¿Cómo vemos a los adolescentes? Tres opiniones

1 enero 2005

Felipe Alonso
 
Los estudios de este número de Misión Joven proyectan, sin duda, una visión de los adolescentes; también los trabajos de este dossier sobre la proyección que aparece en el cine o en la canción. Pero es cierto que cada uno de los educadores y agentes de pastoral tenemos también nuestra propia opinión. Hemos querido recabar esa opinión a tres reconocidos pastoralistas, que trabajan en la animación pastoral desde la praxis a la publicación de libros y materiales de pastoral. Les precede una sencilla presentación y, enseguida, les hemos formulado algunas preguntas sobre sus propios proyectos pastorales y sobre su visión del mundo de los adolescentes.
 

Ricardo Cuadrado Tapia, conocido familiarmente como Richard, es sacerdote, dominico, escritor prolífico; actualmente se encuentra en el Convento de Santo Domingo de Caleruega (Burgos). Ha publicado más de 80 libros, la mayor parte de ellos dedicados a los adolescentes, jóvenes y animadores de la acción pastoral entre ellos. Según el Boletín de Informaciones Dominicanas Internacionales, que se publica en Roma, el P. Richard es “el escritor dominico más prolífico en lengua española”.

 
 MJ: ¿Cómo surge tu vocación de escritor? ¿Qué han supuesto para ti todos tus libros publicados?
 
Yo estuve 14 años de profesor de Clásicas en la Universidad Laboral de Córdoba, en la que, cada año, estudiaban alrededor de 2000 alumnos. También llevé, por 7 años, el Grupo Universitario Laboral de Montaña (GULMONT), que comprendía las actividades de Escalada, Espeleología, Scouts y Senderismo. Tuve una relación continua y viva con los adolescentes y jóvenes que en dicha Universidad se formaban. En el año 1971 me editaron mi primer libro. Desde entonces me sentí escritor, con sueños de ser «escritor de la juventud y para la juventud». En los años 1973 y 1976 me publicaron dos nuevos libros, titulados: Las riquezas del amor y Educación al aire libre. Desde este momento me creí «escritor» y actualmente tengo 85 libros editados, de los cuales, 61 son para jóvenes y animadores/as de jóvenes. La publicación de estos 85 libros y 50 folletos han supuesto para mí la confirmación de que pude llegar a realizar esos sueños y esas metas que creí en un principio. Sólo se alcanza con gran voluntad, aquello en lo que creemos y por lo que apostamos libre y responsablemente.
 
MJ: ¿Cuáles son actualmente tus proyectos? ¿en qué estás trabajando actualmente?, ¿cuáles van a ser tus próximas publicaciones?
 
Yo siempre tengo proyectos en mi vida. Una persona sin proyectos, es un cadáver. Mi vocación actual es escritor y la vivo en plenitud. Me suelen publicar cada año cuatro  libros. Por eso, necesito pensar en nuevos títulos. Actualmente estoy preparando El Evangelio de la alegría y El Evangelio del amor. Estos dos libros pertenecen a la colección Realidades Gratuitas, que son las más necesarias para oxigenar el corazón de tantos hombres y mujeres, niños, jóvenes y mayores, que están cansados de tanto bregar, de tanto agobio por la actual sociedad, una sociedad consumista, permisivista y relativista.
 
MJ: ¿Cuál es tu visión actual concretamente del mundo de los adolescentes? ¿Cómo los ves? ¿Cuáles te parecen sus mayores problemas? ¿Cuáles sus más grandes valores?
 
Comenzaré diciendo que el mundo de los adolescentes, no es homogéneo, sino muy heterogéneo. No podemos meter a todos los adolescentes en el mismo saco. Ya el gran sociólogo Javier Elzo, por el año 1996, hizo un informe para la Fundación Santa María, en el que afirma que hay, al menos, seis tipos de jóvenes: Los integrados (el 38 %), los postmodernos (el 24 %), los reaccionarios (el 15 %)los pasotas (el 10 %),los radicales (el 2 %) y los liberales-conservadores (el 13 %). Yo puedo afirmar que un 60% de los adolescentes de hoy son personas que «se dejan vivir», son como peces que arrastra la corriente, que se llama sociedad. Su gran ideal es casi vivir el sexo y engancharse a la cultura de muerte: el consumismo irracional, el alcohol, las drogas, el tabaco, el ateísmo y la «teleinvasión». También hay un 40% de adolescentes que son responsables y quieren ser verdaderamente libres y van por la cultura de vida: el amor en gratuidad, la solidaridad, el pertenecer a una ONG humanitaria, el fraguarse un futuro feliz y el sentir, cada día, la alegría de vivir y de ser persona libre. Los grandes problemas de muchos jóvenes son el caminar por cultura de muerte y cultura light, con las cuatro notas que la definen: una cultura hedonista, consumista, permisivista y relativista. Un 40% de nuestros adolescentes, camina por sendas de cultura de vida y sus grandes valores son: la solidaridad, la lucha por los derechos humanos, la responsabilidad, la fuerza de voluntad y el «ser uno/a mismo/a».
 
