Marta Cesteros
Madrid
Breve explicación
La celebración que ofrecemos consiste en una oración en torno al misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor. Se llevó a cabo durante la estancia de la Cruz de la JMJ en la obra salesiana de Estrecho, en octubre de 2010, y se pensó para desarrollarla en unos 45 minutos y dentro del templo parroquial. Las circunstancias concretas de tiempo y espacio limitaban la participación y el despliegue de símbolos; no obstante, se intentó tener presente estos dos aspectos.
Se pensó en una celebración donde el centro fuera la cruz y su mensaje de salvación, asociada al misterio de la Resurrección que invitara a los jóvenes a la contemplación, al recogimiento, a la oración personal y a la esperanza. Por eso, aunque se tomaron como base algunas estaciones del Vía Crucis, se añadió también la primera estación del Vía Lucis. Evitamos, conscientemente, llamar Via Crucis a esta celebración, puesto que no lo es estrictamente hablando, dado que no sigue el modelo tradicional de las 14 estaciones de la Pasión y Muerte de Jesús, de tal manera que los asistentes no se creasen falsas expectativas.
Se piensa en 8 estaciones o meditaciones acompañados por el recorrido de la cruz desde la entrada principal del templo hasta las escaleras del presbiterio. Los momentos de meditación seguirán un mismo esquema básico que constará del enunciado de la estación y la intención oracional de la misma, la lectura del evangelio y una breve meditación. Al final de cada estación, toda la asamblea reza junta en voz alta la misma oración.
La cruz irá avanzando lentamente entre los diversos momentos, parándose en cada estación, transportada a hombros por distintos grupos de jóvenes que se irán relevando, mientras se canta un breve canto (Crucem tuam de J. Berthier). No podemos olvidar que la Cruz y el Icono de la Virgen fueron un regalo de Juan Pablo II a los jóvenes: así pues, ellos deben ser los principales protagonistas de estas celebraciones. En la medida de lo posible, sería bueno contar, para llevar la Cruz, con jóvenes representantes de todas las distintas parroquias o grupos que asistan, para que participen todos. La Cruz alcanza el presbiterio en la 6ª estación, “María al pie de la cruz”, donde se une al Icono de la Virgen que ha estado allí desde el inicio de la celebración.
Después de enunciar la 8ª estación, “Jesús resucita de la muerte”, y antes de la lectura del evangelio correspondiente, varios jóvenes toman la luz del Cirio Pascual y la van pasando a la asamblea puesta en pie, mientras se canta un canto de resurrección (Aleluya de la Tierra, de Brotes de Olivo). Al mismo tiempo, otros jóvenes van colocando una tela blanca que cuelgue de la cruz. Al final de la celebración, se invitará a los miembros de la asamblea a dejar su vela encendida al pie de la cruz.
Desarrollo de la celebración
Esta noche, estamos reunidos, Señor, en tu nombre, entorno a la cruz de tu Pasión. No es una cruz cualquiera. Es la cruz que Juan Pablo II nos regaló a los jóvenes del mundo hace 25 años con el encargo de llevarla por todos los rincones del mundo dando testimonio de tu Amor. Esta cruz ha estado en la zona cero de Nueva York, en las zonas más pobres de África, en la frontera de Corea del Norte y del Sur, en las regiones azotadas por el Tsunami; incluso, a escondidas, los jóvenes lograron llevarla a los países del bloque soviético antes de la caída del muro de Berlín. Esta cruz ha sido testigo del sufrimiento de muchos seres humanos y les ha llevado la esperanza de tu Amor. Junto a ella, está también el Icono de María, nuestra madre, acompañando y alentando nuestro camino. También nosotros, como tantos otros jóvenes del mundo, queremos contemplar la cruz, haciendo memoria del mayor acto de Amor y entrega de la historia: tu muerte, y de la mayor fuente de esperanza: tu resurrección.
Estación primera: La última cena
Rezamos por las personas a las que les falta el pan material y por aquellas que necesitan el pan de la Eucaristía.
Lectura: (Mc 14,22-26)
El pan, es un signo de vida y supervivencia; el vino, es un signo de gozo y celebración. En esta ultima cena, Jesús se ofrece a sus amigos a través de los signos del pan y el vino. Su Cuerpo será partido. Su Sangre será derramada. Es una predicción aterradora, pero no sin esperanza. En medio del miedo, él da las gracias y promete a sus amigos que un día beberá nuevamente con ellos. Jesús les deja la promesa del gozo y del reencuentro más allá de la muerte.
Oración de la asamblea (será siempre la misma en cada estación)
Cristo, esperanza nuestra, te adoramos y te bendecimos. Cristo, nuestra luz y salvación, tenemos necesidad de ti, de tu bondad y tu infinita misericordia. Danos tu mano poderosa, para seguir los caminos de tu Evangelio. Desde tu cruz redentora, envíanos tu bendición y tu perdón. ¡Míranos, ten compasión de nosotros! ¡Gracias, Señor, por tu fidelidad y por tu amor!
Estación segunda: La agonía del Señor en el huerto de Getsemaní
Rezamos por las personas que necesitan fuerza para soportar situaciones de sufrimiento y angustia.
Lectura: (Lc 22,39-44)
Jesús, a punto de ser ejecutado por la ley, teme lo que le aguarda. No esconde que desea el apoyo de sus amigos y el fin del calvario, pero su vida ha sido un testimonio de fe en el Padre a quien ama y del amor hacia los demás hijos del Padre. Le deja la última palabra a su Padre. No importa cuán frágiles sean sus amigos, él debe mantener su confianza en el Padre. Que los que están preocupados o solos sean auxiliados por él y venzan el miedo.
