CELEBRAR LA VIDA DE DIOS EN NOSOTROS

1 octubre 2003

“La santa madre Iglesia desea ardientemente

que se lleve a todos los fieles a aquella

participación plena, consciente y activa

en las celebraciones litúrgicas”

(SC 14)

 
Una necesidad siempre sentida…
 
La presencia de los más antiguos rituales se remonta bastante lejos en la noche de los tiempos, como seguro testimonio de una necesidad siempre sentida por el ser humano de una celebración de sus diversas vicisitudes. Esta realidad producía una “deshistorificación” de la vida del grupo a través de una representación mítica del mundo.
 
Realizar una acción denominada “celebración” en el ámbito cristiano no hace referencia a mitos o cultos mistéricos, sino a unos hechos históricos que elevan la historia humana a historia de salvación rechazando el lenguaje mítico.
 
La celebración en la historia religiosa del hombre constituye el transmisor del contenido de la experiencia espiritual del hombre. Los cristianos no hemos inventado las celebraciones, pero situándonos en esta fuerte corriente antropológica, hemos expresado en ellas la presencia en nuestra vida de la Vida de Dios.
 
… de fiesta y pasión por la Vida….
 
Al celebrar, los cristianos ponemos la fiesta en el centro de nuestra vida, como expresión auténtica y creyente del amor a la Vida. Fiesta y Reino de Dios son para nosotros como caras de la misma moneda. “La fiesta de la Vida es para el cristiano la confesión del poder de Dios que actúa en Jesucristo en la historia personal y colectiva” (Tonelli).
 
En Iglesia, los cristianos queremos celebrar nuestro encuentro con Dios y los hermanos. Esa es la realidad que nos ha mostrado Cristo en su vida: encarnación, pasión, muerte y resurrección. De esta forma, al celebrar mostramos y transmitimos nuestra fe en un Dios que ama la vida y pone vida y Vida plena en tantas situaciones de muerte que nosotros creamos. Al celebrar la vida queremos transmitir la Vida de Cristo al mundo.
…en un camino de Fe
 
Todo trabajo de animación pastoral y catequesis no puede por menos de insistir en presentar la experiencia de fe como un proceso, un camino de maduración gradual y progresiva: una fe que se celebra y, al celebrarse, se transmite. La celebración de la fe, en un camino gradual de fe, habrá de brotar, sin duda, de la vida de fe de quienes van haciendo camino como testigos y anunciadores de aquellos a quienes presentan el alegre mensaje del Evangelio.
 
En este número de Misión Joven José J. Gómez nos hace una descripción del alma celebrativa del hombre y la mujer, en especial de los que se encuentran en la franja juvenil. Álvaro Ginel nos propone el cuidado adecuado de una celebración que suscite y provoque la fe. Emeterio Sorazu nos presenta la celebración desde la iniciación simbólica con una propuesta de itinerarios para ello.
 
¡Gracias, Jesús!…¡Ánimo, Eugenio!
 
Misión Joven nació como un servicio de animación educativo-pastoral que los Salesianos hacían a la Iglesia y a la Sociedad española. Desde aquel lejano 1960 se ha presentado como algo vivo y dinámico, como el mundo juvenil a quien quiere servir.
 
Hace unos meses, Misión Joven veía interrumpida la ilusión y entrega con la que había comenzado su andadura como director Manuel Cantalapiedra. Con su misma juventud y dinamismo, Jesús Rojano, dejando aparcados otros compromisos educativo-pastorales, asumía, como director en funciones, la tarea de llevar adelante la revista a lo largo de este curso. ¡Gracias, Jesús! por tu trabajo, tu entrega generosa y tu buen hacer en nombre de todos cuantos hacemos y vivimos esta Misión Joven.
 
Eugenio Alburquerque asume, desde su bien acreditada valía, la dirección de la revista durante el próximo cuatrienio. Su entrega a la docencia y publicación de estudios sobre moral cristiana y pastoral juvenil son un buen aval para ello. Desde hace años, como miembro del Consejo de Redacción de nuestra revista, conoce bien el latir y la pasión educativo-pastoral de cuantos dan vida a Misión Joven. ¡Ánimo en esta bonita tarea!
 
Misión Joven, fiel a su identidad educativo-pastoral y de reflexión desde la praxis, quiere sentirse Iglesia con un carisma propio que queremos compartir con todos vosotros. Nuestro compromiso permanece.
 

Luis Rosón Galache

Director del CNSPJ