APOCALÍPTICOS

1 noviembre 2012

“Y entonces verán venir al Hijo del hombre

en una nube con gran poder y gloria.

Cuando empiecen a suceder estas cosas,

levantaos, alzad la cabeza,

porque se acerca vuestra liberación”.

(Lc 21,27-28)

“De aquel día y hora, nadie sabe nada,

ni los ángeles de los cielos,

ni el Hijo, sino sólo el Padre”

(Mt 24,36)

 
En un conocido texto del Libro de Apocalipsis, que rezamos a menudo en la hora litúrgica de vísperas, un anciano pregunta: “Esos que están vestidos con vestiduras blancas, ¿quiénes son y de dónde han venido?”, y recibe esta respuesta: “Esos son los que vienen de la gran tribulación; han lavado sus vestiduras y las han blanqueado con la sangre del Cordero” (Ap7,13-14). Pues bien, en este número de Misión Joven, si se nos permite parafrasear y sacar de contexto dichas palabras, nos hemos preguntado quiénes son y de dónde han venido los grupos de jóvenes que portan vestiduras negras y tienen afición, al menos estética, por “lo oscuro” y “lo gótico”, y si dicha afición podría tener algún matiz apocalíptico. Además,¿ellos vienen de algún tipo de tribulación? ¿De cuál?
 
Va a hacer veinte años que cantaba Loquillo, con sus Trogloditas, aquella letra de JohnnyCash: “Voy de negro y te preguntas el porqué”, dando a entender que guardaba luto por diversas situaciones injustas, y aseguraba que “hasta que la luz no brille de verdad voy de negro, y de negro me verán”. Quizá aquí encontremos una primera pista para explicar ese gusto por lo oscuro: denuncia, inconformismo, insatisfacción. ¿Será casualidad que ahora, cuando atravesamos una seria crisis económica y social que parece ir para largo, el cantante haya grabado una nueva versión de dicho tema?
 
Los retornos de la apocalíptica
 
El género apocalíptico en la Biblia nace asociado a épocas difíciles de Israel o de la primera Iglesia cristiana, como la opresión de Antíoco en los siglos V-IV a.C. (cf. Daniel 7), la dominación romana en los años previos y posteriores al nacimiento de Jesús (literatura apocalíptica intertestamentaria) y las persecuciones al cristianismo naciente a finales del siglo I. No debemos olvidar, por cierto, que aquellos primeros cristianos fueron perseguido por ser inconformistas: fueron acusados de ateísmo por negarse a adorar los dioses oficiales, que para ellos sólo eran ídolos, “hechura de manos humanas” (Sal 135,15). ¿Respecto a qué ídolos deberíamos ser hoy ateos? Puede ser una buena pregunta para reflexionar a propósito del tema que estamos abordando.
 
Pues bien, en esas situaciones de crisis y opresión se vuelve la mirada hacia el final de los tiempos, esperando una acción de Dios que ponga las cosas en su sitio definitivamente. Recordemos también las corrientes milenaristas en torno al año 1000. Así pues, la denuncia e insatisfacción con el status quo y el deseo de un cambio radical parecen ser un elemento común a fenómenos tan distintos como son la apocalíptica bíblica y ciertas convicciones de los grupos de estética gótica y oscura en la actualidad.
 
Aparentemente, nuestro mundo occidental posmoderno, y quizá en especial la población juvenil, está en las antípodas de la sensibilidad apocalíptica. Una sociedad que desconfía de que la historia de la humanidad camine hacia alguna meta y hacia algún tipo de instauración final de la justicia apenas espera nada del final de los tiempos. Como decía irónicamente el filósofo y sociólogo francés Jean Baudrillard, “el fin del mundo ya ha tenido lugar y ni nos hemos enterado. Nos ha encontrado instalados en nuestro aburrimiento e indiferencia” (cf. sus obras La ilusión del fin y Las estrategias fatales). En España ha reflexionado sobre ello el filósofo Félix Duque (cf. Postmodernidad y apocalipsis y Filosofía para el fin de los tiempos).
 
Estos jóvenes que visten de negro, que absorben historias de vampiros y zombies y de seres de ultratumba, son apocalípticos a su manera, en cuanto que muestran su disgusto con la sociedad en que han crecido, y prefieren evadirse y habitar mundos paralelos. No parecen creer, en cambio, en ninguna posibilidad de cataclismo final que arregle los desaguisados. Por eso, en nuestra opinión, serían algo así como unos “apocalípticos sinapocalipsis”. Por eso proponemos conocer más sus ideas y ofrecerles la esperanza serena que proporciona el mensaje evangélico (¡estamos en manos de un Padre bueno, no de fuerzas oscuras!) y la apuesta convencida por buscar un sentido a la vida que incluye no evadirse, sino luchar por transformar esta nuestra sociedad que tanto deja que desear (y en eso les damos la razón).
 
Los estudios de este número
 
Jesús Javier Llorente y Jesús Rojano intentan describir esta moda apocalíptica a partir de sus raíces en la literatura gótica de la Inglaterra victoriana. Sugerimos complementar la lectura de su artículo con los Materiales que ofrece Jesús Javier Llorente.
 
La profesora de Sagrada Escritura Marta García nos hace una presentación del Libro del Apocalipsis que nos permite comprender sus símbolos esenciales y la lectura cristiana de este tipo de literatura, que resurge renovado en cada crisis global.
 
Por fin, Jesús Villegas, buen conocedor del cine actual y de los adolescentes de hoy por su profesión y vocación de educador, nos presenta un lúcido análisis de los adolescentes y jóvenes apocalípticos que salen en varias películas recientes.
 

JESÚS ROJANO MARTÍNEZ

misionjoven@pjs.es