Guzmán Pérez Montiel, sdb
Salesianos de Carabanchel
Motivación
Las navidades pasadas una amiga mía escribía en su estado del Facebook:¡Ya huele a Navidad!. Y yo le preguntaba en broma: ¿y a qué huele exactamente?. Durante un par de días el tema dio de sí para diversos comentarios de otros de sus contactos, y ahí quedó la cosa… Más tarde la frase regresó a mi memoria y me hizo pensar más y sacarle miga a este asunto de los olores. Ciertamente la Navidad huele a muchas cosas, pero muchos aromas nos han embriagado de tal manera que a menudo nuestra pituitaria no es capaz de percibir sus olores auténticos. Sin que huela mucho a cura ni perfumarla demasiado, quisiera compartir mi reflexión con esta amiga y con aquellos que quieren descubrir a qué huele la Navidad.
En casa, la Navidad huele a turrón y polvorones, a suculentas comidas, a botellas de anís y panderetas, a encuentros con aquellos que están lejos, a niños escribiendo cartas para pedir el oro y el moro, a familias que dejan a un lado sus rencillas por un tiempo y comparten la mesa, a recuerdos de la infancia, a musgo y espumillón, a calor de hogar…
En la tele, la Navidad huele a sensuales perfumes, a juguetes, a cava, a lotería. Son la expresión de nuestros deseos de diversión, de atracción, de fiesta, de riqueza, de superar la crisis (o de olvidarla por un momento), de distraernos, etc. Y en ocasiones también huele a galas solidarias llenas de buenos sentimientos que se evaporan tan rápido como las burbujas de Freixenet…
En la calle, la Navidad huele a consumo, a regalos, a compras, a señores gordos vestidos de rojo. Huele a luces de colores, a adornos navideños, a excesivos gastos en medio de una severa crisis económica. Y precisamente por eso, también huele a transeúntes sin techo, pasando frío noche tras noche, a pobres mendigando una limosna, a inmigrantes y parados que acuden al comedor de Cáritas, a ancianos que sienten más que nunca su soledad…
Hace dos mil años la Navidad no olía muy bien que digamos. En un pesebre, fuera de la ciudad, entre animales y pastores no podía oler “a rosas” precisamente… María tuvo que dar a luz en un lugar que no tenía nada de bucólico, porque no había sitio en la posada. Allí olía a exclusión, a pobreza, a humildad, a ocultamiento, a pequeñez. Como mucho, lo único que podía disimular un poco el tufo eran el incienso y la mirra que le trajeron los magos de Oriente…
Pues allí, entre olores de ovejas, bueyes y mulas, nació el hijo de Dios, vino a este mundo la mejor de las esencias, en el pequeño frasco de un bebé. Como solemos decir, allí olía a humanidad, pero en el fondo es justamente eso: olía a verdadera Humanidad. Porque Dios quiso acercarse tanto a los seres humanos, que se hizo uno de nosotros. Y su perfume se fue derramando para sanar a muchos, se vació por completo dando su vida por todos y nos hizo respirar un aire nuevo,diferente, mucho mejor: la Vida con mayúsculas.
El que había nacido fuera de la ciudad, moriría igualmente excluido, incomprendido, despreciado. Pero el olor de su amor entregado y de su resurrección nos haría presentir el aroma de lo que nos espera en el futuro, y de lo que estamos llamados a vivir ya en el presente. Por eso —por este Niño nacido entre malos olores— nuestra Navidad también huele a muchas personas que no descansan en estas fiestas para atender a los necesitados en hospitales, asilos, comedores. Por eso huele a familias que se unen y celebran sencilla y fraternalmente la Nochebuena, que gozan con la compañía y el cariño de los seres queridos. Por eso huele a gentes de aquí y de allá que —en Navidad y siempre— entregan su vida y su tiempo en los pesebres de la exclusión, la droga, la prostitución, el fracaso escolar, la soledad, la enfermedad, el paro… Huele a muchos hombres y mujeres —creyentes o no— que han comprendido dónde está esa esencia, y se han dedicado a extender su perfume para hacer que muchosotros respiren esperanza. En palabras de san Pablo, ellos son «el buen olor de Cristo, olor de vida que vivifica» (2 Cor 2, 15-16).
