“Espero que, entre quienes me escucháis hoy,
esté alguno de los futuros santos del siglo XXI”
(Benedicto XVI)
Pascua, tiempo de alegría
Cuando llegue a tus manos este número de Misión Joven estaremos celebrando el Tiempo Pascual. La liturgia nos recuerda que la alegría -junto con el amor, la paz, la paciencia, la amabilidad, la bondad, la fidelidad, la humildad y el domino de sí…- es uno de los dones del Espíritu Santo (Gálatas 5, 22). El Espíritu es dado a la Iglesia como principio inagotable de la alegría, que brota de la experiencia pascual de Cristo resucitado.
Hemos querido, para este Tiempo Pascual, ofrecer algunas reflexiones pastorales sobre la alegría y la santidad. Entendemos que ambas condicionan el planteamiento de la Pastoral Juvenil y la articulación de los procesos de maduración cristiana que ha de poner en marcha en el seno de la Iglesia.
Sobre los artículos
El primer artículo lo firma José María Avendaño. Escribe un texto hermoso sobre la fe. La urdimbre de la vida cristiana -tejida con los hilos de la fe, la esperanza y la caridad- tiene en la alegría uno de sus frutos visibles.
La vida de los santos es un claro testimonio de lo que la fe puede hacer en una persona, llenándola de plenitud y de alegría. Podemos decir que la alegría está en el corazón de los santos, y que la santidad y la alegría son la cara y el envés visibles de la vida cristiana.
Miguel Ángel García Morcuende recupera un importante texto de Pablo VI, la exhortación apostólica “Gaudete in Domino”, sobre la alegría cristiana.
En esta exhortación apostólica el Papa hacía un diagnóstico de su tiempo y afirmaba que la alegría se ha convertido en un problema espiritual. En este diagnóstico dice que el hombre se encuentra sin recursos para asumir los sufrimientos y las miserias de nuestro tiempo; que el hombre no acierta a comprender el sentido de la vida; que no está seguro de sí mismo, de su vocación y destino trascendente; además ha desacralizado el universo, y parece a veces que la humanidad ha cortado el lazo vital que la unía a Dios (Cfr. GD. 13). Estas palabras siguen teniendo actualidad.
José Miguel Núñez ve que la santidad y la alegría son rasgos de la espiritualidad cristiana y constituyen dos coordenadas para una pastoral juvenil claramente evangelizadora, esto es, con capacidad de anunciar a Jesucristo y de acompañar la maduración creyente de aquellos jóvenes dispuestos a adentrarse en la experiencia de la fe.
La alegría expresa el profundo gozo de quien se siente en manos de Dios, amado entrañablemente, sostenido por su presencia que es pura gracia. La santidad – reflejo de la santidad de Dios – expresa la conciencia de ser hijo y discípulo.
Para todo esto hemos de recuperar el centro de nuestra propuesta: Dios. Solo desde aquí podremos articular una acción evangelizadora que alcance al destinatario y transforme su vida.
Lo que Dios desea más de cada uno de vosotros es que seáis santos
Con unas palabras parecidas comenzó San Juan Bosco un famoso sermón. Entre quienes escuchaban estaba un joven, Domingo Savio, que entendió que aquellas palabras iban dirigidas a él. Esta propuesta pastoral de Don Bosco hizo que Domingo se pusiera en camino de crecimiento personal y espiritual. Un camino recorrido con sencillez y profundidad para un chico de 13 años: vida de fe, oración, vida sacramental, alegría, compromisos de cada día, apostolado.
Benedicto XVI el 17 de septiembre de 2010 se dirigía a unos jóvenes en el Colegio Universitario Santa María de Twickenham, Reino Unido, con estas palabras: “lo que Dios desea más de cada uno de vosotros es que seáis santos”.
El Papa explica a los jóvenes la riqueza que da a la vida de una persona la fe: “Él (Dios) os ama mucho más de lo jamás podríais imaginar y quiere lo mejor para vosotros. Y, sin duda, lo mejor para vosotros es que crezcáis en santidad…”.
Propone grandes metas: “Cuando os invito a ser santos, os pido que no os conforméis con ser de segunda fila. Os pido que no persigáis una meta limitada y que ignoréis las demás… la verdadera felicidad se encuentra en Dios”.
Y, al mismo tiempo, les invita a seguir un camino concreto y sencillo: “Todo el trabajo que realizáis se sitúa en un contexto de crecimiento en la amistad con Dios y todo ello debe surgir de esta amistad. Aprendéis a ser no sólo buenos estudiantes, sino buenos ciudadanos, buenas personas”.
El beato Juan Pablo II
Con alegría celebramos la beatificación de Juan Pablo II quien tanta relación tuvo con los jóvenes y tanto cariño les mostró. “La Iglesia tiente tantas cosas que decir a los jóvenes y los jóvenes tienen tantas cosas que decir a la Iglesia” (ChL 46).
Durante su largo pontificado, Juan Pablo II, gustó de juntarse en distintos lugares con jóvenes a los que invitaba a una vida cristiana en plenitud. Las Jornadas Mundiales de la Juventud son un legado de su celo pastoral por los jóvenes.
“Sed los santos del nuevo milenio”, son palabras que Juan Pablo II en Tor Vergata, en el año 2000. No es extraño que el Cardenal Martini se atreviera a afirmar: “Mérito de este Papa es haber entendido que con los jóvenes se puede ser osado, él les pedía, y los jóvenes le correspondían”.
KOLDO GUTIÉRREZ