MJ: Desde tu experiencia pastoral, ¿por dónde te parece que debe ir la acción pastoral con los adolescentes? ¿cuáles son sus grandes retos? ¿cómo plantearla?
 
La acción pastoral debe ir por caminos de cercanía, de acogida, de mentalización y celebración de valores básicos. Los agentes principales para realizar esta acción pastoral deben ser hombres y mujeres comprometidos,  hombres y mujeres que viven, cada día, el amor maduro y gratuito que, siempre es: paciente, amable, alegre, positivo, que «disculpa, espera y aguanta sin límites». Es cierto que la acción pastoral corresponde a todo bautizado/a consciente y maduro. Pero los adolescentes de hoy, escuchan mejor a los hombres y mujeres que viven esos valores de los que hablan, más que a los predicadores «por oficio». Los grandes retos de toda acción pastoral son transformar y transfigurar a los adolescentes viejos en «adolescentes nuevos», en lograr que los adolescentes dejen su cultura de muerte y se enrolen en la cultura de vida, que es la cultura de la felicidad y libertad verdaderas, de las que tanto hambre tiene nuestros adolescentes de hoy. La acción pastoral se debe plantear con métodos que logren adolescentes de gran personalidad, humana y cristiana, en la que ellos/as sean sus autores y los actores.
 
MJ: ¿Qué les dirías a cuantos hoy trabajan educativa y pastoralmente con adolescentes?
 
Yo les daría estas cuatro herramientas para trabajar en Pastoral con adolescentes: Ilusión, comprensión, responsabilidad y amor en gratuidad. Con estas cuatro herramientas, bien entendidas y vividas, se forjan y se consiguen «adolescentes nuevos» en la vieja sociedad.
Natalio Saludes es franciscano de la provincia de Santiago. Desde hace 7 años pertenece a la comunidad de La Coruña, donde trabaja en la pastoral educativa desde el Colegio y desde la Parroquia. Es Arquitecto y colabora con la ONG Arquitectos sin Fronteras como Responsable de proyectos de concienciación. Su pasión es el Camino de Santiago, a cuya pastoral también dedica parte de su tiempo.
 
MJ: ¿Cuales son para ti los momentos y aspectos más importantes de tu experiencia pastoral entre los jóvenes?
                                                         .
Mi experiencia pastoral se basa en la búsqueda constante de lo que Dios nos pide ofrecer en su nombre; convencido de que Dios comunica su palabra a los hombres a través de las palabras de los hombres y que en la inquietud de cada persona nos llama a actualizar nuestra propuesta.     La pastoral que la gente joven de 2005 necesita y admite es la del testimonio. La palabra por sí sola ha perdido su valor, la tradición no es reconocida como argumento para convencer, si no se ve actualizada en tu vida diaria. Entre los jóvenes de hoy no caben maestros, sino testigos; no cabe una pastoral de guiar y conducir como un pastor a su rebaño sino un compartir camino como amigo que sabe a dónde va. Sé que el proyecto de Dios está muy por encima de mi capacidad de encarnar, con coherencia franciscana, la pobreza evangélica, la sencillez y la alegría; sin embargo veo urgente encontrar el equilibrio entre, por un lado, la riqueza del mensaje de Cristo y el testimonio de quienes fueron antes que nosotros y, por otro lado, la espiritualidad propia de unos jóvenes que hoy necesitan comprender todo lo que no pueden procesar y controlar con sus propias manos.
 
