[vc_row][vc_column][vc_column_text]1/ El joven es la encarnación concreta de la posibilidad de hacer vivir, más allá de tu muerte, el fruto de tu esperanza en el mundo. De hecho, el joven es el futuro ya presente que ilumina con la esperanza tus sueños no realizados, a condición de que la educación que le ofreces le ayude a abrirse al amor a la vida.
2/ La vida en el joven sólo florece si -el deseo que la nutre encuentra el límite diseñado por el amor y tejido por la Fe, por los valores, por las normas y los modelos que le presenta quien ha asumido el cuidado de su educación.
3/ El joven tiene el derecho y el deber de ser el auténtico protagonista de su vida, o sea, del proyecto y de la construcción de su propia persona. Por tanto, tú debes actuar para que él pueda luchar victoriosamente contra el dragón que quiere ligarlo a todo tipo de dependencias que impiden el crecimiento de su conciencia, de su libertad y de su autonomía.
4/ El joven tiene derecho a tener memoria, a poder sentir en la profundidad de su ser que su vida se coloca en el cauce del río de la historia, y que su presente le ha sido dado a través de la vida de las personas que le han precedido, así como su vida deberá dar el presente a las personas que le seguirán a él.
5/ El joven, para poder dar futuro a su vida y al mundo, debe tener sueños que le permitan descubrir la ruta que puede transformar su vida en una irrepetible aventura de sentido.
6/ El joven tiene derecho a la felicidad, a la libertad, y a la felicidad del juego para poder descubrir que el presente no es inmutable, que el dolor puede abrirse a la alegría, la desesperación a la esperanza y el odio al amor. Porque el juego ayuda a descubrir que las cosas pueden ser diversas de como son, si son vividas en la gratuidad del ser, como todo juego auténtico sabe hacer.
7/ El joven tiene derecho a encontrar en su vida palabras fieles, a descubrir que la palabra puede crear vida y acompañar la superación de la condición humana también en las situaciones en las que parece irrecuperable, sin redención posible.
8/ El joven tiene el derecho al silencio para poder escuchar cómo crece la hierba, para sentir cómo avanza por el mundo la promesa del amor que se hace vida y cómo retroceden los pasos de la muerte.
9/ El joven tiene el derecho y el deber de aprender a restituir los dones que recibe en su vida, a través de la educación a una solidaridad que le ayude a descubrir que él puede construirse auténticamente a si mismo sólo si comparte su vida con el Otro.
10/ El joven tiene el derecho a encontrar en su vida la revelación del Rostro de Dios.
Mario Pollo, 1997
Manifiesto de Note di Pastorale Giovanile
PARA HACER
Este decálogo puede servir tanto para educadores, a quienes va dirigido, como para jóvenes, a quienes se refiere y de quienes habla.
- Con los educadores: comentar lo que dice, señalar aquello con lo que se está de acuerdo y con lo que no, revisar lo que se hace, especificar lo que falta por hacer, concretar cómo llevarlo a la práctica.
- Con los jóvenes: revisar la imagen que se da (¿Nos vemos reflejados en ella?), concretar qué ha logrado cada uno y en qué está trabajando ahora, señalar qué falta y consideramos esencial.
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