Jesús Villegas
Para completar mi estudio Imágenes de jóvenes en el cine actual (2001-2008): un mapa, propongo a continuación un recorrido cronológico por algunos de los hitos cinematográficos fundamentales de este periodo. He procurado seleccionar diez o doce películas de cada temporada (por su fecha de estreno, no de producción) que, por diversos motivos (popularidad, trascendencia artística, riqueza del retrato juvenil que incluye, creación de una cierta tendencia…), puedan considerarse lugares de interés, paisajes que un viajero interesado no puede dejar de frecuentar.
Año 2001
El año 2001 inaugura siglo y milenio. Quizás por eso el cine con protagonista juvenil tiene en estos meses también cierto carácter fundacional. No en vano una de las trilogías más exitosas de la historia del cine, El señor de los anillos, estrena su primera entrega en estas fechas. El heroísmo juvenil y la fantasía épica (género en alza desde este momento) se alían para generar un producto con ínfulas míticas, conexiones mesiánicas e interesantes reverberaciones éticas, todo esto de inusitado interés para abordar las constantes simbólicas de lo juvenil. Es el año en el que se estrena en España también Tigre y dragón, una película de samuráis voladores en la que, con genial intuición, se enfrenta al héroe adulto con el aspirante juvenil a héroe, con fatales consecuencias derivadas de la inmadurez, el ansia desmedida de gloria y la prepotencia de este último.
En 2001 las pantallas recogen el encanto preadolescente de Billy Elliot, el niño que quiere ser bailarín. Su pundonor y entrega conquistan al público con una fábula europea bienintencionada sobre la superación personal a pesar de los obstáculos sociales. Al otro lado del charco, en un tono menos social y todavía más mesurado,Princesa por sorpresa funde los presupuestos de la comedia adolescente amable y el cuento de hadas a la americana en un nuevo relato en tono positivo de pubertades domesticadas. Una rubia muy legal explora otro tipo de voluntad de hierro juvenil, el de la muchacha que trasciende su propio estereotipo de pija redomada para alcanzar sus metas.
No obstante, los dos personajes juveniles más carismáticos de este comienzo de siglo son, sin duda, Bridget Jones (El diario de Bridget Jones) y Amelie Poulin (Amelie). Una, desastrada treintañera llena de complejos y encanto; otra, joven soñadora, romántica y altruista. Estas dos criaturas, con personalidades arrebatadoras por diversos motivos, potencian el interés por lo femenino en el cine con jóvenes, aunque sus perfiles padezcan un sentimentalismo enfermizo que les resta complejidad.
Hay también retratos llenos de claro-oscuros: la inmersión de Darren Aronofsky en el mundo de las drogas en Réquiem por un sueño o el recorrido de Steve Soderbergh por los cuatro puntos cardinales del narcotráfico enTraffic se saldan con retratos de jóvenes sumergidos en el infierno particular de la dependencia.
Fuera de los circuitos más comerciales, nos llegan películas trascendentales como El círculo, una soberbia aproximación a las condiciones de vida de la mujer (sobre todo joven) en Irán. Lucrecia Martel firma La ciénaga,perturbador y claustrofóbico relato kafkiano en el que lo malsano, lo asfixiante y lo enfermizo de una sociedad cerrada repercute en el perfil indolente de adolescentes en decadencia. Por otra parte, Fucking Amal, película de éxito minoritario y significación máxima, nos cuenta la historia de la progresiva asunción de sus sentimientos amorosos mutuos por parte de dos muchachas en un pueblo perdido de Suecia. La combinación de un retrato sagaz y rico de la adolescencia y la desgarbada frescura de una trama sobre relaciones homosexuales sientan las bases sobre las que después se desarrollarán otras obras a propósito de la liberación sentimental.
Ya en el ámbito del cine en lengua castellana, nos encontramos con Y tu mamá también, obra en la que Alfonso Cuarón sigue la andadura de dos jóvenes y una mujer en un viaje de huida del orden establecido. El sexo, la trasgresión y la ruptura de normas son, en esta película, sólo los estertores finales de una adolescencia que se disuelve definitivamente. Julio Meden en Lucía y el sexo continúa su particular indagación en personajes jóvenes (Los amantes del círculo polar, La ardilla roja) postulando la posibilidad de que creación estética y sexo sean formas próximas de conocimiento y de maduración. Con Amores perros inicia Alejandro González Iñárritu su particular trilogía sobre guiones de Guillermo Arriaga (21 gramo, Babel). Además de confirmar la importancia de uno de los rostros jóvenes más representativos del cine actual (Gael García Bernal), esta película de historias cruzadas nos regala algunos preciosos retratos de jóvenes heridos y románticos (una modelo con una pierna amputada, un delincuente dolorosamente enamorado…).
Para el final dejo una obra de culto, trascendental en el tema que estoy desarrollando: la japonesa Todo sobre Lily. A partir de la admiración de un muchacho por una cantante (Lily Chou-Chou), la película aborda con crudeza y lirismo extremo temas como la rebeldía y la violencia juvenil (en todas sus versiones: autodestrucción, bandas callejeras, bulling…), el malestar existencial y la necesidad juvenil de trascendencia (latente en la música, entre romántica, mística y evanescente, de Lily), el interés por Intenet (con el importante papel que en la trama cumplen los mensajes que en el foro sobre Lily, creado por el protagonista, se intercambian), la peculiar idiosincrasia de los jóvenes orientales… Las dos horas largas de esta película constituyen un referente clave para comprender lo que tiene de reto, problema y misterio ser adolescente en los albores de una nueva época.