Oración de la asamblea
Estación tercera: Jesús carga con la cruz
Rezamos por quienes son perseguidos a causa de su fe.
Lectura: (Jn 19,14-17)
Jesús, cargando con la cruz en la cual será colgado, es llevado fuera de la ciudad que ha amado. Es un desterrado y esa será su condición hasta que muera. Ha sido cargado, antes, con preocupaciones y responsabilidades. Ha dicho que seguirlo a él significa aceptar una cruz personal; una carga de amor. Tarde o temprano, la mayoría de nosotros hallará un “lugar del calvario”, en el cual los quehaceres del amor tendrán que ser llevados a cabo.
Oración de la asamblea
Estación cuarta: Jesús se dirige a las mujeres de Jerusalén
Rezamos por los que están alejados de Dios y no sienten aún la necesidad de encontrarse con Él.
Lectura: (Lc 23,27-31)
Las mujeres sienten compasión por Jesús y él siente compasión por ellas. Habría sido natural que alguien en la misma situación que Jesús estuviera preocupado por su propio sufrimiento. No obstante, lo que es natural y normal para Jesús es buscar nuestro bien, compartir el poder curativo del Espíritu Santo, para darnos la salvación. Como Jesús, enfrentamos el desafío de salir de nuestro propio dolor y llegar al dolor de los demás.
Oración de la asamblea
Estación quinta: Jesús es despojado de sus vestiduras y clavado en la cruz
Rezamos por quienes son humillados y maltratados y por quienes se sienten indefensos ante las injusticias.
Lectura: (Jn 19,17-18;23-24)
El vestido nos protege del frío, mantiene nuestra intimidad y manifiesta nuestra personalidad. Ser desvestido, como lo fue Jesús, es ser despojado de estas cosas y humillado públicamente. La desnudez también dice: “Ahora, nadie te puede ayudar”. La cruz también fue diseñada para degradar y torturar. Hoy, demasiada gente sufre todavía en el mundo la humillación y el maltrato, demasiada gente indefensa es víctima de la degradación y la tortura, como lo fue Jesús. Pensemos, por ejemplo, en los bebés no nacidos, los niños acosados, las mujeres maltratadas, los indígenas sin tierras, los ancianos abandonados y los jóvenes marginados por cualquier causa.
Oración de la asamblea
Estación sexta: María al pie de la cruz
Nos confiamos a María y rezamos por todas las madres del mundo.
Lectura: (Jn 19,25-27)
Al pie de la cruz, el discípulo Juan nos representa a todos. María sufre, como cualquier madre, el dolor inmenso de ver a su hijo tan injustamente maltratado. Ahora, Jesús encomienda a María el cuidado del discípulo y él la recibe en su casa. Cuando el papa Juan Pablo II nos regaló este icono a los jóvenes del mundo, nos dijo: “Será signo de la presencia materna de María junto a vosotros, llamados, como el apóstol san Juan, a acogerla en su vida.” Pensemos también en nuestras propias madres y demos gracias a Dios por ellas, por sus desvelos y cuidados.
Oración de la asamblea
Estación séptima: Jesús muere en la cruz
Rezamos por todos nuestros seres queridos que han muerto.
Lectura: (Jn 19,28-30)
Cuando Jesús dice: “Todo se ha cumplido” esto significa mucho más que un “Ya es suficiente”. Significa que su trabajo de toda la vida, su misión en el mundo con la humanidad necesitada ha alcanzado su meta a través de su entrega salvadora. Jesús se ha mantenido fiel hasta el final al Padre que lo había enviado y a los hombres que lo necesitaban. Cuando “entrega el espíritu” esto es tanto una rendición a la muerte como un triunfo sobre ella. Pensemos en cuál es la misión que Dios nos ha encomendado a cada uno y pidámosle que nos ayude a ser fieles hasta el final.
Oración de la asamblea
Estación octava: Jesús resucita de la muerte.
Rezamos por todas las personas que necesitan una luz de esperanza.
Lectura: (Mt 28, 1-7)
El día irrumpe en la profunda noche. La vida estalla en la oscuridad de la tumba.
Todavía hoy día, a menudo escuchamos: ha caído la noche sobre el mundo de los jóvenes. Sin trabajo, sin ideales, sin futuro, sin esperanza. Pero aquel anuncio suena fuerte: “¡No temáis! Ya sé que buscáis a Jesús. Verdaderamente ha resucitado». ¡La vida estalla! Los jóvenes creyentes somos llamados a ser ángeles, testigos verdaderos que anuncian la extraordinaria noticia. Hoy lo urgente es librar a cada hombre de su propio sepulcro, librar a los demás jóvenes del miedo, ayudarles a vivir con coraje y esperanza. La luz ha llegado, no se la puede detener.
Oración de la asamblea
Oración de Conclusión
Señor todopoderoso, cuyo hijo único descendió al lugar de los muertos y salió victorioso del sepulcro, te pedimos que concedas a todos tus fieles, especialmente a los jóvenes que en estos días se encuentran con la Cruz de la Jornada Mundial de la Juventud y con el Icono de la Virgen, resucitar también con Él a la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo… Amén.
Parroquia San Francisco de Sales
Vicaría VIII, Madrid