Textos para la reflexión
Luis Antonio Medina
Parece innegable que una de las más graves preocupaciones sociales que tiene hoy la humanidad es la “cuestión ecológica”. Tan ingente problema concierne no sólo a la economía o la política; también a la educación. Es, pues, importante en la tarea educativa proponer valore y suscitar actitudes que motiven un comportamiento humano de signo muy distinto de los actuales comportamientos lesivos para el medio ambiente. En orden a propiciar un diálogo abierto sobre algunas cuestiones implicadas en el problema ecológico, sugerimos algunos textos con algunas pistas sencillas de reflexión
Madre Tierra
“Cierto día, un bracero oriundo de una región de habla náhuatl trabajaba en mi huerto. Le dije que echara la tierra arrastrada por una máquina plantadora en el recipiente de los desperdicios. Me respondió, a la vez con firmeza y con cortesía: “No, no señora. No debe tratarse a la tierra como si fuese basura”. En otra ocasión, otra mujer india que me ayudaba en las faenas caseras me oyó quejarme del polvo y la suciedad que el aire metía dentro de la casa. Me reconvino diciendo: “Señora, no debería hablar así del polvo, porque el polvo es tierra y la tierra es nuestra madre, que nos alimenta” (Sylvia Marcos, Concilium(1995) 782).
“La tierra es una lucha diaria, una lucha sin descanso: roturar la tierra, plantar, desbrozar, regar hasta recoger la cosecha. Pero entonces ves tu campo maduro, tal como se halla ante ti bajo el rocío de la mañana, y te dices: Yo, fulanito de tal, dueño del rocío, y la oscuridad se desliza en tu corazón. Pero la tierra es como una mujer; cuando se la maltrata continuamente, se pone a la defensiva. He visto cómo habéis talado sus montes. Ahora la tierra está desnuda y sin protección. Son las raíces las que entablan amistad con la tierra y la retienen: los mangos, los encinares, los
bosques de caoba, que para su gran sed le dan el agua de la lluvia y la protegen con su sombra del ardor del mediodía. Así es, y no de otra manera; de lo contrario, la lluvia arranca la tierra y el sol la abrasa y no queda más que la roca pelada. Os digo la verdad: No es Dios quien ha abandonado al hombre; es el hombre quien ha abandonado a la tierra. Y ahora recibe su castigo: sequía, desolación y desierto” (J. ROUMAIN, Gouverneurs de la rosée, 1944).
“El hombre blanco trata a su madre la tierra y a su hermano el cielo como cosas que se compran y se venden. Su apetito devorará la tierra y dejará detrás de él sólo un desierto… Lo que pase con la tierra pasará con los hijos de la tierra. El hombre no puede tener la trama de la vida. Él es sólo una hebra en ese tejido. Lo que haga con el tejido se lo hará a sí mismo… El aire es precioso para el hombre piel roja porque todas las cosas comparten el mismo soplo, la bestia, el árbol, el hombre… La savia que circula en los árboles lleva la memoria del hombre piel roja… Nuestro Dios es el mismo Dios. Ustedes podrán pensar ahora que Él les pertenece, así como quieren poseer nuestra tierra, pero no es posible. Él es el Dios de todos los hombres y su compasión es igual para el hombre rojo y para el hombre blanco. Esta tierra es preciosa para Él, y violarla es despreciar a su Creador” (Carta del Jefe Seatle al presidente Flanklin Pearce, 1854).
- ¿Qué sentimientos han suscitado estos textos?
- Comentar en el grupo:
– “No es Dios quien ha abandonado al hombre; es el hombre quien ha abandonado a la tierra.
– “Lo que pase con la tierra, pasará con los hijos de la tierra” |
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Crisis ecológica
“¿Por qué somos tan reacios, especialmente en Estados Unidos, a ver el enorme peligro al que se enfrenta nuestra civilización? ¿Qué nos impide darnos cuenta de que la fiebre del calentamiento global es real y gravísima y que puede que ya esté más allá de nuestra capacidad de control e incluso de la de la Tierra? Creo que rechazamos las pruebas de que nuestro mundo está cambiando porque todavía somos, como nos recordó el sabio biólogo E. O. Wilson, carnívoros tribales. Estamos programados por nuestra herencia para considerar las demás cosas vivas básicamente como comida, y para que nuestra tribu nacional sea para nosotros más importante que cualquier otra cosa. Llegamos incluso a dar nuestra vida por ella y estamos dispuestos a matar de forma extremadamente cruel a otros seres humanos por el bien de nuestra tribu. Todavía nos resulta ajeno el concepto de que nosotros y el resto de la vida, desde las bacterias a las ballenas, formamos parte de una entidad mucho mayor y más diversa: la Tierra viva” (J. LOVELOCK, La venganza de la tierra, 20).