Año 2002
Una nueva trilogía de gran tirón popular arranca este año: nos referimos a Spiderman. El superhéroe juvenil por antonomasia es visto por Sam Raimi como un muchacho que debe integrar sus superpoderes en el cajón de sastre de una personalidad todavía por forjar. A los enemigos fantásticos se le suman, pues, los conflictos íntimos. La interpretación de Tobey Maguire, no exenta de ironía, consigue que el ser excepcional nunca anule los titubeos y los complejos de un joven corriente.
Otra película clave es Ghost World, adaptación de uno de las novelas gráficas más prestigiosas de las historia del llamado Octavo Arte. Esta historia de la amistad de dos jóvenes a punto de entrar en la universidad constituye un completo resumen de las constantes de la Generación X. Sus dos protagonistas son muchachas fuera de lo convencional, que buscan en su propio afán por hallar lo raro en el mundo y por rarificarse ellas mismas a toda costa la confirmación de unas personalidades emergentes. 2002 es también el año del estreno de Donnie Darko, un original relato de ciencia ficción que se asienta sobre las visiones proféticas sobre el fin del mundo de un adolescente que padece un trastorno mental. La mezcla de filosofía e imaginación logran una singular fusión de lo introspectivo y lo evasivo, en una obra que acabó por elevarse a la condición de película de culto.
La emergencia de lo multicultural como tema explica películas como Quiero ser como Beckham, otra historia de superación adolescente en la que se mezclan choque de culturas (la hindú y la europea), reivindicación feminista (una chica que quiere ser futbolista), historia de amistad adolescente y lección de tolerancia, o La boda del monzón, ambientada en la India contemporánea. En esta última, el choque entre lo viejo y lo nuevo, lo oriental y lo occidental, se proyecta sobre cinco historias de amor construidas en torno a una boda de conveniencia. La atención a unos jóvenes que se debaten entre el respeto a las tradiciones de sus mayores y el atractivo de la modernidad convierte ambas obras en documentos clave sobre un tema trascendental en nuestras sociedades mestizas.
Se estrenan en esta temporada otras obras significativas sobre la edad juvenil: la segunda entrega deAmerican Pie, la comedia juvenil gamberra más influyente de los últimos años; o Tanguy, una comedia francesa sobre los treintañeros apoltronados en los hogares familiares. Sin embargo, hay tres películas que merecen una atención más pormenorizada. En primer lugar, El creyente, una perturbadora obra sobre un muchacho judío perteneciente a un violento grupo neonazi. La interpretación siempre soberbia de Ryan Gosling consigue que su personaje escindido (sus raíces semitas chocan con su militancia fascista) e hiperreflexivo no sólo redunde en la creación de un personaje creíble en lo extremo de su paradoja ideológica y vital, sino que su perfil resuma en gran medida las energías en tensión de cualquier joven.
La segunda obra en cuestión es la japonesa Battle Royale. En esta parábola, el gobierno japonés emprende una singular reforma educativa: el alumnado es conducido a una isla desierta. Allí deberán exterminarse unos a otros hasta que sólo quede un superviviente, como forma radical de terminar con su rebeldía. Los estudiantes emprenderán una brutal guerra de todos contra todos: sólo uno de ellos será capaz de reaccionar, rebelándose contra el mundo adulto que ha dictado tan bárbara normativa. Como tratado apocalíptico sobre una violencia juvenil de origen adulto y como obra representativa de la visión oriental del mundo adolescente, este entretenimiento se descubre más significativo de lo que pueda parecer a primera vista.
Finalmente, el año 2002 entroniza en el cine español el musical El otro lado de la cama. El retrato de unos jóvenes enfrascados en cuitas sentimentales egocéntricas y llenos de miserias íntimas motiva que esta película, una (en apariencia) refrescante y desenfadada comedia sobre los modernos usos afectivos, esconda, a su pesar, una sátira voraz contra la juventud entendida como una invitación a la dictadura de la inmadurez.
Año 2003
Las películas de este año con protagonista juvenil tienden a desarrollar la temática de la violencia.Elephant y Bowling for Columbine recrean e intentan analizar los asesinatos cometidos por dos adolescentes en un instituto norteamericano; en Dogville una muchacha ingenua y generosa que se refugia de unos perseguidores imprecisos en una pequeña localidad acaba siendo presa de los deseos escondidos y las pasiones más atávicas de sus convecinos; Ciudad de Dios sigue las peripecias de varios muchachos en el contexto de violencia juvenil desaforada de Río de Janeiro; Felices dieciséis nos pinta a un par de adolescentes desarraigados y con familias rotas que se ganan la vida trapicheando en los entornos marginales de una Inglaterra depauperada… A veces como causantes y a veces como víctimas (en Las hermanas de la Magdalena se describe una institución educativa regentada por unas monjas que tratan a las muchachas a las que acoge de forma cruel), los jóvenes de todas estas películas conviven a diario con la violencia. En este marco se sitúa las desoladoras creaciones de Larry Clark, cuyo díptico Bully y Ken Park se estrena casi simultáneamente en nuestro país en estas fechas.
