Título: Carta a mis hijos, de Kenneth Kaunda, Ediciones Voz de los Sin Voz. Colaboración económica 0,80 euros. Solicitud de ejmplares en:
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► De la presentación
“Entre lo poco que sobre África se publica en España, estas reflexiones del que fuera presidente de Zambia constituyen una gran alegría: se trata de no esperar descubrir triunfalismos políticos, económicos o sociales, y encontrarte con un autor que te dirige a encontrarte con lo pequeño, y desde ello, hacer la valoración del hombre.”
Julián Gómez del Castillo, responsable de ediciones Voz de los sin Voz
► De la introducción (Manuel Gómez-Pallete)
Una carta: Este libro es sencillamente la carta que el Presidente de Zambia -Kenneth David kaunda- dirige a sus once hijos, diez suyos y uno adoptado. La escribe desde su despacho privado de la State House -adonde sus hijos no tienen acceso- para reparar en lo posible el haber temido que dedicar su tiempo a los asuntos de Estado, privando a sus hijos de un padre «con quien jugar; con quien charlar, a quien querer».
Una filosofía: Pero es toda una filosofía de un humanista cristiano. Filosofía que podría sintetizarse así: Tal como hoy está el mundo, con el gigantesco desarrollo alcanzado por la ciencia y la técnica, para no ir al caos, el hombre interior tiene que desarrollarse hasta alcanzar una estatura moral proporcionada a la que ha alcanzado en ciencia y en técnica. Si no lo logra, el enano moral será aplastado por el gigante técnico. Lo íntimo, lo profundo del hombre, es su elemento espiritual, la chispa divina, la acción de Dios que le está creando mientras vive. Si prescinde de esa profundidad el hombre -y su humanismo-, se hacen superficiales.
El autor: Tiene ahora Kaunda cincuenta y dos años y, tras de sí, una rara vida ejemplar. Cuando decidió entrar en la política -para luchar por sus hermanos- lo hizo con el fervor del que abraza una vida religiosa: dejó de fumar y de beber y, ya hacía años que no probaba la carne -que aún sigue sin probar, ni en los banquetes oficiales- para recordar que está en la política y en el gobierno para atender a aquellos que no pueden permitirse comerla. Es apóstol decidido de la noviolencia y de la democracia, a la que describe como «el arte de apreciar el punto de vista de los demás».
Su opinión: Cuando habla del poder, tiene derecho a saber ponerle limitaciones. Nunca ha empleado la demagogia para atraer a las masas. En sus primeras luchas contra el racismo (luchas cruentas) ya decía:
«No luchamos por los derechos de los africanos, sino por los derecho humanos. Luchamos contra el imperialismo y el colonialismo, no porque sus agentes son blancos, sino porque tiene más de malo que de bueno… Estoy convencido de que lo que los blancos están haciendo contra mi pueblo no es porque sean malvados: es porque tienen el poder en sus manos, y el poder corrompe… No tenemos la menor justificación en nuestra lucha contra la presente forma de opresión si cuando lleguemos al poder nos volvemos contra nuestros actuales opresores y los sujetamos a las mismas indignidades que estamos sufriendo de sus manos».
Analiza este peligro del poder, como analiza otros tópicos de nuestro tiempo: la libertad, la democracia, la igualdad, con distinciones geniales que hacen ver la gran talla de su humanismo.
Su propuesta: Por encima de su ciencia y conocimiento campea su bondad colosal.
«Ni el talento, ni el ingenio, ni la sabiduría mundial nos han hecho adelantar ni un paso hacia la paz del mundo y hacia la fraternidad humana. Ya va siendo hora de que probemos con la bondad. Jesús lo dijo hace dos mil años y aún está por demostrar que se haya equivocado».
Información sobre el libro: en el teléfono 913 734 086 (Madrid), en pedidos@solidaridad.net o en las casas Cultura y Solidaridad.
¡En el bufet del Señor!
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