MJ: ¿Cuáles son actualmente tus proyectos pastorales?, ¿en qué estás trabajando actualmente?
El Colegio y la Parroquia. Son dos plataformas igualmente aptas para transmitir una propuesta cristiana de vida, sin embargo la labor de un educador es mucho más discutida y difícil que la de un catequista, entre otras cosas porque este último puede pedir más apoyo familiar y del propio joven.
Actualmente, en la parroquia, estamos dirigiendo todos los esfuerzos hacia la familia, como lugar imprescindible y casi único donde la fe puede arraigar en el corazón del niño y del joven; de lo contrario es muy probable que todo nuestro trabajo se quede en un bonito paréntesis en la vida de los jóvenes. Nos preocupa tener una proyección misionera, a través de una colaboración estable con una misión de Honduras, y a través de las campañas propias de la Iglesia local, de cara a dar una motivación cristiana a la creciente sensibilización social sobre los problemas del mundo actual, buscando una implicación más vital que anecdótica
 
MJ: ¿Cuál es tu visión actual concretamente del mundo de los adolescentes? ¿Cómo los ves? ¿Cuáles te parecen sus mayores problemas? ¿Cuáles sus más grandes valores?
Los veo muy capaces de sentir a Dios e incluso de buscarle y darle parte de su tiempo, aunque quizás no su vida entera. Creo que el problema del distanciamiento no está sólo en ellos sino aún más en nuestra dificultad para ofrecerles una propuesta coherente que les pueda enganchar. Les importa más salvar este mundo que salvar su alma, por lo que no necesitan una vida eterna para ser buenos cristianos o buenas personas, y, sin embargo, sí que necesitan una comunidad cristiana que les de ejemplo y que vaya por delante.
Su mayor preocupación es emplear el tiempo libre del fin de semana; el miedo a quedar atrás les hace ir irresponsablemente por delante en cuestiones como el vestir, el tener, el hablar, y sobre todo en el amor adolescente, donde el ser más que los demás (o al menos no ser menos) les hace olvidar toda preocupación por su dignidad personal; aunque quizás sea propio de su edad el no poder ser dueños de sí mismos, ni echar de menos más personalidad, hasta que algún golpe de la vida les permita abrir los ojos repentinamente, obligándoles a asumir que ya da igual haber cometido errores; fácilmente remediables con afirmar que ‘no me arrepiento de nada’.
No es culpa de ellos si carecen de ideales a largo plazo, si la sociedad actual no se los da en herencia ni se los ha hecho desear. El mayor reto es conseguir que el joven tenga personalidad propia, para ser creyente o para no serlo, pero que tenga sus propias razones para todo.
 
MJ: ¿Cuál es en estos momentos tu visión del mundo de los educadores, catequistas, animadores y agentes de pastoral de juventud?
 
Pienso que deberían ser una especia protegida por la dificultad que supone transmitir valores espirituales en un mundo tan preocupado por la rentabilidad de cualquier esfuerzo. Y, muy al contrario, un educador es constantemente cuestionado por la praxis social, la cual prima el placer inmediato y niega sentido al valor cristiano de la gratuidad, del dar sin esperar nada a cambio.
Para que el esfuerzo de un educador tenga su fruto es necesaria la colaboración de toda la sociedad y muy especialmente de la familia; de lo contrario, una hora de catequesis e incluso un día de convivencia quedará grabado en la memoria del catecúmeno como un bonito recuerdo ajeno a su vida diaria
Es urgente la formación de grupos cristianos con vida propia, posibilitadores de un proyecto cristiano de vida para sus miembros, y capaces de una propuesta provocadora para su entorno. La mayor urgencia para una comunidad cristiana es contar con jóvenes cristianos, con madurez suficiente como para creer en Dios a pesar de las adversidades o de la soledad, y con inquietud suficiente como para tomarse como tarea personal la construcción de un mundo según el evangelio.
 
MJ: Desde tu experiencia pastoral, ¿por dónde te parece que debe ir la acción pastoral con los adolescentes? ¿cuáles son sus grandes retos? ¿cómo plantearla?
Un primer convencimiento es que no estamos llamados a esta labor con la finalidad de asegurar nuestra propia existencia, ni la existencia de la Iglesia tal como la concebimos hoy en día; sino de dar vida a Su Iglesia como El quiera, con nosotros o sin nosotros. Nuestra labor está en promover la vida de fe entre nuestros jóvenes, creando el sustrato y situación necesarios para que Dios mismo pida a cada uno según su voluntad, esto es, promover su dignidad, para permitir que Dios obre en ellos, y que sean felices en nombre de Dios.
El reto es transmitir VIDA, no simplemente tradiciones; ofrecer una propuesta que transforme este mundo, arriesgándonos a que la Iglesia de mañana sea diferente.
 
