La messe qui prend son temps
Álvaro Ginel
Director de la revista Catequistas
Estoy persuadido de que hoy día para un cristiano
es prácticamente imposible perseverar en la fe
sin alimentarse personalmente de la Escritura.
Cardenal MARTINI
Los jesuitas de París tienen un centro de formación en pleno corazón de la capital, en el número 33, rue deSèvres[1] (París 6). La iglesia de San Ignacio es una parte de este conjunto. Esta iglesia tiene una amplia tradición de preocupación litúrgica. En ella, el P. Gelineau SJ, uno de los inspiradores de la constitución conciliarSacrosanctum Conciliun, animó y organizó la liturgia postconciliar y puso las bases, con un buen equipo, de una liturgia participativa, creativa, seria y festiva. Los jesuitas de hoy han recogido su antorcha y siguen inventando caminos nuevos. Se trata, pues, de un lugar ignaciano de reflexión teológica, pastoral y litúrgica. Aquí tiene lugar cada domingo La messe qui prend son temps[2], que nosotros traducimos por La misa sin prisas. Es una experiencia que merece la pena conocer.
1. Surgimiento
La pregunta inicial fue: ¿Cómo hacer gustar a los jóvenes la participación activa en la celebración y el encuentro personal con Dios? Los jesuitas del Centre Sèvres ofrecen desde 1999 una respuesta a esta interrogación para los jóvenes adultos (20 años en adelante), para los estudiantes y los jóvenes profesionales; la celebración está abierta a toda persona, pero los destinatarios principales son los que arriba se señalan.
La idea de responder a los jóvenes con esta experiencia de La messe qui prend son temps está inspirada en el cardenal Martini, cuando siendo arzobispo de Milán intentaba acercar la Palabra de Dios a los jóvenes; Martini,biblista profundo y a la vez inteligible, fue el propulsor de liturgias de la Palabra el domingo por la tarde en la catedral, siguiendo la dinámica de la lectio divina. La misa sin prisas pretende incorporar esta experiencia en el desarrollo mismo de la liturgia que propone el Misal romano.
2. Desarrollo
Narro la experiencia de participación en esta misa el día 19 de marzo de 2006. No era una celebración normal, porque ese domingo, la comunidad celebraba lo que nosotros solemos llamar la celebración penitencial de cuaresma. No obstante, uno percibe claramente el estilo y la manera de celebrar con los jóvenes en esta iglesia de San Ignacio.
- Lo que uno ve a simple vista
Preparación
Son las 18 horas de la tarde cuando llego a la iglesia. Veo jóvenes que preparan con detalle el altar, el espacio, la sala donde se reúnen los que quieren para tomar un refresco al final de la misa. Me llama la atención la iluminación. La iglesia es neogótica. En la base de cada columna un dispositivo especial hace que la iluminación surja de abajo hacia arriba. Esto crea un ambiente especial y uno no percibe la altura de la iglesia. Todo queda más acogedor, invita a la participación y a centrarse en lo que pasa “abajo”.
Cuando el tiempo de comenzar la celebración se aproxima, cuatro jóvenes se acercan a las puertas para acoger y saludar personalmente a los que llegan y entregarles, con una sonrisa, la hoja que será necesaria para seguir la celebración.
Ritos iniciales
Se sigue el esquema del Misal romano. Acogida, canto (una sencilla orquesta, sin guitarra, acompaña la belleza de los cantos, algunos de ellos con sabor a Taizé). La comunidad celebra hoy el día de la Reconciliación. Los que caemos allí “de visita” no lo sabemos, pero sí el resto de la comunidad. Se nota en el “Señor, ten piedad” que tiene alusiones especiales.
Liturgia de la Palabra
Se proclama la primera lectura a la que sigue el canto del salmo responsorial. Es a partir de aquí cuando comienza lo más novedoso de La misa sin prisas. Existe la preocupación de dar centralidad al texto evangélico del día.
– Se hace, para ello, una primera lectura en “voz en off” del evangelio del día por un joven desde su sitio, sin darle demasiada importancia a la proclamación. Me dicen que en ocasiones se añaden versículos para mejor encuadrar el texto que la liturgia propone. Todos son invitados a releer el texto de manera silenciosa a partir de una o dos preguntas. El presidente, desde su sede, hace la homilía o enseñanza por espacio de unos 10 minutos. Se trata de una homilía cuidada, preciosa, donde la Biblia se mete en la vida y la vida se hace Biblia de manera que uno tiene la sensación de que “hoy se cumple esta palabra entre vosotros”. El texto que escucho explicar es Jn 2,13-23. Se nos pregunta: ¿En qué nos concierne hoy este texto? Algo termina. Termina la ofrenda de sacrificios de animales. La relación con Dios no será por los sacrificios de animales que hagamos. Algo comienza. No vale “estar en regla”, “cumplir fríamente”. No nos relacionamos con Dios por cumplir, sino por el encuentro personalmente con él. El látigo de Jesús tiene que arrojar de nuestras vidas todo lo que sea una religión mercantil, donde se compre a Dios o donde lo importante no sea la relación personal con Dios.
