CELEBRAR CON NIÑOS. CRITERIOS Y PAUTAS DESDE LA EXPERIENCIA.

1 septiembre 2003

Ildefonso Jiménez
 
Ildefonso Jiménez es coordinador de la acción pastoral con niños y niñas infantil en el colegio y parroquia de los Salesianos de María Auxiliadora (Salamanca). Desde su experiencia concreta y creativa nos presenta unos criterios para celebrar con niños y unos materiales concretos en que se aprecia el tipo de lenguaje afectivo y simbólico que sugiere como el más adecuado.
 

  1. CÓMO CELEBRAR CON NIÑOS

 
La vida es un continuo caminar, momento a momento, a través de los pequeños detalles de cada día que nos van ayudando a descubrir el “niño feliz” que todos llevamos dentro. La vida comienza en nosotros desde que “nos nacen”. Y es precisamente cuando somos “bebés” y niños pequeños, cuando mejor reflejamos la fotografía de Dios en nuestras vidas: alegría del rostro, amor tierno con nuestro cariño y amistad en nuestras relaciones. Son las tres “a” que nos definen mejor como personas.
 
La vida no es para “consumirla” sino para “vivirla” y “celebrarla” en familia. En nuestra niñez la educación y la celebración de la “vida” nos orientan y enriquecen con mayor plenitud para llegar a “ser” lo que tenemos que ser: nuestra felicidad, nuestro encuentro con la “vida para siempre”. Celebrar “con niños” es todo una fiesta para ellos. Pero es necesario ponerse a su altura, hacerse niño y celebrar “con” ellos. Los niños necesitan participar activamente y sentirse protagonistas de lo que celebran.
 
Ciertamente, las claves para cualquier tipo de celebración a cualquier edad, pero sobre todo en niños y jóvenes, está en que participen y sean protagonistas en la celebración. Siendo así, lo viven como una auténtica fiesta. A la celebración se lleva la vida de los niños y la celebración sirve, simbólicamente, para dar pistas y alimentar la vida cotidiana que van experimentando.
 
La vida concreta “con” los niños debe estar alimentada por tres claves, para que sea realmente eficaz y pueda celebrarse:
 
a) “Estar” con ellos: que noten y sientan nuestra presencia y compañía constantes y cuidarnos de ellos.
b) “Quererlos”, pero no basta con quererlos, tienen que darse cuenta de que les queremos. De esta manera todo lo que hagamos con ellos les llega al corazón, lo creen y lo viven.
c) “Ser positivos”: que consiste en ayudarles a “sacar” y “despertar” todo lo bueno que llevan dentro.
 
Ciertamente esta edad, entre los 0 y 8 años, es la etapa en la que se afianza y se inculca el estilo de persona que queremos conseguir. Y es la experiencia humana la que permite crear la unidad integral de la persona. Para ello señalamos dos puntos básicos:
 
a) LA INTERIORIDAD. Crecemos a medida que creamos un mundo interior. Esto es la base que nos permite situarnos en el mundo y saber quiénes somos.
b) RESPUESTA DE SENTIDO. Dejándonos interrogar por la realidad, vamos desarrollando la capacidad de dar sentido.
 
Sólo se puede acceder al ámbito religioso desde el ámbito de la interioridad. El niño siente y vive pero no percibe conscientemente la realidad. Vive el miedo, el amor, la acogida… pero no interioriza.
¿Cómo vive el niño? ¿Qué capacidades tiene para vivir y celebrar la experiencia religiosa? Indicamos tres capacidades básicas:
 
a) CAPACIDAD SIGNIFICATIVA. Según Piaget, de los 0 – 7 años está marcado por el egocentrismo, al que sucede un fuerte sincretismo. No puede reflexionar sobre la realidad, percibe desde su subjetividad. Mezcla todo desde su afectividad (sincretismo). Lo ve todo globalmente: no se pregunta por las causas y los porqués.
b) CAPACIDAD DE INTERIORIZACIÓN. Es la que nos permite superar la religiosidad y llegar a una fe personal y significativa. En la infancia no logra interiorizar, pero con la acción educativa y celebrativa, va siendo consciente de lo que vive y de lo que siente al llegar a la preadolescencia. Lo que le preocupa es el mundo externo, lo concreto, lo que ve. Le preocupan sus cosas, sus experiencias y las personas que están con él. Por eso hay que hacerle ver y comprender al niño que sus vivencias afectivas van encontrando significado.
c) CAPACIDAD DE EXPRESIÓN. Como es lógico según de lo anterior, tiene dificultades de expresión. Su lenguaje es plano y externo, repetitivo (lo que oye). Hasta los 9 años no irrumpe la capacidad de expresión, donde vive conscientemente y es capaz de personalizar, y su lenguaje se convierte en “personalizador”.
 
