- La imagen
Esta imagen de Raúl ilustraba un reportaje titulado jaque en las aulas («El País», 28.4.98). En él se decía que numerosos experimentos confirman que el ajedrez desarrolla la inteligencia de los alumnos que lo estudian. Podemos centrarnos en ello al final. Mientras tanto la imagen puede servir para ver las diferencias entre chico y chica (manera de comportarse, intereses, deseos, experiencias, proyectos…) y ver cómo conjugarlas o superarlas. – Para comenzar, conviene partir de la imagen. ¿Qué pasa ahí?
– ¿Qué hacen y qué les pasa a los personajes? – ¿Qué les rodea? ¿A qué se dedican?
– Hay un chico y una chica… ¿O es un niño y una niña…? La cara, sin embargo, les hace mayores… ¿Qué edades tienen?
- El chico
– Centrarse en lo que hace cada uno: el chico tiene una gran pieza de ajedrez… ¿Juega? ¿Se divierte?
– Lleva camiseta con dibujo infantil… Y rodilleras… Y está serio… ¿Por qué?
– Tiene a su lado el cubo de Rubik v un comic o coleción de juegos japoneses (Manga), además del ordenador… ¿Qué puede significar?
- La chica
– La chica está menos activa (postura, mirada…). ¿Es más reflexiva? ¿Qué piensa?
– Tiene puestos los auriculares… ¿Qué música puede estar escuchando? ¿O qué mensaje de radio?
– Y tiene una revista entre las manos. ¿De qué tipo? ¿Cuál puede ser?
- Chicos y chicas
– ¿Qué diferencias hay entre chicos y chicas, no sólo en la imagen sino en la realidad?
– ¿Cómo actúa cada uno de nosotros? ¿Qué tipo de música escuchamos los chicos? ¿Y las chicas?
– ¿Qué tipo de revistas compra u hojea cada uno?
– ¿Cómo usan el ordenador los chicos y las chicas?
– ¿A qué se deben esas diferencias? ¿Es por forma de ser? ¿Son culturales?
– ¿Qué podemos hacer nosotros para superar cualquier clase de situación que sea sexista?
- El ajedrez y la vida
– La imagen, como dijimos, ilustraba un reportaje sobre la importancia del ajedrez para desarrollar la inteligencia y su lenta introducción en la escuela. La experiencia acumulada en centenares de colegios españoles confirma las conclusiones que tres científicos soviéticos obtuvieron ya en 1925. Rúdik, Diákov y Petrovski realizaron un informe: el ajedrez desarrolla, entre otras, las capacidades de concentración, memoria, constancia, creatividad, planificación, lógica matemática, autodominio… ¿Sabemos jugar? ¿Jugamos?
– El ajedrez no da lo que no se tiene, pero potencia las cualidades innatas e influye de forma muy beneficiosa el desarrollo de la personalidad. ¿Qué experiencia tenemos?
– En el juego del ajedrez se aprende, entre otras cosas, a concentrarse y a encajar derrotas, dos características poco frecuentes en niños pequeños y adolescentes, generalmente muy inquietos. ¿Podríamos jugar algunas partidas después de enseñar a los que no tienen ni idea?
– Comparar el juego del ajedrez con la propia vida: tablero, bancas o negras, en qué momentos cada uno es o ha sido cada una de las piezas…
– Organizar un breve torneo colectivo o realizar una partida de ajedrez viviente implicando a la mayor cantidad de gente posible e implicando tanto a chicos como a chicas.
HERMINIO OTERO