La lotería de Navidad del año pasado nos puede ayudar a poner la guinda a esta reflexión. Su eslogan era: “hay muchas navidades, pero no todas están aquí”.Cierto: no todas caben en ese pesebre, para nada… ¿Cuál celebras tú? ¿A qué huele tu Navidad? Ojalá estos materiales que te presento a continuación puedan ayudarte a captar el aroma de la auténtica Navidad.
Reflexionar en grupo sobre la Navidad
¡Aquí huele a humanidad!
Proponemos aquí un guión para un momento de grupo destinado a adolescentes y jóvenes. En él trataremos de profundizar en la vivencia personal de la Navidad, y motivar para hacer una experiencia más cristiana de la misma.
Asimismo, la dinámica tiene el objetivo de hacer captar las implicaciones muy humanas que tiene el acontecimiento de la Encarnación que celebramos. Para ello, utilizaremos el simbolismo del olfato (los olores, los aromas, las esencias, etc.) y de los sentidos en general.
- El animador trae una bolsa de basura (u otra bolsa que sea opaca) con algunos objetos en su interior: algo de turrón o polvorones, una pandereta, un gorro de Papá Noel, un billete de Lotería, un juguete, un perfume, una figurita del belén, espumillón, u otros objetos que estén relacionados con la Navidad.
- A continuación pide a cada uno de los miembros del grupo que, con los ojos cerrados, extraiga un objeto de la bolsa y trate de reconocer qué es mediante los otros sentidos: el tacto, el olfato, el gusto, el oído. Cada miembro del grupo va expresando qué objeto ha cogido y qué tiene que ver dicho objeto con la Navidad.
- Cuando todos han hablado de su objeto, el animador les pregunta si esos objetos están presentes en su navidad, o qué otras cosas que no han aparecido también forman parte de su vivencia navideña personal. Puede formular la pregunta de manera más metafórica: ¿A qué huele tu Navidad? ¿A qué sabe? Se trata de que cada uno exprese de modo más simbólico su experiencia de la Navidad. Quizá uno hable de que su Navidad huele a familia, otro diga que la suya sabe a cenas suculentas, o tal vez algún otro exprese que la suya huele a prisas, regalos, compras…
- El tercer momento de esta reunión tendría como objetivo presentar la verdadera Navidad, el olor auténtico de ésta. Diremos que la Navidad cristiana (que en realidad es la única Navidad…) huele a humanidad. Porque Dios ha querido hacerse uno de nosotros, carne de nuestra carne, para mostrarnos el amor tan inmenso que nos tiene. Y eso cambia todas nuestras imágenes de Dios y del ser humano. Porque Dios lo ha querido así, todo lo humano es lugar de encuentro con Él. Un Dios así no puede dejarnos indiferentes… Para dar pie al diálogo en torno a estos aspectos, se puede leer en el grupo la motivación que encabeza estos materiales. También se puede suscitar el diálogo en torno a esta sugerente viñeta de José Luis Cortés.
- Se puede terminar la reunión con la lectura orante del texto evangélico que narra el nacimiento de Jesús (Lc 2,1-20). También puede ayudar a reconocer la importancia de la encarnación de Dios este poema de Pedro Casaldáliga:
«Él se hizo uno de tantos»
En la oquedad de nuestro barro breve
el mar sin nombre de Su luz no cabe.
Ninguna lengua a Su verdad se atreve.
Nadie lo ha visto a Dios. Nadie lo sabe.
Mayor que todo dios, nuestra sed busca,
se hace menor que el libro y la utopía,
y, cuando el Templo en su esplendor Lo ofusca,
rompe, infantil, del vientre de María.
El Unigénito venido a menos
traspone la distancia en un vagido;
calla la gloria y el amor explana;
Sus manos y Sus pies de tierra llenos,
rostro de carne y sol del Escondido,
¡versión de Dios en pequeñez humana!
(Pedro Casaldáliga)
Celebración
Buscando una morada para Jesús
Esta propuesta de celebración está pensada para grupos (no excesivamente numerosos) de jóvenes o adultos. Será más fructífera en la medida en que los participantes se conozcan previamente o al menos sean capaces de compartir su oración en voz alta.