De aquí deducimos una pauta clave para educar a los niños a través de las celebraciones: los procesos de simbolización como medio para desarrollar las capacidades anteriores. Las experiencias humanas fundamentales sólo pueden expresarse a través del lenguaje de los símbolos: comunicación de lo más importante, lo más hondo de nuestra vida. Este es el camino y la medicina. Lo simbólico es fruto de la experiencia personal y colectiva. Dice más de lo que aparenta y deja ver un mundo interior, emocional y afectivo. Exige sensibilidad para ser percibido. Es paradójico: muestra y oculta, vela y desvela. Habla para los iniciados. Es algo envolvente, seductor (no deja indiferente) y atrae. Así pues, es clave trabajar el simbolismo desde pequeñitos para desarrollar lo más significativo del interior de las personas y despertarlo.
 
Aparte de lo desarrollado hasta ahora, como pistas de trabajo con niños, comparto brevemente algunas experiencias concretas que voy llevando a cabo.
 
Dentro del colegio, en la labor pastoral es clave tener todos los meses una celebración con la temática mensual a nivel pastoral. Sirven para desarrollar y afianzar los valores que se trabajan cada mes. Las clases de religión son un momento clave, pero es necesaria una pedagogía especial de cara a los niños. Mi experiencia me ha enseñado a emplear en cada tema y cada clase una serie de recursos y tácticas variadas que sean atractivas y apropiadas para los niños. Por ejemplo: Unos minutos de relajación y motivación con música suave – lectura y explicación conjunta para iniciar el tema todos juntos – dibujar y colorear pósters sobre el tema – componer canción mensaje sobre el tema y hacer festival por grupos – representaciones en grupo de escenas sobre el tema – trabajos grupales y en equipo – debates y puestas en común de lo que se aprende… Es decir, hay que procurar que sea atractiva, motivadora y eficaz.
 
Y finalmente, en cuanto a la catequesis con niños, la experiencia me dice (llevo ya 4 años practicándolo) que es clave el cuidado de la familia. He propuesto la catequesis familiar, que sean los padres los primeros educadores y catequistas de los niños. Y luego se reúnen y participan con otros niños en la catequesis de la parroquia. Es clave la catequesis con padres: Hemos creado la “Escuela de Padres”, que está dando buenos resultados y participación. Sería un tema para tratar aparte ampliamente.
 
Otra clave es la “Eucaristía Familiar con niños”. Los domingos antes de la catequesis tenemos la misa de niños, a la que vienen sus padres y abuelos. Pero son los niños los que durante la semana preparan la eucaristía y ellos son los principales protagonistas en la misma.
 
Os ofrezco algunos materiales concretos de mi experiencia pastoral con niños. Ellos son los que me los han sugerido, y están escritos desde la realidad de los niños concretos con los que convivo y que me tienen “secuestrado”. Los textos se explican por sí mismos, e importa el tipo de lenguaje empleado.
 

  1. EJEMPLOS DE TEXTOS EMPLEADOS EN LA CELEBRACIÓN CON NIÑOS

 
2.1 De Jesús con cariño para los niños
 
¨Hola pequeño, soy tu amigo Jesús. Te escribo para recordarte que te quiero mucho. Me gustan tus manitas cuando acarician, cuando aplauden, cuando ayudan a papá y mamá y a tus amigos. Eres un niño precioso, me veo en tu carita sonriente y en tus manitas que parecen palomas de la paz.
Soy tu amigo, te llevo en brazos todo el día y cogido de tu manita voy muy feliz.
Besitos de tu amigo Jesús y que pases un día muy feliz.
 
¨Buenos días, mi vida. Cuando has despertado de tu sueño y has abierto tus ojitos de niña preciosa, me has dado mucha alegría y he sonreído al verte levantar de la cama.
Soy tu amigo Jesús, te quiero más que a nada en este mundo.
Gracias, mi vida, pequeña mía, por tus ojitos que miran todo con mucho cariño y amor.
Te he regalado los ojitos para que veas a tus papás y a tus amigos y la naturaleza y los animales, todo lo que te rodea lo he puesto en la tierra para que seas muy feliz.
Un besito y que pases un día estupendo mirando todo con tus ojitos de amor y cariño.
Tu amigo Jesusito.
 
