Experiencia de adoración nocturna compartida
Maite López, aci
Hace un par de años que mi comunidad, las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús de la calle San Agustín (Madrid), inició una experiencia que poco a poco va cobrando fuerza y llenándonos de entusiasmo. En este artículo me gustaría presentárosla, tal como es. No esperéis nada espectacular, porque se trata de algo muy sencillo pero, eso sí, con esa fuerza que esconde lo pequeño. Es una apuesta por la calidad de la experiencia religiosa y que brota de la urgencia de abrir las puertas de nuestra casa y nuestro corazón.
De qué se trata
Nosotras, por carisma, tenemos la adoración al Santísimo como parte esencial y cotidiana de nuestra vida. Adoramos al Señor presente en la Eucaristía en capillas e iglesias abiertas para facilitar a otros el encuentro con Jesús. Además de la adoración cotidiana de mañana y tarde, prolongamos esta forma de oración algunas noches del año. Es una manera de hacer más fuerte la fidelidad a una misión que hemos recibido de la Iglesia y expresar que tiene sentido siempre.
Por otra parte nuestra comunidad está situada en el barrio de las letras de Madrid, a escasos metros de la casa donde vivió Quevedo. A nuestro alrededor hay infinidad de tascas, bares, restaurantes, pubs y lugares para tomarse una copa o bailar. Es una típica zona de marcha: la zona de Huertas. Es decir: realizamos nuestra misión en un lugar con una notable “actividad” nocturna.
Aunque nuestro culto es siempre público, desde hace dos años estamos haciendo un esfuerzo para animar y ayudar a los jóvenes a descubrir esta forma de oración tan especial y lo hacemos precisamente en un tiempo «especial» para ellos como es la noche. Surgió entonces en algunas hermanas la inquietud de poder ofrecer la posibilidad de un encuentro con Jesús a estos jóvenes que “rondan” nuestra casa. Nuestra idea es que los jóvenes cristianos, que normalmente viven su fe en parroquias o movimientos, puedan «integrar» en su noche un rato de oración. No tratamos de ser una alternativa a la noche. Queremos simplemente facilitar el vínculo entre la vida y la fe. Se habló en comunidad y se vio como algo novedoso e ilusionante que merecía la pena llevar adelante. Hacía falta, por un lado, abrir las puertas de nuestra capilla a unas horas en las que normalmente las iglesias cierran y, por otro, adaptar nuestra manera de hacer adoración para facilitar a los jóvenes la oración.
Por eso ahora abrimos la puerta de nuestra capilla algunos viernes del año de 22.00 a 24.00. Durante esas dos horas intercalamos la lectura de la Palabra, textos, música, canciones y silencios. Aunque toda la adoración tiene una lógica y una unidad, está previsto que cada persona pueda entrar y salir de la capilla libremente, permaneciendo el tiempo que quiera. No nos preocupa demasiado cuánto tiempo permanecen ni tampoco la cantidad de ellos que vengan… lo que verdaderamente nos importa es que quien venga, tenga una experiencia religiosa positiva y auténtica en una comunidad que acoge y ora, un encuentro consigo mismo en un clima de paz y sosiego, una toma de contacto con una Iglesia viva que permanece con sus puertas abiertas. En definitiva, posibilitar, a través de todo eso, el encuentro con Jesús resucitado.
Adoración, no cualquier tipo de oración
Quisiera, aunque solo fuera brevemente, puntualizar algunas características específicas de la adoración, que la distinguen de otro tipo de oración.
a) Lo primero que hay que decir es que no se trata de una devoción cualquiera. Y hablo de devoción no en tono despectivo, sino en su sentido originario de práctica piadosa no obligatoria o de costumbre buena o saludable. Aunque en ocasiones pueda serlo, hay que decir que la adoración pertenece a la esencia, no sólo de la práctica sino sobre todo de la espiritualidad cristiana porque no es sino una continuación de la Eucaristía.