– Terminada al enseñanza, se canta la antífona previa a la proclamación del evangelio. Mientras se canta, la asamblea se mueve y se coloca rodeando el ambón. El diácono proclama con voz sonora o con canto el texto del evangelio previamente explicado.
– Una monitora (maestro de ceremonias en la sombra, pero que da siempre sin extorsión las oportunas indicaciones a la asamblea) sugiere: “Según nuestra costumbre, comienzan 15 minutos de silencio para interiorizar el evangelio”. Cada uno se moviliza por la iglesia buscando el lugar y la postura que mejor le permita el silencio. Hoy, día de la Reconciliación en esta comunidad, hay 12 sacerdotes concelebrantes que van a ocupar su sitio señalado por un foco o centro de velas encendidas. Me doy cuenta después, de que cada persona que se confiesa, al partir recibe una vela que, si quiere, irá a colocar sobre una cruz que hay delante del altar trazada con cinta adhesiva que progresivamente se convierte en cruz de luz. Se indica que los sacerdotes ya están a disposición y, excepcionalmente, el tiempo de silencio y oración puede ser ya empleado para un encuentro personal con ellos.
– Pasados los 15 minutos, se escucha de nuevo la voz de la monitora que invita a iniciar el tiempo de compartir;durará 20 minutos. Además del encuentro personal con el sacerdote, se proponen estos lugares de compartir: lugar de discusión en una sala adjunta, con una profesora de Biblia; capilla de silencio y oración con un icono y música de fondo (suele ser una oración guiada, pero hoy no se da porque el sacerdote que la dirige está confesando); capilla del Santísimo, más abierta y que permite movilidad (está muy concurrida); lugar con todo lo necesario para escribir una carta a Dios o a una persona (siempre desde la explicación del evangelio); sala de audiovisual para meditar con imágenes proyectadas; rincón con textos de perdón y reconciliación; el espacio celebrativo que hoy, en vez de pequeños grupos de cuatro o cinco personas, se ha convertido en espacio musical, con audición de cantos deTaizé.
– Credo y plegaria universal: Se cumple con puntualidad los tiempos dados y a los 20 minutos una nueva invitación congrega a la asamblea dispersa en el espacio principal celebrativo para la recitación del credo y la plegaria universal. No hay colecta de “pasar la bandeja”, pero sí unos sobres y la finalidad de la colecta: “Comprar una furgoneta a unas religiosas de las afueras de París a quienes les han quemado la que tenían en los disturbios recientes”. La colecta se entrega al final en un lugar bien señalado.
Liturgia eucarística
Se sigue el Misal romano, con pequeños cambios de palabras que focalizan y dan unidad a lo que celebramos y al evangelio proclamado. Después de cantado el Santo, de nuevo la asamblea rodea al altar como antes se congregó ante el ambón a la hora de proclamar el evangelio. Para la comunión, hay ministros de la eucaristía que junto con algunos sacerdotes reparten el pan y el vino; el sacerdote reparte el pan, el ministro de la eucaristía, el vino.
Ritos de despedida
Oración. Avisos a informaciones para la semana y novedades en la comunidad. Se termina invitando a todos a tomar un refresco, ocasión para encontrarse, hablar, profundizar algunos temas, etc.
- Lo que no se ve
Uno intuye que todo transcurre en la celebración con tanta “normalidad” que tiene que haber un “atrás” muy fuerte de preparación, de infraestructura, de coordinación. Pregunto algunos datos.
– El espacio de la celebración: es un espacio cuidado, renovado en el año 2001 pensando en este tipo de celebración. Ello hace posible los desplazamientos de la asamblea sin que existan dificultades de “circulación”. Está cuidada la visión con pequeñas gradas. No hay bancos, sino sillas que permiten organizar de la manera que se desee el espacio.
Todo está pensado para una celebración y para que se pueda acudir a los diversos espacios donde hay propuestas y actividades diversas sin romper la celebración.
– La preparación de la Palabra. Es lo más cuidado. No se ve pero al preguntar, uno recibe la información siguiente: los miércoles, de 20 h a 21,50 h hay una reunión para leer el evangelio del domingo; se trata de entrar en el texto, de preguntar al texto y dejarse preguntar. Podemos decir que es el momento de estudio del texto bíblico. Se deja el tiempo celebrativo del domingo más para la oración. En el esquema de la lectio divina sería el tiempo de la “explicatio”.
– No se ve, pero se percibe la conjunción de un núcleo animador: jesuitas y jóvenes que llevan la coordinación. Salvo la acción propia del presidente en la celebración, todo lo demás está llevado por laicos. Se trata de una idea que va madurando sobre la marcha y que tiene vida porque se va adaptando según las personas que la animan y que la viven.
[1] http://www.stignace.net/
[2] El tiempo de duración ordinario es de hora y media a dos horas.