Hay una película de terror de este año, casi desconocida para los no iniciados, pero muy significativa: se titula May. Su protagonista, una muchacha solitaria y poco agraciada, tras una serie de desengaños sentimentales decide fabricarse al amigo perfecto con órganos de diversas personas a las que asesina y descuartiza. Esta solución macabra a la insatisfacción vital es, entre otras cosas, un símbolo perfecto sobre la violencia como recurso límite ante la soledad existencial. La perturbadora presencia de esta muchacha enloquecida, fascinada por la violencia y la sangre, anticipa el perfil de otros monstruos juveniles de cine que no lo son tanto (el protagonista de El perfume, por ejemplo) y que en su brutalidad extrema buscan compensar unas carencias afectivas.
Soñadores de Bertolucci nos aproxima al mayo del 68 y a tres jóvenes, dos muchachos y una muchacha, que traducen en revolución ensimismada y sensual los postulados políticos y sociales de aquel momento liberador. Encerrados en una mansión, se enfrascan en conversaciones culturales y en juegos eróticos sin otro objeto que ellos mismos. En nuestro país, Noviembre de Achero Mañas imagina a un grupo de teatro provocador e idealista. Los jóvenes actores que lo integran practican el juego dramático como una religión y creen en el poder del arte para transformar el mundo. Ambas películas coinciden en la frustración final del idealismo juvenil.
2003 es también el año de In this World, el sobrecogedor acercamiento de Winterbotton a la odisea de la emigración intercontinental; o de Mi vida sin mí, sobre el proceso de preparación para la muerte por parte de una muchacha con una enfermedad terminal. La segunda entrega de X-men, sobre el clásico del cómic de superhéroes, además del relato aventurero de unos muchachos mutantes, puede entenderse como una sugerente aproximación al tema de la tolerancia con el diferente y a las dificultades del distinto para integrarse en un mundo que privilegia la mediocridad.
Termino mencionando dos películas de corte distinto a las que hasta ahora hemos comentado en esta entrada: Una casa de locos sigue con simpatía las peripecias de unos cuanto estudiantes de diferentes nacionalidades con beca Erasmus, que comparten vivienda y cuitas sentimentales; La flaqueza del bolchevique,por su parte, imagina la relación, entre amistosa y platónica, de un hombre maduro, decepcionado con una vida sin alicientes, y una preadolescente sensible, interpretada por María Valverde. El encuentro entre ambos está en sintonía con los que desarrollan obras del año 2004 como La joven de la perla o Lost in traslation, películas ambas embarcadas en reflejar la atracción idílica entre un adulto y una joven como forma de atenuar el desencanto vital.
Año 2004
Michael Cuesta, con L.I.E. y Catherine Hardwicke con Thirteen se asoman a los abismos más insondables de la preadolescencia. Por su parte María, llena eres de gracia documenta la dantesca peripecia de las mulas, muchachas que transportan droga en el interior de sus cuerpos de un país a otro. El director de esta obra esquiva con habilidad las carencias del cine de denuncia para rubricar un relato veraz y escalofriante centrado en las razones y el proceso que llevan a una joven de Colombia a Estados Unidos con más de 60 “pepas” (bolsitas con heroína) en el interior de su cuerpo.
Diarios de motocicleta acompaña en un viaje por media América Latina a un Ernesto Guevara que aún no es el “Che”. Esta aventura de juventud supondrá el progresivo descubrimiento de su vocación revolucionaria al contacto con la realidad compleja, a veces miserable, a veces injusta, siempre subyugante, de un continente todavía joven. De nuevo el rostro de Gael García Bernal aporta credibilidad a este muchacho que se desviste de sus débitos burgueses y madura en un itinerario jalonado de encuentros iluminadores.
Harry Potter comienza siendo un niño, pero los siete libros empujarán sin remedio al personaje hacia la juventud. La adaptación de Harry Potter y el prisionero de Azkaban nos acerca por fin a las experiencias adolescentes del niño mago. Se trata de la mejor película en lo que va de saga, superior a cualquier de las otras cuatro: compleja visual y temáticamente, con zonas de sombra cada vez más oscuras, el desvelamiento progresivo de las circunstancias de la muerte de sus padres y el papel que en ella tuvo Sirius Black, su padrino (el prisionero de Azkaban al que alude el título), obligan a Harry a asumir los orígenes dolorosos de su historia y sus miedos más recónditos.
Se estrenan otras películas de protagonista juvenil en este año de las que ya hemos hablado en estas páginas y a las que no volveremos (Todo lo demás, Big fish, Antes del atardecer, Hero…). En el cine español, junto a propuestas como Isi/Disi, que aprovechan el tirón popular de Santiago Segura o Florentino Fernández para desarrollar retratos de jóvenes frikis, nos encontramos películas como Hector, en la que Gracia Querejeta traza el complejo y sensible retrato de un joven de traumática historia personal (madre suicida, padre ausente…). También quiero mencionar ¡Excusas!, dirigida por el actor Joel Joan a partir de su propia obra de teatro. Esta comedia supuestamente desenfadada es en realidad una cáustica y demoledora visión de jóvenes treintañeros que se resisten a aceptar la mayoría de edad mental y malversan su vida en patéticas huidas escapistas hacia la pubertad más insana.
