Texto: José Joaquín Gómez Palacios Dibujos: Salvador García Espinosa
Cada época se ha acercado a la historia de la Pasión de Jesucristo con sus propios lenguajes culturales: pensemos en los Cristos de cuadros de Velásquez, El Greco o Dalí; en la Pasión de J. S. Bach o en el film de Pasolini sobre Jesús. José Joaquín Gómez y Salvador García nos ofrecen este acercamiento al mismo tema desde la agilidad de dos lenguajes muy actuales: el comic y el periodismo. Los lectores encontrarán empleos interesantes para estas páginas durante el tiempo de la Cuaresma y la Semana Santa, buscando preparar y celebrar la novedad de la Pascua.
La información de Judas Iscariote, vital para el arresto de Jesús
MONTE LOS OLIVOS (Jerusalén).- Cerca de un centenar de policías del Sumo Sacerdote de Jerusalén y varios soldados romanos, han detenido a Jesús. Todos los indicios apuntan a Judas Iscariote como al traidor que ha facilitado a los cuerpos policiales información sobre el lugar donde se hallaba Jesús de Nazareth. El profeta de Galilea mostró gran serenidad en el momento de su detención.
El Sanedrín consideraba a Jesús de Nazareth como a uno de los frecuentes agitadores que aprovechaban la festividad de la Pascua para proclamar un levantamiento. La marcha de Jesús, delatada por Judas, al monte de los Olivos debió de ser considerada como la marcha hacia el lugar de la concentración: Algunas profecías señalaban también que el Mesías llegaría a Jerusalén desde lo alto del Monte de los Olivos.
Mateo informa que Judas fue allí «acompañado de un gran tropel de gente con espadas y bastones». «Palos» indica que acudió a prenderle parte de la policía judía al servicio del Sumo Sacerdote (auténtico gobernador de la ciudad de Jerusalén). Estos policías judíos iban armados con bastones. El término «espadas» indica que acudió también la guardia romana que aquellas fechas mantenía el orden.
Jesús responde con aplomo, definiéndose como «Yo soy», expresión de causa extrañeza, pues es la fórmula mediante la que Dios se define a sí mismo en la Escritura.
El principal seguidor de Jesús niega cualquier relación con el acusado
JERUSALÉN.- A raíz de la detención de Jesús, sus discípulos se han dispersado por las angostas callejas de Jerusalén. Según testigos presenciales, tan sólo Simón Pedro ha seguido la evolución de los acontecimientos, negando en todo momento cualquier relación personal con el detenido.
La escena se desarrolló entre la medianoche y las cuatro de la madrugada. Pedro estaba de pie junto a uno de los fuegos que ardían en los recipientes de arcilla que había en los atrios de la casa de Caifás, sumo sacerdote. Pedro fue señalado varias veces como seguidor de Jesús, por su dicción galilea, consistente en hablar de prisa y pronunciar defectuosamente algunas palabras.
Mateo informa: «Después que Pedro hubiera negado al Señor tres veces, cantó el gallo, como Jesús había vaticinado». Pudo ser un gallo real. Pero según el Talmud (enseñanzas escritas sobre la Ley) en Jerusalén no se criaban gallos al ser considerados como aves consagradas al dios Sol. Este dato pueden apoyar la siguiente reflexión sobre el canto del «gallo»: Las horas de la noche estaban marcadas por los cambios de guardia de los soldados romanos. Estos cambios se anunciaban mediante el toque de una especie de trompeta o cornetín al que en latín se denominaba «gallus». Puede entenderse que Pedro negó a Jesús antes que sonara la tercera trompeta del cambio de guardia. La frase de Jesús puede traducirse por: «Antes que suene la tercera trompeta del cambio de guardia de los soldados romanos, me habrás negado por completo.
Tras un proceso falto de garantías legales, Jesús es torturado
JERUSALÉN.- Roto el proceso legal, Jesús ha sido abandonado en manos de soldados y carceleros sirios y samaritanos, quienes llenos de odio han torturado a Jesús con golpes, burlas y azotes.
El primer lugar de tortura hay que ubicarlo en los patios de la casa del Sumo Pontífice Caifás. Las burlas se centraron en la pretensión mesiánica. A la policía judía debió resultarle cómica la pretensión mesiánica de Jesús, ya que tenían a su disposición a un hombre sin poder. Y un Mesías indefenso y desvalido resultaba una figura ridícula para cualquier judío de la época. Por eso dieron rienda suelta a su desprecio escupiéndole y dándole bofetadas y pescozones. Después le echaron un velo por la cabeza (probablemente la propia orla de su manto) y le invitaban a que «como Mesías» les dijese quién le había golpeado. La concepción popular del profetismo veía en el profeta a un adivinador y vidente.