“Los hombres de la segunda era industrial no hemos acertado a establecer la relación Técnica-Naturaleza en términos de concordia, y a la atracción inicial de aquélla, concentrada en las grandes urbes, sucederá un movimiento de repliegue en el que el hombre buscará de nuevo su propia personalidad, cuando ya, tal vez, sea tarde, porque la naturaleza como tal habrá dejado de existir” (M. DELIBES, Un mundo que agoniza, Plaza Janés, Madrid 1990, 157).
“El problema del deterioro ambiental no es principalmente un problema técnico; si lo fuera, no habría surgido de modo tan agudo en las sociedades tecnológicamente más avanzadas. No se origina en la incompetencia científica o técnica, ni en la insuficiencia de la educación científica, ni en la falta de información, ni en la falta de dinero para la investigación. Se origina en el estilo de vida del mundo moderno, que a su vez surge de las creencias básicas: su metafísica o su religión… Esta situación es totalmente nueva. En todas las épocas, en todas las sociedades, en todo el mundo, los santos y los sabios han advertido respecto al materialismo y abogado por un orden de prioridades más sensato. Con diferentes lenguajes, con símbolos variados, pero el mensaje esencial ha sido siempre el mismo: determina correctamente tus prioridades… Todo indica que lo más necesario es hoy una revisión de los fines hacia los que se encaminan nuestros esfuerzos” (E. F. SCHUMACHER, Integral 42 (1983) 6).
“Escribo en el año 2003, durante uno de los veranos más calurosos, si no el más caluroso que se recuerda en Europa. La gente no puede hablar de otra cosa. En el boletín de noticias de esta mañana, que anunciaba un nuevo día de temperaturas récord, han contado la terrible historia de un niño de nueve años a quien su familia tenía encadenado a la cama y había matado a golpes. Los padres, un tío y la abuela habían sido detenidos inmediatamente porque eran responsables. Durante la ola de calor, las muertes en Francia han alcanzado proporciones de epidemia: según las estadísticas, el calor ha matado a diez mil personas más que las que mueren en estas fechas. Los hospitales están saturados, los reactores nucleares corren el riesgo de sobrecalentarse, hay incendios por doquier, las cosechas se abrasan en los campos. Pero nadie es responsable. Uno se pregunta que hará falta para obligar a la gente, y especialmente a los gobiernos, a reducir ya las emisiones de gases de invernadero. No necesitamos más pruebas de que son nuestras propias actividades humanas las que han provocado que suban las temperaturas y que suframos con más frecuencia tormentas de una violencia sin precedentes. ¿Por qué no aplicamos toda la fuerza de la ley contra los responsables del calentamiento global?” (SUSAN GEORGE, Otro mundo es posible si…, 48).
- ¿Qué es lo que más te ha impresionado y llamado la atención de estos textos?
- ¿Somos conscientes de los peligros a los que se enfrenta el mundo actual?
- ¿Qué impide darse cuenta de ellos?
- ¿Cuáles te parecen las causas más importantes de la actual crisis ecológica?
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Dimensión ética
“Debe desarrollarse una nueva ética para el uso de los recursos naturales que traiga como resultado un estilo de vida compatible con la futura escasez que nos espera. Esto requerirá una nueva tecnología de producción basada en el empleo mínimo de recursos y en la duración de los productos, en lugar de procesos basados en la máxima producción. Debería ser orgullo el ahorrar y conservar, y no gastar y desperdiciar” (D. H. MEADOWWS-D. L. MEADOWS, Los límites del crecimiento humano, FCE, México 1974, 189).
