Carta a Dios

1 julio 2002

Querido hijo e hija:
Cuánto te quiero
Cuando te elegí, te elegí por amor
No me  elegiste tú a mí: he sido yo quien te ha elegido a tí,
y para siempre.
Soy feliz de que vivas.
 
Me gustas mucho, tanto
que a veces me sorprendo
cuando las personas te miran mal
o cuando sufres porque tienes ese
defecto, o ese otro…
Entonces me doy cuenta
de que sufres con esa mirada
y yo sufro contigo.
Me duele hasta las eptrañas
que no les gustes
y que no te gustes.
 
No puedo detenerme
ni perder el tiempo
en comprobar si sois «perfectos
 
al estilo de los hombres.
Ni lo quiero hacer.
Porque lo que importa
es que os quiero.
Y vuestra belleza me ciega.
¡Sois tanto para mí!
Amo cada partícula de vuestro ser,
cada cabello de vuestra cabeza…
 
Sabes que siempre estoy contigo,
que te sostengo y te celebro,
que soy el que madruga más que tú
todas las mañanas para acogerte
cuando despiertas.
 
Sólo te pido que sigas
haciendo realidad en tu vida
todo lo que eres en mi pensamiento
Para hacer

  1. Leer la carta como si fuera dirigida específicamente a cada uno. ¿Qué nos dice?
  2. Contestarla y , después, ponerlas en común. Sacar conclusiones de lo que salga.
  3. Esta se ha adaptado a partir de los materiales para el «Día del enfermo 2001», elaborados por el departamento de Pastoral de la salud de la cee. Releerla como si cada uno estuviera enfermo. ¿Cómo nos suena ahora?

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