¨Hola pequeño, soy tu amigo Jesús.
Estoy muy contento contigo porque te veo muy feliz jugando con todos tus amigos. Me gusta mucho que tengas muchos, muchos amigos y a todos los quieras como yo te quiero a ti.
Cuando ayudas a otro niño y lo abrazas, cuando vas a jugar con un niño que está solo y triste, cuando dejas tus juguetes y tus cosas a los demás yo me pongo muy contento y te doy mil besos y abrazos. ¿No lo notas?
Ayer te vi ayudar a mamá a recoger los platos de la mesa después de comer y también vi cómo mamá sonrió y se puso feliz contigo.
Te quiero. Eres un niño muy bueno. Un beso. Que pases un día muy feliz. Tu amigo Jesús.
 
¨Hola, amigo, soy Jesús. Yo también fui un niño, como tu. Me llamaban Jesusito y me gustaba estar todo el día muy alegre, sonriendo, jugando con mis amigos y ayudando a mi papá en el taller y a mi mamá María le ayudaba también en las tareas de la casa.
Mis papás me querían mucho y yo a ellos más. Mamá y papá me enseñaron a hablar con mi padre Dios. Por las noches juntaba mis manitas, cerraba los ojos, sonreía y mi corazoncito de niño me decía las palabras que tenía que decirle a Dios.
Y le rezaba así: «Papá Dios, estoy muy contento, lo paso muy bien con mis amigos en el campo, con los pajaritos y las flores. Todo es muy hermoso. Mamá me ha dicho que tú lo has puesto todo en la tierra con mucho cariño para que los niños te veamos en todas las plantas, los animales, las aves, el agua…
Mamá me ha dicho que tú, papá Dios, estás en los rostros de los demás niños y en el mío.
Te quiero mucho Papá Dios, ¡qué bueno eres! ¡cuánto me quieres! ¡eres como un niño!
 
¨¡Qué buenos sois los niños! ¡Cada día os quiero más!
Hoy te he visto hacer una cosa muy bonita. Cuando llegaste a casa después del cole, viste a tus papás y a tus abuelitos. El abuelo estaba un poquito malito y también un poco triste. Pero cuando llegaste tú, mi pequeño, fuiste corriendo a donde estaba el abuelito, te tiraste a su cuello y comenzaste a darle besos y abrazos. El abuelito empezó a sacar una sonrisa de su cara y te abrazó también.
Luego empezaste a jugar con el abuelito y a hacerle cosquillitas y ya el abuelito comenzó a reír y se transformó en un niño como tú.
En ese momento llegó el médico y miró al abuelito. Y sorprendido preguntó: El abuelito está curado, ¿qué medicina le habéis dado? Y el abuelito respondió: La medicina que me ha curado han sido los besitos, los abrazos y las cosquillas de mi nietecito.
Entonces tú, mi pequeño, te tiraste a los brazos del abuelito y seguisteis riendo y jugando con mucho cariño y amor.
Gracias, pequeño, por curar a tu abuelito.
 
¨Hola pequeño, soy tu amigo Jesús.
Mamá está hoy triste, ¿sabes por qué?
Cuando mamá va a dormir reza, habla conmigo. Anoche me dijo que estaba triste porque cuando fuiste a dormir te olvidaste darle un beso y un abrazo. Me ha dicho que te quiere tanto, que necesita tus besitos y abrazos para poder dormir.
Por favor, pequeño, yo también te quiero muchísimo y quiero hablar contigo y que me des también un besito y un abrazo antes de dormir.
Cuando das el besito a papá y a mamá, me lo estás dando a mi. No te olvides ningún día, pequeño. Tu amiguito Jesús.
 
¨Buenos días amiguitos. Soy Jesús.
Os escribo para contaros una cosa muy bonita que me ha pasado.
Ayer vi a un niño que cogió su hucha, la rompió, cogió todo el dinero y lo metió en un sobre, lo cerró, hizo un dibujito de dos niños dándose un abrazo y firmó así: este dinero es para los niños pobres de parte de un amigo que os quiere.
Este niño es de mis mejores amigos, porque es amigo de los niños más pobres, como yo.
Y me cayó una lagrimita de los ojos por mi carita porque este niño tan bueno me emocionó y me llenó de alegría.
Gracias, pequeño. Tu amigo Jesús.
 