Dos breves apuntes más sobre sendas películas. La película rusa El regreso narra la desgarradora historia de dos hermanos adolescentes que después de diez años deben aceptar la reaparición de su padre, al que sólo conocen por una fotografía. La convivencia tensa e imposible entre estos tres personajes durante una excursión desencadenará una terrible tragedia. Esta tremebunda variación sobre el conflicto padre/hijos y sobre el proceso agónico de la maduración se consagra como uno de los grandes logros del cine de los últimos tiempos. En otro sentido, El bosque del siempre interesante Night Shyamalan nos propone una fábula asombrosa sobre una comunidad de prófugos del mundo real contemporáneo, que ha decidido aislarse en un entorno bucólico para evitar el dolor y la frustración. Para lograr su propósito y mantener a sus hijos recluidos en este reducto, se visten de hombres y mujeres de hace un par de siglos e inventan la ficción de que en el bosque que rodea su poblado habitan unos monstruos espantosos. Algunos jóvenes acabarán descubriendo este montaje y se plantearán un dilema trascendental: ¿deben seguir viviendo engañados pero felices en su jaula arcádica? ¿O deben aceptar la realidad de la vida actual, matar sus fantasmas y reintegrarse a un mundo libre, aun a riesgo de sufrir en él el dolor, la violencia, la destrucción? Con semejantes mimbres monta el director norteamericano una película que admite múltiples lecturas (sociales, políticas, éticas), entre ellas la que traduce este dilema al ámbito de la reflexión sobre la juventud: ser joven en una realidad adusta como la de nuestro presente, ¿exige integrarse o escapar? La película opta por la segunda vía con polémica decisión.
2005
Dos de los grandes directores de la historia del cine contemporáneo filman sendas películas sobre jóvenes. Ambas son magistrales, pero frente al pesimismo que rezuma el Match point de Woody Allen, el personaje de Maggie, una joven boxeadora, en Million dollar baby de Clint Eastwood, está abordado con gran riqueza de matices y una franca simpatía, más allá del destino trágico que la aguarda al final de la cinta. En el ámbito del cine español dos obras con protagonismo juvenil ambientan sus tramas en el mundo del boxeo, A golpes y Segundo asalto. La primera también se centra en el boxeo femenino. A pesar de sus debilidades como producto artístico, consigue desarrollar una serie de retratos de jóvenes del extrarradio convincentes. El boxeo como metáfora de la lucha por la vida hermana todas estas creaciones, aunque los dos productos españoles llegan a postular que en esa jungla que es la realidad contemporánea todo vale (el delito, incluso) con tal de escapar de las dificultades y los problemas. Afirman las dos que, ante un mundo injusto, está plenamente justificado coger lo que uno necesita.
El año resulta prolífico en trabajos de interés con protagonistas jóvenes. El mundo de Leland y Querida Wendy se enfrentan, desde perspectivas diversas, a la violencia juvenil. En la primera, el asesinato de un niño deficiente a manos de un joven aparentemente normal motiva un interesante descenso a las simas de un alma atormentada y sensible. La segunda propuesta, por su parte, juega con una interesante premisa de partida: un grupo de muchachos y muchachas inseguros y taciturnos forman una especie de club en torno a las armas de fuego. Cada uno tiene su propia pistola con la única función, en teoría, de aportarle seguridad y confianza en sí mismo. Firman el acuerdo de no usarlas jamás contra otro ser humano, pero, en un desenlace dantesco, todo se tuerce y la violencia se desata. Donde hay un arma hay una promesa de destrucción que no tardará en cumplirse. Cierta pretenciosidad moral y el gusto un tanto trasnochado por lo alegórico lastra el alcance de una reflexión de múltiples sentidos no obstante sugerente.
Violencia como tema central hallamos también en Paradise now, sobre el proceso que lleva a dos muchachos palestinos muy distintos a convertirse en terroristas suicidas; o en Hard Candy, una singular revisión del cuento de Caperucita Roja. En esta, una adolescente decide seducir a un hombre con el único propósito de someterlo a un castigo ejemplar por su supuesta pederastia.
El gran block-buster de la temporada en lo que a nuestro campo de estudio respecta es Star wars: Episodio III, una más que interesante variación sobre el tema de la degradación y la caída. La historia de cómo un joven impulsivo y lleno de virtudes (Anakin Skywalker) se transforma en un monstruo del mal (Dark Vader) está narrada con un brío y una sutileza inhabituales en el resto de la saga. Estamos ante otra película, en conclusión, que se dedica a tantear las razones por las que un sujeto en proceso de formación recurre a la violencia como alternativa, tema este omnipresente en el cine de esta temporada.