La segunda tortura a la que fue sometido Jesús fue la flagelación, castigo ordenado por Poncio Pilatos antes de dejarlo libre. La flagelación practicada por los soldados romanos no tenía nada que ver con la flagelación judía de treinta y nueve azotes contados qué se propinaba en las sinagogas. Los soldados de las legiones romanas azotaban sin contar los golpes. Fijaban trozos de plomo agudos y cortantes en el extremo de los látigos. La flagelación debió ser una diversión para los soldados, sobre todo porque muchos de ellos eran mercenarios sirios y samaritanos que odiaban a los judíos. El condenado a la flagelación era desnudado y no se respetaba parte alguna de su cuerpo..
Jesús es condenado a muerte mediante crucifixión
JERUSALÉN.- Hacia el mediodía los verdugos de Jesús ejecutan la pena capital, por crucifixión, que pende sobre Jesús. Las autoridades permanecen ajenas al proceso de muerte, dejando hacer a los verdugos.
El castigo de la crucifixión no era una condena individual. Las crucifixiones masivas sirvieron como escarmiento. En las crónicas del historiador Herodoto puede leerse que el año 519 a.C. fueron crucificados en Babilonia tres mil rebeldes. En el año 71 a.C., sobre la vía Latina cerca de Roma, fueron crucificados seis mil esclavos sublevados junto a Espartaco.
El proceso oficial de la crucifixión comenzaba con el transporte de la cruz. Al condenado se le cargaba con el travesaño hasta el lugar de la crucifixión. El «vía crucis» transcurría por las calles más frecuentadas, para que muchos pudieran ver al condenado.
En el lugar del suplicio se desnudaba completamente al reo. En Jerusalén se realizaban las crucifixiones sobre un pequeño montículo, existente fuera de las murallas, denominado «Gólgota», que significa «calavera»; de ahí la palabra Calvario. Simón de Cirene ayudó a Jesús a llevar la cruz. Era un judío procedente de la región de Cirene (Norte de África) donde existía una floreciente colonia judía. Pudo haber acudido a Jerusalén en peregrinación con motivo de la Pascua.
Se consuma la crucifixión de Jesús de Nazareth
GOLGOTA.- Hacia el mediodía, un retén de soldados romanos capitaneado por un centurión, han conducido a Jesús hacia el exterior de las murallas. En un conocido promontorio, denominado «La Calavera», ha tenido lugar la última parte del tormento de la crucifixión.
El retén de la ejecución estaba formado por cuatro soldados y un centurión. Dos soldados tomaban al condenado por los brazos, lo echaban sobre el leño transversal y fijaban sus brazos. Otros dos soldados clavaban las manos por la muñeca con gruesos clavos. Existía también la crucifixión sin clavos, simplemente con cuerdas. La crucifixión provoca la muerte por asfixia. Sobre la cabeza del crucificado debía figurar un letrero que expresase el motivo de la condena.
El crucificado colgaba de la cruz durante horas y hasta días enteros, hundiéndose en la inconsciencia y despertando. Los crucificados se asfixiaban lentamente. Para poder respirar apoyaban los talones sobre el tronco, elevando el cuerpo para inspirar. Como la espalda se hallaba en carne vida por la flagelación, estos movimientos provocaban el continuo roce de todas las heridas de la espalda sobre el tronco rugoso de la cruz. El calor del día, los mosquitos, el frío de la noche y las burlas aumentaban la tortura.
Era costumbre social que en este tipo de ejecuciones actuaran plañideras profesionales. Discípulos influyentes, tales como Nicodemo y José de Arimatea, debieron contratar a varias plañideras para que acompañasen al condenado en su agonía.
Varios amigos de Jesús arriesgan su seguridad al despedirle con un digno entierro
JERUSALÉN. Varios amigos de Jesús han solicitado a las autoridades de Jerusalén los permisos oportunos para proporcionar a Jesús un entierro digno. Los ediles de la ciudad se han mostrado condescendientes para evitar la exposición de un cadáver durante la fiesta de la Pascua.
La sepultura de Jesús se narra detalladamente. La sepultura era una proclama de la honorabilidad de una persona. «Llegada la tarde, vino un hombre rico llamado José de Arimatea, que también se había hecho discípulo de Jesús. Éste se presentó a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús». José de Arimatea ofreció su tumba, -que tenía excavada en un jardín de la colina del Calvario-, para enterrar a Jesús. Al proporcionar su propia tumba para Jesús, se declaraba en contra de la condena de Jesús.
Para desclavar a un ajusticiado se comenzaba por liberar los pies del palo vertical, después se bajaba el travesaño y se colocaba el cadáver sobre el suelo. Finalmente se liberaban las manos.
La preparación del cadáver es un dato importante ofrecido por el evangelio. Al preparar una sepultura honrosa, con lienzos y aromas, se da a entender que Jesús no es un criminal.
