Canción misionera

1 septiembre 2006

José Javier Ruiz de Eguílaz
 
25 años lleva celebrándose el Encuentro-Festival de la canción misionera promovido por la Asociación Cristianos Sin Fronteras (CSF). Este año, por vez primera ha tenido lugar en Vitoria. Unos pocos jóvenes del grupo Crisol del Colegio San Viator de Vitoria-Gasteiz, ilusionados por la experiencia vivida en otras ciudades ha sido el impulsor para que esta edición se celebre en la capital alavesa. A su iniciativa se han unido en la organización la Delegación Diocesana de Pastoral con Jóvenes y la Delegación de Diocesana de Misiones (compuesta por OMP y Misiones Diocesanas), además de un buen número de jóvenes de parroquias y colegios de la ciudad y del entorno.
Acogida y desarrollo
Tuvo lugar los días 22 y 23 de abril. Participaron las diócesis de: Alcalá de Henares, Astorga, Ávila, Barcelona, Bilbao, Burgos, Cartagena, Cuenca, Huesca, León, Logroño, Madrid, Osma-Soria, Salamanca, Santander, Valencia, Vigo y Vitoria-Gasteiz (Cáceres y Orihuela-Alicante  disculparon su ausencia unos días antes; no obstante, les recordamos). En Vitoria, los centros acogedores fueron Sagrado Corazón, Marianistas, Corazonistas, Virgen Niña, Vera Cruz y San Viator. Finalmente, hasta el convento de las Clarisas de San Antonio abrió sus puertas.
La acogida tuvo lugar en el parque de La Florida y fue una fiesta llena de color y alegría animada espléndidamente desde el kiosco por el grupo de animación Silos y desde abajo por los VAS (Voluntarios de Acción y Servicio). Los que por allí paseaban preguntaban sonrientes qué fiesta era ésta con canciones tan bellas y mensaje de fe tan claro.
A las 13:30 h sonó la txalaparta, (instrumento de percusión tradicional delPaís Vasco), preludio a los saludos oficiales. Quien escribe la crónica de esta experiencia,  coordinador del encuentro, en nombre de la organización dio la bienvenida a los presentes: “Sed felices y esa felicidad comunicadla”. A continuación dio paso a D. Alfredo Iturritxa, concejal de presidencia del Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz que en nombre de la ciudad saludó a los jóvenes: “Es un orgullo y satisfacción ver la ciudad llena de gente joven y llena de vitalidad”. Seguidamente en nombre de la Iglesia de Vitoria D. FernandoOtaduy, vicario de ciudad de la diócesis saludó a todos los presentes y recordando las palabras de nuestro obispo D. Miguel Asurmendi aseguró:“ciertamente Vitoria, hoy está mucho más bonita con vuestra alegría y vuestra presencia”.  Finalmente D. Juan José Corral, presidente de CSF dio las gracias“porque habéis sido respuesta a una llamada preciosa: Familia tuya es la misión”.
El encuentro reunió a cerca de 800 jóvenes en Vitoria-Gasteiz, que vistieron la ciudad de alegría, cantos y risas[1]. Nada menos que 110 VAS dispuestos a acompañar a los grupos y ocupados en un montón de servicios, todos ellos importantes e imprescindibles para el buen funcionamiento del Encuentro: acogida, ambientación, organización de festivales, sonido, limpieza, sanidad, reparto de desayunos, economía, liturgia, velada y fiesta…
Por la tarde, después de la comida, había tres citas simultáneas: Corazonistas, Marianistas y Sagrado Corazón. A las 17:00 h. comenzaban los festivales con canciones llenas de ritmo y colorido, con letras y músicas creadas por los propios jóvenes derrochando talento, fe e ilusión. Cada cual habla maravillas de su festival. ¡Joven tuya es la misión, alza la voz, canta, clama a los cuatro vientos que Jesús es tu amigo, nuestro amigo! ¡Merece la pena!…¡Cuánto talento y generosidad repartidos!
Los grupos participantes fueron obsequiados con una talla artesanal de madera, el signo de Leku, que representa el “vaciar interior de cada uno para dejar que Dios habite en nosotros, la experiencia que surge en el vacío, en el sentimiento profundo de la existencia de Dios en nuestras vida, en el regalo de su palabra y su amor”. Fue, además, la manera de hacer presente un proyecto de misión concreto que dos familias nos ofrecen a todos en Arkaia, un pueblecito muy cercano a Vitoria-Gasteiz.