En lo que se refiere a otros cines, es también el año de Samaritan girl y la hermosa Hierro 3 de Kim Ki-Duk, o de La casa de las dagas voladoras de Zang Yimou, a las que hemos aludido en otros apartados del artículo. Del siempre prometedor circuito independiente nos llega Napoleon Dynamite, obra de obligada visión si queremos conocer a fondo el universo de los frikis, raros y marginales. Por el interés y lo atinado del fragmento, copio el texto de sinopsis de la película que se puede encontrar en la página de La butaca.net: “Les presentamos a Napoleon Dynamite (Jon Heder), al que probablemente hayan oído refunfuñar “jope” e “idiota” en los pasillos. Reconocerán su peinado afro pelirrojo, sus botas de soldado, sus pantalones anchos, y le habrán visto jugar solo a la pelota. Pero Napoleon es mucho más que ese muermo que no deja de hablar del Lago Ness y al que encierran en las taquillas. Este perfecto ejemplo del tío raro consiguió poner al colegio del revés y convertir en realidad los locos sueños de sus amigos. ¿Qué es Napoleon, el perfecto proscrito o el héroe vacilante de una generación perdida? Sea lo que sea, ese chico tiene algo, en él se juntan la comedia, la tragedia, la desorientación y, sí, la dulzura de intentar hacerse con la vida. O, al menos, con el instituto”.
Del cine europeo quiero mencionar las nuevas aportaciones de los hermanos Dardenne (El niño) y Ken Loach (Sólo un beso) a unas filmografías consolidadas con una fuerte predilección por la temática social. La obra de los directores belgas obtiene la Palma de Oro en el Festival de Cannes y es un ejemplo más de su rigor extremo; el director inglés, por su parte, factura una historia de amor-por-encima-de-los-obstáculos entre una cristiana y un musulmán que adolece de cierto esquematismo. También es el año de la alemana Los edukadores, una interesante obra sobre tres jóvenes contestatarios que manifiestan su rechazo al actual orden mundial con pequeños actos de sabotaje en casa de burgueses ricos. Cuando se ven obligados a secuestrar a uno de ellos, antiguo líder juvenil del Mayo del 68, la confrontación entre los cuatro supone una curiosa revisión de ideas como utopía, lucha por la justicia o ideales de juventud. Otra historia de jóvenes es la italiana Después de medianoche, o la nueva creación de Benito Zambrano tras el éxito de Solas, Habana blues, sobre las ilusiones y avatares de dos jóvenes músico cubanos en La Habana. Por citar otro par de aportaciones españolas al cine con jóvenes, me referiré a El calentito, frustrado intento de Chus Gutiérrez por fusionar en las peripecias de un grupo de rock femenino la revisión de la movida madrileña, el canto a la libertad de expresión, política y sexual y una historia juvenil de iniciación a la vida. Siete vírgenes, en otro sentido, fija su atención en el ambiente de los barrios obreros, los muchachos conflictivos y la aceptación adolescente de las reglas de la vida a través del dolor.
Termino esta entrada aludiendo a dos películas que coinciden en apartarse de los patrones narrativos al uso. La mexicana Temporada de patos elige el minimalismo y la aparente inexpresividad para contar un día de domingo en la vida de dos chicos que se quedan solos en casa. Pequeñas anécdotas, apuntes cómicos y encuentros fortuitos sin salir de las cuatro paredes del piso sirven para construir una singular radiografía, por momentos tópica, de la mentalidad de los preadolescentes. En La escurridiza o cómo esquivar el amor asistimos a las charlas cotidianas, las preocupaciones y las historias sin historia de un grupo de adolescentes de origen norteafricano que viven en el extrarradio de París. La naturalidad de los diálogos, la casi documental filmación de las situaciones y una trama de amor adolescente muy poco común caracterizan esta interesantísima película.
Año 2006
El cine español de este año dirige su atención al universo joven en innumerables ocasiones. Azul Oscuro Casi Negro, Bienvenido a casa, Remake, Vete de mí, Yo soy la Juani, Tu vida en 65´, Cabeza de perro oSalvador, por citar algunos ejemplos, sitúan en su punto de mira a personajes en pleno trance de madurez. Aunque algunas prefieren el relato colectivo, sobre todo las que hablan del choque intergeneracional (Remake), en general todas estas obras se vuelcan con mayor o menor fortuna en la construcción de personalidades individuales únicas y complejas: bien sean jóvenes de origen humilde con pocos recursos y muchas ganas de comerse el mundo (Yo soy la Juani), muchachos con problemas (Cabeza de perro), rebeldes con causa (Salvador) u hombres en ciernes bloqueados por el miedo a las responsabilidades (Bienvenido a casa), en todas estas ficciones hay una loable pretensión por parte de sus creadores de escapar del estereotipo juvenil.
En esta nómina ingente de títulos quiero resaltar al menos tres: Vete de mí llama la atención por lo que tiene de sorprendente su historia: un hombre maduro acoge a su hijo treintañero en casa y, al contacto con este muchacho sin perspectivas vitales, hedonista y vacuo, afloran en él todas su frustraciones vitales y un deseo incontrolable y patético de recuperar la inmadurez perdida. La juventud actúa en esta obra como una terrible enfermedad contagiosa. Azul Oscuro Casi Negro supone el debut en la dirección de películas de Daniel Sánchez Arévalo. Jorge, su personaje protagonista, evoluciona desde la sumisión y el sacrificio a la voluntad de los demás hasta la asunción de sus propias necesidades, deseos y aspiraciones. En este recorrido en pos de la autonomía personal Jorge se ve asaltado por miedos, sentimientos encontrados, indecisiones, y todo ello genera una de las obras más sugerentes del cine español de los últimos tiempos. Tu vida en 65´ comienza como comedia de costumbres juveniles, a veces coquetea con los modos y maneras del relato surrealista, gira de nuevo y se eleva a historia de amor, hasta rematar con un romántico y desaforado desenlace. Esta oscilación de tonos consigue una película perturbadora e insólita sobre la juventud entendida como dolorosa persecución de una perfección imposible.