“Es necesario que el hombre reconsidere el lugar que ocupa en la naturaleza, revise sus actitudes hacia el medio ambiente en general y que desarrolle una nueva ética de la tierra. Las raíces de la crisis en las que el hombre se encuentra hoy atrapado están en la visión que el hombre occidental, en particular, ha tenido acerca de la tierra: la tierra como adversario que tiene que ser conquistado y puesto a su servicio a fin de ser explotado para sus propios fines como una posesión de dominio de derecho y, más importante aún, como una tierra de capacidad ilimitada. Estas consideraciones deben servir de base a una conciencia ecológica, a amar, respetar, admirar y comprender el ecosistema global del cual formamos parte, y a una ética que asegure la supervivencia de la especie humana, con calidad, dignidad e integridad. De no ser así, su suerte está decidida. Será la de una colisión y un inexorable holocausto” (E. KORMONDY,Conceptos de Ecología, Alianza, Madrid 1975, 238).
“En la era de la civilización técnica, el primer deber del comportamiento humano colectivo es el futuro de los hombres. En él está manifiestamente contenido el futuro de la naturaleza como condición sine qua non; pero además, independientemente de ello, el futuro de la naturaleza es de suyo una responsabilidad metafísica, una vez que el hombre no sólo se ha convertido en un peligro para sí mismo, sino también para toda la biosfera. Incluso si pudiéramos disociar ambas cosas –esto es, incluso si fuera posible para nuestros descendientes una vida que pudiera llamarse humana en un mundo devastado y en su mayor parte reemplazado artificialmente-, la rica vida de la Tierra, producida en una larga labor creativa de la naturaleza y ahora encomendada a nosotros, exigiría nuestra protección. Dado que de hecho no es posible separarlas y dado que en lo más decisivo el interés del hombre coincide con el resto de lo vivo en cuanto es su morada terrena en el más sublime de los sentidos, podemos contemplar ambos deberes como uno solo bajo la idea del deber para con el hombre, sin por ello caer en un reduccionismoantropocentrista” (H. JONAS, El principio de responsabilidad, Herder, Barcelona 1995, 227).
“La ética de la sociedad dominante hoy es utilitarista y antropocéntrica. Considera al conjunto de los seres como algo al servicio del ser humano, que puede disponer de ellos a su antojo, atendiendo a sus deseos y preferencias. Cree que el ser humano es la corona del proceso evolutivo y el centro del universo. Lo ético sería desarrollar un sentido del límite de los deseos humanos por cuanto estos conducen fácilmente a procurar la ventaja individual a costa de la explotación de clases, sometimiento de pueblos y opresión de sexos. El ser humano es también, y principalmente, un ser de comunicación y responsabilidad. Entonces lo ético sería también potenciar la solidaridad generacional en el sentido de respetar el futuro de los que aún no han nacido. Y finalmente, ético sería reconocer el carácter de autonomía relativa de los demás seres; ellos también tienen derecho a continuar existiendo y a coexistir con nosotros y con otros seres, puesto que han existido antes que nosotros y, durante millones de años, sin nosotros. En una palabra, ellos tienen derecho al presente y al futuro” (L. BOFF, Ecología. Grito de la tierra, grito de los pobres, Trotta, Madrid 1997, 20).
- ¿Qué orientaciones éticas proponen estos textos?
- ¿Es posible llevarlas a la práctica?
- ¿Con cuáles de ellas estoy más de acuerdo?
- ¿Con cuáles más en desacuerdo?
- ¿Qué puedo hacer en la vida cotidiana?
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Enseñanza social de la Iglesia
“La puesta en obra de estas posibilidades técnicas a un ritmo acelerado no se actúa sin repercutir peligrosamente sobre el equilibrio de nuestro medio natural y el deterioro progresivo de lo que se ha venido en llamar el medio ambiente corre el riesgo, bajo el efecto de los tropiezos de la civilización industrial, de conducir a una verdadera catástrofe ecológica. Ya estamos viendo viciarse el aire que respiramos, degradarse el agua que bebemos, contaminarse los ríos, los lagos y aún los océanos hasta hacernos temer una verdadera muerte biológica en un futuro cercano si es que no se adoptan valientemente y no se ponen en práctica con severidad algunas enérgicas medidas” (PABLO VI, Discurso a la XII Conferencia de la FAO, 1963).
