desvanecían.
Un accidente en una embarcación dejó paralizado el labio superior: de ahí derivaría la manera peculiar de hablar y el gesto característico que un joven Jean Paul Belmondo remedaría en “Al final de la escapada” (A bout de souffle, 1959) de Jean-Luc Godard, con guión de François Truffaut.
Actor teatral de escaso éxito en Broadway se traslada, como tantos otros, a Hollywood para triunfar en el cine. Pero le llevaría tiempo alcanzar el estrellato interpretando a personajes duros. «Bullets or ballots» (1936) de William Keighley, junto a Edward G. Robinson; «El bosque petrificado» (1936) de Archie Mayo, con Bette Davis y Leslie Howard; «Dead End» (1937) de William Wyler; «Marked Woman» (1937) de Lloyd Bacon, nuevamente junto a Bette Davis; «The Amazing Dr. Clitterhouse» (1938) de Anatole Litvak, con Edward G. Robinson, «Angeles con caras sucias» de Michael Curtiz, con James Cagney y Pat O’Brian; «Los violentos años veinte (1939)” de Raoul Walsh, protagonizado por James Cagney.
El cine negro y la productora Warner Bross se iban consolidando, pero Humphrey Bogart no acababa de brillar. A pesar de otros títulos como «La pasión ciega» (1940) de Raoul Walsh, junto a George Raft, y «El último refugio» (1941), nuevamente con el mismo realizador e Ida Lupino.
“El halcón maltés” (1941), la realización primeriza de John Huston, junto a Sydney Greenstreet, Mary Astor y Peter Lorre, lo llevaría a una fama que se ha ido consolidando con el tiempo. Encarna al detective privado Samuel Spade, ideado por Dashiell Hammet, que debe resolver una serie de asesinatos cometidos tras el robo del valioso objeto. Investigador cínico y osado, capaz de adentrarse en el peligro siguiendo un instinto atinado, a pesar de las amenazas y de los golpes, desconcertando a los rivales con una réplica ingeniosa o con una salida inesperada, atraído por enigmáticas y dudosas mujeres, aunque más fiel a su ética personal y al socio asesinado que a la seductora mujer fatal.
«Casablanca» (1942) de Michael Curtiz refrendaría el éxito y lo convierte en un mito, junto a Ingrid Bergman, en una de las películas más prestigiosas de la historia, como la canción interpretada por Dooley Wilson: «As time goes by». El desencantado Rick Blaine regenta un club en Casablanca, lugar neutral, durante la Segunda Guerra Mundial. En el local se reúnen los refugiados que intentan llegar a Portugal o a los Estados Unidos. Todo transcurre rutinariamente hasta la inesperada aparición del perseguido miembro de la Resistencia francesa Victor Laszlo y de de su esposa Ilsa, con la que Rick había mantenido una intensa pasión en París hasta la ocupación de los alemanes.
El papel de gángster deja paso al héroe perdedor y romántico, al solitario que permanece fiel a sus convicciones en una época oscura y Humphrey Bogart es el actor mejor pagado del momento. Esa honestidad que transmiten las imágenes la refleja igualmente en su oposición a la caza de brujas promovida por el senador McCarthy contra los cineastas acusados de colaborar con el comunismo durante la guerra fría.
“La reina de África (The African Queen, 1951)” de John Huston, según la novela de de C.S. Forester, con Katharine Hepburn, le permitió ganar el óscar al mejor actor. Retrocedemos a la Primera Guerra Mundial y los protagonistas han envejecido, pero asistimos a otra historia de amor entre dos personas aparentemente incompatibles: el tosco capitán de barco, aficionado a la bebida, y la remilgada misionera, reticente a cualquier tipo de contacto con el sexo opuesto. La necesidad de emprender un viaje y una misión en común –como en tantas películas de carretera – los acerca y se establece entre ellos una atracción irresistible. Cuando Katharine Hepburn, en su ancianidad, rememoraba la experiencia vivida, diría: “Me pregunto en qué parte de África andarán ahora Charlie y Rose o si serán felices.”
No es extraño que, ante esa vida que se desprende de las imágenes, un desconcertado Woody Allen en “Sueños de un seductor (Play It Again, Sam, 1972)” de Herbert Ross se dirigiera al admirado modelo para poder conseguir a la mujer deseada. Y sus preguntas eran respondidas.
Marlon Brando (1924-2004)
Con Marlon Brando se repite el caso del adolescente rebelde y expulsado de varios colegios. También de los intentos inútiles de un padre que intenta encauzarlo y de una madre, actriz teatral, que le sirve de inspiración. Será, posteriormente, el máximo representante del Actor’s Studio de Lee Strasberg. Estela que seguirían James Dean, Paul Newman, Al Pacino, Dustin Hoffman, Sidney Poitier, James Caan, Mickey Rourke, Nick Nolte o Robert De Niro.
La famosa crítica Pauline Kael cree que el actor sufre un ataque en el escenario cuando ve su actuación en «Truckline Cafe». Brando, para encarnar mejor a los personajes, no duda en vivir sus experiencias -estancia en un hospital para saber qué siente un soldado herido en batalla durante un mes-. Así preparará “The Men” (1950) de Fred Zinnemann.
“Un tranvía llamado Deseo” (1951) de Elia Kazan, según la obra teatral de Tennessee Williams, le proporciona el éxito inmediato. Se habla del magnetismo animal que desprende en su camiseta sudada, de la arrogancia juvenil, de una expresión que supera el amplio repertorio de los famosos. Las frases pulidas se transforman en imágenes impactantes. La tensión entre la actriz consagrada Vivien Leigh -la patética y remilgada Blanche Dubois, dama sureña- y el joven actor -el tosco y sensual Stanley Kowalski- no se reducía únicamente a lo que sucedía en el interior de la historia y ésta se enriquecía con el antagonismo de ambos.
“¡Salvaje!” (1954) de Laszlo Benedek le permite enfundarse una cazadora de cuero y pilotar una Harley Davison, formar parte de una pandilla que aterroriza los pacíficos lugares por los que pasan y despertar el interés de los más atrevidos. No faltará la chica formal – la hija del sheriff – que encarrilla a Johnny por el camino recto y le permite emprender una vida normal. Pues, en el fondo, es un buen chico. Motivo que se reiterará en “Buscando mi destino” (1969) de Dennis Hopper, “Los ángeles del infierno” (1966) de Roger Corman y en “Calles de fuego” (1984) de Walter Hill. Formar parte de un grupo, rechazar la vida anodina de los adultos, ser temido o admirado, a la vez que se busca la aprobación, el amor y la estabilidad, esos ingredientes que componen la búsqueda de identidad de un adolescente.
