El verano es el tiempo de los campamentos de aire libre. Son experiencias educativo-evangelizadoras que no debemos desaprovechar. Desde nuestra experiencia de muchos veranos viviendo estas experiencias, recordamos esos acentos que todos ponemos en nuestros campamentos para que sean auténticamente educativos en clave evangélica.
Objetivos: Cada campamento debe intentar que sus actividades y experiencias defiendan la creación de hermandad y amistad. De ahí que los juegos, los momentos formativos, el baño, el tiempo libre… deben regirse por una línea transversal que ayude a lograr el encuentro con el otro, el respeto, el trabajo en equipo, la amistad, estar atento al otro…
Gesto de solidaridad: En los campamentos debe haber un recuerdo por esos compañeros y compañeras que no pueden vivir esa experiencia. De ahí que se realice algún gesto de solidaridad en que los participantes puedan apoyar económicamente, por ejemplo, un proyecto solidario, una comunidad de un país empobrecido, etc.
Los valores del Reino deben aparecer en nuestra oferta no solamente como conceptos sino con procedimientos y actitudes. Es un momento ideal para hacer vida lo que estudiamos y reflexionamos de Jesús de Nazaret. Habrá momentos de reflexión y de diálogo para que vaya calando lo vivido durante esos días con otros compañeros y compañeras.
Celebraciones: Asegurado lo anterior, queda el campo celebrativo, que tiene sentido si también trabajamos con la misma ilusión y ganas los campos anteriores.
- Los buenos días por la mañana al aire libre: a través de una escenificación, canto, lectura, texto evangélico, oración compartida… nos damos cuenta del regalo de un nuevo día que Dios Padre/Madre nos hace.
- La bendición de la mesa a través de un canto con gestos o de una sencilla explicación-motivación del gesto que realizamos y una oración cercana en lenguaje y en vida compartida nos ayudará a descubrir la presencia de Dios en nuestra asamblea, esta vez, en los momentos de las comidas.
- El “tiempo de paz”, que nosotros realizamos al finalizar la tarde antes de la cena: experiencias del estilo de un taller de oración, momentos de reflexión y diálogo sobre lo vivido durante el día, oferta de la reconciliación para grupos reducidos… Son momentos de “calma” y tranquilidad en los que tratamos de hacer una lectura en profundidad de lo experimentado y vivido. Lo realizamos en pequeños grupos en lugares donde lo externo no impida la concentración, y utilizando los medios que creamos oportunos: música, naturaleza, dinámicas de grupo…
- Las buenas noches al finalizar la actividad nocturna y antes de irnos al dormitorio: a través de una narración y una oración sencilla y participativa, tenemos otro tiempo de reflexión y oración.
- También ofrecemos celebraciones eucarísticas en el fin de semana, alrededor del domingo, o en los días festivos. Intentamos que sean celebraciones participativas y en las que se cuide el lenguaje juvenil a través de cantos, gestos…
Fraternidad y solidaridad: Hoy en día es necesario cuidar cada vez más todos los aspectos evangelizadores de un campamento. Tenemos la obligación, como educadores creyentes, de traducir el hecho de “anunciar”, “celebrar”, “testimoniar hacia dentro” (fraternidad) y “testimoniar hacia fuera” (solidaridad) a unas claves y lenguajes propios de los campamentos de aire libre. No podemos repetir sin más esquemas de otros ambientes (parroquia, colegio…) sino que debemos ser educadores cristianos audaces que no tengamos miedo en crear y construir desde la comunidad de animadores de tiempo libre experiencias y vivencias que conjuguen los verbos anteriores, eso si, al aire libre y con la brisa del mar, del río, de la montaña e incluso de la piscina… porque ¿quién no ha sentido al Espíritu del Señor sobre las aguas, la naturaleza y la comunidad?
Xulio César Iglesias