Sexualidad y Medios de Comunicación Social

1 mayo 2004

Maite López
 
En un número sobre la sexualidad no puede faltar una referencia, por más que condensada, a su relación con los medios de comunicación social[1]. O mejor, al modo en como éstos la representan. A esta relación dedicamos este artículo que pretende: Comprender los mecanismos que hacen que la representación general de la sexualidad sea deforme y parcial en los MCS; Describir la realidad de la sexualidad en los MCS poniendo nombre a algunas de estas deformaciones y Juzgar esta realidad según nuestros valores cristianos y actuar buscando alternativas que estén a nuestro alcance y proponiendo pistas para vivir la sexualidad no al margen, pero sí con una cierta independencia de los MCS.
 

  1. Aclarando términos

 
Entiendo por sexualidad esa dimensión de la persona humana que nos configura como mujer/hombre, nos capacita para relacionarnos y darnos a los demás, nos facilita la expresión de nuestros sentimientos y nos abre a la posibilidad de dar vida a los demás. Su finalidad es doble: por una parte la procreación, partiendo de su primaria función reproductora: dar vida: “creced y multiplicaos”; por otra la no menos esencial función unitiva o amorosa, generadora de auténtica comunión: “el hombre se unirá a su mujer y serán una sola cosa”
Cuando hablo de MCS entiendo televisión, radio, publicidad, música, revistas, prensa e Internet, instrumentos al servicio de las personas, con dos funciones principales: Informativa (informar) y lúdica (entretener). A través de estas dos, lo quieran o no, los MCS están esencialmente constituidos por una función social de primer orden: la FORMACIÓN de las personas, ya que comunican ideas, valores, actitudes y estilos de vida que ejercen una innegable influencia en la sociedad.
 
2.     La naturaleza de los MCS
 
Conviene tener presentes algunas claves para entender la naturaleza de los MCS en general, pero sobre todo, aplicadas concretamente al campo de la sexualidad:

  • – Son una representación de la realidad, no una presentación de la misma: son “imagen de”, y por tanto la presentan siempre de modo parcial.
  • – Son una construcción: no son transparentes, sino que representan la realidad de forma elaborada (y a veces de modo muy sofisticado, como en la publicidad).
  • – Una de las construcciones típicas de los MCS son los estereotipos, que podríamos definir como modelos de convivencia ,valores y actitudes ,que no se corresponden con la realidad social. Éstos se convierten en convicciones generadas en la conciencia colectiva a través de los MCS y condicionan, inconscientemente, el comportamiento de las personas.
  • – El significado de los contenidos de los MCS lo elaboramos siempre a través de la negociación. Cuanto más conocimientos del medio y el contenido (por ejemplo la sexualidad) y sentido crítico, mayor libertad de conciencia ante esos significados. Nunca somos del todo ni absolutamente manipulados ya que no pueden anular nuestra libertad.

 
3.     Claves de lectura crítica
 
Para ser críticos con la función informativa de los MCS deberíamos preguntarnos ¿de qué y cómo nos informan los MCS?:

  • Un silencio sistemático en los MCS es injusticia. Ejemplo: África.
  • Un protagonismo sistemático en los MCS es injusticia. Ejemplo: USA.
  • Una deformación sistemática en los MCS es injusticia. Ejemplo: el problema vasco.
  • Un ataque sistemático en los MCS es injusticia. Ejemplo: Iglesia.
  • Un sensacionalismo sistemático en los MCS es injusticia. Ejemplo: el sexo.

Para ser críticos con la función lúdica de los MCS: deberíamos preguntarnos ¿cómo nos entretienen los MCS?. Fundamentalmente a través:

