Natalio Saludes
Este año 2006, la Orden Franciscana celebra el año del Cristo de San Damián, como primer paso hacia la celebración del VIII Centenario de la fundación de la Orden, en el año 1209, cuando a Francisco de Así se le unieron sus primeros compañeros. El Cristo de la ermita de San Damián es un iconoitalo-bizantino, que presidía dicha iglesia, y a través del cual Cristo habló a Francisco; en torno a esta imagen de Cristo están pensados estos materiales que pueden utilizarse en grupos de jóvenes que hoy buscan a Cristo.
- Cristo busca el encuentro con Francisco
Francisco quiere llegar a ser noble y caballero. Su primera oportunidad se la brindó la contienda entre las ciudades de Asís y Perugia, en el otoño de 1202. Se entabla batalla en el lugar llamado Collestrada a orillas del río Tiber. Asís sufre una gran derrota, Y Francisco es uno más de los muchos jóvenes de Asís que son encarcelados en Perugia, ¡durante un año!. En 1203, gracias a un pacto entre los “boni homines” de Perugia y los “homines populi” de Asís, los prisioneros regresan a Asís. Francisco regresa enfermo y débil.
Durante su enfermedad Francisco tiene mucho tiempo para repensar su vida y ahondar en su inquietud. Empezó a preguntarse el porqué de la Vida, de dónde procede el dolor, lo absurdo de estar apegado a las riquezas, la vanidad de querer ser más que los demás. Pero en cuanto se recuperó le surgió una nueva oportunidad para lograr sus afanes de gloria. En el verano de 1205 tras la muerte del Conde Juan de Brienne, le sucede en la dirección de los ejércitos del Papa y el emperador Federico II, el Conde Gentil de Paleara. Éste vino al valle deEspoleto a buscar jóvenes para su ejército. Francisco y otros jóvenes de Asís se le unen. Y su primera batalla será en Apulia.
Camino de la guerra en Apulia, hicieron noche enEspoleto, donde esperarían por todos los voluntarios. Allí asistieron a la catedral para la ceremonia de bendición y despedida, y allí…. estaba Cristo, un Cristo crucificado, pero con los ojos abiertos y el rostro provocador. La tradición cuenta que Francisco oye la voz de Cristo, que le pregunta:
– «Francisco, ¿a dónde te diriges como un guerrero?
– A la Apulia, a luchar por el Papa.
– Dime, ¿de quién puedes esperar mayor gloria, del Señor o del siervo?
– Del Señor.
– Entonces, ¿por qué sirves al siervo y no al Señor?
– Señor, ¿qué quieres que haga?
– Vuelve a tu casa y allí descubrirás lo que quiero de ti.»
Esa noche fue para Francisco su gran encuentro con Dios, su primer gran desconcierto. Dios le salió al paso y desde entonces, rodeado de incertidumbre, Francisco tuvo la certeza de que le tenía preparada otra guerra distinta.
“En el año 1206, el Señor ordenó a Francisco, por medio de un sueño, que regresara de Espoleto a Asís, y que esperara aquí hasta que Él le revelase su voluntad” (cf. TC 6)
Trabajo individual y en grupo.
* Da nombre a todos los rostros que alguna vez te hayan mirado como a alguien único en este mundo, que te hayan hecho saber que tú eres importante para ellos, el más importante, que te hayan propuesto un amor incondicional, que te hayan cambiado la vida por conocerlos, ….
* ¿Alguna vez alguien te ha dicho:
“gracias por ser mi amigo”
“¡Cuento contigo”
‘Te necesito para llevar a cabo esta empresa”
“¿Querrías ser mi socio en esto?”
“te quiero”
“tú eres la persona que busco”…?
* ¿Alguna vez le has dicho tú a alguien: te necesito para llevar a cabo esto, sin ti no podré hacerlo?
* Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan decir que Jesús era el Cristo, el hijo de Dios. Andrés se encuentra primero con su hermano Simón y le dice: “Hemos encontrado al Mesías –que quiere decir Cristo”. Y le llevó hasta Jesús. Jesús fijó su mirada en él y le dijo: ‘Tú eres Simón, hijo de Juan; desde ahora te llamarás Cefas –que quiere decir Piedra. (Juan 1,35ss).-
Es cristiano aquél que se ha encontrado con Cristo, pero también el que busca ese encuentro y el que se deja encontrar por él. Cristo llama a cada uno de nosotros, como llamó a Andrés, a Juan, a Natanael, … para cada uno de nosotros tiene su momento…
¿Te has encontrado con Cristo? ¿Cuál fue el momento más cercano en que sentiste a Dios en ti? ¿Dónde le estás buscando? …
- Francisco busca el encuentro con Cristo
Francisco volvió a Asís tras el encuentro con Cristo en Espoleto. Sus vecinos decían que era un cobarde, que regresó por miedo a la guerra. Francisco vivirá durante un tiempo sin saber lo que quiere y debe hacer. Tuvo que serle muy difícil explicarle a su padre el por qué de su regreso, tan sólo cuatro días después de partir. La búsqueda de un sentido para su vida le distancia de la familia, de sus amigos, de sus negocios, le conduce a rincones apartados de Asís. Llevado por su inquietud, su afán de encontrar en Dios una respuesta, y su intuición de que Dios tenía un proyecto para él, frecuentaba la soledad de una ermita a las afueras de Asís. La ermita de San Damián estaba en ruinas y presidida por un icono de Cristo Resucitado.
Dice Celano que: “Vuelto a su tierra, Francisco empezó a orar intensamente para poder reconocer la voluntad divina. Para esta oración, iba preferentemente a la pequeña iglesia de San Damián, que se encontraba fuera de los muros de la ciudad. Allí había un antiguo y venerable crucifijo. Y este crucifijo habló un día a Francisco y le dijo: «Francisco, ve, repara mi iglesia, que, como ves, amenaza ruina» (2 Cel 10).
Postrado ante Cristo, Francisco le preguntó por su propia historia nos cuenta que Cristo le habló, quizás llevaba mucho tiempo ya hablándole y por fin comprendió:
Francisco puso manos a la obra; comprendió aquellas palabras como un envío inmediato a restaurar la ermita ruinosa de San Damián. Aún tardó algún tiempo en descubrir que Cristo le estaba pidiendo restaurar, no la iglesia, sino la Iglesia; no las piedras sino las personas.
Francisco rompió con todo lo que había sido su vida de riqueza, dueño de su negocio y líder de la juventud de Asís.
Delante de todo el pueblo renunció a todos sus bienes, incluso a sus ropas, y desnudo abandonó la ciudad de Asís y se entregó a Dios, con la única tarea pendiente de saber lo que Dios querría de él al día siguiente. Con el tiempo, cuando comenzaron a llegar otros jóvenes y se le unieron a vivir en pobreza y fraternidad, Francisco comenzó a comprender la misión para la que Cristo le había buscado.
Trabajo individual y en grupo.
* Da nombre a todas las manos que alguna vez te hayan pedido ayuda para una gran misión, para una tarea no habitual, para algo distinto de lo que tú estabas esperando.
Da nombre a todas las manos para las que tus manos son imprescindibles.
Da nombre a todas las manos que para ti son importantes y sin las cuales tu vida no sería completa.
* Debate sobre las grandes obras que esperáis que vuestras manos vayan a llevar a cabo a lo largo de vuestra vida: ¿Cuáles de ellas merecen realmente una vida?
* Vosotros sois la sal de la tierra. Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Ni tampoco se enciende una lámpara para ponerla debajo de una mesa sino para ponerla en lo alto de la casa. Brille así vuestra luz delante de los hombres para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a Dios. (Mt 5,13ss.)
* El encuentro con Cristo conduce a una misión, Para cada uno de nosotros Dios tiene un proyecto y un trocito de iglesia que restaurar. ¿Te has puesto ya manos a la obra? ¿Sabes ya a qué misión Dios te está enviando?
- Francisco de Asís: un camino en el que vivir tu vida
Francisco cuestiona el valor de todas las riquezas que le brinda el negocio paterno, de todas las alegrías externas que le ofrecen las fiestas de Asís. Francisco descubre que a su alrededor hay un mundo de excluidos, mendigos, leprosos,… que no tienen acceso a la riqueza de Asís ni a la alegría de la juventud. Es como si hubiera abierto los ojos a su alrededor y lo que ve le llena de preguntas sin respuesta. Y siente que es Dios quien le ha abierto los ojos… por alguna razón que tarda en conocer. A sus 21 años, un día de primavera en que el sol amaneció más temprano, tras escuchar la llamada de Dios, intuyó otra forma de ser cristiano:
¡No quiero leyes, quiero corazón!
