Tele 5 estrenó Felicity, otra serie femenina y dinámica, que califican de urbana, por muy provinciana que resulte, y de culta, aunque está por ver quién se cala e identifica con el ñoño y dubitativo personaje de la joven Felicity Porter, protagonizada por la atractiva Keri Russell. En este primer rollete nos contaban cómo, tras su graduación del instituto, se marcha, pese alaprobio de los padres, a la universidad de Nueva York, a 5.000 km de distancia, y sigue los pasos de un joven californiano por el que está obsesionada sin motivo. Son medianamente pijos estos consentidos jóvenes de Palo Alto que han de aspirar a ganar su dinero, ya que, provengan del medio que sea, las universidades en Estados Unidos son carísimas y endeudan durante años al que pide prestado.
Felicity tiene un gran nombre, pero no parece muy feliz: chica sensible, una especie de pesada compulsiva, infantil, con ligero barniz intelectual y personalidad insignificante; los comienzos de una joven burguesa, virtuosa y formal, confusa y sumida en el pánico abrumador de no entender sus impulsos sexuales y afectivos, ni el sistema que la rodea, que muy pronto va a absorberla.
Si no supiéramos que, en otros capítulos, va a estudiar Medicina, probablemente no volveríamos a verla, pese a lo bien que está hecha; es decir, iluminada, filmada y montada.
Tanto la serie como la publicidad interespaciada van dirigida a un sector de población juvenil universitario, rebelde consumista que aún sigue preguntándose, con angustia adolescente, «¿qué voy a hacer con mi vida?», pero que ahora sabe que va a solucionar su dilema, por lo menos, con la pasta, abandonando las falsas posturas revolucionarias, tal como hace poco nos explicó Piqué: que es mejor emular a Juan Villalonga que a ese pobre infeliz del Che Guevara.
Ya pretenda enganchar y retratar a un sector más joven, y por qué no vamos a decirlo, más estúpido, de mujer moderna, cualquier comparación que quiera hacerse con la serie ganadora de tres Emmy, Ally McBeal, que interpreta la divina Calixta Flockhart, y que la misma cadena proyecta a continuación, no puede sostenerse. Porque Ally McBeal es un prodigio de acidez, buena música intercalada, excelente guiones que entrelazan historias bien absurdas que se mofan y describen unas a otras, con una buena factura y unas actuaciones, en especial la de Calixta, envidiables. Pero todo hace sugerir que sendas series de incomprendidas se han vendido en el mismo lote. Será que el tema de la mujer moderna, realmente, intriga e interesa.
BEATRIZ POTTECHER
«El Mundo», 15-1-2000
Para hacer 1. El primer capítulo de Felicity se emitió el 13 de enero de 2000. Tuvo una audiencia de 3,6 millones de espectadores y su cuota de pantalla fue del 21,3%. ¿Qué series sigue cada uno? ¿Cuáles nos gustan más? ¿Qué aspectos nos disgustan? 2. ¿En qué estamos de acuerdo y en qué no con lo que dice la autora en esta crítica? ¿Por qué? 3. El tema de la mujer moderna intriga e interesa. ¿Qué imágenes de la mujer aparecen ahora en las series? Recordar algunas y analizarlas. |