Gracias a “La ley del silencio” (1954) de Elia Kazan, conseguirá el óscar al mejor actor. Está ambientada en los muelles del puerto de Nueva York, donde un grupo de mafiosos, a las órdenes de Johnny Friendly, explota a los trabajadores. Terry Malloy, hermano y ex boxeador a sueldo de él, se enamora de Edie Doyle, hermana de una de sus víctimas. Fidelidad al clan o a los sentimientos, disfrutar de la vida cómoda o denunciar las injusticias, ser un chivato o un cobarde, demasiados dilemas en la cabeza de Terry, al que aún le duele cómo Johnny arruinó la gran oportunidad de su vida al amañar un combate.
El héroe no es honrado, ni demasiado inteligente, pero un amor contenido y sincero suple las carencias empujándolo a adoptar las decisiones más arriesgadas, aunque el precio que tenga que pagar sea tan elevado como la muerte de Johnny y los golpes apenas le permitan caminar en el sobrecogedor final. El padre Barry, sacerdote preocupado por la situación de injusticia que sufren sus fieles, lo ayudará, como a los demás, a romper la ley del silencio.
Después de una irregular carrera “El padrino” (1972) de Francis Ford Coppola le vuelve a proporcionar el óscar al mejor actor. Encarna ahora a don Vito Corleone, jefe de una de las cinco familias que ejercen el mando de la Cosa Nostra en Nueva York en los años 40. Las actividades delictivas – de las que no se nos ahorran algunas imágenes violentas – transcurren al compás de la vida familiar en la que el capo se muestra como un patriarca celoso del bien de los suyos. Incluso el hijo más inteligente y distante volverá para hacerse cargo de la sucesión.
¿Son detestables las actividades mafiosas y respetables las preocupaciones familiares de Vito Corleone? ¿Se puede separar lo personal y lo público con un certero tajo de bisturí? ¿Se refleja la auténtica vida de los mafiosos o volvemos a la añoranza de los valores perdidos y a la idealización de quienes no lo merecen?
Brando, cada vez más alejado de la industria cinematográfica, a la que desprecia por “inútil e infantil”, se niega a recoger personalmente el galardón, y su vida personal se ve inmersa en un sinfín de problemas que lo van ahogando implacablemente. A pesar de la evidente decadencia física, volverá a deslumbrar en “Apocalypse Now” (1979) de Francis Ford Coppola. Interpreta al enigmático coronel Kurtz, al que acusan de haberse vuelto loco. El capitán Willard, oficial de los servicios de inteligencia, tiene la misión de dar con él y eliminarlo. Durante el largo y accidentado viaje, Willard tendrá la ocasión de adivinar qué le ha podido impulsar a refugiarse en la profundidad de la selva, donde reina implacablemente sobre la tribu Montagnard.
La fascinación que nace de una personalidad extraordinaria, los paisajes de pesadilla acompañados de la explosión de las bombas, de la música del momento y de la inhalación de las drogas, el largo monólogo de Kurtz -¿lúcido o delirante?- ante un Willard desconcertado que cumplirá su misión a la vez que el animal es sacrificado por la tribu. Ingredientes de una película tan importante como excesiva.
James Dean (1931–1955)
Huérfano de madre a los nueve años, su infancia transcurre en la granja de unos tíos en Fairmount. Tiene tiempo para practicar los deportes – especialmente el baloncesto y el béisbol – , a pesar de padecer de miopía, y para iniciarse en el mundo del teatro. Antes de estudiar en la famosa Universidad de Los Ángeles (UCLA) y en elActor’s Studio.
La oportunidad se la brinda, como a Marlon Brandon, el director Elia Kazan. Ve en él al intérprete idóneo para el papel de Cal Trask en “Al este del Edén” (1955), según la novela de John Steinbeck: un carácter apasionado, retraído, dócil y melancólico. Cal intenta ganarse el cariño de su padre Adam, granjero y fanático religioso de Salinas, frente al displicente y rebelde hermano Aaron. Lo ayuda en las faenas del campo, busca el dinero necesario para poder cosechar, descubre que su madre – en lugar de haber muerto como le dijeran – trabaja en un prostíbulo de Monterrey. Y cuando logra reunir la cantidad necesaria, se encuentra con el rechazo de un padre desconfiado.
Los espectadores asisten al extraño espectáculo de un joven protagonista que llora ante ellos y responde con odio al odio que recibe. Crisis juvenil, de claras resonancias bíblicas, que desemboca en el exorcismo final, cuando Cal acepta permanecer junto al padre enfermo que reconoce que lo necesita a su lado. «Para un gato abandonado en la Calle 42, el problema más importante es no perderse. Pues bien, en Hollywood tengo la sensación de ser un gato abandonado en la Calle 42 hacia las ocho de la tarde.»
El rodaje le permite conocer a la actriz Pier Angeli, el amor de su vida. Encajó muy mal la noticia de que ella decidiera casarse con el cantante Vic Damone: mantuvo encendido el motor de su moto durante la ceremonia religiosa para molestar a los participantes. Da muestras de un temperamento difícil cuando no acude al estreno de “Al este del Edén”. Prefiere asistir a la proyección, días más tardes, como otro espectador anónimo. «Actuar es, para mí, el procedimiento más lógico de arrojar mis neurosis. Los actores trabajan para dar salida a las fantasías y a los dramas que los aprisionan.”
Nicholas Ray le contrata para actuar en ”Rebelde sin causa” (1955), junto a Natalie Wood y Sal Mineo. Su papel de joven rebelde Jim Stark se muestra desde el principio, cuando la policía lo conduce ebrio hasta la comisaría, donde conoce a los problemáticos Judy y Platon, alumnos del mismo centro de estudios.
Jim Stark desprecia a su débil padre, manejado por la madre como un pelele, y decide participar en la arriesgada carrera de automóviles hasta el precipicio para demostrar que no es un gallina -Dean, gran aficionado a las competiciones, tuvo que comprometerse en el contrato a no participar en ninguna durante el rodaje-: Buzz, el rival, al quedar enganchado accidentalmente, se despeña mortalmente. Judy, Platon y Jim deciden refugiarse en la enorme mansión abandonada, huyendo de los amigos de Buzz, que buscan venganza. El asustado Platon, que admira el valor de Jim y encuentra en él la figura del padre siempre ausente, dispara un revólver al sentirse amenazado. La policía los cerca y exige que salgan con las manos en alto. Platon muere al aparecer con el arma, descargada por su amigo. Desenlace que recuerda el de un desesperado Matt Dillon en “Rebeldes” (1983) de Francis Ford Coppola al enterarse de la muerte de Johnny y enfrentarse a la policía sin balas con las que poder disparar.
La película triunfa durante meses en las ciudades del mundo, porque los jóvenes se ven reflejados en la historia que contemplan: unos hogares en los que se sienten incomprendidos, unos padres que carecen de autoridad y no son capaces de presentarse como modelos, la compañía y el calor del grupo de amigos donde son acogidos, el deseo de probar el valor conduciendo los coches hasta el límite.
