BIENAVENTURANZAS PARA VERANEANTES

1 julio 2005

Hacía ya unos años que los apóstoles habían convencido a su Maestro de que no podían seguir como estaban: caminaban muchos kilómetros a pie y, claro, llegaban a los sitios tarde, cansados y “hechos un cromo.” Así que después de mucho discutir a Jesús no le quedó más remedio que dar el visto bueno a la furgoneta de segunda mano que Pedro había comprado a un particular… El bueno de Pedro no cesaba de repetir que la compra había sido una ganga, mas los apóstoles y el propio Jesús se mofaban de él, sobre todo, cuando el dichoso vehículo les dejaba tirados, y no les quedaba más remedio que hacer dedo para llegar al taller más cercano. Eso sin contar que en invierno no funcionaba la calefacción y en verano las ventanillas abiertas hacían de aire acondicionado…
El caso es que en una de esas contadas ocasiones en que “la furgo” se había portado bien llegaron a una ciudad costera bajo un sol abrasador… La experiencia les hizo ahorrarse ir de iglesia en iglesia y acudir directamente a una de las playas de la localidad. El lugar estaba abarrotado de veraneantes que aprovechaban el buen tiempo para salir de sus casas y darse un chapuzón. Jesús, que no tenía ni un pelo de tonto, convenció a uno de los socorristas para que le dejara subirse a uno de los mandos de observación…
Así fue como Jesús encaramado en lo más alto de la playa llamó la atención de cientos de turistas, que se fueron acercando con la curiosidad de saber qué espectáculo veraniego traía consigo ese buen hombre…
Jesús, no perdiendo ni un segundo, se puso a enseñarles con estas palabras:

  •        Bienaventurados si hacéis de vuestras vacaciones un tiempo de gracia, de amistad, de encuentro y de amor.
  •       Bienaventurados seréis si dedicáis las vacaciones a hacer esas cosillas que durante el año os resulta tan complicado… En especial seréis muy bienaventurados si dedicáis más tiempo a vuestra mujer, a vuestros hijos, a vuestra familia…
  •       Bienaventurados si sois capaces de “pitaros” en vuestras vidas un tiempo muerto durante las vacaciones… Un tiempo muerto a la querida televisión, a la videoconsola, al ordenador… Y más bienaventurados seréis, si al volver de nuevo a vuestros hogares, no los echáis de menos.
  •       Bienaventurados si os dedicáis a “perder el tiempo” conociendo gente nueva, escuchando a personas de otros lugares, de otras culturas, experimentando nuevas sensaciones de amar y ser amados.
  •       Bienaventurados si reserváis un tiempo de vuestras vacaciones a vosotros mismos, alejándoos del ajetreo de la gente y pensando en vuestras vidas, en vuestros proyectos, en vuestras dificultades…
  •       Bienaventurados si combináis los tiempos de playa, de montaña, de turismo con otros momentos de oración, de lectura, de ayuda a los más necesitados…
  •       Y sobre todo seréis bienaventurados si durante estas vacaciones, al hacer la maleta, os acordáis de meter a Dios y cuando lleguéis al lugar escogido no os olvidáis de sacarlo…
  •        Alegraos y regocijaos porque con vuestra actitud estáis consiguiendo que el Reino de Dios no tenga que cerrar por “vacaciones” de sus hijos…

 José María Escudero

También te puede interesar…