¡No deis limosnas, dad la vida!
¡No basta con hacer el bien, sed vosotros el mismo Bien!
¡No basta con ser buenos, hay que ser revolucionarios!
¡No basta con ir a misa, hay que ser hijo de Dios todo el día!
Vendió ropas, joyas y hasta el caballo por si lo que Dios quería era que ayudase a los pobres. Restauró todas las iglesias arruinadas que había en Asís, y con ello pensó haber hecho cuanto podía por restaurar la Iglesia…
Hasta que un día, en la iglesitaarruinada de San Damián, abrió el evangelio al azar y apareció esto: Y todo aquel que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o hacienda por mi nombre, recibirá el ciento por uno y heredará vida eterna (Mt 19,29). Francisco se descalzó de todas sus riquezas y ambiciones…Tomó un sayal para vestir, la madre tierra para vivir, el amplio cielo para dormir y toda criatura por hermano. Contaron los suyos que nunca necesitó nada más para ser feliz.
“En adelante su casa sería el ancho mundo. Sus amigos serían los leprosos, los mendigos y los salteadores de caminos. Sus hermanos serían el viento, la lluvia, las nieves y las primaveras. Le acompañarían el calor del sol y la luz de la luna. Comería por los caminos igual que los espigadores y las alondras. Y cruzaría el mundo bajo la sombra de las alas protectoras del Padre Dios”.
Pronto se le unieron hombres de todas las regiones y de todas las edades. Sus hijos se llamaron a sí mismos Franciscanos, y aún hoy están luchando, día a día, por ser fieles al Dios que les dio la vida y que les llamó para esta gran misión: Ser felices en SU nombre.
Trabajo en grupo y debate
* Cada calzado tiene su función: para estar en el salón, para trabajar en el campo, para hacer deporte… en alguna ocasión necesitamos descalzarnos… Depende a dónde queremos ir y qué queremos hacer habremos de calzar uno u otro calzado, cada día, cada momento, cada vida.
Entre las muchas opciones que tenemos cada día, cada vida, hay una opción que nos propuso Francisco de Asís. El encuentro con Cristo llevó a Francisco a cambiar riqueza por pobreza, un sueño de gloria por una vida sencilla, afán de admiración por aceptación de lo que realmente somos; armadura de caballero por un tosco sayal y unas sandalias….
– ¿Qué fue lo que permitió a Francisco un cambio tan grande de vida?
– ¿Sientes que lo que Dios te pide a ti es menos que a Francisco de Asís?
– ¿Ha habido algún otro santo o persona que realmente te produzca admiración como para vivir su misma vida?
* No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis: porque la vida vale más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido; mirad las alondras del cielo, ni siembran ni cosechan, ni tienen bodega ni granero y Dios las alimenta. ¡cuánto más valéis vosotros que los pájaros (Lc 12,22ss).
– ¿A dónde quieres llegar? / ¿Cuáles son tus opciones en la vida?
– ¿Por quién estás dispuesto a vivirla?
– ¿Qué lugar ocupa Dios en tu propuesta de vida?
* Esta es la historia de un joven cualquiera
Esta es la historia de un joven cualquiera
lleno de vida, lleno de sueños y con gran corazón.
Quería ser caballero y a una guerra partí.
Tan sólo mi apellido y mi orgullo eran mi Señor.
En mi camino hacia el sur llegando a San Damián,
salió por mi horizonte un nuevo sol.
Como un espejo puso mi vida ante mí,
llenando mi ojos de luz.
El Amor reveló mi vida vacía
y llenó mi corazón de sed,
me dio a intuir la libertad que hay en ser
lo que soy ante Dios y no más.
Y regresé a casa vencido,
más por el amor que por mi enemigo.
Por una dama, la más hermosa, todo dejé;
hija de Dios y de la libertad;
su nombre es Pobreza y su amor el más pleno y mayor.
Y descubrí:
que todo afán es vano si no lo mueve el amor,
que toda ambición es prisión,
y que una vida no es Vida si no es para dar,
pues cuanto guardes de ti mismo contigo morirá.
* Oración de Francisco de Asís ante el Cristo de San Damián
¡Oh alto y glorioso Dios!
Ilumina las tinieblas de mi corazón.
Dame fe recta,
esperanza cierta,
y caridad perfecta
sentido y conocimiento, Señor,
para cumplir tu voluntad. Amén.