La piedras que sellaban los sepulcros de aquella época eran similares a piedras de molino: de 1’50 m de diámetro y de 30 a 40 cm de grosor. Solían ser piedras de arenisca.
Varias mujeres proclaman que Jesús ha resucitado
JERUSALÉN.- Ante la incredulidad de muchos seguidores del maestro de Nazareth, varias mujeres proclaman que Jesús ha resucitado. La noticia, que se ha extendido rápidamente por la ciudad de Jerusalén, se ha producido a primeras horas de la mañana, cuando dichas mujeres hallaron el sepulcro vacío.
El Jesús histórico murió tras la crucifixión. Sin embargo, los apóstoles y los primeros cristianos, proclamaron que Jesús estaba vivo y presente en medio de sus discípulos. En todos los textos el significado es siempre el mismo: ¡Jesús vive!». La fe de los primeros cristianos afirma que Dios ha devuelto la vida a Jesús y pueden sentirle presente en medio de la comunidad. Los textos que anuncian la «resurrección de Jesús» no dicen simplemente que el cadáver de Jesús se ha reanimado. Hacen afirmaciones tales como que «Jesús es el primer nacido de entre los muertos», que «Dios le ha devuelto la vida»
Era necesario que las mujeres acudieran muy de mañana a embalsamar adecuadamente el cadáver. Esta tarea debía realizarse antes de que se iniciase la descomposición, pues con la descomposición el alma abandonaba el cadáver, según mentalidad judía de la época.
Sobre el esquema de una preocupación humana, como es embalsamar un cadáver, el evangelio expresa la experiencia espiritual de la resurrección vivida por aquellas mujeres.
La nueva presencia de Jesús elimina el temor en sus seguidores y les llena de fuerza y esperanza
JERUSALÉN.- Según afirman fuentes de los seguidores de Jesús de Nazareth, ayer se presentó el Maestro en medio de sus discípulos, provocando diversas reacciones. Dichas fuentes atestiguan que la apariencia del Maestro es real y concreta.
Lo primero que llama la atención en los relatos del evangelio es que Jesús penetra hasta donde estaban escondidos los discípulos, con las puertas cerradas y llenos de temor. La intención del texto no es decir que Jesús resucitado posee un cuerpo capaz de atravesar paredes y cuerpos sólidos… La intención del evangelista es otra: Jesús resucitado llega a lo profundo de sus discípulos que están encerrados en sí mismos y llenos de angustia. Por eso el primer saludo es de la paz; el deseo de que se aleje de ellos todo temor.
El relato pretende dar una enseñanza complementaria: Jesús Resucitado no es sólo una experiencia mística y espiritual, sino que el resucitado se corresponde con la persona del Jesús histórico que caminó por los senderos de Palestina. Por eso Jesús les muestra las manos y el costado del que salió sangre y agua.
Mostrar el costado del que salió «agua y sangre», era un dato significativo en la cultura judía de la época. Significa mostrar la propia personalidad humana, justa y equilibrada.
El texto enseña las repercusiones que conlleva ser discípulo: Abandonar el temor y salir al mundo para anunciar la Buena Noticia. Salir al mundo supuso romper los estrechos límites del pueblo de Israel para abrirse a toda raza, lengua, religión y cultura.
Una nueva aparición de Jesús resucitado elimina dudas
JERUSALÉN.- Ha llegado hasta nuestra redacción la noticia de una nueva aparición de Jesús Resucitado. La citada aparición ha tenido como principal objetivo reforzar la fe de Tomás, apóstol que presentaba dudas sobre las anteriores presencias de Jesús.
El tema de la duda constituye uno de los elementos fundamentales en los relatos de las apariciones de Jesús Resucitado. La figura de Tomás resume en sí las dudas que circulaban entre los primeros cristianos
Tomás tenía fama de persona realista y culta. Seguramente no fue pescador. El hecho de que se mencione su nombre hebreo «Tomás», junto a la versión griega «Dídimo» (que significa «Mellizo») indica sus raíces culturales griegas. Personaje más dado al razonamiento que el resto de los apóstoles.
El relato de Tomás muestra una enseñanza para las primeras comunidades cristianas: Los apóstoles han visto al Señor Resucitado y no han creído. Tomás tiene que ver para creer… Es necesario poner en boca de Jesús el camino de fe que están recorriendo muchos de los cristianos de las primeras comunidades: «Felices lo que creerán sin haber visto». Los que se adhieren a la fe sin haber conocido al Jesús histórico..
La expresión que dice Tomás («Señor mío y Dios mío») no debe ser entendida como una fórmula de fe. Se trata de una expresión que preocupaba en gran manera. Esta expresión (Dominus et Deus noster) era la frase que había acuñado el emperador Domiciano para hacerse adorar como divinidad, hacia el año 85 d.C. Los cristianos reconocen a Jesús como único Señor, por encima del Emperador.