¨Buenos días, «pequeños ladrones de sonrisas».
¿Sabéis por qué os quiero tanto? Porque los niños soy como una fuente por la que corre un río de alegría y sonrisas.
Por eso os llamo «ladrones de sonrisas» porque siempre que papá o mamá están tristes, vosotros les robáis una sonrisa del bolsillo y les hacéis reír.
Vosotros, los niños, sois mi fuente de alegría, ¿sabéis por qué? Porque aunque no me veáis yo estoy todo el día haciéndoos cosquillas para que no paréis de sonreír.
Os quiero mucho, pequeños, soy vuestro amigo Jesús. No dejéis que ningún niño esté triste ni solitario. Hazlo reír, yo te ayudaré.
Que pases un día muy feliz. Te lo deseo con todo mi amor y toda mi alegría para ti, pequeño.
 
¨Hola, mi niña, ¿Cómo estás? ¿Estás triste y enfadada?
¡Vale! No te preocupes, pequeña. Yo te cogeré en brazos y te llevaré todo el día en mis hombros. Después te pondré sobre mis rodillas, te contaré un cuento, jugaremos un ratito y te haré un montón de cosquillas para hacer salir tu alegría y tus sonrisas.
Te quiero tanto que nunca te dejaré solita.
Soy tu amigo Jesús y te llevo de la manita.


2.2 CARTA DE JESÚS PARA SUS AMIGUITOS LOS NIÑOS
 
Esta conversación con Jesús les ha ocurrido a todos los niños antes de nacer. Y él prometió recordároslo en vuestra primera comunión.
Un niño o niña, que eres tú, cualquiera, estaba a punto de nacer y se encontraba en el cielo con Jesús y tienen esta conversación.
 
NIÑO: Oye, Jesús, ¿Por qué me voy a ir del cielo? Yo quiero estar aquí siempre contigo, que soy muy feliz.
JESUS: No te preocupes, pequeño, que yo estaré siempre, siempre, en tu corazoncito y no te abandonaré jamás.
NIÑO: ¿Y cómo te veré y sabré que estás conmigo?
JESUS: Muy fácil, porque siempre serás un niño y yo estoy siempre en el rostro de un niño.
NIÑO:  Pero me haré mayor y dejaré de ser un niño, y entonces, ¿no estarás conmigo?
JESUS: Sí, pequeño, siempre estaré contigo porque aunque seas un abuelito, tu corazón y tu mirada puede seguir siendo la de un niño.
NIÑO: ¿Cómo lo haré, cómo podré ser siempre un niño? ¿Cuál es el truco, Jesús?
JESUS: Un niño es como una semillita del Amor que yo te doy. El niño no morirá nunca en ti si riegas todos los días esta semilla que te doy con estos productos:
NIÑO: A ver, dime, dime.
JESUS: 1.- Yo te haré cosquillas durante todo el día que estés siempre regalando sonrisas a la gente y contagiando a todos tu alegría.
NIÑO: Vale, vale.
JESUS: 2.- Te doy estas dos manitas para acariciar, ayudar y dar todo tu cariño a los tristes y a los solos.
NIÑO: ¡Qué bien, me gusta!
JESUS: 3.- Te llevas mi paz en el corazón para ser amigo de todos y perdonar siempre.
NIÑO: Ya lo entiendo, con esta receta seguro que lo consigo y estaré igual que en el cielo contigo.
JESUS: Es fácil de recordar. No te olvides pequeño, yo te lo recordaré todos los días, es el truco de las tres «a»:

     Alegría (que se traduce en sonrisas)

          Amor (que se traduce en caricias y cariño)
Amistad ( que se traduce en acoger y perdonar)
NIÑO: Me gusta, Jesús. Quiero nacer para hacer felices a los que se olvidan de ser niños. Pero no te olvides que me has prometido estar siempre conmigo, ¿vale?.
JESUS: Necesito de ti, pequeño, necesito niños como tú para que la gente me vea en ti y se animen a venir al cielo contigo y conmigo.
NIÑO: Genial, me gusta hacer de Jesús.
JESUS: Cuando hagas tu Primera Comunión para recibir mi fuerza y mi apoyo, te lo recordaré.
Te quiero mucho, pequeño, no lo olvides. Puedes nacer ya.
 
Hubo un pequeño alboroto de llanto, de alegría y satisfacción familiar. El niño había nacido.
 