Vigilia de la Luz
Ya por la noche vivimos uno de los momentos más importantes de todo el encuentro: la Vigilia de la Luz. Fue en la Catedral Nueva. Iluminada y ambientada como pocas veces se ha visto, pudimos gozar de su hermosura y belleza tanto interior como exterior. Estuvo presidida por D. Alfredo Zabala, Vicario rural y Delegado diocesano de misiones. Dio continuidad al tema desarrollado en la Canción Misionera, contemplado dos realidades: familia e inmigración desde la llamada a la misión  común. Se trata de abrir nuestros tesoros y ofrecerlos como regalo al Señor. Una Vigilia llena de gestos, signos y símbolos, danzas de adoración a Cristo reconocido en el cirio pascual, el altar y la Palabra de Dios.
– Un joven nos hizo presente a San Francisco Javier, y con su vida, nos recordó lo cercanos que vivimos a su tiempo: “¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si se pierde a si mismo?”
– Se formó el foro de los pueblos en torno al altar, familias, y personas venidas de otros países encendieron sus velas tomando la luz del Cirio.
– Una familia acercó el oro al altar, ofrenda de esperanza y caridad, compromisos puesto al servicio de Dios que hacen Misión.
– Otra familia ofreció mirra expresando las dificultades que se nos presentan en la misión. La humildad y el poder del perdón para reforzarnos en nuestro amor a Dios y a nuestras familias.
– La tercera familia presentó el incienso, como alabanza de fe viva, compartida en cada minuto de nuestra vida.
– Junto a estos signos se presentaron intercaladamente tres testimonios en vídeo de tres familias vitorianas que viven, se entregan y comparten la fe en comunidad.
– Seguidamente, descendieron del triforio catorce telas de vistosos colores con las que unas jóvenes bailaron y entrelazaron con una belleza y destreza dignas de auténticas profesionales. La fiesta de los dones recibidos, a espera de la Palabra… ¡Qué forma más bella de alabar a Dios!
– Hubo tiempo para la oración de intercesión, para la adoración, el abrazo de paz… El Padrenuestro nos hermana nuevamente a los que venimos de diferentes lugares. Concluimos la Vigilia como misioneros, llevando la luz de Jesús.
Finalizada la celebración, la joven catedral sintió de cerca la fiesta y alegría de los jóvenes, con cantos y bailes, la fiesta de la misión, que continuó con la velada hasta pasada la una de la madrugada en el polideportivo de los Corazonistas.
Clausura y envío misionero
El domingo día 23 clausuramos el Festival en la iglesia de San Miguel, con una eucaristía presidida por Mons. François Lapierre, Obispo de Saint Hyacinte en Québec (Canadá) que conectó con todos los presentes por su sencillez y cercanía. En la homilía nos recordó que todos necesitamos muchas veces ver para creer, como santo Tomás, y nos invitó a meternos en las llagas, en las heridas de la sociedad. Celebramos la alegría de compartir todos juntos el Cuerpo y la Sangre de Cristo, su amor, su entrega y su resurrección. El grupo vitoriano Mara-Maracompartió también sus voces para animar la celebración, juntos cantamos a Dios nuestro Señor.
En la clausura final, nuevamente sonó la txalaparta y no faltó el aurresku (danza vasca de honor, solemne y elegante por excelencia) a la Virgen Blanca,patrona de la ciudad. Cada joven recibió el”envío misionero” en forma de flor yun pin, obsequio de la Catedral de Santa María, la Catedral Vieja. Fue muy bonitover como cada persona ofrecía su rosa a la Virgen. La lluvia de serpentinas pusoel punto final al encuentro entre aplausos y agradecimientos.
Muy cerca de toda esa fiesta sorprendimos a nuestro querido Celedón (personaje emblemático en las fiesta de Vitoria) con el peto de VAS. Él, con su humor y alegría, nos ayudó a dejar limpia la plaza y ser nuevamente ejemplo de civismo este encuentro juvenil. La alegría de los buenos ratos compartidos, de las amistades hechas, hacía más difícil la despedida.
Hoy debemos agradecer a todas las personas que con su esfuerzo, público o silencioso, han hecho posible este encuentro, porque la huella que ha dejado ha sido profunda, para muchos inolvidable. Porque se ha sembrado ilusión y alegría, generosidad en el servicio y belleza en la creatividad. Porque el mensaje de Jesús se ha escuchado e interpretado desde la experiencia de los más jóvenes con letras y ritmos propios… Puedo decir que esta experiencia misionera merece la pena, porque ha generado vida e ilusión; y con ella, nuevos compromisos misioneros entre los jóvenes.