MJ: ¿Qué les dirías a cuantos hoy trabajan educativa y pastoralmente con adolescentes?
Pues me vienen a la mente unas palabras de Francisco de Asís, que dicen algo así como: Para esto nos ha enviado Dios al mundo, para que de palabra y de obra, más con el ejemplo que con las palabras, demos testimonio de que no hay en nuestra vida, más Dios que Él, Cristo, el Señor. El resto se nos dará por añadidura.
 
Alfonso Francia, es sacerdote, salesiano, dedicado durante casi toda su vida a la acción catequética y pastoral entre adolescentes y jóvenes. Ha impartido numerosos cursos, ha publicado más de 30 libros y ha coordinado muchos más, la mayor parte de ellos destinados a los adolescentes, jóvenes y animadores de la acción pastoral entre ellos. Ha sido director de Misión Joven y hasta este año ha pertenecido al Consejo de Redacción. Actualmente es Delegado de Comunicación Social en la provincia Salesiana de Sevilla y sigue en la misma línea pastoral.
 
MJ: ¿Cuáles son para ti los momentos y aspectos más importantes de tu experiencia pastoral entre los jóvenes?
Guardo muy gratos recuerdos y alta valoración pastoral de una serie de momentos y acciones: los siete años en el Movimiento ADSIS (formación de dirigentes cristianos); la tarea de formación de jóvenes animadores de grupos y ambientes, responsables, líderes sociales, en procesos densos: cursos de iniciación, profundización y especialización (psicología, análisis de la realidad, temas teológicos, temas pedagógico-catequéticos y espiritualidad); el trabajo en Centros juveniles donde los jóvenes conviven, se forman humana-cristiana y técnicamente, se organizan en múltiples actividades sociales, culturales, artísticas, religiosas, lúdico-celebrativas. Recuerdo también con satisfacción la dinamización de los ambientes tradicionales de educación: colegios, escuela de magisterio, de enfermeras, de trabajadores sociales, seminario. Siempre, además de la labor en el aula, he potenciado los grupos extraescolares, el seguimiento personal y la propuesta asociativa. Y junto a todo esto, las numerosas publicaciones prácticas y vivenciales, referencia para muchos educadores, que han sido fruto de la experiencia con jóvenes y de su colaboración. Algunas fueron planes de formación concreto, bien estructurados y fáciles de manejar por los animadores. De gran utilidad también en América.
MJ: ¿Cuáles son actualmente tus proyectos pastorales?, ¿en qué estás trabajando actualmente?
 
Sigo en lo que siempre he creído y trabajado: cursos y cursillos, para formar animadores, educadores, padres, catequistas, sacerdotes, religiosos… Si no hay educadores y animadores de calidad no habrá pastoral de calidad. Poca garantía ofrece una pastoral que no se funda en los valores humanos, la adhesión a Cristo, que se hace iglesia en la comunidad, movimiento o asociación; si no está conectada con el mundo adulto y no se entrena en la transformación de la sociedad con compromisos sociales y políticos, adaptados a la edad.
Hace unos años he fundado la Asociación Animadores Siglo XXI, legalizada, con implantación en muchos lugares de España. Su objetivo fundamental es potenciar todo lo que sea animación social (animadores socioculturales, monitores de tiempo libre, educadores de calle, agentes de pastoral). La forman profesores de universidad, educadores de todos los ámbitos, modalidades y niveles, animadores, catequistas etc. Es intercultural y pluriactiva (publicación de libros, cursos, participación en foros etc). Tenemos publicados 130 libros. Estamos embarcados en varias colecciones: familia, pastoral-catequesis, dinámicas y técnicas, temas de educación, sentido de la vida, formación sociopolítica.
Actualmente, tras cumplir el tiempo reglamentado de coordinar la comunicación social en la España salesiana, la coordino en mi provincia religiosa de Sevilla (Andalucía occidental y Extremadura).
 
MJ: ¿Cuál es tu visión actual concretamente del mundo de los adolescentes? ¿Cómo los ves? ¿Cuáles te parecen sus mayores problemas? ¿Cuáles sus más grandes valores?
 