Aun tiene tiempo para participar en “Gigante” (1956) de George Stevens, con Rock Hudson y Elizabeth Taylor, junto a la frontera mexicana. Encarnará al solitario y rebelde Jett Rink, empeñado en extraer petróleo del reducido terreno heredado, pese a los frustrados intentos de Bick Benedict para que se lo venda. Con el paso del tiempo logrará lo que se propone, pero la brecha entre ambos se ha ido ahondando y llegarán a enzarzarse en una pelea a puñetazos, emulando los clásicos westerns en una remozada adaptación moderna.
Aunque Dean accedió a participar en un anuncio publicitario para aconsejar a los jóvenes que moderaran la velocidad, participó con su recién adquirido Porsche 550 Spyder “The little bastard “en una carrera de automóviles de Salinas. Al esquivar otro coche en un cruce de Cholame, se estrelló contra un poste de la luz y se fracturó el cuello, muriendo inmediatamente. Ni siquiera tuvo la posibilidad de asistir al estreno de sus dos últimas películas. “¿Qué es lo que más respeto? Es fácil. La muerte. Es lo único digno de respeto, lo único inevitable, indiscutible de verdad.”
Marilyn Monroe (1926-1962)
Norma Jeane Mortenson se convertiría en el símbolo sexual de los años 1950. Se ha dicho que el nombre de Norma Jean es en honor a la actriz del cine mudo Norma Talmadge. Se desconoce el nombre de quien fuera su padre y la madre tuvo que ser trasladada a un hospital psiquiátrico, afectada por el mal que ya padeciera el abuelo y que Marylin siempre temió contraer. Los primeros años iban transcurriendo con los Bolender, vecinos de la abuela, en el orfanato o con alguna familia adoptiva.
A los dieciséis años se casa con James E. Dougherty para encontrar la estabilidad que le faltaba, pero él es trasladado hasta Australia durante la Segunda Guerra Mundial y se divorcian en 1946. Marylin inicia su trabajo de modelo para la agencia Blue Book. Teñida de rubio platino, será «el sueño de los fotógrafos» y portada de “Playboy” en cinco ocasiones.
Después de breves apariciones en otras películas destaca su intervención -la exuberante y poco inteligente amante- en la obra maestra del cine negro “La Jungla de Asfalto” (1950) de John Huston, adaptando una novela de W. R. Burmett, junto a Sterling Hayden, Sam Jaffe y Louis Calhern. En torno a la preparación, la realización del atraco de una joyería por parte de una banda de delincuentes y las consecuencias posteriores. Motivo repetido hasta la saciedad por otras obras, pero sin la profundidad psicológica de los personajes y de sus motivaciones, sin alcanzar el clima de fatalismo que los envuelve inexorablemente.
Ante las críticas recibidas por mostrar simpatía a unos atracadores, el director respondería: «Las personas que consideran inmoral el film tienen miedo de lo que la película despierta en ellos. Se sienten criminales porque comprenden el estado de ánimo y las motivaciones de los criminales».
Interviene en otro breve papel -atractiva secretaria- de la comedia extravagante “Me siento rejuvenecer” (1952), de Howard Hawks, con Cary Grant y Ginger Rogers. El brillante y despistado químico inventa una fórmula que impide envejecer, pero, cuando un chimpancé lo vierte accidentalmente en el depósito de agua potable, las consecuencias son mayores de las esperadas y permiten al director volver a sus constantes temáticas: la inversión de papeles, la vuelta a la naturaleza frente a la civilización inhibidora, el despertar de la adolescencia dormida, la añoranza de la diversión despreocupada.
En “Cómo casarse con un millonario” (1953) de Jean Negulesco, se empareja con Betty Grable y Lauren Bacall. Marilyn Monroe es la divertida y acomplejada miope que se niega a usar las gafas en público. Las tres chicas intentan conseguir marido entre los solteros más adinerados de la ciudad y alquilan un lujoso apartamento. Después de la decepción que nace de esos encuentros, se irán emparejando con quienes las atraen sentimentalmente.
En “La tentación vive arriba” (1955) de Billy Wilder, junto a Tom Ewell y guión de Billy Wilder, aparecerá en secuencias memorables: cuando se presenta como la nueva vecina ante el padre de familia que acaba de dejar en la estación a la esposa y al hijo de vacaciones o con las faldas levantadas en una boca de aire de metro. El ciudadano de edad media ve cómo las ensoñaciones solitarias de irresistible conquistador se topan con la realidad de una irresistible e inabordable mujer, tan cercana y tan remota.
“Con faldas y a lo loco” (1959) de Billy Wilder, con Tony Curtis y Jack Lemmon, es una de las cimas y un resumen de la comedia clásica. Marilyn, vestida por Orry-Kelly (óscar al vestuario), además de actuar, cantará con su leve y agradable voz «I wanna be loved by you» y «I’m through with love».
“¿Cómo se crea un mito en la pantalla? Es muy simple: consíguete a la rubia más hermosa que hayas visto, vístela con un vestido claro con mucho vuelo y pídele que se pare en el respiradero de un tren subterráneo. Luego ponte a esperar. Con el horario del metro a mano, pon a rodar la cámara unos segundos antes de que la formación pase por debajo de la susodicha rubia. Cuando sus polleras se eleven, habrás culminado tu perfecta creación. ¿Acaso eso te parece insuficiente? Muy bien, entonces toma a la misma niña y fotografíala de espaldas desde la cintura hasta los pies, en glorioso blanco y negro; la blonda enfundada en un vestido que quite el aliento. Pídele a la providencia que el tren que está por partir de la estación suelte una bocanada de vapor; ahora sí, filma la genuina expresión de la sorprendida criatura en toda la alevosía de su extraordinaria belleza y deja que millones de seres humanos se enamoren perdidamente y para siempre. ¿Qué eso no te basta?”
Se va abriendo un abismo entre el magnetismo que desprende ante las cámaras y la incertidumbre permanente en que se desenvuelve su vida. Retrasos, incomparecencias, desconocimiento de los diálogos que debe pronunciar, caprichos… van forjando la fama de actriz veleidosa y poco profesional. La productora Fox le interpone una demanda por incumplimiento de contrato en 1955, aunque la retira posteriormente cuando se formalizan las nuevas condiciones: ocho millones de dólares por siete películas.
“Vidas rebeldes” (1961) de John Huston, con guión de Arthur Miller -en proceso de divorcio con la actriz- parece el canto de cisne de unos grandes actores que se acercan a su final: Marilyn Monroe, Montgomery Clift y Clark Gable. Ese mismo año es ingresada en una clínica psiquiátrica por una crisis depresiva.
En 1962 se celebra en Nueva York la gala por el cumpleaños del presidente John F. Kennedy y Marilyn le cantó el «Happy Birthday Mr. President”. La Fox rescinde su contrato, por las repetidas ausencias y retrasos, en pleno rodaje -nunca se culminaría- de “Something’s Got to Give” de George Cukor. El 5 de agosto encuentran su cadáver y se desatan innumerables conjeturas en una espiral aún abierta: ¿suicidio o asesinato?
