“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón,
con toda tu alma, con toda tu mente, con todas tus fuerzas,
y llevaréis adelante vuestro idilio en las penas y en las alegrías
en la salud y en la enfermedad… hasta que la muerte
os junte de nuevo, por toda la eternidad”
Queridos padres
Siento tener que comunicaros esta noticia por carta, mas no me habéis dado otra alternativa. Os lo he intentando decir de mil formas posibles, pero nunca habéis querido escucharme.
Le quiero con toda mi alma y no aguanto ni un segundo más su ausencia. Ya, ya sé que estaréis pensando que estoy loca…, bueno, tal vez, mas esta locura me está sacando del vacío, de la rutina y del sinsentido en que había convertido mi vida, y me está devolviendo a la Vida, a la vida con mayúsculas.
Desde que os enterasteis de mi romance, habéis puesto todos los medios para disuadirme, en cientos de ocasiones habéis intentado separarme de Él. Días y días oyendo la misma perorata: que si es mayor que yo, que si no tiene un empleo fijo, que si se junta con malas compañías… En otras ocasiones vuestras investigaciones han llegado más lejos, ¿verdad?, que si había abandonado a su familia y no quería saber más de ella, que si de niño ya se había escapado de la presencia de sus padres, incluso que ese hombre no podía daros un nieto…
Padres, no quiero entrar de nuevo en estériles discusiones; únicamente quiero deciros que he encontrado el Amor de mi vida, y que me marcho tras Él. Vosotros nunca habéis querido comprenderle y no os lo reprocho. Entiendo que para llegar a intimar con Él, se requiere de mucho corazón, y vosotros, igual que mucha otra gente, en lugar de poner corazón lo que estáis poniendo es cartera. Os puedo asegurar que Él es un buen hombre, de bolsillos vacíos, mas de cabeza y corazón rebosantes de ideas, de proyectos y de mucho amor (amor del bueno, no del adulterado, con el que me habéis intentado persuadir).
El caso es que ya no aguanto más, mi corazón sufre muy a menudo overbooking, le resulta muy difícil bombear las repetidas infusiones de amor que Él me pone cada mañana.
Queridos padres, os lo diré por última vez, sin más ambages, sin más prórrogas. Le quiero y me marcho. Ahora ya no hay vuelta atrás. No pido que me entendáis, únicamente respetad mi decisión.
Os quiere
Vuestra feliz hija
PD: Mamá, sé que te hacía mucha ilusión verme, un día, vestida de blanco, con ese precioso vestido de novia, que tan soñado lo tenías. No te preocupes, en adelante será mi corazón el que vista de un blanco hermosísimo, espectacular, inmaculado… Ah, y ya no sólo durante un día… Eternamente mamá, eternamente.
Para hacer
¿Con qué sabor de boca nos deja esta carta, transcrita por José. María Escudero? ¿Qué nos llama la atención?
¿La vemos creíble hoy? ¿Qué se necesita para escribirla?
Imaginar que somos la madre y que le contesta. ¿Qué escribiría?
¡En el bufet del Señor!
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