Su horizonte social, eclesial y personal está muy oscuro y lejano. Es lógico que no tengan muy claro el sentido de la vida y que los ideales no estén bien determinados. No cuentan con modelos cristianos de identificación de calidad y cercanos. No les resultan asequibles, material o psicológicamente, los grupos cristianos de pertenencia donde reconocerse, apoyarse y proyectarse. A su favor están los pocos años de vida y la obligada proyección al futuro, la búsqueda de la verdad y de la autenticidad. Son sensibles a propuestas ilusionantes que no faltan tampoco. Algunos logran encontrar modelos de identificación en su entorno. Los que contestan el consumismo y el bienestar, están cerca del Reino y es de esperar que otros se hastiarán de esta sociedad materialista y recuperarán valores humanos y religiosos. De la religiosidad difusa y difuminada pueden llegar a una fe personalizada más plenificadora. El horizonte cristiano, que probablemente se dibujará con mayor nitidez tras estos años de convulsión y pasotismo, lo verán cada vez más como utopía, referencia o meta. Durante unos pocos años no van a ser más que un grupo de peregrinos, por la Iglesia y la sociedad. Eso, sí, motivados, concienciados y cada vez más activos.
 
MJ: ¿Cuál es en estos momentos tu visión del mundo de los educadores, catequistas, animadores y agentes de pastoral de juventud?
 
Algunos están marcados por las nostalgias de tiempos mejores, por el cansancio natural, por la inseguridad ante tantos cambios y al constatar una cierta incapacidad de llegar a los jóvenes. Alguno se sitúa lejos, con psicología de rechazado y hasta enfrentado. Otros se debaten buscando lugares de encuentro, buscando iniciativas o repitiendo lo que cree que le sirvió antaño. Los más jóvenes ponen evidentemente toda la ilusión, algunos creen acertar en la amplia convocatoria, en el seguimiento de grupos y procesos. Pero…su juventud dura poco mientras que los jóvenes no paran.
En la Iglesia habría más jóvenes si hubiera más espíritu joven. También en ciertos jóvenes educadores. La búsqueda de seguridades empujan a algunos a una espiritualidad seria, encarnada y pascual, a otros les empuja a la contemplación. No faltan los que se instalan en la autocomplacencia, en la calidez del grupo pequeño y los se enredan en multitud de actividades gratificadoras que, en algunos llevan al activismo o huida hacia adelante. Esas energías pueden quedar desaprovechadas por falta de modelos aceptados de pastores de mayor vida y experiencia, o por la natural desconfianza hacia el pasado. Todas las generaciones quieren descubrir su propio mediterráneo y hacer sus propios recorridos.
 
MJ: Desde tu experiencia pastoral, ¿por dónde te parece que debe ir la acción pastoral con los adolescentes? ¿cuáles son sus grandes retos? ¿cómo plantearla?
 
Creo que debe partir de sus intereses, necesidades, realizaciones y posibilidades. Ni desde nuestros esquemas, ni desde nuestra ortodoxia, nuestra moral o nuestra Iglesia. Debe llevar a la apertura a la trascendencia para llegar a Cristo. La Iglesia es medio, debe ser medio, no estorbo. Si de verdad llegan a Cristo, seguro que harán Iglesia. Es casi imposible la maduración en la fe sin una Iglesia de comunidades vivas. Sin el seguimiento “materno-pedagógico” de cada uno. Sin grupo y sin implicación en la vida eclesial y social. Hay que hacerles comprender y vivir que los jóvenes no son la iglesia del mañana, son ya la iglesia, evangelizadores y agentes de transformación de su ambiente y entorno. Hay que ayudar a descubrir, con procesos muy serios pero muy flexibles, el sentido de la vida, las fuentes de la felicidad, y de su protagonismo. En la auténtica fe, vivida en comunidad, se responde a muchos de los intereses, necesidades y potencialidades.
 
MJ: ¿Qué les dirías a cuantos hoy trabajan educativa y pastoralmente con adolescentes?
 
Totalmente desaconsejable trabajar solos. Formen parte de un grupo, comunidad, asociación. Entrenarse para el éxito y para el fracaso. Tenerlos previstos. Escuchar mucho, escucharse poco, escuchar experiencias, hacer oídos sordos a los lamentos de otros educadores fracasados o “aparcados”. Sin constancia, esfuerzo, paciencia, no se madura, no hay ni fe, ni pan ni vino, ni eucaristía, ni comunidad, ni testimonio. Ni educador. Somos gente de esperanza y esperanzadores, optimistas y entusiastas. Tan importante y estimulante es saber que contamos con Dios como saber que Dios cuenta con nosotros.