Lee Strasberg en el funeral en privado diría: «No puedo decir adiós a Marilyn, nunca le gustaba decir adiós, pero adoptando su particular manera de cambiar las cosas para así poder enfrentarse a la realidad, diré «hasta la vista». Porque todos visitaremos algún día el país hacia donde ella ha partido.»
Paul Newman (1925-)
Nacido en una familia de origen centroeuropeo, cursará los estudios de Ciencias Económicas en el Kenyon College, cumplirá el servicio militar en las bases de Okinawa y Guam (1943-1945) y formará parte del Actor’s Studio de Lee Strasberg, junto a James Dean, Steve McQueen, Lee Remick, Geraldine Page. Después de actuar en el teatro y en algunas series de TV, debuta en el cine con la superproducción bíblica «El cáliz de plata” (1954) de Víctor Saville, «la peor película de la década».
“El zurdo” (1958), de un primerizo Arthur Penn, recrea la historia de Billy el Niño. Newman es capaz de mostrar ante la pantalla la complejidad de una personalidad oscilante y atormentada entre hombre y niño: intenta vengarse de quienes asesinaron al dueño del rancho donde trabajaba.
En “El buscavidas” (1961), de Robert Rossen y fotografía de Eugen Schüfftan, encarna al hábil y arrogante jugador de billar Eddie Felson, habituado al uso de cualquier triquiñuela para desplumar a los adversarios. Su obsesión es derrotar al Gordo de Minnesota. Como no conocía el juego, se dedicó concienzudamente a practicarlo al lado de profesionales, a la vez que observaba los gestos para reproducirlos de forma convincente: coger el taco, dar a la bola, moverse, estudiar las jugadas propias y de los adversarios. No es de extrañar el aspecto de documental que se va intercalando en una historia de aprendizaje, soledad, tensiones, necesidad de amor, miedo al fracaso y búsqueda obsesiva del éxito.
En “Dulce pájaro de juventud” (1962), de Richard Brooks, basándose nuevamente en una obra teatral de Tennessee Williams -como en “La gata sobre el tejado de zinc” (1958)- es Chance Wayne, el joven amante de la madura actriz, decadente y alcoholizada, Alexandra del Lago. Él espera entrar en el mundo del cine con su ayuda y añora a Heavenly , la chica que amara en su localidad natal, Saint Cloud (Florida), antes de tener que abandonarla precipitadamente.
El viaje de retorno al hogar perdido se vuelve rutinario y cargado de tensiones melodramáticas, reproches e ilusiones vanas -características en los dramas de Tennessee Williams-. La llegada desvanecerá los sueños de Chance Wayne cuando tenga que enfrentarse a las consecuencias de lo que sembrara antes de partir.
En “La leyenda del indomable” (1967), de Stuart Rosenberg, será Luke Jackson, condenado a dos años de cárcel por romper contadores de aparcamiento durante una borrachera. La sentencia tendrá que cumplirla en una prisión sureña. Allí se enfrentará a las inexorables normas -legales o no- que rigen las vidas de los encerrados. ¿Contumacia o tenacidad? ¿Valor o inconsciencia? El descontento en la localidad natal se consolida en el mundo carcelario: el héroe es un inadaptado esté donde esté, pero servirá de modelo a los más duros cuando la crispación estalle.
“Dos hombres y un destino” (1969) de George Roy Hill, junto a Robert Redford, rememora la historia de la banda del desfiladero -liderada por el ingenioso Butch Cassidy y el reservado Sundance Kid-: un grupo de forajidos dedicados a atracar bancos y trenes. Western crepuscular que recrea una historia real con inquietudes como las relaciones humanas sin marcos definidos, la posibilidad de escapar de la fatalidad del destino o de una segunda oportunidad en tierras lejanas. Con un tono que intercambia el humor con la melancolía.
El final suspendido será evocado en “Thelma & Louise” (1991) de Ridley Scott, con Susan Sarandon y Geena Davis: los protagonistas masculinos ceden su lugar a las intrépidas aventureras, pero el arrojo ante la muerta inevitable -sin plasmar las consecuencias- confieren un tono de leyenda en lugar de la tragedia apuntada. Burt Bacharah y Hal David ganaron el Oscar por la canción «Raindrops keep falling on my head», interpretada por B.J. Thomas e inevitable en el repertorio de tantos cantantes consagrados.
“El golpe” (1973) de George Roy Hill vuelve a reunir a los dos protagonistas en Chicago durante los años 30, combinando el tono de la picaresca con el cine negro y el telón de fondo de la recesión económica. La música que sirve de ambientación nos permite escuchar el ragtime de Scott Joplin. Su aspecto físico y los atractivos ojos azules le han permitido prolongar los papeles de galán durante numerosos años, pero no se ha limitado a repetir fáciles estereotipos: las inquietudes de ampliar el espectro interpretativo lo han impulsado a recorrer otros caminos más arriesgados – incluida la dirección – y a comprometerse en actividades sociales que van más allá de Hollywood – especialmente para ayudar a las víctimas de la droga, en memoria de su hijo fallecido-. Sin que faltara su interés por participar en el mundo de la competición, como James Dean o Steve McQueen, llegando a ser el piloto ganador más veterano en las 24 horas de Daytona.
Robert Redford (1936-)
Adolescente rebelde, aunque aficionado a dibujar -le interesaba más que la interpretación- y a relatar historias, probó una decepcionante vida bohemia en Europa, sufrió la enfermedad y muerte por el cáncer de la madre, entró en el mundo de la bebida hasta que la relación con su primera esposa Lola lo animó a estudiar arte en el Prat Institut de Nueva York. Las primeras actuaciones en series de TV -“Playhouse 90”, “Perry Mason”,“Alfred Hitchcock presenta” y “La dimensión desconocida”-, desilusionan a su padre: «¿Por qué no te buscas un trabajo de verdad?»
Es el perseguido injustamente de “La jauría humana” (1962) de Arthur Penn, junto a Marlon Brando, el sheriff que intenta imponer la ley y la cordura en un pueblo dominado por la violencia. El microcosmos servido por Lillian Hellmann refleja las miserias e hipocresías latentes en cualquier localidad y el estallido cuando encuentran el detonante adecuado. Es, además, la tragedia que se cierne sobre el antihéroe oprimido por una sociedad despiadada. Y Marlon Brando reitera la situación final de “La ley del silencio”: cumplirá con su deber, aunque las fuerzas desfallezcan
Participa en “Dos hombres y un destino” (1969) y “El golpe” (1973) de George Roy Hill, junto a Paul Newman. Funda el Instituto Sundance (1980) en sus terrenos de Utah para la enseñanza de jóvenes cineastas: gastos pagados, material técnico y la colaboración de profesionales reputados. La calidad de los resultados lo anima a crear el Festival de Cine de Sundance para la exhibición de las nuevas obras (1983).