Ambientación:
– En el lugar de la celebración, aparece un mural grande con una casa dibujada en él (en papel continuo, o en una cartelera), y con carteles alrededor del tipo: “Inmobiliaria Nazaret”, “Reino en construcción”, “Se necesita mano de obra”, “Conozca nuestro pesebre piloto”, “Prohibida la entrada a toda persona ajena a esta obra”, etc. Si la iglesia o el lugar en que se realice tiene un belén o un nacimiento, la celebración puede llevarse a cabo junto a él, iluminando de forma especial la figura del niño Jesús. Junto al niño Jesús se puede colocar un evangeliario (o una Biblia), simbolizando así que la Palabra se ha hecho carne.
– Al entrar, se reparte a todos los participantes un pequeño papel con una casa dibujada (similar a la del cartel, pero en pequeño tamaño), y un bolígrafo.
Desarrollo de la celebración:
Comenzamos la celebración disponiéndonos a recibir al Señor en nuestras vidas, a dejarle entrar, a prepararle el camino, a escuchar su Palabra, a escucharle a Él, que es Palabra hecha carne… Lo hacemos con el canto “Preparad el camino”:
PREPARAD EL CAMINO AL SEÑOR,
Y ESCUCHAD LA PALABRA DE DIOS.
Voz que clama en el desierto:
“Preparad el camino al Señor,
haced rectas todas sus sendas,
preparad el camino al Señor”
Presidente: En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.
Todos: Amén.
Presidente: La gracia y la paz de Dios nuestro Padre, y de Jesucristo el Señor, que se ha hecho hombre por su inmenso amor a la humanidad, esté con todos vosotros.
Todos: Y con tu espíritu.
Monitor: La proximidad de la Navidad trae a la memoria creyente un acontecimiento: la encarnación de Dios. Toda la parafernalia que rodea estas fiestas puede despistarnos de lo que realmente celebramos cada año por estas fechas: que Dios ha enviado a su Hijo para mostrarnos el inmenso amor que nos tiene. En Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre, encontramos a Dios. En Jesús, Dios viene a nuestra vida para quedarse. Pero ¿tenemos hueco para él en nuestra casa? ¿Le hemos abierto las puertas de nuestra vida? ¿O quizás no hay sitio para Él en nuestra “posada”?
(El presidente toma la Biblia o el Evangeliario que está junto al niño Jesús y proclama la Palabra de Dios)
Lectura del santo evangelio según san Lucas (Lc 2,1-12)
«Sucedió que por aquellos días salió un edicto de César Augusto ordenando que se empadronase todo el mundo. Iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad. Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David, para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada. Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban por turno durante la noche su rebaño. Se les presentó el Ángel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió en su luz; y se llenaron de temor. El ángel les dijo: «No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor; y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.»
PALABRA DEL SEÑOR
(El presidente besa el libro y lo vuelve a colocar junto al niño Jesús)
(El presidente invita a hacer unos instantes de silencio para dejar que la Palabra que ha sido proclamada cale en el corazón y nos hable a cada uno personalmente. A continuación explica el simbolismo de la casa dibujada en el mural, que vendría a ser la vida de cada uno, la casa o la posada donde Jesús quiere nacer, habitar. Invita a todos los presentes a revisar su vida y ver: en qué medida están preparado su corazón para recibir a Jesús, en qué medida están abiertas las puertas de su vida para dejar que Él entre, qué cerraduras hay en su vida que no dejan entrar a los demás, cómo va cada uno a acoger a Jesús y a sus hermanos en esta Navidad).
(En este momento de oración personal, cada uno puede escribir en su casa de papel su oración o su reflexión en torno a estos aspectos mencionados…
Durante este tiempo se puede poner algo de música tranquila que ayude a la interiorización y a la oración. También se puede escuchar (o cantar) la canción “No hay sitio”, de Brotes de Olivo (LP “Gozo y llanto en el pesebre”):
¡No, no hay sitio! ¡No, no hay sitio! ¡No, no hay sitio! ¡No!
No hay sitio donde nacer ni lugar donde vivir,
para el Señor de la Vida, ni tampoco hay sitio en mí.
Cual posadero me porto y mis puertas yo le cierro,
y al mismo Dios de la vida, por mi egoísmo, no encuentro.
Abre tus puertas, amigo, que el mismo Dios es quien llama,
no te pierdas que en ti entre, no te pierdas que en ti nazca.
