Querida «desconocida»:
Acabo de instalarme en la habitación 303 del Colegio Mayor que me acogerá durante todo el curso. No está mal. Es bonita y tranquila para estudiar. Desde mi ventana veo la sierra, me trae a mi mente los montes de mi tierra. Hoy siento nostalgia. Es la primera vez que marcho de casa por tanto tiempo. Tal vez por eso me has venido al pensamiento.
Te quiero y deseo casarme contigo, pero todavía no te conozco. He puesto sobre mi mesa de estudio tu porta-retratos, pero sólo está el marco y la cartulina. Un día estará tu fotografía. Aún no sé qué imagen externa tienes, pero como conozco tu imagen interior te imagino muy guapa también por fuera, al menos para mi gusto.
Quiero decirte que, hace tiempo, me planteé qué quería Dios de mí y, después de rezar mucho y debidamente aconsejado, ahora sé con seguridad que mi vocación no es el sacerdocio, sino la vida matrimonial. Desde que opté por esa vocación, me he trazado unproyecto de vida que me prepare para esa gran misión. Y no sólo de cara a Dios, sino de cara a tu persona.
No te conozco todavía, pero Dios sí te conoce; y creo que te ha pensado para mí. Y que a mí me ha destinado para ti. Cada día rezo a Dios por ti. Le pido que te haga muy guapa por dentro. Es lo más importante. Y yo me esfuerzo y le pido que me haga digno de ti. Ahora me estoy trabajando para dominar mi temperamento, para que sea más fácil nuestra convivencia… y pido lo mismo para ti.
Bastantes de mis compañeros ya salen con una chica cinco años antes de acabar la carrera. No les envidio, ni se lo recrimino. Yo te sigo buscando. No quiero precipitarme, a pesar de que me cuesta soportar mi soledad afectiva en más de una ocasión; pero es un esfuerzo que vale la pena. Ya tendremos tiempo, si Dios quiere, de caminar juntos, y no sólo de mirarnos el uno al otro embobados y sensibleros. Porque entiendo que amar no es mirarse el uno al otro; amar es mirar y caminar unidos en la misma dirección.
Cuando cada lunes escucho a alguno de mis compañeros -de los más «liberales»- hablar de sus «conquistas» y de sus «ligues» de final de semana… no le tengo envidia. Todo esto me estimula en mi camino hacia ti. Me esfuerzo -y Dios me ayuda- para que mi corazón, cuando te lo entregue, sea de primera mano. Y también mi cuerpo, santificado por la presencia del Espíritu de Jesús. Necesito que tú compartas mis ideales.
¡Te amaré tanto, amiga mía! Bueno, te amo ya. Y comprendo que he de ser mejor cada día por ti, porque tú te lo mereces. Tú haces que yo quiera ser mejor. Gracias a ti encuentro motivaciones para no bajar la guardia ni un momento. Estoy convencido de que Dios te inspirará estos mismos deseos, porque se lo pido cada día.
De momento guardo esta carta. Ya te la entregaré cuando nos conozcamos. Te escribiré más adelante. ¡Te quiero!
XAVI
F. CIMA, Retorn a Sant Miquel de Turbians
PARA HACER 1. Dar la carta a todos y, tras rumiarla personalmente, comunicar sentimientos e ideas. 2. ¿Hay jóvenes que viven así su relación con el otro sexo? ¿A qué se debe, por parte de este tema? 3. ¿Qué diferencia veis entre una relación de conquista-ligue y una relación de amor? 4. La iglesia en el tema del amor -y en otros- propone «metas altas». ¿Por qué será? S. Lo dicho por Xavi, ¿os hace pensar en alguna página del Evangelio? Comentad. 6. ¿Cómo vive cada uno de nosotros su relación con el otro sexo? 7. La carta habla con frecuencia de Dios y a Dios. Habla de este tema con Él. (Comentad, temas de la carta: vocación, oración, proyecto de vida, etc.) otros, la trivialización en otra ocasión, otros |