En “Las aventuras de Jeremiah Jonson” (1972) de Sydney Pollack será el protagonista, un soldado federal que huyendo de la guerra mexicana se refugia en la soledad de las montañas, donde aprenderá a sobrevivir con la ayuda del experto trampero Bearclaw Grizlap, formará una inesperada y singular familia con la flathead Swan y el enmudecido Caleb, y descargará su venganza contra los crows cuando los maten.
La multitud de facetas que componen la película posibilita que sea considerada un western ecologista (respeto de la naturaleza y de las costumbres de los indios, aunque sean hostiles), un viaje iniciático en búsqueda de la propia identidad (la montaña no puede ofrecer lo que uno no lleve ya dentro), una defensa de la vida natural frente a la destrucción que conlleva el progreso (el fugitivo se va convirtiendo en un héroe) o el aprendizaje de la supervivencia en un medio desconocido y hostil (se ganará el respeto y la admiración de sus enemigos cuando se aleje después de haberlos combatido noblemente).
Repite la colaboración en el melodrama “Tal como éramos” (1973) de Sydney Pollack, con Barbra Streisand. Encuentro apasionado e imposible de dos estudiantes universitarios demasiado diferentes, el atleta Hubbell Gardiner -aficionado a la buena vida y a los amoríos- y la activista política Katie Morowsy. El matrimonio no será capaz de tender los puentes necesarios para salvar el abismo.
Harrison Ford (1942- )
Los comienzos del actor en las series de TV -“Ironside” y “El virginiano”- eran tan poco prometedores que llegó a desanimarse y se dedicó a trabajar como carpintero de escenarios en los estudios.
La oportunidad se la ofrece la obra coral “American Graffiti” (1973) de George Lucas. Forma parte del grupo de jóvenes de Modesto (California) que celebra el final de la High School (1962) antes de separarse y de entrar en los estudios superiores o en el mundo del trabajo. Es la noche para salir a la calle a divertirse, lucir los automóviles, beber más allá de lo permitido, intentar ligar con alguien, bailar, ir a la bolera, y escuchar el rock & roll -Chuck Berry, Buddy Holly, Frankie Lymon-. Por eso, se ha visto en la película una radiografía inmejorable de la juventud norteamericana de la época, de sus sueños y realidades.
“La Guerra de las Galaxias: Episodio IV – Una Nueva Esperanza” (1977) de George Lucas inicia una de las sagas más importantes del cine y permitiría a su creador tener una productora propia (Lucasfilm) y una serie de empresas relacionadas (LucasArts, Industrial Light & Magic). Harrison Ford interpreta a Han Solo, originario de Corellia y soldado imperial encargado de pilotar una nave de trasporte. Salva al wookiee Chewbacca de la esclavitud y se convierten en compañeros inseparables dedicados al contrabando en el Halcón Milenario, esquivando las naves del Imperio Galáctico.
A pesar del cinismo de sus palabras, colabora en la destrucción de la “Estrella de la Muerte” y se une a la Alianza Rebelde. El interés por la princesa Leia Organa y la rivalidad con Luke Skywalker afloran en las primeras relaciones entre ellos.
La representación del héroe aventurero se prolongará en otra saga, iniciada con “Indiana Jones, en busca del arca perdida” (1981) de Steven Spielberg. Es ahora un atractivo y erudito profesor universitario de arqueología, interesado en combinar las explicaciones con los arriesgados hallazgos de valiosos restos históricos y especialista en el uso del látigo. Después de ser despojado en la valiosa cueva sudamericana por su infatigable rival, recibe el encargo gubernamental de encontrar el Arca de la Alianza, objeto de fe para los judíos y ansiosamente buscado por quienes le atribuyen la emanación de un poder invencible.
Con “Blade Runner” (1982) de Ridley Scott, adaptando libremente Hampton Fancher y David Peoples “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?” (1968) de Philip K. Dick, nos adentramos en un thriller de ciencia ficción (cyberpunk), con los mejores elementos de ambos géneros. Además de enriquecerse con motivos filosóficos, religiosos, éticos, de ingeniería genética, ajedrecísticos… Contrastando los avances científicos con el hacinamiento en las calles, la escasez de animales auténticos y la necesidad de emigrar para evitar la superpoblación frente a la soledad en que viven Rick Deckard y Sebastian rodeados de sofisticados artilugios. «Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir”. «Lástima que ella no pueda vivir, pero ¿quién vive?».
Nos situamos en Los Ángeles, en noviembre de 2019, cuando Rick Deckard – apartado del cuerpo especial de la policía blade runners, dedicado a retirar a los replicantes fugitivos fabricados por Tyrell Corporation – recibe el encargo de volver a las actividades, aunque no lo desea, después de que Holden sea asesinado al realizar la prueba Voight-Kampff a Leon.
En “Único testigo” (1985) de Peter Weir encarna al agente John Book, encargado de proteger a Samuel Lap y a su madre de quienes intentan matarlos por presenciar el niño un asesinato en la estación. La necesidad de esconderse en la comunidad amish confiere un aspecto casi documental al relato -acentuando las diferencias que la separan del ajetreado mundo moderno-, aunque dejando entrever también las grietas que amenazan a esa sociedad.
Harrison Ford intenta evitar el encasillamiento en los papeles de aventurero e intenta probar su registro en comedias y dramas. Así, en “Armas de mujer” (1988) de Mike Nichols, junto a Melanie Griffith, será Jack Trainer, el jefe que ayudará a Tess a demostrar su valía en la empresa Petty Marsh, a pesar de las zancadillas y traiciones que debe sortear. “El fugitivo” (1993) de Andrew Davis recrea la popular serie televisiva y le ofrece la oportunidad de ser el popular y feliz cirujano Richard Kimble. El asesinato de su esposa lo empuja a una huida interminable para dar con el escurridizo hombre manco y esquivar al implacable detective Samuel Gerard que no cejará en seguir sus huellas.
Tom Hanks (1956- )
A lo largo de su dilatada carrera en el cine, ha demostrado una gran versatilidad en los diferentes géneros que le ha servido para ganar dos óscares consecutivos como mejor actor. Su afición al teatro se remonta a la etapa escolar en Skyline High School y al estudio en la Universidad de Bellas Artes (Oakland). Posteriormente, en Nueva York y en Los Ángeles, participaría en papeles secundarios de algunas películas, especializándose en las comedias.
En “Big” (1988) de Penny Marshall es el niño Josh Baskin que desea ser mayor. En la feria así lo pide a la extraña máquina y, a la mañana siguiente, se hace realidad. La sucesión de anécdotas explota la contradicción del aspecto adulto y la mentalidad infantil, pues únicamente el fiel amigo conoce la verdad. El protagonista, desbordado por las consecuencias, retorna a la infancia despreocupada de la que intentara salir.
En el melodrama “Philadelphia” (1993) de Jonathan Demme, junto a Denzel Washington y Antonio Banderas, es el bogado Andrew Beckett. Despedido de la importante firma para la que trabaja al descubrirse que padece SIDA, acude a Joe Miller, aunque no simpatiza con los homosexuales, para defender su causa. La película sirvió para popularizar el problema de quienes padecen el mal y a Bruce Springsteen para ganar el óscar a la mejor canción (1994) con “Streets of Philadelphia”.