  •  Prensa amarilla basada en el sensacionalismo que tergiversa la información, inventa noticias, resalta el morbo, incentiva la violencia y banaliza la vida social.
  •  Telebasura. Se le llama así a la televisión caracterizada por apelar la atención del público a través del escándalo y el sensacionalismo, una televisión para la que un buen producto es aquel que aumenta los beneficios y que atrae a la publicidad. En el tema sexual hay que distinguir entre las cadenas generalistas y las cadenas “especializadas”. A menudo éstas últimas se dedican a la tele-venta durante el día y a programas eróticos durante la noche. Algunas de ellas (incluidas las de colectivos de gays y lesbianas) son gratuitas y se pueden recibir lamentable y fácilmente en muchas casas.
  •  Salpicando los contenidos de violencia y sexo. Ambas realidades corresponden a pulsiones básicas de toda persona humana. Cada una de ellas requiere atención, educación y formación adecuada para poder vivirlas integradamente y no hacernos daño (ni a otros ni a nosotros mismos). El problema de los MCS es que las exaltan e incluso deforman de manera habitual, sin medir las consecuencias que puede tener para las audiencias. Educadores, padres, madres y otros muchos colectivos humanos y sectores profesionales se lamentan del descuido y deterioro de ambos aspectos sobre todo por su influencia en los niños y jóvenes, además de en otros grupos sociales más desfavorecidos.

 

  1. ¿Cómo es la representación de la sexualidad en los MCS?

 
Lo primero que hay que decir es ciertamente positivo: la sociedad actual ha roto muchos tabúes con respecto a la sexualidad, en parte gracias a los MCS. hoy en día se ve como una dimensión importante de la persona que hay que atender y cuidar. Tenemos a nuestro alcance más información que nunca en este campo y esto puede favorecer la compresión de la persona humana en la complejidad de sus relaciones.
Sin embargo, lo que en un principio pudiera ser positivo, no lo resulta tanto por el abuso y el inadecuado tratamiento de la sexualidad en los MCS. Aunque no lo parezca, no es cierto que no exista censura en este campo: existe censura de casi todo lo que no sea simple erotismo o sexo. Si hace unos años la censura consistía en ocultar y negar esta dimensión tan importante de la persona hoy en día la realidad es que se censura lo que cuestione la percepción generalizada (no por ello acertada) de lo sexual.
Pongamos nombre a algunas de los rasgos que caracterizan la representación de la sexualidad en los MCS:

  •  Sexista: la representación de la mujer como objeto de deseo y placer masculino sigue siendo la tónica dominante en este campo. Como afirma Isabel de Pablos[2] “La reproducción de los estereotipos … provocan la incitación a usar el cuerpo de la mujer, como objeto erótico, libremente y al alcance de sus deseos”.
  •  Parcial: sólo se ve reflejada una parte de la sexualidad (la sensual, erótica y relativa a las relaciones genitales). Se tiende limitar o focalizar las relaciones humanas desde esta perspectiva. Se oculta frecuentemente la dimensión psicológico-afectiva y normalmente prescinde de la finalidad procreadora o se ve como problema, más que como expresión de la plenitud de la relación.
  •  Exagerada: Se presenta como algo más importante de lo que es dentro del conjunto de la vida de las personas, tanto por la cualidad como por la cantidad de contenidos explícitamente sexuales. A menudo esta exageración se ve también en el tema de los abusos o desviaciones que saltan a la prensa. Se tiende a exagerar la problemática.
  •  Deforme: algunas prácticas sexuales abusivas y deformadas – propias del denominado “porno duro” – se van introduciendo en la vida de los medios de comunicación como si fueran ‘sanas’ y ‘normales’. Cada vez es más difícil establecer las diferencias y los límites que aíslan la esfera de la pornografía.
  •  Omnipresente: el sexo (para no desvirtuar la palabra sexualidad) está presente en todos los medios de comunicación, particularmente en la TV (más grave por ser más accesible a menores) y en Internet. De una manera o de otra, en casi todos los programas televisivos de gran audiencia (incluso los infantiles) hay claras tendencias en este sentido.
  •  Invasiva: la mayoría de las veces no podemos evitar (por lo tanto nos somos libres para elegir) determinados contenidos, especialmente a través de la publicidad, la cual no podemos rechazar, sino que se nos impone (muy especialmente los carteles de gran tamaño, los anuncios televisivos y los banners y anuncios en Internet).

 

  1. ¿Por qué este tipo de representación?