Dios habla desde la belleza
Si miramos atrás, vemos un intenso trabajo de preparación. Un encuentro así no se prepara en dos días. El lema en este caso nos ha venido dado: Familia, tuya es la misión. Pero hay que pensar en cómo visualizarlo en un cartel anunciador que hable por sí mismo. Sencillo, claro, conciso, atractivo…  no es fácil, pero si se acierta, se convierte en otro elemento pastoral. Después de 25 años en Cristianos Sin Fronteras se ha hecho tradicional la invitación al Festival. Llenar de contenido el lema de cada edición con canciones inéditas en letra y música es una empresa complicada pero apasionante. A los jóvenes les implica. Esas semillas sembradas en tantas estrofas estribillos y compases permanecerán -quién sabe cuánto- en la memoria de sus autores y, en algunos casos, hasta en los receptores. Sorprende ver cómo ciertas canciones se recuerdan días después habiendo sido escuchadas tan sólo en una ocasión. El autor de la letra y de la música puede ser un adulto, pero sin duda si logran ser los mismos jóvenes quienes plasmen a su manera la experiencia creyente, mucho mejor. Nadie como ellos entiende su lenguaje. La comunicación, sin duda, será más fácil.
Para desarrollar esta invitación hay una triple llamada. Por un lado alpequeño grupo, que dentro de una comunidad vive el día a día y así va creciendo por la reflexión semanal y el compromiso concreto; por otro lado, a la diócesis, la iglesia local que permite el primer encuentro. Finalmente a la diócesis acogedora del encuentro nacional. A mi modo de ver ésta se convierte en instrumento para la comunión. Común-unión expresada, celebrada y sentida. En un tiempo en el que las experiencias cuentan sobremanera entre los jóvenes, ésta se convierte para muchos en relevante.  El compromiso organizador dinamiza fuerzas y carismas, servicio y creatividad. Y entre todos, sobresale uno: la acogida. ¡Cuánto bien produce! Por supuesto, tanto en el acogido como en el acogedor. Genera tanta alegría y es tan sana que yo me imagino al Espíritu saltado de felicidad, en su salsa.
Una vez, diseñado el encuentro -que a primera vista es sencillo, porque tan sólo hay que organizar la acogida, el recibimiento, los festivales, la vigilia nocturna y la eucaristía de envío- llega el momento de concretar. Entonces, sí, aparecen las complicaciones. La lista de servicios crece y las brillantes ideas necesitan financiación. Es hora de llamar a las puertas de patrocinadores públicos y privados. Entre decepciones, a veces uno se lleva también agradables sorpresas. Todo hace y construye la misión.
De todas formas, como ya digo, una de las claves para que este tipo de encuentros cumplan su función es asegurar una buena acogida. En segundo lugar, los festivales –que dejaron de ser concurso para convertirse en encuentro- han de ser animados con gracia y espíritu, para hacer del momento una fiesta de libre expresión donde la fe se mueva cómoda porque cada cual canta y baila desde lo que es. No hay ningún premio en metálico. Más aún. Queremos ayudar a descubrir la riqueza y la alegría que se esconde en el compartir con los que menos tienen. Por eso los participantes colaboran con un donativo para gastos de organización y ayuda a proyectos de promoción de niños y jóvenes en Iglesias jóvenes. Terminadas las interpretaciones, es fácil encontrar en cada grupo algo positivo que resaltar, valorar y felicitar. No es necesario designar el mejor, ya que cada uno ya ha dado antes lo mejor de sí. El destacar alguna interpretación o canción, lo hacen con naturalidad los propios jóvenes finalizados los festivales al repetir una y otra vez sus favoritas. El detalle a modo de trofeo es igual para todos pues lo que se premia es la participación en el anuncio misionero.
Finalmente, tanto la vigilia como la eucaristía del envío han de sercelebraciones vivas, muy cuidadas no sólo en contenido sino también en la forma; en signos y lenguajes. La buena combinación de música, reflexión, danza,expresión, testimonios y oración es clave para vivir el encuentro con Dios. Hayhoy una reivindicación por buscar nuevos lenguajes celebrativos que impliquenmás. ¡Claro que corremos el peligro de quedarnos tan sólo con lo espectacular ybonito!. No obstante, como diría el gran teólogo suizo Urs von Balthasar, Diosnos habla desde la belleza. Por tanto, no podemos despreciar ni descuidar estoslenguajes con los jóvenes.
 
 
[1] Existe un DVD doble con el resumen del encuentro y el contenido íntegro de la vigilia. Se puede solicitar a CSF c/ San Bernardo, 79 CP. 28015-MadridTfno:91-5944112-72 Fax: 91-5943532 /  csfsilos@csf.es