“Forrest Gump” (1994) de Robert Zemeckis, según la novela de Winston Groom, le permitirá ganar el óscar al interpretar al protagonista. Mientras está sentado en el banco, un trajeado Forrest Gump -cociente intelectual de 75- va relatando su historia a quienes se sientan a su lado. Ha tenido la oportunidad de conocer a importantes personalidades y de vivir acontecimientos decisivos, pero apenas ha sido consciente de lo que sucedía en su entorno, limitándose a seguir las ideas de una madre protectora. «Bubba quería ser capitán de barco, pero en lugar de eso murió junto a aquel río de Vietnam». «Lo siento, teniente, le he estropeado la Nochevieja, pero es que ella sabía a cigarrillos». «Yo no soy muy listo, pero sé lo que es el amor».
Participa en “Salvar al soldado Ryan” (1998)” de Steven Spielberg, basado en las memorias del teniente coronel Father Francis Sampson, una de las películas más taquilleras de la historia. Después del espectacular inicio con el desembarco de Normandía, vemos cómo el capitán Miller recibe la orden de encontrar al soldado James Francis Ryan – los hermanos han muerto combatiendo – y traerlo de vuelta a casa. Al frente de un reducido pelotón, intentan cumplir su objetivo, aunque se preguntan si merece la pena.
“La milla verde” (1999) de Frank Darabont es otra adaptación de la obra de Stephen King. Mientras el anciano Paul Edgecomb sobrevive en el inhóspito asilo, recuerda ante su amiga cómo vivió en la penitenciaría Death Row (1935), cuando era oficial del corredor de la muerte: el gigantesco y apacible negro John Coffey, condenado a muerte por violar y asesinar a dos niñas, dotado del poder de curación; el sádico guardián Percy Wetmore, sobrino de la esposa del gobernador, al que todos detestan; el auténtico asesino William Wharton que llega a la prisión y se verá obligado a reconocer la verdad.
En “Náufrago” (2000) vuelve a las órdenes de Robert Zemeckis como el ejecutivo Chuck Noland de la empresa de correo FedEx. Su frenética actividad se trunca cuando el avión en que viaja por motivos laborales cae al mar y él es el único superviviente. Como un nuevo robinsón, tiene que aprender a sobrevivir en un pequeño trozo de tierra y a superar la soledad: la pelota como interlocutor mudo, la foto de la novia, el reloj estropeado y el paquete que debe entregar son los objetos que lo acompañan. Al lograr volver a la civilización, no es el mismo que partiera, ni lo es la sociedad en la que debe integrarse.
La lujosa superproducción “El código da Vinci” (2006) de Ron Howard, adaptación de la novela de Dan Brown, no cosechó el éxito esperado.
Tom Cruise (1962-)
El trabajo del padre, ingeniero electrónico, obliga a la familia a desplazarse con él en busca de un trabajo estable hasta llegar a Ottawa. Dadas las continuas tensiones conyugales, la madre decide instalarse con los cuatro hijos en Kentucky (1974), donde Tom desempeñará las labores paternas, incluida la educación de las hermanas, a pesar de padecer dislexia. «Era un abusivo y un cobarde… Él era el tipo de persona que te patea si algo va mal. Fue una gran lección en mi vida; cómo te engatusaba, te hacía ver que todo estaba bien y luego ¡bang!… Para mí, era algo más o menos así: Algo está mal con este tipo. No confíes en él. Ten cuidado en torno a él.”
Destaca en los deportes hasta que una lesión en la rodilla le obliga a abandonar la idea de dedicarse profesionalmente a la lucha libre, duda si hacerse franciscano y decide probar la carrera de actor. Después de unas breves apariciones, destaca en “Risky Bussines” (1981) de Paul Brickman, junto a Rebecca de Mornay. Interviene también en el grupo de actores juveniles de “Rebeldes” (1983) de Francis Ford Coppola, según la novela deS.E. Hinton.
“Ídolos del aire” (1986) de Tony Scott, junto a Kelly Mc Gillis, combina la acción con la música pop – sobresale «Take my breath away» -, como tantas películas de la época. El temerario piloto Maverick se hace notar en la escuela de élite Top Gun y se convierte en un reclamo para ingresar en el ejército de los Estados Unidos.
Con “El color del dinero” (1986) de Martin Scorsese, junto a Paul Newman, participa en una secuela de ”El buscavidas” (1961)” de Robert Rossen. El antiguo campeón de billar retirado Eddie Felson conoce al joven Vincent, al que acompaña siempre la inteligente Carmen, y percibe en él las cualidades de un campeón si se deja guiar. Volvemos a unas relaciones de educador y alumno aventajado – casi de padre e hijo -, a las tensiones inevitables de quien se siente desplazada por el veterano adinerado a la humillación de verse derrotado con las mismas argucias que anteriormente eran favorables, al intento de recuperar el tiempo y la fama perdidos frente al arrogante jovenzuelo que no destaca por una cabeza bien asentada, a unas espectaculares partidas de billar.
“Rain Man” (1988) de Barry Levinson, con Dustin Hoffman, le ofrece la ocasión de participar en otro papel dramático. Es el hermano vividor y sin escrúpulos que intenta ganarse la confianza del inteligente autista Raymond para disfrutar de la herencia paterna. La necesidad de convivir juntos va minando las seguridades de la vida anterior y lo preparan para entablar una relación menos egoísta.
“Nacido el 4 de julio” (1989) de Oliver Stone, basado en la autobiografía de Ron Kovic, es un peldaño más en una carrera que se va alejando de las películas para adolescentes. Ese día, conmemoración de la independencia de los Estados Unidos, estimula el patriotismo de un idealista sin experiencia, ayudado por quienes lo educan, y se alista en el ejército (1967) para luchar en la Guerra del Vietnam. Al retornar, paralizado de cintura para abajo, se cuestiona los valores inculcados y la política del país.
En “Algunos hombres buenos” (1992) de Rob Reiner acompaña a Jack Nicholson en el estrellato. El abogado sin experiencia y rebelde se enfrenta al temido Nathal R. Jessep para resolver el caso de la muerte de un soldado despreciado. ¿Respetar las normas militares o seguir la propia conciencia? ¿Mantener las tradiciones a cualquier precio? ¿Apartar drásticamente a los que no se adaptan a la institución? ¿Delatar a los compañeros implicados o guardar silencio?
“Entrevista con el vampiro” (1994) de Neil Jordan, junto a Brad Pitt, adapta la primera novela de la popular saga “Crónicas Vampíricas” de Anne Rice. Cada uno de los inmortales va narrando su historia, apartándose del silencio tradicional que imperaba hasta entonces entre ellos y se enfrenta a la ira de los demás. El longevo Lestat, a pesar de su aspecto juvenil y apuesto, lo revela al fascinado periodista en San Francisco. Destaca, especialmente, su relación con el atormentado y decadente Louis de Pointe du Lac en Nueva Orleáns desde el siglo XVIII.