“Mientras el horizonte del hombre se va así modificando, partiendo de las imágenes que para él se seleccionan, se hace sentir otra transformación, consecuencia tan dramática como inesperada de la actividad humana. Bruscamente, el hombre adquiere conciencia de ella: debido a una explotación inconsiderada de la naturaleza, corre el riesgo de destruirla y de ser a su vez víctima de esta degradación. No sólo el ambiente físico constituye una amenaza permanente: contaminaciones y desechos, nuevas enfermedades, poder destructor absoluto; es el propio consorcio humano el que el hombre no domina ya, creando de esta manera para el mañana un ambiente que podría resultarle intolerable. Problema social de envergadura que incumbe a la familia humana toda entera” (PABLO VI, Octogesima adveniens, 21).
“Parece que somos cada vez más conscientes del hecho de que la explotación de la tierra, del planeta sobre el cual vivimos, exige una planificación racional y honesta. Al mismo tiempo, tal explotación para fines no solamente industriales, sino también militares, el desarrollo de la técnica no controlado ni encuadrado en un plan de radio universal y auténticamente humanístico, llevan muchas veces consigo la amenaza del ambiente natural del hombre, lo enajenan en sus relaciones con la naturaleza y lo apartan de ella. El hombre parece, a veces, no percibir otros significados de su ambiente natural, sino solamente aquellos que sirven a los fines de un uso inmediato y de consumo. En cambio, era voluntad del Creador que el hombre se pusiera en contacto con la naturaleza como dueño y custodio inteligente y noble, y no como explotador y destructor sin ningún reparo” (JUAN PABLO II, Redemptor hominis, 15).
“La primera consideración consiste en la conveniencia de tomar mayor conciencia de que no se pueden utilizar impunemente las diversas categorías de seres vivos o inanimados –animales, plantas, elementos naturales-, como mejor apetezca, según las propias exigencias económicas. Al contrario, conviene tener en cuenta la naturaleza de cada ser y su mutua conexión en un sistema ordenado, que es el cosmos. La segunda consideración se funda en cambio, en la convicción, cada vez mayor también, de la limitación de los recursos naturales, algunos de los cuales no son, como suele decirse, renovables. Usarlos como si fueran inagotables, con dominio absoluto, pone muy en peligro su futura disponibilidad, no sólo para la generación presente, sino sobre todo para las futuras. La tercera consideración se refiere directamente a las consecuencias de un cierto tipo de desarrollo sobre la calidad de la vida en las zonas más industrializadas: Todos sabemos que el resultado directo o indirecto de la industrialización es, cada vez más, la contaminación del ambiente, con graves consecuencias para la salud de la población” (JUAN PABLO II, Sollicitudo rei sociales, 34).
“La sociedad actual no hallará una solución al problema ecológico si no revisa seriamente su estilo de vida. En muchas partes del mundo esta misma sociedad se inclina al hedonismo y al consumismo, pero permanece indiferente a los daños que estos causan. Como ya he señalado, la gravedad de la situación ecológica demuestra cuán profunda es la crisis moral del hombre. Si falta el sentido del valor de la persona, aumenta el desinterés por los demás y por la tierra. La austeridad, la templanza, la autodisciplina y el espíritu de sacrificio deben conformar la vida de cada día a fin de que la mayoría no tenga que sufrir las consecuencias negativas de la negligencia de unos poco. Hay, pues, una urgente necesidad de educar en la responsabilidad ecológica: responsabilidad con nosotros mismos y con los demás, responsabilidad con el ambiente” (JUAN PABLO II, Mensaje de la Jornada Mundial de la Paz 1990).
“El hombre llamado a cultivar y custodiar el jardín del mundo, tiene una responsabilidad específica sobre el ambiente de vida, o sea, sobre la creación que Dios puso al servicio de su dignidad personal, de su vida: respecto no sólo al presente, sino también a las generaciones futuras. Es la cuestión ecológica, que encuentra en la Biblia una luminosa y fuerte indicación ética para una solución respetuosa del gran bien de la vida, de toda vida. En realidad, el dominio confiado al hombre por el Creador no es poder absoluto, ni se puede hablar de libertad de usar y abusar, o de disponer de las cosas como mejor parezca. La limitación impuesta por el mismo Creador desde el principio, y expresada simbólicamente con la prohibición de comer del fruto del árbol, muestra claramente que ante la naturaleza visible, estamos sometidos a las leyes no sólo biológicas sino también morales, cuya transgresión no queda impune” (JUAN PABLO II, Evangelium vital, 42).