(Después de unos minutos, se puede libremente compartir en voz alta la oración o reflexión personal que se ha hecho, y también pegando en el mural grande la casa de papel que cada uno ha escrito. Cada dos o tres intervenciones se puede cantar el estribillo de algún canto, como por ejemplo “Ven y habita entre nosotros” (de Gregorio Fernández, LP “Esperando al Señor”):
Ven, Señor, a visitarnos.
Ven a ser nuestra alegría.
Ven y habita entre nosotros,
compartiendo nuestra vida.
Oración final (el presidente o toda la asamblea)
Gracias, Señor, por venir a nuestro encuentro,
por nacer en medio del silencio y de la indiferencia.
Gracias, Señor, por hacerte como nosotros,
por querer compartir nuestra condición humana.
Gracias porque lo has hecho desde tu inmenso amor,
porque nos has mostrado con ello el rostro de Dios y el del hombre.
Danos la fuerza de tu Espíritu para saber abrirte las puertas de nuestra vida,
para dejarte habitar en nuestro corazón, y dejar entrar a tantos que lo necesitan.
Dios encarnado, ayúdanos a ser una buena “posada” en la que nazca el Amor,
como lo fue María, fiel creyente y madre.
Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor. Amén
Bendición final
Orar con María en Navidad
Canción “Anunciada”
(Grupo ComPaSIóN, LP “Navidad actual”, 2009)
Escúchala aquí: http://www.musica.sanpablo.es/_mp3/_rep.php?id_cancion=345
En mi seno te sueño
y en sueños me hablas
como un rumor de pájaros
abriendo el alba.
Me recorres los meses / de la esperanza
con un pulso de sangre / maravillada.
Desde el primer instante / llena de gracia,
tuve toda hermosura / para entregártela. (bis)
Si ahora quieres mis ojos / para tu cara,
mi andar sencillo y leve / de brisa y agua,
Pídeme, que en espera / de que llegaras
desde siempre lo guardo / limpio de mancha.
Pídeme, que no tengo / ni oro ni plata,
sino amor que me sobra
y estas alhajas: (bis)
sueños para tu sueño, / para tus lágrimas
rocío entre los juncos / de mis pestañas.
Y esta voz que aún no tienes, / viva Palabra,
escrita con minúsculas / en mis entrañas.
¿Qué habrá en mí que no fuere / rosa entregada,
si donde yo me acabe / tú comenzaras?
Pídeme, que por darte / quedo sin nada.
Y a San Gabriel le dije:
“He aquí la esclava”.
Antes de escuchar la canción, te sugiero que invoques la presencia del Espíritu, para que te ayude a orar, a escuchar al Señor, a estar disponible a su acción en ti, como María… Pídele su luz para saber descubrir la grandeza del misterio de María, Madre de Dios… A continuación lee con calma el texto evangélico de la Anunciación (Lc 1,26-38).
Una vez leído el texto en actitud orante, escucha la canción. Puedes orar con estas pistas:
- La Anunciación es una expresión concreta de la voluntad amorosa de Dios sobre todas las personas. Dios quiso hacerse uno de nosotros, tomó la iniciativa una vez más para decirnos cuánto nos ama. Y para ello, contó con el ser humano, contó con María para su plan. Al escuchar la canción, agradece a Dios el inmenso amor que te tiene, el amor concreto que ha puesto en tu vida a través de muchas mediaciones, gestos, personas, acontecimientos…
- María de Nazaret, como expresa poéticamente esta canción, sintiéndose amada inmensamente por Dios, puso toda su confianza en Él al responder a una propuesta que desbordaba todos sus planes. Repasa tu vida con mirada de fe, y pregúntate qué puede estar pidiéndote Dios en este momento de tu historia. Sé sincero y no tengas miedo si descubres propuestas arriesgadas o compromisos más serios que te pide… Él te dará la fuerza para ponerlos en marcha…
- «Pídeme, que no tengo ni oro ni plata, sino amor que me sobra (…) Pídeme, que por darte, quedo sin nada…», dice la canción. Encontrarás en ti deseos e inclinaciones que chocan con lo que Dios desea y sueña para ti. Pídele a Dios la fuerza de su Espíritu para llegar a desear de corazón lo mismo que Él desea; para “evangelizar” tus deseos; para llegar a pedir, como María, quedarte sin nada por amor…
Guzmán Pérez