2.3 LA VIDA DE JESUS.
 
NARRADOR: Estaba Dios en el cielo un poco triste porque veía a muchos hombres tristes en la tierra.
DIOS: ¿Cómo haré para que los humanos sean felices y se den cuenta de todo el amor y cariño que les tengo?
NARRADOR Se preguntaba Dios intentando buscar solución. En esto llegó Jesús que venía de dar una vuelta con los angelitos por el cielo.
JESÚS: Hola papá, ¿por qué estás triste? ¡Tú siempre estás feliz!
DIOS: Es que en la tierra están tristes y me lo contagian.
JESÚS: ¿Puedo echarte una mano?
DIOS: Gracias Jesús, eres genial, sabía que me ayudarías.
NARRADOR:  Y así comienza la historia de Jesús, la verdadera historia de Jesús.
JESÚS: Bueno, papi, tú dirás cómo puedo ayudar.
DIOS: Tú sabes muy bien que nosotros somos amor y cariño y por eso el cielo está contagiado de amor por todas partes y es lo único que se respira. ¿Cómo puedo hacerles ver a los hombres todo ese amor que les tengo?
JESÚS: Tienen la tierra, la naturaleza, los animales, los ríos, las aves… todo lo que creaste está lleno de amor.
DIOS: Pero muchos no me ven, ni me descubren en la naturaleza.
JESÚS: Papi, están vivos, tienen vida, la vida es lo más maravilloso, ¿qué más pueden pedir para ser felices?
DIOS: Sí, pero muchos no se dan cuenta de que están vivos y se preocupan por tener, gastar, aparentar y se olvidan de disfrutar de la vida y tampoco en su vida me ven ni descubren mi amor.
JESÚS: Está difícil, papi.
DIOS: Yo tengo la solución.
JESÚS: Dime, ¿cuál es?, ¿cuál es?
DIOS: Bajar a la tierra personalmente.
JESÚS: Pero si ya estás allí presente en todo y en todas partes.
DIOS: Ya, pero me refiero a hacerme un hombre más, igual que ellos. A lo mejor así les es más fácil verme y descubrir mi amor por ellos.
JESÚS: Es una idea genial, papi.
DIOS: He pensado en ti, Jesús, para esta misión.
JESÚS: Vale, aquí me tienes. ¿Cómo lo haremos?
DIOS: Mira, Jesús, hay muchos tipos de hombres, de razas, de edades… Hay que pensar cuál sería la mejor manera de presentarte en la Tierra para contagiar nuestro amor y para que se hagan la imagen más perfecta de lo que es Dios.
JESÚS: Está “chupao”, papi. Si tengo que demostrar el amor y el cariño que compartimos tú y yo, la mejor manera es que me hagas nacer como un niño. Los niños son igual que nosotros, desbordan amor y cariño. Y dame un papá y una mamá para compartirlo y hacerlo crecer todos los días hasta que me haga mayor.
DIOS: Buena idea, Jesusito, tienes razón, siempre que doy la vida a un niño les doy el encargo de que digan muy bajito al oído de papá y mamá: “Dios os quiere”. Ciertamente los niños son mi mejor fotografía.
JESÚS: ¿Cuánto tiempo tengo que estar?
DIOS: Morirás como todos los humanos y vivirás como ellos viven, compartiendo sus alegrías y sus penas. Te cuidarás de ellos, curarás a los enfermos, y a todos les dirás lo mucho que los quiero. Al final de tus días les daremos la prueba definitiva de mi amor: No dejaré que la muerte te venza, te resucitaré y te daré la vida para siempre. Y tu vida será el ejemplo para dar vida eterna a todos los hombres que crean en nuestro amor.
JESÚS: ¡Vale, papi! ¡Qué bueno eres! Ahora me explico por qué todos en el cielo te han puesto el mote de “Amor”. Es que no sabes hacer otra cosa que amar.
 
NARRADOR: Y así fue, Jesús nació un día. Nació niño, pequeño, pobre y necesitado de unos padres. José y María lo criaron y le enseñaron a amar y a descubrir que era el Hijo querido de Dios.
          Fue tanto su amor que llegó a morir por todos para acabar con el mal y el dolor que matan a los hombres. Pasó haciendo el bien a todos y nos dijo lo mucho que Dios nos quiere dándolo todo por nosotros.
          Dios cumplió su palabra: Lo resucitó y está otra vez en el cielo guardándonos un sitio.
          Pero también quiso quedarse con nosotros dejando su fotografía en el rostro de los niños.