En el año 2006 se estrenaron así mismo tres películas como Brokeback Mountain, Desayuno en Plutóno C.R.A.Z.Y., sobre personajes jóvenes en conflicto con su identidad sexual. El éxito de público y crítica de la primera (una historia de amor homosexual en el viril ambiente del Oeste americano) se saldó con tres oscars. Las otras dos (la primera centrada en las peripecias de un travestido vitalista y positivo; la segunda, sobre un muchacho con tendencias homosexuales que, por amor a su padre, oculta la verdadera naturaleza de sus inclinaciones) exploran con desenfado y tolerancia el mundo de los deseos íntimos. En una línea similar podemos situar Transamérica, la historia de un transexual que descubre tener un hijo adolescente de una relación esporádica que mantuvo cuando era hombre. La relación entre este padre/madre insólito y el muchacho (que sólo al final conocerá toda la verdad de sus orígenes) discurre por los márgenes de la convención, pero constituye un nuevo documento a propósito de eso que en otro apartado hemos llamado revolución sentimental.
Si 2005 fue el año de Napoleón Dynamite, en 2006 Thumbsucker seguirá la senda de esta en el encumbramiento del personaje raro y marginal. Un muchacho de diecisiete años que se sigue chupando el dedo para dormir pelea por abandonar esa dependencia de mil maneras diferentes hasta caer en otras formas de atadura (las pastillas, la dependencia afectiva…) distintas. Esta historia de un sujeto en pos de la independencia, la integración y la normalidad resulta sobre el papel más interesante que en la pantalla, pero se solventa con algunos hallazgos (la idea de partida, por ejemplo) que la redimen en parte de sus defectos.
Kevin Smith regresa a terreno conocido en la fallida Clerks II; también hemos hablado en estas páginas deAvril y su manera fácil de cantar la sensualidad y el gozo de vivir… Para el final dejo cinco películas valiosas por diversos motivos: V de Vendetta nos cuenta, entre otras cosas, una historia de aprendizaje. Un misterioso líder revolucionario enmascarado alecciona a una muchacha hasta convertirla en su discípula en la lucha contra la dictadura. El proceso de ascensión por el dolor hasta la conciencia cívica de esta joven resulta polémico por los métodos que su maestro utiliza, pero este itinerario formativo resalta entre tantos héroes juveniles que lo son casi por generación espontánea; El perfume, sobre la novela de Patrick Süskind, puede interpretarse como una metáfora sobre las dificultades de las personas para comunicarse y gestionar los propios sentimientos. La solución drástica y salvaje a los problemas personales (el crimen), la búsqueda equivocada del ideal (aquí, el perfume de los perfumes con los aromas de mujeres asesinadas: recuérdese May) o la incapacidad de amar son representaciones extremas de miedos, temores y carencias de muchos jóvenes. Estamos ante un monstruo que lo es por circunstancias netamente humanas y no por pura perversión; Sophie Scholl recrea la historia, inspirada en hechos reales, de una muchacha que, durante el régimen nacionalsocialista alemán, fue ajusticiada por repartir propaganda subversiva. Su entereza moral, su firme fe religiosa y su lucidez están recogidos en la película con cierto simplismo; sin embargo, la ganadora del Oscar a la mejor película extranjera Tsotsi esquiva los convencionalismos para imponerse como un retrato seco y emotivo sobre el proceso de redención de un joven delincuente sudafricano en el momento en que en sus manos cae un bebé. Con sequedad, sin apuntes discursivos, más centrada en lo visual que en lo verbal, la película nos deja asistir al lento avivarse del fuego de una conciencia; finalmente, Memorias de Queens visualiza el regreso de un joven guionista frustrado al barrio conflictivo donde paso su infancia y adolescencia: el reencuentro con los que fueron sus amigos de pandilla, con la chica a la que amó y con un padre con el que siempre mantuvo una tensa relación constituyen los engranajes de una obra sobre sueños rotos y afectos contradictorios.
2007
A películas como Supersalidos o Lío embarazoso debemos asomarnos sin prejuicios para captar la audacia de sus planteamientos. El mal gusto, la grosería, el comentario machista camuflan una soberana lección sobre adolescentes que se aferran con uñas y dientes a su pubertad (Supersalidos) o jóvenes que deben granjearse su propia autoestima para plantar los pies en la adultez (Lío embarazoso). Más emotivas que sarcásticas, son el buque insignia del cine sobre jóvenes más inmediato.
