Adulto, recuerda que…

1 septiembre 1997

[vc_row][vc_column][vc_column_text]1/   El joven es la encarnación concreta de la posibilidad de hacer vivir, más allá de tu muerte, el fruto de tu esperanza en el mun­do. De hecho, el joven es el futuro ya pre­sente que ilumina con la esperanza tus sue­ños no realizados, a condición de que la educación que le ofreces le ayude a abrirse al amor a la vida.
2/   La vida en el joven sólo florece si -el deseo que la nutre encuentra el límite diseñado por el amor y tejido por la Fe, por los valo­res, por las normas y los modelos que le presenta quien ha asumido el cuidado de su educación.
3/   El joven tiene el derecho y el deber de ser el auténtico protagonista de su vida, o sea, del proyecto y de la construcción de su propia persona. Por tanto, tú debes actuar para que él pueda luchar victoriosamente contra el dragón que quiere ligarlo a todo ti­po de dependencias que impiden el creci­miento de su conciencia, de su libertad y de su autonomía.
4/   El joven tiene derecho a tener memoria, a poder sentir en la profundidad de su ser que su vida se coloca en el cauce del río de la historia, y que su presente le ha sido da­do a través de la vida de las personas que le han precedido, así como su vida deberá dar el presente a las personas que le segui­rán a él.
5/  El joven, para poder dar futuro a su vida y al mundo, debe tener sueños que le permitan descubrir la ruta que puede transformar su vida en una irrepetible aventura de sentido.
6/   El joven tiene derecho a la felicidad, a la li­bertad, y a la felicidad del juego para poder descubrir que el presente no es inmutable, que el dolor puede abrirse a la alegría, la desesperación a la esperanza y el odio al amor. Porque el juego ayuda a descubrir que las cosas pueden ser diversas de como son, si son vividas en la gratuidad del ser, como todo juego auténtico sabe hacer.
7/   El joven tiene derecho a encontrar en su vi­da palabras fieles, a descubrir que la pala­bra puede crear vida y acompañar la supe­ración de la condición humana también en las situaciones en las que parece irrecupe­rable, sin redención posible.
8/   El joven tiene el derecho al silencio para po­der escuchar cómo crece la hierba, para sentir cómo avanza por el mundo la prome­sa del amor que se hace vida y cómo retro­ceden los pasos de la muerte.
9/   El joven tiene el derecho y el deber de aprender a restituir los dones que recibe en su vida, a través de la educación a una soli­daridad que le ayude a descubrir que él puede construirse auténticamente a si mis­mo sólo si comparte su vida con el Otro.
10/ El joven tiene el derecho a encontrar en su vida la revelación del Rostro de Dios.
Mario Pollo, 1997
Manifiesto de Note di Pastorale Giovanile
 
 
 

PARA HACER

Este decálogo puede servir tanto para educadores, a quienes va dirigido, como para jóvenes, a quie­nes se refiere y de quienes habla.

  1. Con los educadores: comentar lo que dice, señalar aquello con lo que se está de acuerdo y con lo que no, revisar lo que se hace, especificar lo que falta por hacer, concretar cómo llevarlo a la práctica.
  2. Con los jóvenes: revisar la imagen que se da (¿Nos vemos reflejados en ella?), concretar qué ha lo­grado cada uno y en qué está trabajando ahora, señalar qué falta y consideramos esencial.

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