Una estética oscura, negra, relacionada con la muerte y el más allá, es seguida por alguno de los jóvenes de nuestra sociedad, son los llamados góticos. Son fácilmente reconocibles por vestir completamente de negro, ir maquillados y portar cadenas, piercing, pendientes… Por otro lado llama la atención cómo esta estética se mezcla con otras y se ha hecho un hueco en el mundo del cine, de la televisión y de la música hasta el punto de normalizar algunos de sus elementos. De ello se habla ampliamente en este número y se ofrecen materiales para el trabajo pastoral.
A la hora de plantear la portada de este número, la primera tentación es buscar esa estética y darle un aire depresivo. Sin embargo este es un error muy común de los que miramos esta tendencia o estética desde fuera, ya que, a pesar de mostrar elementos oscuros, no es una tendencia depresiva; todo lo contrario: tiene un componente de búsqueda muy fuerte.
Ser gótico no implica una alteración psiquiátrica ni depresiva. El problema no es si el adolescente o el joven adquiere esta estética porque se encuentra aislado del mundo, sino por la necesidad de pertenencia a un grupo que está en búsqueda, que no acepta la norma establecida y que busca algo más, característica muy propia de esta etapa.
Esta es la razón por la que triunfan tanto estas tendencias en la cultura actual. En la crisis de la adolescencia se busca responder a preguntas esenciales: quién soy y por qué estoy aquí. Por eso mismo elegí esta fotografía para la portada de este número, la de una joven que con la mirada limpia mira a su futuro. Sí, tiene el pelo negro, tatuajes, piercing y –en la foto no se aprecia– pero estaba vestida completamente de negro… Con todo, en su expresión hay un halo de esperanza, de futuro abierto, de una juventud que busca su camino, que se pregunta… y, quién sabe, tal vez encuentre su lugar en el mundo y la respuesta que tanto añora.
Jotallorente