Fernando López
«CAMISETAS» PARA EL VERANO
Al hilo de un sugerente texto de F. Umbral, proponemos unas sencillas cuestiones para adentrarnos en la cuestión de cómo vivir “un verano solidario”, dentro de las habituales actividades que realicemos durante esos días.
Primero las camisetas eran blancas, o a rayas, como las de los marineros. Luego vino la moda de las camisetas dibujadas, Snoopy, Mafalda, un bocadillo en inglés o la Marilyn de Andy Warhol […]. Más tarde. O sea ahora -era inevitable-, se han inventado las «camisetas solidarias».
Camiseta solidaria es la que te compromete con Ruanda, con una revolución americana o con el Real Madrid, con ETA, con una marca de refrescos, con el whisky, la pepsi, las ballenas, el trasvase Tajo/Segura, el pollo frito, un partido de extrema izquierda o de extrema derecha, el Repsol, un conjunto rockero, Martín Lutero King, un desodorante para los pies, una Iglesia episcopaliana, Kathleen Tumer, una marca de hamburguer, la causa de los pieles rojas, un sombrero de verano, el próximo presidente yanqui o Julio Iglesias.
La gente ya no lleva las ideologías en la cabeza, sino en la camiseta, sobre el torso, y en cuanto hablan se les nota que tienen ideas de camiseta, no de neurona. Es decir, que se nutren de eslóganes y marcas de coches. Te pones una camiseta solidaria y, parece que no, pero hace su efecto: a los pocos días ya te sientes solidario de los peces canadienses […]. La camiseta solidaria […], no es que cree fanáticos, sino hombres/anuncio involuntarios, o mujeres anuncio […].
Pero es significativo que las ideas y las creencias hayan bajado de la cabeza al corazón. Resulta favorable que en un tiempo de ordenadores la gente vuelva a pasarse las cosas por el corazón (que eso quiere decir el verbo recordar), pero si lo pensamos un poco más ocurre que las imágenes, los mitos, las ideas, las revoluciones, la ecología y sus delfines, los de Chiapas y su guerra, todo se queda en la superficie, en la camiseta, como un falso tatuaje, no impregna la piel ni nos encurte por dentro. Llevamos nuestras convicciones, preferencias y marcas al aire, pero en cuanto uno se quita la camiseta, para la lavandería, todo el mensaje subversivo, pogre, ácrata, automovilístico o dietético se va con la ropa sucia. Cambiamos de camiseta solidaria y cambiamos de ideario, pues las camisetas son variadas y en la siguiente se anuncian otros coches, otros galanes, otros líderes, otros rockeros, otras guerras, otras ballenas. Ideologías de usar y tirar, como son las del hombre unidimensional de este fin de milenio. Nos tatuamos sobre la piel todo un código personal, como los indios, pero al día siguiente cambiamos de camiseta y de código. Cuando la gente llevaba cuatro ideas en la cabeza, y no cuatrocientas en la camiseta, el mundo me parece a mí que iba mejor.
He estado eligiendo una camiseta solidaria para este verano y todas me gustan, de modo que no compro ninguna. Ya que voy a ser la primera página de un periódico, un hombre/editorial, ¿anunciaré la cosa de Nicaragua, la lucha contra el narco o el agua Perrier? Esta cultura de la incultura ha dado al fin el hombre que cambia de camisa como las culebras y las cebollas, el ciudadano que tiene que mirarse la camiseta en un espejo para saber lo que piensa, si es de Clinton o del otro. Ya no sé si soy zapatista o de la OTAN. Pero peor que eso es que ya no sé, por mis camisetas, si me gusta Sharon Stone o Madonna. Descartes, el hombre de la duda metódica, habría resuelto el problema con una camiseta solidaria. Como entonces no se cambiaban de camiseta, por eso eran más fijos y consecuentes en sus ideas».
FRANCISCO UMBRAL «El Mundo» (18.IV.1997).
PARA RECONOCER «MI CAMISETA»
- Leer el artículo y comentar lo que sugiere. ¿Qué mensaje quiere transmitir el autor?. ¿En qué estás de acuerdo o desacuerdo…?
- Comenta las frases que más te llamen la atención. Se pueden citar algunas de éstas: «La gente ya no lleva las ideologías en la cabeza, sino en la camiseta»; «La camiseta solidaria crea hombres o mujeres/anuncio involuntarios»; «Es significativo que las ideas y las creencias hayan bajado de la cabeza al corazón»; «Todo se queda en la superficie, en la camiseta, como un falso tatuaje que no impregna la piel, ni nos curte por dentro»; «Nos tatuamos sobre la piel un código personal, como los indios, pero al día siguiente cambiamos de camiseta y de código»; «Cuando la gente llevaba cuatro ideas en la cabeza y no cuatrocientas en la camiseta el mundo me parece a mí que iba mejor».’
- Hacer un recorrido por el barrio, la ciudad, el campo o la playa. Hacer un elenco de los tipos de camisetas que llevan los adolescentes y jóvenes. Clasificar los temas y cómo los enfocan.
- Hacer una encuesta preguntando a jóvenes y adolescentes el porqué de los mensajes que llevan en sus camisetas. Hablar también de las camisetas que cada miembro del grupo tiene y qué se quiere expresar con ellas.
- Tratar el tema de la solidaridad: elaborar una lista de problemas en los que nos sentimos o deberíamos sentirnos solidarios. Calificarse (de 0 a 10) respecto a la solidaridad personal en cada uno de esos problemas.
- Construir un auténtico «eslogan solidario» y diseñar una camiseta…