Pero en el año 2007 se concentraron muchos más títulos con lo juvenil en su centro de interés. Otra vez Woody Allen (con El sueño de Casandra) y Clint Eastwood (en Banderas de nuestros padres) entregan a su público dos ficciones bien armadas con protagonistas jóvenes. Banderas de nuestros padres realiza un desmitificador viaje a las entrañas de la épica bélica para exponer cómo unos jóvenes soldados descubren la falsedad del heroísmo, las manipulaciones sobre las que se sostiene el sentimiento patriótico y la terrible realidad de la muerte. Esta historia de crecimiento por la frustración de quienes deben comportarse como los héroes que no son para recaudar fondos para la guerra es una dolorosa diatriba antibelicista que se completa con la genial Cartas desde Iwo Jima. Otro estandarte del cine contemporáneo, Quentin Tarantino, firma un divertimento tituladoDeath proof que, más allá de su pericia técnica y su homenaje al cine más barato, despliega ante nuestros ojos un retrato coral vivísimo de mujeres. La pasmosa espontaneidad de estas muchachas locuaces, vitalistas y descaradas entronca con la firme voluntad del cine reciente de divulgar el encanto de lo femenino.
Grandes iconos de la modernidad cinematográfica continúan recurriendo a lo joven para elaborar sus ficciones: la Maria Antonieta de Sofia Coppola, Gus Van Sant y Last days, con su mirada vuelta a los últimos días de Kurt Cobain, el líder de Nirvana, antes de su suicidio; el Offside de Jafar Panahi, que sigue las peripecias de unas jóvenes iraníes que pretenden colarse a un partido de la selección nacional de fútbol cuando está prohibido el acceso de mujeres al interior de los estadios; Los testigos de André Téchiné, sobre la historia de un muchacho enfermo de sida durante los años iniciales de la propagación de esta enfermedad por Francia…
Esta temporada se promocionan también al menos tres películas ambientadas en el entorno educativo:Diarios de la calle, The history boys y Half Nelson. Esta última me parece un apasionante relato sobre un profesor que trabaja en un barrio marginal y su relación con una de sus alumnas. Un joven dinámico, inquieto, buen y apasionado educador, esconde tras esta atractiva fachada una personalidad poco equilibrada y dubitativa, con bastantes lagunas emocionales y una alarmante dependencia de las drogas. Cuando es descubierto por una de sus alumnas, se establece entre ellos una relación de complicidad y comprensión. La película, ajena a cualquier propósito moralizante, explicita el encuentro de dos humanidades en conflicto sin juzgarlas ni buscar falsas moralejas complacientes. Diarios de la calle transita por sendas más trilladas para contar las peripecias de una profesora ingenua y apasionada, capaz de lograr con su entrega la progresión de un alumnado difícil. A medio camino entre una y otra en lo que se refiere a su grado de riesgo se sitúa The history boys, adaptación de un prestigioso texto teatral sobre un grupo de alumnos inteligentísimos y cínicos y su relación con dos profesores durante las semanas de preparación de sus exámenes de acceso a la universidad. Cada uno de estos maestros representa un modelo humano: el profesor caótico, sensible e intuitivo, sin otro método que su pasión por lo que enseña, y el estratega, racional y metódico, atento sólo a lograr el objetivo marcado. La tensión homosexual entre varios de los personajes (bien sean alumnos, o incluso alumnos y profesores) complica el relato y lo interna por vericuetos inesperados.
Disturbia e Invisible comparten el hecho de situar relatos de género, con protagonistas habitualmente adultos, en el contexto juvenil. La primera es una desprejuiciada adaptación de La ventana indiscreta a los mimbres difusos de la película adolescente, por momentos comedia, por momentos cine de terror; en Invisible es la estela de la comedia romántica sobrenatural la que se transita, a la manera de Ghost, en una ficción en la que se mezcla el amor más allá de la (aparente) muerte, las ínfulas trascendentes, el camino de redención y el thriller. Ambas obras imitan lo que hace un par de años pretendió Brick al ubicar el típico argumento de cine negro entre los muros de un instituto. Todas estas obras corroboran nuestra teoría de la disolución de límites entre lo juvenil y lo adulto: si hombres y mujeres con edad suficiente como para haber conquistado la madurez viven entrampados en veleidades pueriles, a la inversa, muchachos y muchachas con pantalón pirata se ven envueltos en episodios que exigirían una solidez personal y una entereza adultas.
Cinco títulos clave para terminar: La zona y su impactante parábola sobre el mundo moderno (volveremos después sobre ella); Persépolis, inspirada en el genial cómic autobiográfico de Marjane Satrapi sobre su vida en el Irán de los ochenta y sus experiencias de iniciación (también la presentaremos más tarde); Las trece rosas, un bienintencionado pero banal intento de reconstruir uno de los episodios más dolorosos de la Guerra Civil en el que trece jóvenes fueron injustamente fusiladas; Quinceañera, sobre los avatares de algunos miembros de la comunidad hispana en Los Ángeles y, en concreto, sobre las luchas y sinsabores de una quinceañera que se queda embarazada y de su primo homosexual; finalmente quiero citar una película que abordaremos en otra sección de la revista, Babel, y que incluye un nuevo y sugerente dibujo de adolescente en crisis: Chieko, una muchacha japonesa trastornada por el suicidio de su madre. El desamparo y la incomunicación, la soledad y la necesidad de cariño impulsan a esta chica hacia una sexualidad nihilista. Sólo el reencuentro y la ruptura de distancias con el padre abrirán la puerta a la esperanza.