- ¿Qué orientaciones y valores morales propone la doctrina social de la Iglesia?
- Subraya las orientaciones que te parezcan más importantes y necesarias.
- Comentar: “La sociedad actual no hallará solución al problema ecológico, si no revisa seriamente su estilo de vida?
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Carta de la Tierra (Principios)
- Respetar la Tierra y la vida en toda su diversidad
- Cuidar la comunidad de la vida con entendimiento, compasión y amor.
- Construir sociedades democráticas que sean justas, participativas, sostenibles y pacíficas
- Asegurar que los frutos y la belleza de la Tierra se preserven para las generaciones presentes y futuras.
- Proteger y restaurar la integridad de los sistemas ecológicos de la Tierra, con especial preocupación por la diversidad biológica y los procesos naturales que sustentan la vida.
- Evitar dañar como el mejor método de protección ambiental y cuando el conocimiento sea limitado, proceder con precaución.
- Adoptar patrones de producción, consumo y reproducción que salvaguarden las capacidades regenerativas de la Tierra, los derechos humanos y el bienestar comunitario.
- Impulsar el estudio de la sostenibilidad ecológica y promover el intercambio abierto y la extensa aplicación del conocimiento adquirido
- Erradicar la pobreza como un imperativo ético, social y ambiental
- Asegurar que las actividades e instituciones económicas, a todo nivel, promuevan el desarrollo humano de forma equitativa y sostenible.
- Afirmar la igualdad y equidad de género como prerrequisitos para el desarrollo sostenible y asegurar el acceso universal a la educación, el cuidado de la salud y la oportunidad económica.
- Defender el derecho de todos, sin discriminación, a un entorno natural y social que apoye la dignidad humana, la salud física y el bienestar espiritual, con especial atención a los derechos de los pueblos indígenas y las minorías.
- Fortalecer las instituciones democráticas en todos los niveles y brindar transparencia y rendimiento de cuentas en la gobernabilidad, participación inclusiva en la toma de decisiones y acceso a la justicia
- Integrar en la educación formal y en el aprendizaje a lo largo de la vida, las habilidades, el conocimiento y los valores necesarios para un modo de vida sostenible.
- Tratar a todos los seres vivientes con respeto y consideración
- Promover una cultura de tolerancia, no violencia y paz.
- Buscar y leer el texto completo del documento.
- Comentar los principios formulados en el documento “La carta de la Tierra” y señalar los cinco que se juzgan más necesarios.
- Elaborar en grupo los 10 principios más importantes de la propia Carta de la tierra
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Bula “Inter sanctos”
Proclamación de San Francisco de Asís como Patrono de la ecología
Entre los santos y los hombres ilustres que han tenido un singular culto por la naturaleza, como magnífico don hecho por Dios a la humanidad, se incluye justamente a San Francisco de Asís. El, en efecto, tuvo en gran aprecio todas las obras del Creador y, con inspiración casi sobrenatural, compuso aquel bellísimo «Cántico de las Criaturas», a través de las cuales, especialmente del hermano sol, la hermana luna y las estrellas, rindió al omnipotente y buen Señor la debida alabanza, gloria, honor y toda bendición.
Por eso, con loabilísima iniciativa, nuestro hermano, el cardenal SilvioOddi, Prefecto de la Sagrada Congregación para el Clero, en nombre especialmente de los miembros de la Sociedad internacional Planningenvironmental and ecologycal Institute for quality life, ha expuesto a esta Sede Apostólica el deseo de que San Francisco de Asís sea proclamado celeste Patrono de los cultivadores de la ecología.
Por tanto Nos, conocido el parecer de la Sagrada Congregación para los Sacramentos y el Culto Divino, por medio de estas nuestras Letras y a perpetuidad, proclamamos a San Francisco de Asís, celestial Patrono de los cultivadores de la ecología, con todos los honores y privilegios litúrgicos inherentes. No obstante cualquier norma en contrario. Así lo disponemos, ordenando que las presentes Letras sean religiosamente conservadas y logren, en el presente y en el futuro, su pleno efecto.
Dado en Roma, junto a San Pedro, bajo el anillo del Pescador, el día 29 de noviembre del año del Señor 1979, II de nuestro pontificado.
JOANNES PAULUS PP. II