b) En cuanto oración eucarística, no puede desvincularse de la celebración, ya que prolonga la gracia de la misma. Por eso nos puede ayudar evocar a Pagola[1], que nos recuerda que la Eucaristía es:
- Cena del Señor: momento para experimentar la cercanía y la intimidad de Dios, sobre todo hacia los pecadores, excluidos, marginados y despreciados;
- Fracción del pan: pan compartido como símbolo de unidad pero también como exigencia de servicio y fraternidad;
- Acción de gracias: encuentro en ambiente festivo y de alabanza que nos invita a recibir con agradecimiento el mundo, la historia y la tierra, dones que Dios nos regala para compartir;
- Memorial de Cristo crucificado: celebración del compromiso radical y la entrega de Jesús hasta la muerte, aceptada por amor, que nos urge a vivir la solidaridad y la defensa de los últimos, arriesgando como Él la propia vida,;
- Presencia del resucitado: es la resurrección la que hace posible la presencia real, viva y operante de Cristo en la comunidad.
c) Por eso la Eucaristía, forma permanente de la aparición pascual, contiene todos estos elementos presentes en el sacramento del pan y el vino. Esta presencia sacramental, “concentrado” de amor y de justicia, nos lleva a la actitud más radical del creyente: la adoración profunda, confiada, entregada y comprometida.
d) La adoración no puede convertirse – como a veces sucede en la práctica eucarística – en culto evasivo o en el “opio del pueblo”. La adoración, tal como la vivimos y ofrecemos, nos hace entrar en comunión con Jesús Resucitado, presente en la Eucaristía no de forma teórica y estática sino en un modo dinámico, vital y encarnado.
e) Y aunque nuestro tiempo ante el Señor en la Eucaristía tiene un fuerte componente de contemplación, se trata básicamente de la contemplación ignaciana: capaz de dinamizarnos y de identificarnos en sentimientos, valores y actitudes con Aquel a quien adoramos. Contemplarlo a Él nos lleva a amarlo, adorarlo y servirlo en todo.
Por qué de noche
La adoración nocturna que proponemos quiere ser una humilde iniciativa para ir superando tópicos y cismas “clásicos” en nuestra historia: los jóvenes y la Iglesia; el sacramento del altar y el sacramento del hermano; la fe y la vida, etc. Desde que Dios se encarnó haciéndose uno de nosotros, es en medio del mundo donde se realiza la salvación, concreta e histórica. Los miembros de la Iglesia, y más aún los consagrados, para ser fieles a nuestra misión en el mundo tenemos que adaptarnos al entorno en el que vivimos y a las circunstancias que nos rodean, descubriendo las semillas de Reino y siendo portadores de Evangelio. ¿Quién dijo que sólo se deben inculturar los evangelizadores, apóstoles y misioneros en tierras lejanas?. Admiro los procesos existenciales de miles de hombres y mujeres que, dejando su país, han entrado a formar parte de otras culturas, tan diferentes a las propias. Pero a la vez, me gustaría reivindicar el deber – no tan obvio – de todos nosotros, de encontrar igualmente espacios, gestos y signos nuevos de inculturación en la sociedad actual, que también esperan la buena noticia. Parte de la inculturación de la sociedad del primer mundo, y especialmente la española donde se vive de noche, es conocer y acercarse a los jóvenes y la noche, que son, sin duda, una cultura propia. Precisamente por eso es por lo que urge acompañarlos en sus procesos vitales y facilitar experiencias humanas y humanizantes.
Os invitamos a quienes estéis en Madrid a participar en nuestra propuesta, invitando a vuestros jóvenes a acercarse a nuestra capilla. Y animamos a todos a seguir buscando y creando signos nuevos que expresen de modo efectivo el deseo de encuentro y de compromiso con los jóvenes, hombres y mujeres de hoy.
PRÓXIMOS ENCUENTROS
Los encuentros de adoración tienen lugar los segundos viernes de cada mes en:
Capilla de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús
C) Cervantes 17
Madrid
Fechas previstas: 30 febrero, 12 marzo, 14 mayo, 11 junio.
[1] Pagola, J.A. (1990). La Eucaristía, experiencia de amor y de justicia, Sal Terrae, Santander.