Año 2008
Quiero concluir este periplo con una rápida ojeada al cine que está viendo la luz en los meses del año en curso. La falta de perspectiva nos impide un juicio preciso y cerrado, pero al menos quiero apuntar el título de cinco películas que he visto y que, por un motivo u otro, me resultan sugerentes para comprender las imágenes de jóvenes que el nuevo milenio va sancionando:
– Juno: Ya aludí a ella al hablar de su actriz principal. Juno se mueve entre criaturas inhabituales (estamos otra vez en el imperio de lo raro), diálogos ingeniosos, situaciones inesperadas y un escepticismo más aparente que real. Sin dramatismo de ningún tipo, esta crónica de una muchacha embarazada que decide entregar en adopción al niño que lleva en sus entrañas reposa sobre la creación de un personaje arrebatador que envuelve su inseguridad en sarcasmo y protege su necesidad de cariño tras una coraza de ironía. Los personajes que la secundan (el futuro padre adoptivo de su hijo, que vive gracias a ella una regresión adolescente peligrosa; el muchacho que la dejó embarazada, quien progresa de la indolencia a una desmañada forma de pasión…) enriquecen esta chispeante fabulación sobre los extraños caminos que conducen a la madurez y al amor pleno.
– Hacia tierras salvajes: Cuenta la historia de un joven de 22 años con un futuro prometedor que decide romper con todo y marcharse de viaje por Estados Unidos solo para encontrarse con su yo auténtico y con la naturaleza. Sin dinero, sin otro objeto que la exploración de sus propios límites, la aventura de Christopher McCandless (basada en hechos reales) es una experiencia casi ascética de despojamiento en pos de lo esencial. Por lo inusual de esta odisea hacia el centro de uno mismo, la película merece la pena, a pesar de su ritmo desigual y su tendencia a la grandilocuencia. Estamos ante un joven distinto, enfrentado a la trascendente cuestión de encontrar sentido a todo esto. Para ello elimina de su vida lo accesorio, lo impuesto, lo vacío, en una radicalidad que incluso le lleva, en último extremo, a prescindir de las relaciones humanas.
– This is England: La película documenta los primeros pasos en Inglaterra de la tribu urbana de los skin heads, cuando aún estos no se habían convertido en un referente del fascismo y la violencia gratuita. A través de los ojos de un preadolescente inmerso, primero, en la facción más amable de este colectivo y, después, en su ala más radical, presenciamos el nacimiento de grupúsculos que canalizan sus frustraciones personales, sus carencias económicas o sus varapalos políticos y sociales (la guerra de la Malvinas y sus consecuencias gravita continuamente sobre las conciencias de sus personajes centrales) a través de la violencia. La acertada opción de depositar el peso del relato en un niño desorientado es un rotundo acierto que, sin embargo, no acaba de salvar una película tan interesante como imperfecta.
– Encantada: ¿Qué pasaría si un personaje de dibujo animado, con la filosofía y la visión del mundo de una criatura de dos dimensiones, irrumpiera en la crudeza del mundo real? Esa es la hipótesis fantástica que formula el último producto Disney caído en nuestras carteleras. La princesa protagonista desembarca en Manhattan con su ingenuidad y cursilería a hombros. Los primeros compases de la película colocan a este ser imposible en una difícil tesitura, pero, al final, su choque con la existencia real no se saldará con una derrota del idealismo y un descascarillarse de los sueños, sino, muy al revés, con una progresiva disneylandización de lo existente. Lo que pudo haber sido un corrosivo alegato contra el exceso de sacarina se queda en una revisión a lo moderno de los cuentos de hadas…
Me interesa Encantada por todas esas escenas en que la realidad desarbola a la fantasía, o por aquellas en las que la ironía desmonta los presupuestos de la convención al uso. Si Disney hubiera seguido ese camino, nos hubiera regalado una obra maestra. Pero que el estudio de cine de animación por excelencia hubiera autoinmolado su marca de fábrica definitivamente en pro del arte hubiera sido mucho pedir, por eso debemos conformarnos con esos apuntes de mala leche. Y temblar porque la “cascada de colores” sigue imponiendo sus tonos saturados a demasiadas conciencias.
– Juntos, nada más: La novela de Anna Gavalda en que se inspira esta película es el relato del progresivo entendimiento de tres jóvenes desclasados. La vida ha vapuleado a cada uno de ellos a su manera y, escaldados, renuentes a cualquier consuelo afectivo, han optado por el aislamiento como forma de esquivar futuras heridas. Hasta que se aproximan, se conocen, se encuentran. Entonces surge entre ellos una corriente de afecto incurable y, en medio de un mundo feo y opresor, la flor de unas relaciones interpersonales profundas los blinda contra cualquier desaliento. Juntos, nada más es, como su título enuncia, la historia de cómo tres jóvenes (y una anciana) encuentran la fortaleza y la felicidad en la convivencia, en la comunicación de lo esencial de cada uno, en la verdadera amistad y el auténtico amor. Las búsquedas de los protagonistas de Juno, Hacia rutas salvajes oThis is England no son muy distintas a la de estas tres criaturas resistentes como juncos salvajes: juncos que se doblan con facilidad, pero no acaban de romperse por la misma flexibilidad (la de los afectos) que aparentemente las vence.
Algo más de cien películas del siglo XXI