Con “Misión imposible” (1995) de Brian de Palma comienza otra saga basada en una serie de TV. El agente secreto Ethan Hunt, acusado injustamente de la muerte de los miembros de su equipo, inicia una huida interminable y plagada de peligros mientras intenta descubrir la verdad de lo sucedido.
“Minority Report” (2002) de Steven Spielberg adapta un breve relato de Philip K. Dick -que combina nuevamente el cine negro con la ciencia ficción como en “Blade Runner”-, ambientado en Washington DC en el año 2054. John Anderton es jefe del cuerpo especializado de la policía Precrimen: se basan en los informes facilitados por los tres seres psíquicos precogs capaces de anticipar infaliblemente los delitos que se cometerán. La crisis estalla cuando el propio John Anderton vea incomprensiblemente cómo él mismo estará implicado en un crimen y tenga que emprender una huida imposible para descubrir la verdad. La intromisión creciente de la técnica en la sociedad y en la vida privada, la posibilidad de anticipar la comisión de delitos y de su prevención o la actualización del tema tradicional de destino inexorable, la persistencia de elementos religiosos – incluido un poder del que no podemos escapar – en el futuro, son algunos de los inquietantes temas que sugiere la película.
En “El último samurái” (2003) de Edward Zwick será el fracasado capitán Nathan Algren (1870). Cuando los tiempos heroicos parecen haber terminado para él, se la ofrece una segunda oportunidad en un país lejano y desconocido: un Japón en el que la tradición de los samuráis entra en conflicto con el nuevo orden mundial que se va imponiendo brutalmente.
“Un profundo respeto y una gran sensibilidad hacia la cultura y el pueblo japoneses, hacia la elegancia y la belleza de los samuráis, hacia su espíritu del bushido que enseña a tener fuerza, compasión e intensa lealtad, y hacia su compromiso en cumplir su palabra y la decisión de dar su vida por lo que ellos creen justo. Se trata esencialmente de asumir la responsabilidad de lo que haces y dices, cualesquiera que puedan ser las repercusiones. Más que un código para los guerreros samuráis, es una manera firme de vivir la vida – cualquier vida. .. Desde el punto de vista de la producción, es la más ambiciosa de todas las que he hecho en mi carrera: es física, es dramática, es romántica y es filosófica.”
“La guerra de los mundos” (2005) de Steven Spielberg supone otra adaptación de la novela de H. G. Wells. Ray Ferrier malvive como estibador en el muelle y padre divorciado cuando asiste atónito a la invasión de la Tierra por los marcianos. La historia posterior es una lucha por la supervivencia: propia, de la familia y de la humanidad.
Después de obtener un gran éxito en Hollywood como actor y productor en Hollywood, su popularidad se ha visto empañada por empañada por su «extraño comportamiento» y la afiliación a la Cienciología.
Brad Pitt (1963-)
Desde pequeño, cuando cantaba en el coro de la iglesia, llamaba la atención por su belleza. Los estudios de Publicidad y Diseño gráfico los abandonaría para dedicarse al cine. Después de interpretar pequeños papeles, la oportunidad le llega en la películas de carretera “Thelma y Louise” (1991) de Ridley Scott, con Geena Davis y Susan Sarandon. Las dos fugitivas recogen a J. D, un raterillo, cuando hace auto-stop. A pesar de la breve aparición, se convierte en uno de los hombres más atractivos del momento.
En “Entrevista con el vampiro” (1994) de Neil Jordan acompaña a Tom Cruise. Es el desesperado noble Louis de Pointe du Lac que acepta la propuesta de Lestat de Lioncourt para ser transformado en otro de los suyos. Pero su angustia no cesará de acosarlo.
En “Seven” (1995) deDavid Fincher interviene junto a Morgan Freeman y Kevin Spacey en una intrigante historia de crímenes relacionados con los pecados capitales. Refleja una moderna sociedad decadente en la que impera la banalidad. El brillante psicópata John Doe se siente llamado por Dios para dar un aldabonazo a la conciencia de la gente eligiendo a unos representantes destacados de cada transgresión moral y aplicando el castigo proporcionado. Se reserva un as en la manga para la sorpresa final, porque incluso los que defienden la ley pueden ser arrastrados por alguna pasión. El cansado y solitario detective Somerset, cercano a la jubilación deseada, intenta entrar en la mente del desconocido asesino siguiendo las claves que deja. El novato detective David Mills, recién llegado a la sórdida ciudad, prefiere la acción directa y se siente a disgusto con el compañero, a pesar de la mediación de la esposa.
Con “12 monos” (1995) de Terry Gilliam, Inspirada en “La Jetée” de Chris Marker, se adentra en la ciencia ficción, junto a Bruce Willis, sin abandonar una trama compleja. Desde 1996 la Tierra se ve afectada por un virus que ha ido diezmando a la población y los supervivientes se refugian en lugares sellados para evitar la atmósfera contaminante. Mediante viajes temporales intentan regresar al momento en que se inició el contagio para poder evitarlo, pero la técnica es insegura y buscan entre los reclusos los voluntarios que se arriesguen.
James Cole es uno de los reclusos que acepta. Llega por error a otras épocas, donde tiene la ocasión de conocer a la psiquiatra Kathryn Railly y al brillante enfermo mental Jeffrey Goines, además de rastrear al grupo responsable de la propagación “Doce Monos”.
La necesidad de preservar la cordura en un ambiente enloquecido, el dilema moral de arriesgarse en decisiones que determinan la vida de los demás, la posibilidad de los viajes temporales y de las consecuencias que se derivarían para el mantenimiento de la historia conocida… son preguntas abiertas que exigen la colaboración de un espectador muy participativo so pena de quedar defraudado.
Con “El club de la lucha” (1999) vuelve a colaborar con David Fincher, adaptando la novela de Chuck Palahniuk, contando con Edward Norton y Helena Bonham Carter. La voz en off de Jack nos acompaña a lo largo del relato: trabaja como investigador de accidentes para una compañía de automóviles, pero sufre de insomnio y participa en asistir a grupos de ayuda hasta que la aparición de la enigmática Marla Singer le hace recaer. En un viaje de negocios en avión se sienta junto a Tyler Durden y acude a él cuando su apartamento se incendia. La relación entre ambos discurre entre las conversaciones antimaterialistas y luchas a las que se van uniendo otros que forman el Club de la Lucha. ¿Existe Tyler Durden o es un doble imaginario creado por su mente? ¿Un disparo contra sí mismo puede resolver el dilema?
En “Spy Game” (2001) de Tony Scott, con Robert Redford, es un espía de la CIA capturado por los chinos durante la guerra del golfo. Mientras su mentor intenta rescatarlo, los dirigentes lo abandonan a su suerte.