 
Hay que decir que existe una causa principal que está a la raíz: los intereses económicos y la industria pornográfica[3]. Es bien sabido que lo sexual atrae la atención del público y por lo tanto multiplica los telespectadores (en el caso de la TV) o las ventas (en el caso de la publicidad). Los estudios indican que los programas con imágenes de fuerte contenido sexual hacen saltar el ratio de audiencias. No cabe duda de que existen fuertes intereses económicos detrás de este mundo de lo sexual que se están beneficiando de esa “omnipresencia” en los MCS.
 

  1. Juzgar y actuar

 
El ciudadano activo y comprometido – y con mucho más motivo todavía el cristiano – no puede quedarse impasible ante la realidad hasta ahora descrita. Nunca se insistirá lo bastante en la actitud crítica ante los medios, que incluso en este caso, poco tiene que ver con la regresión o el puritanismo. Se trata de estar siempre despiertos para examinarlo todo – como decía San Pablo – y quedarnos con lo bueno. ¿Qué podemos hacer?
Ante los MCS en general (también aplicado al campo de lo sexual)

  •  Pluralidad informativa. Podemos contrastar una misma noticia en varios medios de comunicación (televisión, prensa, radio, Internet). Acostumbrarse a leer distintas fuentes informativas. Terminaremos con una visión más amplia y objetiva.
  •  Conocimiento de los Medios de Comunicación. Interesarnos por las cuestiones de la propiedad: no es indiferente quien está detrás de ese medio de comunicación (una asociación de carácter educativo, estatal, privada, ONG, comercial…) o qué momento político vivimos. Saber cómo se hace un periódico, la estructura y características de un telediario o cómo navegar por Internet es importante para sacar el máximo partido de los MCS que utilizamos.
  •  Alfabetización mediática. Los MCS usan distintos lenguajes (imagen, sonido, texto) y códigos (publicitario, periodístico, dramático, etc..). Saber leer lo que hay más allá de un programa, película, vídeo o texto nos hace vivir más en profundidad superando la superficialidad que rodea a los MCS.
  •  Verificar y/o contrastar las fuentes. Se trata de una práctica que debería ser habitual en nosotros. A menudo los MCS nos cuentan lo que ha dicho o hecho una persona, un grupo de personas o un organismo. Siempre es posible (y más ahora con Internet) leer el documento original, la opinión directa de los/as implicados/as. Esto es imprescindible para hacerse una opinión propia de los hechos y no asumir inconscientemente la interpretación de otros sobre el tema.
  •  Sentido crítico. Acostumbrarse a cuestionarse sobre la objetividad, la veracidad de las fuentes, la intencionalidad de un programa o artículo resulta un sano ejercicio para crecer en sentido crítico ante los MCS. Los MCS no son toda la verdad ni la única forma de ver la realidad.

Ante la rica y compleja dimensión de la propia sexualidad (también aplicado al campo de los MCS):

  •  Fomentar relaciones humanas profundas:
    •  Relaciones auténticas
    •  Tratar a todas las personas de igual a igual
    •  Valorar al otro por lo que es, no por lo que tiene o me puede dar
    •  Relacionarnos no desde la superficialidad o el aparentar
    •  Ser una/o misma/o siempre
  •  Aprender a decir no, a ser libre, saber rechazar ofertas, situaciones. Rechazar sin complejos las actividades y manifestaciones pornográficas.
  •  Buscar el equilibrio entre el miedo y el descaro aprendiendo a vivir con pudor, una palabra poco de moda pero imprescindible para crecer sanamente en esta dimensión.
  • Ahondar en las propias convicciones como cristiano, no renunciar a ellas: tenemos –al menos – el mismo derecho a mostrarlas como que los que no las comparten o tienen otros valores.
  •  Buscar referencias de formación y fuentes de información fiables y sanas con respecto a la sexualidad (educadores, padres, amigos de verdad, pedir artículos o libros, etc…).

[1] A partir de ahora MCS
[2] I Pablos, Ponencia de las I Jornadas Andaluzas sobre abusos y violencia sexual. Sevilla, 1998.
[3] Entendiendo por obras pornográficas aquellas que se hacen, se comercializan y se consumen como excitantes sexuales y que, respondiendo a los propósitos de sus autores, hacen del sexo un negocio, una fuente de ingentes beneficios económicos.