Participa en la superproducción “Troya” (2004) de Wolfgang Petersen como el héroe griego Aquiles, irascible e indispensable para derrotar a los troyanos y rescatar a Helena – reina de Esparta -, raptada por Paris.
También toma parte en “Ocean’s Twelve” (2004) de Steven Soderbergh como Rusty. El grupo intenta robar el Huevo Faberge, perseguidos sin descanso por la detective Isabel Lahiri y enfrentados al peligroso Zorro Nocturno, mientras recorren lugares como Roma, París y Ámsterdam.
“Sr. y Sra. Smith”( 2005) de Doug Liman, con Angelina Jolie, parece un reflejo en clave de comedia de acción de la relación entre ambos. Un matrimonio de apariencia normal que está formado, realmente, por dos asesinos a sueldo y han sido contratrados para asesinarse.
Julia Roberts (1967-)
Sus progenitores, antes del nacimiento de Julia, llevaron un taller de interpretación, pero se divorciaron (1971) y el padre, Walter, al que estaba muy unida, murió de cáncer (1976), dejándola muy afectada. También serán actores sus hermanos Eric y Lisa. Aunque deseaba ser veterinaria, cursó los estudios de periodismo y su hermano la ayudó a entrar en el mundo del cine, donde no destacaría en los primeros papeles.
Con la comedia romántica “Pretty Woman” (1990) de Garry Marshall, junto a Richard Gere, llega la fama. Es la atractiva prostituta Vivien contratada por el adinerado hombre de negocios Edward Lewis cuando éste llega a Los Ángeles para cerrar un negocio. Lo que comienza como un encuentro casual y efímero se irá transformando en una compleja relación afectiva. Se ha interpretado la película – no, sin motivo – como un moderno cuento de hadas y una reelaboración de “La cenicienta» de Charles Perrault y «Pygmalion» de George Bernard Shaw. Además de contar con la canción del mismo título de Roy Orbison. Julia Roberts es la actriz mejor pagada de Hollywood: entre 16 y 17 millones de dólares por película. Su nombre garantiza la taquilla.
Vuelve a la comedia romántica en “Notting Hill” (1999) de Garry Marshall, con Hugh Grant, invirtiendo la condición de los protagonistas. La actriz norteamericana Ana Scott es la más famosa del mundo e intenta inútilmente esquivar a la prensa. William Thacker es el solitario y remilgado dueño de una librería de viajes – que apenas se mantiene – en el barrio londinense de Notting Hill. Otra vez el azar favorece el encuentro de ambos y se entabla una complicada relación sentimental que no puede terminar mal, a pesar de ser tan diferentes.
El deseo de abordar temas más serios se lleva a cabo en “Erin Brockovich” (2000) de Steven Soderbergh, con la que obtiene su primer óscar. Basada en la historia real de una madre soltera, empleada a duras penas en un pequeño despacho de abogados, que investiga tenazmente el caso de unos clientes afectados por una extraña enfermedad.
En “La sonrisa de Mona Lisa” (2003) de de Mike Newell, es la joven profesora de historia del arte Katherine Watson, recién llegada en 1953 a la conservadora y brillante institución Wellesey, donde espera comunicar sus ideas renovadoras sobre del papel de la mujer en la sociedad moderna.
La trama y los temas desarrollados recuerdan “El club de los poetas muertos (Dead Poets Society, 1989)” de Peter Weir, con Robin Williams: la década de los cincuenta, un colegio elitista y tradicional que no acepta fácilmente las innovaciones pedagógicas, la llegada del nuevo docente que intenta enseñar de otro modo e implicar a los alumnos en la toma de decisiones personales, la resistencia de las autoridades académicas y de algunos padres, el respeto y admiración que se va ganando de los colegiales, la crisis que estalla y la forzada salida en busca de otros horizontes. Del centro masculino (Academia Walton) al femenino (Wellesey), del protagonista masculino (Robin Williams) al femenino (Julia Roberts), de la tragedia desencadenante al drama menor… no hubieran impedido, posiblemente, que ambos profesores hubieran congeniado.
Angelina Jolie (1975-)
Hija de los actores Jon Voight y Marcheline Bertrand -separados pronto-, además de estar apadrinada por Maximilian Schell y Jacqueline Bisset, su futuro parecía predeterminado. Aunque su preocupación por la pobreza en África y la dura condición de los refugiados, la mueven a viajar y a participar en proyectos de ayuda, como recoge en su libro “Notes from my travels”.
Su primera interpretación destacable se produce en “Hackers: piratas informáticos” (1995) de Iain Softley. Una pandilla de adolescentes aficionada a la informática –con Zero Cool y Acid Burns – compite para demostrar sus habilidades y evitar una conspiración industrial, a pesar de la mala fama que pende sobre ellos.
“60 segundos” (2000) de Dominic Sena, junto a Nicolas Cage, es una nueva versión de «Gone in 60 seconds» (1974) de H. B. Halicki. Obra en la que predomina la acción trepidante en las calles de Los Ángeles y los modelos de automóviles utilizados, a partir de una leve anécdota argumental: el retirado ladrón de automóviles de lujo Randall «Memphis» Raines tiene que robar 50 coches en 72 horas y entregarlos a un despiadado mafioso británico para salvar la vida de su hermano Rip, mientras una banda rival y la policía intentan impedirlo.
El éxito llega con “Lara Croft: Tomb Raider” (2001) de Simon West, basada en la serie de videojuegos Tomb Raider, protagonizada por Lara Croft, con su padre Jon Voight como el padre de Lara Croft. «Me dijeron, ‘no, tú no vas a pretender saber como hacer todo esto: tú vas a vivir como si fueras ella, vas a hacer todas las cosas que ella hace, Por eso es que te vamos a entrenar’ Así que teníamos entrenamiento con armamento militar, que no era únicamente disparar. Teníamos que aprender a desarmar las armas y volverlas armar una y otra vez. Entrenamiento en boxeo, Entrenamiento para desarrollar fuerza. Manejábamos motocicletas. Remé por el río Támesis para arriba y para abajo. Aprendí el kick box».
No tiene suerte en “Alejandro Magno” (2004) de Oliver Stone, intento frustrado de reconstruir algunos episodios de la historia del famoso emperador macedonio, narrados por el fiel amigo Ptolomeo I Sóter ante la muerte del protagonista: infancia y adolescencia en permanente conflicto con los padres y educación a cargo de Aristóteles, sucesión de Filipo II al ser asesinado, las victorias campañas por Asia menor y la aventura en La India.
“Sr. y Sra. Smith” (2005) de Doug Liman, Brad Pitt, combina la acción continua y espectacular con las inestables relaciones de una pareja -John y Jane Smith-enfrentada tanto a los problemas internos como a las amenazas exteriores.
En “El Buen Pastor” (2006) de Robert De Niro, con Matt Damon, asistimos a los inicios de la Central Intelligence Agency (CIA) de la mano del idealista Edward Wilson, desde su pertenencia universitaria a los Skull and Bones.
Modelos juveniles en el cine